El científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh fue asesinado en Teherán el 27 de noviembre. La participación de Israel en el hecho es ampliamente aceptada.
Pero Patrick Lawrence también señala la responsabilidad de los Estados Unidos. Mientras que algunos creen que el equipo Trump quería lanzar una última carta antes de pasar la mano, el ex reportero principal del International Herald Tribune cree que este asesinato también podría ayudar a organizar el equipo Biden.
Estaba hablando por teléfono con un amigo en Teherán el domingo y terminé contándole sobre una tarjeta de Navidad que tenía pegada en la puerta de la despensa de una granja en la que viví hace muchos años. “Feliz Navidad, y lo siento…”, decía en la portada. Y dentro: “Lamento que mi país haya bombardeado tu país.”
Soroosh, y nos quedaremos con el primer nombre, se rió como yo sabía que lo haría. “La broma se extiende a los asesinatos ahora”, dijo en un tono que era de buen humor y arrepentimiento a la vez. La broma es amarga y se ha extendido a los asesinatos, como bien sabe cualquiera que haya leído un buen libro de historia de posguerra.
Como estadounidense, ¿le debo a Soroosh y a otros 82 millones de iraníes una disculpa? ¿Asesinaron los Estados Unidos al Dr. Mohsen Fakhrizadeh, el científico nuclear más destacado de Irán, el viernes pasado?
Mis respuestas, en orden: Sí, y fue un privilegio para mí tener la oportunidad de ofrecer una disculpa. Y sí: el Israel del apartheid hizo el trabajo sucio, como dicen, pero no es momento de andarse con rodeos.
Los Estados Unidos son responsables del asesinato de una alta figura de la comunidad científica de la República Islámica. Hago esta afirmación con plena confianza en su verdad.
Mohsen Fakhrizadeh, en el extremo izquierdo, hablando con un oficial militar en una foto sin fecha. (Agencia de Noticias Tasnim, CC BY 4.0, Wikimedia Commons)
Nuestra prensa dominante nos ha ofrecido estos días serios rumores sobre el papel directo de Israel en el asesinato de Fakhrizadeh. Ahora hay un consenso general sobre este punto, incluso dentro de nuestra amable “comunidad de inteligencia”.
Pero estas generosas suposiciones –“tenía todos los sellos de una operación programada con precisión por el Mossad”, nos dijo el New York Times el domingo– son poco más que una distracción innecesaria que, 1) nos muestra la realidad del salvajismo sin sentido de Israel y 2) sugiere que los EE.UU. no tuvieron nada que ver con ello.
El protagonista de esta historia no es otro que John Brennan, ex director de la CIA, arquitecto jefe de la operación psicológica Russiagate, y –lo digo con certeza– uno de los más audaces mentirosos que he conocido en mi vida.
“Fue un acto criminal y muy imprudente”, tuiteó Brennan durante el fin de semana. “Se corre el riesgo de una represalia mortal y una nueva ola de conflictos regionales. Los líderes iraníes harían bien en esperar el regreso de los líderes estadounidenses responsables en el escenario mundial y resistir el impulso de responder a los presuntos autores.”
¿Qué está diciendo el viejo espía aquí?
Lo suficiente para entender que Brennan señala a los israelíes sin nombrarlos. Pero todo irá bien con el “regreso del liderazgo responsable de EE.UU.” Me parece que Brennan está acusando implícitamente al régimen de Trump de complicidad, mientras preserva el mito de la inocencia estadounidense para el régimen entrante de Biden.
El contexto más amplio
Seamos claros como el agua. No se trata de quién apretó el gatillo en un bulevar en las afueras de Teherán el viernes pasado. ¿Comandaron los EE.UU. el pelotón de fusilamiento de Patrice Lumumba en la selva de Katanga en 1961? ¿Llevaron a Salvador Allende al suicidio (si fue un suicidio) en Santiago de Chile en 1973? No y no. ¿Tuvieron los EE.UU. responsabilidad en estas muertes? Sí y sí.
Más recientemente, ¿condenó a muerte Susan Rice, en calidad de asesora de seguridad nacional de Barack Obama, al popularmente electo Mohammad Morsi hace siete años? No. ¿Autorizó ella, en una llamada telefónica inequívocamente condenatoria, el golpe de Estado de 2013 en Egipto que condujo a su muerte? Sí, de nuevo.
El Secretario de Estado de EE.UU. Mike Pompeo, a la izquierda, con el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, el 19 de noviembre de 2020. (Departamento de Estado, Ron Przysucha)
En todos estos casos, y en particular en este último, es simplemente cuestión de ver los acontecimientos en su contexto más amplio, lo que debemos hacer por nosotros mismos, ya que nuestro gobierno y nuestros medios están totalmente dedicados a impedir cualquier intento de este tipo en la medida de lo posible.
Y en este contexto más amplio, no es difícil reconocer la culpabilidad de Washington en otro asesinato más.
Según las pruebas disponibles, Israel ha estado asesinando a científicos iraníes de forma rutinaria durante una década o más. Gideon Levy, en un artículo sumamente indignado con toda razón, publicado este fin de semana en Haaretz, cuenta una docena de ellos.
Esto refleja lo que podemos describir acertadamente como el culto de Israel al asesinato. “Junto a los sistemas de irrigación por goteo y los tomates cherry”, escribe Levy de forma penetrante, “hay pocas áreas en las que Israel se enorgullezca más que en lo que llama ‘asesinatos selectivos’, que son de hecho actos de asesinato cometidos por el Estado.”
La cultura de la violencia
Esta cultura de la violencia contra los demás –Levy cuenta 70 asesinatos de palestinos desde el año 2000– es una larga y terrible historia. En mi opinión, ni siquiera la mente más diabólica podría evocar un monumento más perverso a los 6 millones.
¿Se ha arraigado esta cultura sin la anuencia de los Estados Unidos? Dada la (terrible) naturaleza de la relación entre EE.UU. e Israel, es simplemente imposible dudarlo.
Desde la guerra de 1967, Washington ha estado en una larga llamada telefónica al estilo Susan Rice, autorizando implícita o explícitamente la anarquía del apartheid israelí.
Los israelíes son nuestros oficiales militares chilenos en el Medio Oriente. Bibi Netanyahu es el equivalente estructural de Mobutu Sese Seko, un punk corrupto con un exceso de poder temporal.
La influencia indebida de Israel en la política de EE.UU., en el Capitolio y en otros lugares, es significativa. Pero en el modo “un trato es un trato”, Israel es un puesto de avanzada leal y muy importante del imperio, y esto no debe ser olvidado.
Tiene el mismo estatus que cualquier sangrienta dictadura por sus excesos. De ahí los sistemas de misiles, los acorazados, los F-16 y F-35, y todo lo demás.
Sí, Israel a veces se pasa de la raya, desde el punto de vista de los EE.UU, especialmente durante los largos años del mandato de Netanyahu como primer ministro.
Pero como toda la gente atenta ha entendido desde hace tiempo, cualquier cosa que haga Israel será considerada eventualmente como una infracción menor, en el esquema general de las cosas, y aceptada por las camarillas políticas en Washington. Joe “No tienes que ser judío para ser sionista” Biden no es ajeno a estas cosas.
Secuelas del asesinato de Mohsen Fakhrizadeh en Absard, una ciudad cerca de Teherán, el 27 de noviembre. (Agencia de noticias Fars)
Una visión general del caso
Las líneas generales del caso Fakhrizadeh son accesibles para nosotros y no son tan difíciles de leer.
Hasta donde sabemos, parece un caso de aprobación explícita del régimen de Trump, si no de estímulo. Pero la idea de Brennan, de Biden y su gente entrando al pueblo sobre caballos blancos, queda estrictamente para los ingenuos.
Mike Pompeo, quien ha estado incansablemente día y noche intentando provocar un conflicto abierto con Irán, cuando no está haciendo lo mismo con China, hizo una última visita a Netanyahu el 19 de noviembre, ocho días antes de que Fakhrizadeh fuera asesinado.
El Primer Ministro israelí describió posteriormente el encuentro con nuestro flamante secretario de Estado como “íntimo y productivo”.
Eso fue un jueves. Al Jazeera informó posteriormente que Netanyahu voló en secreto a Arabia Saudita el domingo siguiente para una reunión con el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman y Pompeo. “Un miembro del gabinete de Netanyahu y el Likud confirmaron el lunes los informes de que el líder israelí había celebrado una reunión en Arabia Saudita, calificándola como un ‘logro asombroso’”, informó Al Jazz.
El Secretario de Estado Mike Pompeo, frente a la bandera de los Estados Unidos; reunión con el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman, en Neom, Arabia Saudita, el 22 de noviembre de 2020. (Departamento de Estado, Ron Przysucha)
La imagen nos presenta tres especies de moluscos enemigos de Irán reunidos en la misma sala, dos de los cuales se reunieron por segunda vez en cuatro días.
Es posible que el complot de asesinato, un complot con obvias consecuencias geopolíticas, nunca se haya mencionado. No sabemos esto, como tampoco sabemos si esa parte de la luna que no está hecha de rocas está hecha de queso. Lo que sí sabemos es que Fakhrizadeh murió cinco días después de esta reunión saudí.
Mi lectura: Pompeo está jugando sus últimas cartas antes de limpiar su casillero en Foggy Bottom.
Habiendo fallado en el intento de iniciar su guerra bíblica con Irán, lo mejor que pudo hacer fue dejar un desastre preparado para el “liderazgo responsable estadounidense” a punto de asumir el poder en Washington. Ni Bibi ni MbS, que ahora juegan con la idea de normalizar sus relaciones, necesitan ser convencidos para buscar problemas con Irán.
Ahora leemos que el asesinato de Fakhrizadeh puede haber saboteado fatalmente los planes del presidente electo Biden para restaurar el acuerdo de EE.UU. de 2015 sobre el programa nuclear de Irán, un acuerdo que el presidente Donald Trump abandonó al año de su mandato.
¿Cómo funciona esto? Si Biden y sus nuevos asesores –Antony Blinken como secretario de Estado, Jake Sullivan como asesor de Seguridad Nacional– se toman en serio la diplomacia con Teherán, ahora es el momento de ir con todo, ¿no? Caballeros, suban a esos caballos blancos.
En el mismo artículo que presenta el extraño argumento sobre el daño que se acaba de infligir a las aspiraciones diplomáticas de Biden, se cita a Sullivan diciendo que los EE.UU. volverán al acuerdo “si Irán vuelve a cumplir sus obligaciones, que ha estado violando, y está dispuesto a avanzar en las negociaciones de buena fe sobre estos acuerdos de seguimiento.”
Los “acuerdos de seguimiento” parecen ser aquellos en los que Trump y Pompeo han insistido: sin sistemas de defensa de misiles, sin esfuerzos para asegurar el vecindario, estos últimos descritos erróneamente como “actos de terror”. A ver si logro entender esto: Estamos aquí para corregir los errores del régimen de Trump, ¿y proponemos hacerlo aceptándolos?
Estas personas simplemente no son serias.
Mi conclusión provisional: Biden, Blinken y Sullivan no encuentran la forma de volver a comprometerse con el acuerdo nuclear de 2015 porque Biden está inexcusablemente cerca de Israel, e Israel ha declarado su oposición a este acuerdo en los términos más claros posibles.
Por el momento, parece que se se esconderán detrás del asesinato de Fakhrizadeh mientras se escabullen por la puerta lateral: Caramba, queríamos hablar con Teherán pero los acontecimientos nos han impedido hacerlo.
¿Debemos establecer esto como el fracaso número uno de la política exterior de nuestro “liderazgo estadounidense responsable”? Tendremos que llevar la cuenta, a medida que las cifras aumenten.
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Patrick Lawrence, corresponsal en el extranjero durante muchos años, principalmente para el International Herald Tribune, es columnista, ensayista, autor y conferencista. Su libro más reciente es Time No Longer: Americans After the American Century.
Fotografía de portada: Restos del Dr. Mohsen Fakhrizadeh en el Santuario de Fátima Masumeh, 29 de noviembre de 2020. (Agencia de Noticias Mehr, CC BY 4.0, Wikimedia Commons)
Traducido del inglés por América Rodríguez para Investig’Action
Fuente: Consortium News
https://www.investigaction.net/es/los-asesinos-e-iran/