Muchas veces uno deja pasar temas atractivos para ser desmenuzados no porque se achiquen los argumentos para despedazar cualquier estupidez que se nos pretenda perfilar como grandes análisis políticos o titulares, supuestamente periodísticos que suponen, desde la mente enferma de quien los escribe, que nos están engañando o que nos dan atol con el dedo.
Cuando estas cosas suceden y no hay reacción es simplemente porque la inteligencia no puede descender de ninguna manera al estercolero donde habita la brutalidad.
Fíjense que la estupidez mediática de las miserias humanas es tan abundante y tan exuberante que si respondiéramos a cada sandez correríamos el riesgo de quedarnos atrapados en el mundo oscuro donde habita toda esa cobardía que por propósito tiene vender de nuestro país una imagen que es contraria a la realidad pero que persigue quedar bien con aquel que desde afuera les paga.
Yo no coincido para nada con aquellos que sostienen que los periodistas no podemos tener afinidades políticas con ningún partido. Cualquiera en cualquier profesión u oficio puede tenerlas, pero más nosotros porque si como dicen somos el termómetro que mide la temperatura a la sociedad cómo entonces no vamos a poder tener opciones en ese sentido máxime aquellos que creemos que la política más que chagüite es acción.
Carlos Fernando Chamorro, Guillermo Rothschuh Villanueva
Pero claro también en este medio hay politiqueros que se disfrazan de periodistas y a través de titulares, que son lo de lo más absurdos quieren garantizar el agua para el molino que les paga.
Esos son los que todos los días, militantemente, descubren que la economía está mal, que la policía está permanentemente tendida, son losa que se lanzan contra el fisco cuando legítima y legalmente le cobra a los evasores, son los que se molestan porque ya no pueden hacer los destrozos de abril de 2018, son los que celebran las agresiones imperiales contra las instituciones públicas y contra miembros del partido sandinista y son los mismos que cuando muchos les gritamos miserias humanas, chingastes, puchitos, charbascas, enanos, pigmeos, desalmados, terroristas, centavos o cualquier otra cosa que sobradamente merezcan, se molestan, se sienten agredidos, casi que se ponen a llorar y gritan entonces agresión a la libertad de expresión, agresión a la prensa independiente.
Nunca en Nicaragua caracterizada por una sociedad muy debatiente el concepto de “PERIODISMO INDEPENDIENTE” ha dejado de estar sobre la mesa de la discusión, sobre todo entre la clase política y por supuesto entre quienes lo ejercemos desde las diversas plataformas abiertas y mediáticas.
Siempre el periodismo independiente ha pretendido ser configurado desde la acera contraria al ejercicio del poder y desde esa visión astutamente se ha vestido de valentía, con telas de heroicidad y con dignidades guerreras que pretenden consagrar que la verdad que predicamos es infalible, que no hay quien nos meta las manos y que lo demás es simple y solamente lo demás, es decir, cualquier cosa.
En el contexto de los acontecimientos perturbadores de 2018, que poco a poco fueron vencidos ante el paso de la normalidad, algunos directores de medios de comunicación, junto a algunos periodistas, se proclamaron independientes y hasta casi paladines.
Este club de proclamados periodistas independientes, se reunieron muchas veces con representantes de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, cuyo peso no pasa de ser una élite de dueños de periódicos donde la libertad de expresión la deciden los propietarios de esos medios y donde los periodistas son un cero a la izquierda y que solo ven sus notas impresas por la rotativa en tanto estas no salgan del interés que celosamente protege el propietario del periódico.
La SIP nunca ha representado al periodismo latinoamericano y aunque cada uno de sus socios apuestan ser en sus países un partido de papel, como cree ser La Prensa, S.A en Nicaragua y se la pasan haciendo balances sobre la libertad de expresión, la gran verdad es que solo tienen el peso político que para ellos mismos se inventaron porque para efectos prácticos el ciber espacio se los está hartando a todos.
Pues bien, hasta aquí ha venido la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, a escuchar las quejas del “periodismo independiente” en realidad los medios vándalos que siguen promoviendo el odio que nos enlutó y la persecución que ha desatado un régimen que les permite de todo, pero al que llaman “dictadura”.
Lo primero que debo preguntar es a qué periodismo independiente se refieren, porque si efectivamente lo fueran la valentía que venden les daría para criticar lo malo, eso lo hacen muy bien, pero también deberían decir lo bueno y por lo que se ve, escucha y oye ante sus jefes, no son capaces de decir nada de lo generoso que todos los días y en cantidades se hace porque hacerlo equivaldría a ser demeritado, corrido o en el peor de los casos enlistado para perder la asignación que mensualmente muchos llegan a traer cerca del terraza en Villa Fontana o en otras ONGs que funcionan para el mismo fin.
Ser político tras una pantalla, detrás de un micrófono o desde una columna no te hace periodista independiente porque este no existe. Existimos periodistas que somos claramente parciales, pero tratamos de decir la verdad y existen los claramente oposicionistas que solo dicen mentiras.
Allá en el imperio Donald Trump siendo candidato mandó a sacar de las solapas y casi del pelo al bravucón de Jorge Ramos en una conferencia de prensa y ahora desde la Casa Blanca si algún periodista, a juicio del pelo de maíz se porta mal llama al dueño del medio y rápidamente los mete en cintura con reglas que se acatan sí o sí.
Algo parecido hizo aquí el ingrato de Enrique Bolaños, firmante de los acuerdos de Chapultepec en la casa de Doña Violeta Barrios de Chamorro cuando era candidato a la presidencia y una vez que llegó a ella y Radio Corporación cambió su línea editorial de Arnoldista a Bolañista, solo llamó a Fabio Gadea para que corrieran a todos los que nos habíamos convertido en sus críticos.
Nos corrieron de la radio sí, pero no cambiamos la visión que del ingrato de Enrique Bolaños teníamos y tanto fue así que para callarnos tuvo que mandar a cerrar Radio Poderosa y nos fuimos en su contra por qué se metió en una guerra estéril desde diferentes frentes contra todo el mundo que terminó por frenar el poco avance que traía el país, pero jamás mentimos, jamás inventamos ni llamamos a la sedición.
Hoy es fácil hacer periodismo. Ahora se le dice cualquier peste al presidente, a la vicepresidente o cualquier otro funcionario y cuando se les recuerda eso, por encima, tienen el descaro de declararse perseguidos políticos, aunque carguen sobre sus espaldas la muerte de 199 nicaragüenses y los graves daños periféricos que instigaron.
Estos “periodistas independientes” se quejan ante la SIP para que los socios de ese club influyan ante los norteamericanos para que les den aún más plata a los insaciables dueños de medios que con el golpe frustrado hicieron el más grande negocio de todos los negocios.
Estos “periodistas independientes” se quejan porque por donde pasan les retuercen los ojos y no les gusta porque no se ponen en el lugar de los deudos de cada uno de esos familiares que desde la profundidad de su dolor les reclaman la muerte de los suyos, la pérdida del negocito que con éxito crecía o el empleo mismo gracias entre otros al COSEP convertido ahora, después de algunos obispos de la iglesia católica, en la estructura más villana de la caída de nuestra economía, algo que se lo debemos al Chano Aguerri y a Michael Healy.
De los que hablo no son “periodistas independientes” son mentirosos pagados y compulsivos que denigran la profesión que representan y que son el rostro macabro de la falsedad personificada que para colmo apenas machacan y escriben nuestro idioma, aunque sí son célebres idiotas.
Traje este tema a la discusión porque surgió de una conversación que tuve con uno de esos “periodistas independientes” que no entienden que ni sus propios jefes en el diario La Prensa S.A lo son porque la línea editorial y de desinformación la decide la embajada norteamericana y no ellos.
Estos pobres microfoneros y escribanos reciben a nombre del fantasioso rol de “periodistas independientes” que crseen ser, las migajas que bota el patrón cuando desayuna con aquel que financia toda la agresión contra nuestro país y el ciudadano y el campesino lo sabe y por eso mismo se prepara para ser uno más del pueblo que el 7 de noviembre de 2021 saldrá tempranito a votar para desaparecer a toda esta calamidad oposicionista que tiene sus días contados.
Por: Moisés Absalón Pastora.