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Si el Partido Republicano hubiera tenido el coraje de los republicanos del Senado en 1974, Milley nunca habría estado en posición de preocuparse de que un presidente estadounidense pudiera iniciar una guerra nuclear solo para aferrarse al poder.
El presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, salió del ámbito de su poder constitucional para evitar que Donald Trump iniciara una guerra nuclear con China o Irán.
Definitivamente era inconstitucional y probablemente ilegal. Pero él no es el verdadero villano de esta historia; el verdadero villano casi nunca se menciona en la prensa.
Los asesores de Trump tampoco son los villanos, aunque Trump fue solo el último presidente republicano asesorado por Paul Manafort y Roger Stone , cuyo socio en los años posteriores a asesorar a Nixon, Lee Atwater , había fallecido de cáncer cerebral después de hacer una disculpa pública. por todo el daño que le hizo a nuestra nación al servicio del partido de Nixon y, más tarde, de George HW Bush (Willie Horton, et al ).
Y Nixon también presentó una amenaza tal para la paz mundial y la democracia en Estados Unidos que su propio secretario de Defensa, James Schlesinger, tomó acciones notablemente similares a las de Milley, como reveló el Washington Post el 22 de agosto de 1974 .
Schlesinger y el presidente del Estado Mayor Conjunto, George S. Brown (quien acababa de ocupar ese cargo el 1 de julio de 1974), escribió el Post, “vigilaron de cerca para asegurarse de que no se dieran órdenes a las unidades militares fuera de la cadena normal de mando ".
Específicamente, a Schlesinger y Brown les preocupaba que Nixon iniciara una guerra nuclear para mantenerse en el poder a medida que se veía cada vez más asediado por el escándalo de Watergate.
El Congreso los liberó de esa carga cuando Barry Goldwater se acercó a la Casa Blanca e informó a Nixon que tanto los demócratas como los republicanos en el Senado votarían para acusarlo y destituirlo de su cargo si no renunciaba de inmediato.
Lo que destaca a los verdaderos villanos en la historia del general Mark Milley que casi siempre se pasan por alto en la prensa: 50 republicanos en el Senado de los Estados Unidos, encabezados por Mitch McConnell, que se negaron dos veces a destituir a Trump de su cargo después de que la Cámara lo impugnara.
No es que estos senadores no supieran que Trump era un narcisista inestable que tenía tanto lealtades como vínculos financieros con autócratas en Rusia, Turquía y muchos otros países extranjeros.
No solo sabían, sino que fueron informados con gran detalle durante la primera oportunidad que se les dio para destituir a Trump de su cargo en diciembre de 2019.
Los encargados de la acusación presentaron con un detalle insoportable la evidencia de que Trump había repetido para las elecciones de 2020 lo que él y sus hijos habían intentado hacer con Rusia en 2016: solicitar la interferencia extranjera en las elecciones de Estados Unidos, esta vez tratando de sobornar al presidente de Ucrania. con la promesa de armas estadounidenses.
En cualquier otro momento de la historia de Estados Unidos, eso habría sido procesado como traición total.
Por ejemplo, en la elección de 1800 , el entonces vicepresidente Thomas Jefferson se benefició de lo que hoy llamaríamos un periodista sensacionalista, James Callender, al publicar historias sobre el asunto XYZ que sugerían explícitamente que su oponente, el entonces presidente John Adams, había provocado la fría guerra naval con Francia que salió del escándalo solo para ayudar a sus posibilidades de reelección.
Los cargos de traición lastimaron mucho a Adams en esa elección, lo que ayudó a Jefferson.
Si bien es casi seguro que Adams no había cometido traición para permanecer en el cargo, es casi seguro que Trump lo hizo, o algo parecido. Pero los republicanos en el Senado aparentemente no estaban preocupados.
Para entonces sabían que Trump y su familia habían solicitado y recibido tanto de forma abierta como secreta ayuda rusa en las elecciones de 2016, que había destrozado las agencias de inteligencia estadounidenses mientras elevaba las de Rusia en una reunión pública con el presidente Putin en Helsinki en julio de 2018. , y que había tratado de presionar al presidente de Ucrania para que se burlara de Joe Biden.
En comparación con Richard Nixon que pagó para molestar a la sede del DNC en el complejo Watergate y luego mintió al respecto, los comportamientos de Trump fueron monstruosos.
Pero los republicanos le dieron un pase por su comportamiento criminal. Dos veces.
Si incluso un poco más de una docena de ellos hubieran tenido el coraje de los republicanos del Senado en 1974, Milley nunca habría estado en posición de preocuparse de que un presidente estadounidense pudiera iniciar una guerra nuclear solo para aferrarse al poder y así evitar el enjuiciamiento.
Pero los republicanos del Senado carecen orgullosamente de coraje, patriotismo o cualquier sentido de lealtad a nuestra nación o sus ideales; sus únicas lealtades son hacia su propio poder y los miles de millones que sus donantes usan para seducirlos y controlarlos.
Milley (y el entonces secretario de Defensa Mark Esper) no deberían haber tenido que tomar medidas que podrían haber salvado a la república si Trump hubiera jugado lo que estaba considerando.
Y los medios estadounidenses deben echar la culpa de eso directamente a donde pertenece: cincuenta republicanos en el Senado de los Estados Unidos que eligieron su propio interés sobre nuestro país cuando el destino acusado de Trump estaba en sus manos.
Instituto de Medios Independientes Thom Hartmann
Este artículo fue elaborado por Economy for All , un proyecto del Independent Media Institute.
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