Moisés Absalón Pastora
¿Cómo es que la iglesia católica de Nicaragua, después de ser un factor dominante en nuestra sociedad pasó a ser un factor de tanto encono que generó una migración multitudinaria de su feligresía hacia otras religiones?
Todas las encuestas que han abordado el tema religioso en el país han sido sostenidas, coherentes e inalterables en cuanto a los resultados explorados en la mayoría de las opiniones consultadas sobre el papel de algunos obispos y de algunos sacerdotes que por el peso que tienen en la Conferencia Episcopal se han traído a pique la percepción y respetabilidad que de la Iglesia Católica se tenía hace unos años.
Uno puede decir y no nos equivocaríamos que el mentiroso de Leopoldo Brenes; el extraído Silvio Báez, genio que llegó a considerar los tranques del 2018 como una genial idea; el empresario Juan Abelardo Mata, que sí mata; el politólogo Rolando Álvarez que ahora se quiere perfilar como candidato presidencial, aunque son representativos del catolicismo por la investidura obispal que tienen no necesariamente significa que como tales sean la iglesia católica nicaragüense porque estos en lo particular que tienen un discurso incendiario contra el sandinismo pierden de vista que -vuelvo a las encuestas- el 51 por ciento de su feligresía, confesa sandinista, votaría por el actual partido en el poder.
Ese 51 por ciento del que hablo es el sandinista que aun queda en el catolicismo como mayoría, pero no tiene nada que ver con el que ya se fue a la acera evangélica ni tampoco con los que se seguirán yendo y menos con los que convencidos de que las religiones no salvan decidimos proclamar que optamos por ser Cristo céntricos, es decir abrazarnos fielmente al Gran Intercesor de Dios, Jesús de Nazaret.
Quisiera creer que el Papa Francisco, a través del Nuncio Apostólico acreditado en Nicaragua, Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag, que creo es una persona pragmática y convencida del rol que le está tocando jugar, sabe lo que está pasando aquí y del porque el catolicismo se cae a pedazos de manera que ha algunos obispos se les perdió el respeto por lo que hacen y permiten hacer porque el mal ejemplo de la jerarquía fue absorbido por los subalternos.
No crean que las religiones son un club de Santos.
Independientemente de cual sea, en ellas hay luchas de poderes donde las facturas que se cobran son enormes y de eso ni el propio Jorge Mario Bergoglio se escapa y es así porque mientras desde el palco vaticano el pregona por la paz, aquí sus amados sotanudos oyen guerra; mientras allá el Pontífice habla de una opción preferencial por los pobres, aquí la opción es por los ricos y por quienes destruyen el país y así mientras su Santidad allá habla de amor aquí se vociferan odios.
Nada de esto es nuevo. Todos lo sabemos, pero es que me llamó la atención -por eso es que digo que mientras allá se dice amor aquí se escucha odio- leer y escuchar en las redes sociales a un “sacerdote” de Jinotega, de hablar muy amanerado, identifiquémosle mejor como un sotanudo conocido como Eliar Pineda Ubeda de Jinotega, decir que en su furia y odio contra Daniel Ortega él es un “perro rabioso” porque nosotros, -quiso decir los sacerdotes católicos- eran perros que ladraban y mordían.
En lo personal no cuestiono el pensamiento de este sotanudo contra Daniel Ortega, hay otros resentidos, en condición de laicos que consumidos por el odio tampoco lo quieren, aunque por otro lado existan millones que sí y están a la par del proyecto político que impulsa el presidente de la república.
Yo creo que es un derecho legítimo pensar y expresarse como uno quiera porque así lo consigna la constitución de nuestro país, sin embargo, lo que sí cuestiono, es que tanto odio lo vierta alguien desde la sotana que lo disfraza como sacerdote y creo firmemente que lo correcto es que abandone su condición de profesional de la fe y se lance al tinglado político porque cuando en lo personal cualquier tipejo al amparo de una sotana dice semejante estupidez lo que veo es que se lleva en el alma a toda la iglesia aunque no todos sean como Leopoldo Brenes, Silvio Báez, Abelardo Mata, Rolando Álvarez, Carlos Avilez, el piruca de Masaya, Edwin Roman, el quema policía de Harving Padilla, también de Masaya o este quien así mismo se llama “Perro Rabioso” el tal Eliar Pineda.
No existe una campaña en contra ni de la iglesia ni de algunos Obispos ni de algunos sacerdotes, lo que existe es una voluntad autodestructiva de sus miembros contra el mismo núcleo de lo que aun les queda por iglesia y digo aun les queda porque aquí los diablos van a reaccionar más en la medida que toda esa estructura oposicionista, que jamás será oposición, tome el camino sin retorno a la auto destrucción total porque lo cierto es que ni unidos todos, por supuesto desde la más alta utopía, podrán hacer ni el más mínimo intento por sacar al tigre un solo pestañazo de preocupación.
El desgrane del catolicismo hacia otras religiones o simplemente la decisión de aquellos que no creemos que estas salvan se debe a la distancia que tomaron los profesionales de fe con lo espiritual y por la cercanía promiscua que los abrazó a lo mundano creyendo que por hacerlo con sotana arrastrarían al feligrés a sus maldades políticas o peor aun que por hacerlas a escondidas o de noche engañarían al mismo Dios.
Todos esos templos, donde perros rabiosos como el sotanudo Eliar Pineda ofician misas con sermones cargados de odio, están vacíos y son paredes donde ni el eco de la soledad se escucha porque el que hace a la iglesia, el feligrés, por muy opositor que sea se asquea del tinte político que hoy tienen las homilías y sobre todo del rencor con el que habla aquel que solo en el supuesto es un predicador de paz, de tolerancia, de perdón y de amor.
A veces uno se propone no abordar temas que puedan entrar en las disyuntivas que son específicamente atingentes a la espiritualidad y entre ellos está el de las religiones porque cuando se tocan mueven avisperos, lo que también sucede en temas deportivos y peor aún en temas políticos.
Sin embargo cuando en el caso de Eliar Pineda, que es el Vicario General de Jinotega y por odiar a cualquier persona, olvidemos que dijo que era a Daniel Ortega, se confiesa como un “perro rabioso” que ladra y muerde, es difícil callar, es imposible dejar de comentar una monstruosidad de este tamaño y créanme que estoy esperando que el obispo que tiene a su cargo esa arquidiócesis se pronuncie públicamente porque es lo menos que puede hacer no para satisfacer a los que estamos en la cristiana opción preferencial por los pobres sino para que evite un desgrane mayor de la feligresía católica en ese departamento o que nacionalmente profundice la migración de esta religión a otras que en muchas cabeceras y municipios del país no quieren toparse con un perro rabioso que les muerda.
Por: Moisés Absalón Pastora.