Sumarse y apostar a la paz en Colombia no se traduce en inmunidad, ni mucho menos en una garantía absoluta para evitar ser víctima de la violencia enquistada en el país
La complejidad del conflicto armado interno, instalado desde hace más de medio siglo, deja víctimas casi a diario en todo su territorio.
Las masacres y asesinatos sistemáticos contra líderes sociales, campesinos, indígenas y exguerrilleros, estos últimos involucrados en el tratado de paz del 2016, forman parte de una cotidianidad lamentable, enfocada en la persecución y desaparición de quienes piensan distinto.
El municipio de Buenos Aires, uno de los 42 que integran el departamento del Cauca, se ha convertido en foco de este tipo de crímenes selectivos, perpetrados contra un grupo de personas que creyeron en el camino del trabajo productivo como una mejor alternativa para su futuro y el de su país.
En los últimos dos meses, Buenos Aires, lugar donde se asentó la Cooperativa Ecomún La Esperanza (Cecoespe), creada en octubre del 2017 por 71 excombatientes que integraban el Espacio Territorial de Reincorporación de La Elvira y que ha tenido gran éxito con la producción de la marca Café Sabor La Esperanza —participantes de la Feria Mundial del Café—, ha sido escenario de varios ataques de sicarios contra sus miembros.
El más reciente de los asesinatos se produjo contra Yorbis Valencia, un exguerrillero que era conocido en las FARC como 'Anderson Guerrero' o 'Macancán' y que se integró formalmente a la comunidad en el 2017, tras la firma del Acuerdo de Paz. Yorbis sabía que dejar las armas no era garantía de nada, sin embargo, asumió el riesgo de vivir para apoyar el fin de la guerra interna.
"Es de hace mucho tiempo que todo aquel que piense distinto, pues es masacrado. Entonces, uno se pone a pensar: nosotros pensamos distinto a ellos, si no nos brindan garantías pues quién sabe qué pase de ahí en adelante. Si no nos brindan las garantías uno sabe que lo van es a matar.
Pero vamos a correr ese riesgo", expresó Valencia en el 2017, durante una entrevista con la periodista independiente Mercy Insuasti y que recoge el diario El Espectador.
Los asesinatos
El primero de los asesinatos en los últimos 60 días contra los integrantes de la exitosa Cooperativa Cecoespe, fue perpetrado el pasado 21 de mayo contra José Ignacio Loaiza, asesinado durante un ataque en el que también tenían como objetivo a la exguerrillera Camila Cienfuegos.
A José Ignacio lo asesinó un grupo de hombres armados que le disparó cuando se encontraba en Popayán, lugar en el que permaneció hospitalizado durante varios días hasta que murió una semana después, el 28 de mayo, producto de las graves heridas.
La siguiente víctima se produjo al mes siguiente y fue Norelia Trompeta Hachaue, una joven mujer de 25 años de edad, también asesinada en Buenos Aires.
Su homicidio se ejecutó durante la noche del 25 de junio, cuando fue tiroteada por sicarios.
El siguiente en caer fue Yorbis Valencia, el pasado 25 de julio, cuando varios hombres lo asesinaron a tiros mientras iba camino a su casa en la vereda San Francisco, lugar donde vivía desde que los excombatientes que habitaban el espacio de reincorporación de La Elvira empezaron a dispersarse por las amenazas de muerte.
El homicidio de Valencia se tradujo en el número 279 ejecutado contra los exguerrilleros que firmaron los Acuerdos de Paz del 2016.
La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la OEA pidió esclarecer su asesinato, instó al Estado a investigar y a reforzar las medidas de protección para las personas en proceso de reincorporación.
La historia de la Cooperativa Cecoespe
De acuerdo con El Espectador, la Cooperativa Cecoespe se inició con la inversión que hicieron 94 excombatientes con fondos recibidos durante el proceso de paz. Tras su fundación, la agrupación de trabajadores del campo llegó a tener 134 exguerrilleros asociados e involucrados en el proyecto de café, calificado como uno de los productos más emblemáticos de la reincorporación.
Pero detrás del proyecto productivo hay una amarga historia de persecución, amenazas y destierro que ha obligado a que la dirigencia de la cooperativa a desplazarse de su asentamiento original, dejándolos vulnerables a la violencia y en búsqueda de tierras para continuar su aspiración a una vida de paz.
Antes de los más recientes asesinatos ya se habían perpetrado varios hechos violentos contra los dirigentes de la cooperativa.
Uno de los hechos más violentos se produjo el 2 de diciembre de 2019, cuando varios sicarios mataron a Manuel Santos Yatacué. Tras asesinarlo, tomaron el vehículo de la víctima, lo estacionaron frente a la casa de Mario Rodríguez, presidente de la Cecoespe, y le prendieron fuego.
La ola de amenazas contra los cooperativistas se extendió a todos sus miembros y así comenzaron a darse los desplazamientos forzados de la zona de creciente conflicto, con mayor incidencia entre diciembre del 2019 y enero del 2020.
Una situación que se repite en el resto del país, como el asesinato contra Yeison Sarmiento, en San José del Guaviare el mismo 25 de julio, hecho que elevó la cifra de excombatientes asesinados a 280 desde el 2016, 31 de ellos este año.
Así, muchos de los exguerrilleros han terminado en las regiones de Santander de Quilichao y Popayán. Otro grupo se encuentra en Timbío, lugar donde mantienen el proyecto del café, en la finca Las Veraneras; y aún permanecen en las veredas y la cabecera de Buenos Aires otros 24 excombatientes.
Según el medio colombiano, las amenazas comenzaron tras la entrada en Buenos Aires de una estructura disidente de las FARC que controlaría Leider Johani Noscue, alias 'Mayimbú'.
Mientras tanto, los excombatientes han solicitado al Gobierno que los trasladen a un nuevo espacio territorial, pero la Agencia para la Reincorporación y la Normalización no lo ha conseguido.
Por su parte, la Jurisdicción Especial para la Paz adelanta el proceso para dar medidas cautelares de protección y ha pedido al Ejecutivo que garantice la seguridad de esa población vulnerable.
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