***A Ricardo, Oscar, Juan José y Jonathan, Comandantes y Maestros caídos en septiembre para volver a nacer "hechos millones", como diría Tupac Katari.
Cada estadio económico y social de la Humanidad ha necesitado definir un concepto particular de qué es “el Hombre”, tal vez no en su acepción antropológica, sino en su relación o su pertenencia a cada una de las Sociedades, modos y relaciones de producción.
La Filosofía platónica (“El Hombre es un animal social”) marcó tendencia e influyó notablemente en los grandes pensadores de la Filosofía política subsecuente, tanto medieval, como del naciente Capitalismo (Hobbes, Rousseau, Hegel, principalmente), hasta recalar en el concepto liberal aun en boga: “El Hombre es un animal contractual”.
En el Capitalismo, el hombre sucumbe al individualismo “per se” y aunque su raciocinio lo eleva por sobre el instinto animal, su vida en sociedad gira en torno al lucro o la obtención de riqueza y bienes para vivir entre el derroche y la sobrevivencia (según su relación con los medios de producción), lo que marca profundamente su “espiritualidad”, su cultura y sobre todo, su interacción con los otros individuos de su colectividad y más ampliamente, de la Sociedad.
El Marxismo, demuestra que más allá de las utopías pre-marxistas y de la realidad explotadora y clasista del Capitalismo, existe una Sociedad más justa, más igualitaria en oportunidades, más fraterna y solidaria, construida sobre relaciones económicas que excluyen la explotación del Hombre por el Hombre, que busca una vida más digna para que cada actor social desarrolle sus habilidades y capacidades al máximo en su beneficio y en beneficio de toda la Sociedad.
Una Sociedad de nuevo tipo, sin divisiones sociales.
Esta tarea, como es natural, necesita de un Hombre diferente, un protagonista que sin perder la individualidad que lo hace humano, se entregué a la causa de todos, con una nueva actitud, una concepción diferente de su rol social, dejando atrás el egocentrismo, sin “colectivizarse”, pero sabiéndose parte de un todo, que vive y lucha por una Sociedad sin explotación:
Una Sociedad socialista de "Hombres Nuevos".
En Nicaragua, un país de la periferia capitalista, signado por las desigualdades y la explotación, luego de una larga historia de lucha (donde se ofrendaron las vidas de cientos de miles de buenos hombres y mujeres en busca de la Libertad y el fin de la opresión), un grupo de jóvenes extraordinarios, tercos y llenos de amor por su pueblo fundaron el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Una Organización político militar que casi dos décadas después lograría el triunfo revolucionario vanguardizando al pueblo en armas.
Esta hazaña fue posible sólo después que todos sus militantes asumieran el compromiso tácito del revolucionario de sacrificio, entrega y lealtad a su pueblo y su organización. Es decir, de caminar la escarpada y espinosa senda que lleva al "Hombre Nuevo" que pregona el marxismo y que desde sus inicios ha asumido como propio el Frente Sandinista a través de la teoría, la práctica y por supuesto, el ejemplo.
Está claro que para la consolidación y vigencia del sandinismo, todos y cada uno de los combatientes, jefes y colaboradores han sido y siguen siendo de vital importancia. Sin embargo, dentro del Frente (por indicación o motivación) desde sus inicios, cada miembro y militante han tenido roles específicos.
Y así, las dotes intelectuales, la capacidad de abstracción teórica, investigación, lectura y escritura, aunados a las facilidades pedagógicas inherentes al maestro nato de un reducido grupo de compañeros (sobre todo en los primeros tiempos de la lucha) fueron puestas al servicio de fundar y consolidar la Ética, la Moral sandinista, las características fundamentales de un combatiente sandinista (lealtad, humildad, sacrificio, patriotismo, internacionalismo proletario, amor al pueblo, valentía, solidaridad, pertenencia…) y por supuesto, la búsqueda de ese esquivo "Hombre Nuevo".
Los primeros, aunque no los únicos, de esta lista fueron el Comandante en jefe, Carlos Fonseca y los Comandantes José Benito Escobar, Oscar Turcios y Ricardo Morales Avilés y la compañera Angelita Morales Avilés, que con sus enseñanzas y escritos dotaron al sandinismo de una identidad revolucionaria propia que lo identifica con las organizaciones que luchan por un mundo mejor, con hombres y mujeres de nuevo tipo, diferenciándose claramente de los partidos de derecha, que defienden la continuidad de una Sociedad injusta, clasista y explotadora.
Estos hombres y mujeres, profundamente marxistas, ayudaron a tatuar en fuego el sello moral al combatiente sandinista. Su formación de izquierda no-dogmáticos hizo que fueran los más entusiastas en engrosar las filas del Frente con compañeros de convicciones religiosas, siempre y cuando estuvieran dispuestos a sumarse a la marcha, cuesta arriba, por encontrar al arquetipo revolucionario.
¿Qué clase de Hombre es un sandinista?
A esta pregunta muchos heroicos combatientes como Julio Buitrago y German Pomares (entre miles) respondieron con su ejemplo, luego de asimilar las lecciones de aquellos gigantes, tan grandes como ellos mismos y que René Tejada, el Comandante "Tello", resumiera lacónica y exactamente a sus exhaustos y hambrientos jóvenes guerrilleros, al borde del colapso por el cansancio de cargar sus sacos llenos de maíz, sus fusiles y sus municiones:
“El Hombre nuevo, está allá, en la punta de aquel cerro. Suban con su maíz y sus cosas…¡Y lo habrán alcanzado!”