No será mi tónica, en la medida que me sea posible, entrar en el ámbito de la descalificación de cualquier candidato al cargo de elección popular que sea, porque soy un convencido del derecho de los demás, siempre y cuando se llene el requisito correspondiente para serlo y se observe la más elemental norma de conducta ética, de manera que no se transgreda el valor y principios que deben existir en el proceso electoral del 7 de noviembre próximo.
Digo en la medida que sea posible porque las emociones son traicioneras y en una campaña electoral, candidatos que saben que tienen que remontar una enorme montaña para alcanzar un verdadero milagro para que quedar en algo se pueden desbocar y lanzarse al vacío diciendo cosas que según él o la suspirante sean atractivas para un electorado igualmente emocional que estimulado por lo proclamado por un irresponsable o una irresponsable nos conduzcan a situaciones de anarquía.
Yo creo que esto en gran medida es culpa de algunas instituciones llamadas partidos políticos y que por ser oposicionistas ni centran a sus candidatos en la seriedad que demanda el proceso como tal, ni sus candidatos tienen la cultura, el conocimiento, el civismo, la formación y por supuesto la conciencia de donde terminaron metidos y a los que se les ocurre que una campaña electoral es un juego o peor aún una payasada.
Este oposicionismo que tenemos en Nicaragua se dispersó en mil siglas distintas no para competir de tú a tú con Daniel Ortega o contra la Alianza Unida Nicaragua Triunfa donde el FSLN encabeza, sino que todo fue para hacer politiquería y recibir abundantes y constantes asignaciones económicas de la embajada imperial acreditada en Nicaragua, a la que le vendieron el cuento que derrocarían al líder sandinista con una rebelión armada y una campaña criminalmente mediática que ya sabemos qué generó al país, pero mientras recibían a manos llenas el pago por la destrucción que causaron y las muertes que provocaron, jamás consideraron la vía cívica como medio para alcanzar el poder.
Aquellas imágenes detestables y aborrecibles de ciudadanos que por ser sandinistas eran ofendidos con insultos irrepetibles, pintados de azul y blanco, soltados a correr al desnudo en medio de una lluvia de morteros sobre alguna calle céntrica en plaza pública, y que fueron parte de la pesadilla derivada de los eventos del 18 de abril de 2018, son para la mayoría de los nicaragüenses escenas traumáticas e imborrables que estarán en nuestra mente por el resto de los días que nos queden por este mundo.
Traigo esto a colación porque la candidata a la vicepresidencia de la república por el CxL está en serios problemas por haber llamado otra vez a que el terrorismo recurra a los métodos que nos ensangrentaron y por los que, por una sola vez, se les concedió una amnistía que en la letra de su ley habla de que no hay en este tema ni la menor oportunidad de repetición.
Esta muchacha de la que hablo que ilusoriamente los estrategas estrellados del CxL suponen que por el bonito empaque que tiene se convertiría en un imán de votos, seguramente creyó que, por ser nominada a la candidatura vicepresidencial que le cayó del cielo, porque entre “cepoles” se dice que es una advenediza que jamás hizo nada por ellos, podía decir cualquier cosa, cualquier barrabasada, para evitar exponerse solo como un empaque anatómico porque si de materia gris se trata la inexistencia de esta la tiene bajo casa por cárcel.
Lo que esta criatura y aventurera de la politiquería hizo fue llamar a la muerte, llamar a la sedición, para deslegitimar las elecciones y yo creo que hay que buscar también a quien le dijo que lo dijera porque esta criatura sinceramente no creo que tanga algo en la cabeza que sugiera que por algún momento tendría como percatarse de que lo sentenciado por ella era algo sumamente grave y que por tal ahora está condenada a ver de largo la supuesta diputación suplente con la que soñaba, si es que los “cepoles” llegan a ubicarse como segunda fuerza.
Gente como esta pobre muchacha tiene que entender que el sandinismo es una realidad, que es una fuerza tan organizada que todos sabemos vencerá el 7 de noviembre, que lo demás es el circo de lo que los mismos payados oposicionistas se construyeron, pero solo para satisfacer la vanidad y el ego de ver estampada su fotografía en una papeleta como candidato presidencial, pero teniendo la inmensa mayoría de este pueblo que el ciudadano y el campesino votará por el futuro que visualiza desde su actual presente.
Aquí hemos hablado de tolerancia, hemos puesto una y otra vez la mejía, nuestras rogativas han sido siempre por la paz, nuestros llamados han sido reflexivos, a pesar del cinismo de quienes destruyeron al país, nuestra mirada desde el presente ha sido hacia adelante, a pesar de las piedras en el camino no vimos hacia atrás para no convertirnos en estatuas de sal.
A las calumnias, difamaciones y canalladas, salidas incluso de algunos obispos y sacerdotes, nuestra respuesta ha sido la de seguir construyendo, la de privilegiar, en medio de las limitaciones presupuestarias, la seguridad social del país y todo eso nos está dando un resultado tan evidente y palpable que los enemigos de Nicaragua se revuelcan de rabia, echan espuma por la boca, sus propias maldiciones los poseen y como nada les sale bien entonces quieren probar si nuestra tolerancia, la de aquellos nicaragüenses que aborrecemos al terrorismo, llegado al extremo de dejarnos matar por quienes son el origen del mal causado, por quienes creen que la democracia es que se les permita destruir el país solo para hacerse de un poder que quiere ver a Nicaragua como una estrella colgada en la bandera del Tío Sam.
Esta gente de la que hablo y que se burla del inmenso espíritu de tolerancia que tenemos los que sí amamos a este país, con la mirada puesta en un futuro que sea de todos y para todos, sin distingo de colores políticos o ideológicos, se pierde en el teatro absurdo de una brutalidad que es única, que no tienen competencia histórica, que rebasa todos los límites de la estupidez y que vale para ser estudiada como la evidencia más palpable de la degradación humana.
Nunca nadie les dijo que no tenían derecho a protestar o a ser opositores, porque de siempre lo hicieron y lo fueron, pero de eso a convertirse en la mano criminal que destruye hospitales, saquea centros comerciales, se roba la medicina de los enfermos o la merienda escolar de los niños y niñas que reciben la educación gratuita, es otra cosa.
Que sean enemigos del gobierno y odien a Daniel Ortega porque cívica y electoralmente no puedan contra él es una cosa, pero otra es que por eso cierren las calles, me nieguen el derecho constitucional que tengo a circular por donde se me pegue la gana y que por lo mismo se les ocurra hacer de las universidades cuarteles terroristas desde donde torturaron y coordinaron el asesinato masivo contra militantes, simpatizantes o aliados sandinistas como si estar del lado correcto de la historia fuera un pecado o la asonada destructiva del país para quemar instituciones estatales y privadas que dejaron a cienes de miles en el desempleo y todo para que algunos supuestos empresarios en el COSEP, todos hipócritas, digan que están preocupados por lo que ellos causaron siendo los responsables directos de la economía que tenemos lo que por supuesto solo ha sido bendecido por aquellos que llegaron a decir que la idea de los tranques había sido una “extraordinaria y genial idea”.
Estos salvajes que quieren seguir en las mismas y que no entienden lo de la ¡NO REPETICIÓN! creen tener el derecho a destruir el país, pero mientras ellos lo creen, nosotros, la mayoría tenemos la certeza, convicción y seguridad de asumir nuestra propia defensa porque después de las amenazas que hemos recibido a mí en lo personal me queda muy claro decirles que si me buscan me encuentran porque defender mi vida es mi derecho más elemental.
Esa miseria humana que se pinta de valiente, pero que con cualquier mirada que le hacen se deshidrata aterrorizada en sus propias heces fecales imagina absurdamente que nuestro silencio y tolerancia es una muestra de miedo y debilidad y no pasa por su ahuecada cabeza la inmensa magnanimidad que caracteriza a los que somos parte de esta gigantesca propuesta social y menos aún del por qué la sabiduría es la particularidad que acompaña a la mayoría de este país para no arriesgar un proyecto que desde el 2007 se convirtió en una realidad que hoy abraza una Nicaragua que resurge como el Ave Fénix después de haber sido arrasada por esos que siguen en las mismas sin entender aquella máxima de que cada quien cosecha lo que siembra y que, quien a hierro mata a hierro muere.
Por: Moisés Absalón Pastora.