Nicaragua: La CIA entrenando a los traidores y cobardes a la Patria.

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EL BLOQUEO A CUBA


En las últimas semanas ha sido perceptible la puesta en marcha de una campaña en Nicaragua, como parte de otras en el mundo, para que Estados Unidos suspenda el bloqueo económico y comercial que unilateralmente el 7 de febrero de 1962, el entonces inquilino de la Casa Blanca, John F. Kennedy, declaró contra Cuba, amparándose paradójicamente en lo que el imperio denominaba la Ley de Ayuda Externa lo que en realidad fue solo una fachada protocolaria porque apenas cuatro días antes el “demócrata” Kennedy firmó la orden presidencial para implantar un bloqueo total contra la Isla, cuyo objetivo era cortar todo tipo de vínculo comercial con Cuba y cercar al país para provocar el derrocamiento del gobierno revolucionario encabezado por Fidel Castro Ruz al que jamás dejaron respirar porque desde el mismo inicio del triunfo de la revolución cubana en 1959 el imperio siempre se le fue encima.

Aquella declaración de bloqueo contra cuba fue precedida por la ruptura de relaciones diplomáticas por el entonces representante imperial Dwight D. Eisenhower el 3 de enero de 1961, a tan solo pocos días de entregar el sillón presidencial a su sucesor John F. Kennedy.

En marzo de ese 1961 el imperio incluye en las Regulaciones de Exportación un listado con productos alimenticios y medicinas que requerían de licencia general para poderlos exportar a la Isla. Era de las primeras medidas de la administración de Kennedy, que anunciaban el preludio al bloqueo económico, comercial y financiero.

Ya 6 de febrero de 1962, a solo 24 horas de que entrara en vigor la denunciada, como genocida política contra la Isla, el Departamento del Tesoro promulgó las Regulaciones para las Importaciones Cubanas, con la cual se prohibía la importación de toda mercancía de origen cubano en territorio estadounidense y desde entonces Cuba es un símbolo de estoicidad y resistencia para el mundo libre.

El objetivo estaba claro: asfixiar económicamente a la nación caribeña y hacer rendir por hambre al pueblo cubano, carente de recursos prohibidos por la política de Washington hacia el Gobierno cubano. Cerrar, bloquear, impedir, hostigar a Cuba. Esa era la meta y lo sigue siendo hoy.

Bloqueo es obstruir, interceptar, impedir el funcionamiento normal de algo, entorpecer la realización de un proceso, cerrar el paso y el concepto, aunque tiene diversos contextos, cuando se aplica al tema que nos ocupa hoy es simplemente criminal.

Hay muchos que dicen que después de la invasión frustrada de Bahía de Cochinos, que además partió de Nicaragua, nunca más el imperio se atrevió a realizar operaciones militares contra Cuba y eso es falso porque el bloqueo que sufre la isla es una concepción militarmente invasiva para evitar la llegada al hermano pueblo cubano y a su gobierno, al que los nicaragüenses agradecidamente debemos tantos, no reciban suministros como medicinas, alimentos, materias primas o cualquier otra cosa que represente factores de vida para una nación increíblemente

La intención del bloqueo ha sido desabastecer a Cuba, a la que ven cómo enemiga porque ni su pueblo ni su gobierno, que resisten estoicamente piensan igual que la Casa Blanca, pecados que curiosamente pagan también los Bolivianos, los Argentinos, los venezolanos y de la misma forma los nicaragüenses y toda aquella nación que se crea verdaderamente independiente, cargamos el enorme pecado de tener una priorizada agenda social en nuestras democracias por lo que esto al final no es una lucha ideológica, de izquierdas o de derechas es un asunto de modelos y estamos probando que en lo político, lo social, lo económico y lo cultural nosotros estamos en lo cierto y es ahí donde está el dolor de los agresores neo coloniales de Washington que arrecian sus canalladas en la medida que saben que no tienen control sobre nuestras democracias.

La aplicación de esta política criminal del imperio de bloqueo es el principal obstáculo al desarrollo económico y social de Cuba y constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo y una trasgresión al derecho a la paz, el desarrollo y la seguridad de un Estado soberano con el cual el mundo, repetidamente desde las Naciones Unidas ha gritado en su propia cara que cese esta persistente actitud criminal contra una nación que no tiene, como tampoco tenemos otros, la capacidad de responder militarmente al monstruo que podrá ostentar el poder de su pólvora que al final es pólvora mojada frente a la dignidad del pueblo hermano de Cuba que tanto ejemplo de honor y nacionalismo ha dado a américa latina.

Desde 1970, la Asamblea General de Naciones Unidas dispuso claramente que ningún Estado puede usar o alentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otro tipo para coaccionar a otro Estado, con vista a obtener la subordinación del ejercicio de sus derechos soberanos u obtener de éste ventajas de cualquier tipo, lo que ha sido refrendado en La Declaración sobre los principios del Derecho Internacional, referente a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados. Sin embargo, el imperio ha adoptado y aplicado a largo de estos años distintas leyes y medidas coercitivas unilaterales contra Cuba.

La agresión contra Cuba es una plataforma abiertamente diseñada para doblegar la dignidad de ese pueblo y de su gobierno y de ella sobresalen las llamadas leyes Torricelli de 1992 y Helms-Burton de 1996, cuyas disposiciones son contrarias a la Carta de las Naciones Unidas, violatorias del Derecho Internacional vigente y de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Estas legislaciones criminales, totalmente extraterritoriales son tan perversas que han sido extensivas a países y empresas que en diferentes continentes del mundo decidieron no ser parte del bloqueo y por humanidad transar comercialmente con Cuba y lo han hecho por 60 años lo que entonces hace incalculable los miles y miles de billones de dólares y los millones de muertos que siguen generando los diferentes inquilinos que han pasado por la Casa Blanca y que hipócritamente invocan el nombre de Dios en cada misil que lanzan contra la humanidad de aquellos que no somos como ellos.

Si queremos datos, podemos decir, que más de las dos terceras partes de la población cubana (70%) han nacido y vivido siendo objeto de las medidas coercitivas unilaterales aplicadas por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. No es difícil imaginar el progreso que Cuba habría alcanzado y del cual se le ha privado, si durante estos 60 años no hubiese estado sometida a estas medidas criminales y cobardes desprendidas del bloqueo.

Frente a la frustración imperial por no doblegar la dignidad cubana, la política exterior de la dictadura estadounidense ha intensificado sus intentos de fomentar la subversión en Cuba reclutando a mercenarios dispuestos a vender sus servicios a cambio de una parte de los millones de dólares aprobados en Washington para esos propósitos oscuros, como igual lo hace con Venezuela y Nicaragua.
El objetivo último es privar al pueblo cubano de su soberanía y del ejercicio de su derecho a la libre determinación y cobardemente los sectores en la mira, tan altamente sensibles, son los de alimentación, salud, educación y transporte, como blancos de esta política genocida.

Pero además de eso no puedo dejar de mencionar el recuento de los centenares de atentados, así se lo escuche decir públicamente, al propio líder cubano, Fidel Castro Ruz, en varios de sus extensos y memorables discursos.

Cuba ya venció, su resistencia fue mucho más poderosa que el acoso sistemático de su agresor y el decadente imperio lo sabe porque esa resistencia del David contra el Goliat se convirtió en un ejemplo de dignidad y valentía que el mundo observa con tanto respeto que sigue y seguirá exigiendo el cese inmediato del criminal bloqueo a una Isla que no está aislada porque a pesar de todo el mundo está abierto a Cuba como Cuba está abierta al mundo.

Por: Moisés Absalón Pastora

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