Circula en las llamadas redes sociales un temario enfocado, otra vez, en lanzar lodo contra el gobierno del Presidente Ortega y descalificar lo que se está haciendo contra la pandemia a través de una campaña masiva y articulada desde medios golpistas que ejecutan un guion, qué desde mi punto de vista pasa de la politiquería, para desviar la realidad de sus propios fracasos, al plano meramente criminal y son cosas que debemos no solo poner en su lugar, sino que denunciar con la intensidad y la fuerza que amerita porque afectan directamente a Nicaragua.
No me cabe duda que quienes están al frente de esta criminal campaña no merecen para nada nuestra nacionalidad porque son apátridas capaces de vender a su madre por cualquier limosna a cambio que ellos puedan seguir recibiendo del imperio los dólares manchados de sangre que Donald Trump les pone en las manos mes a mes sin que medie la incertidumbre que promueven en los hogares nicaragüenses.
Lo último y más reciente de esta campaña es contra nuestro sistema de salud, el mejor de la región centroamericana y de muchos países de América Latina.
Hablo de un sistema de salud que ha crecido, solo desde el 2007 ha esta parte, con 77 hospitales, unos más otros menos, pero dotados con lo más avanzado de la ciencia médica; 143 centros de salud; 5 centros especializados; 178 casas maternas; 36,679 trabajadores de la salud; 11,732 camas para hospitalización general; 562 camas de cuidados intensivos; 449 ventiladores; 959 monitores de signos vitales; 574 succionadores; 546 máquinas de hemodiálisis; 1 acelerador lineal; 82 laboratorios clínicos; 14 laboratorios epidemiológicos; 1 planta de fabricación de vacunas y 8 nuevos hospitales que ahora mismo se construyen simultáneamente, además de las brigadas médicas que andan casa a casa atendiendo a enfermos que por las razones que sean no pueden ir por si mismos a los hospitales y hablo de un personal, nuestros amados y queridos “blanquitos”, nuestros héroes altamente calificados que se dan por entero, leales al juramento hipocrático que hicieron, para cumplir con su apostolado de salvar vidas.
Indigna, molesta y perturba hasta las fibras más íntimas del alma escuchar cómo la cobardía de todas estas miserias humanas trata de influir sicológicamente para que el nicaragüense que pueda estar enfermo de cualquier cosa no vaya a los hospitales porque dicen, solo porque se les ocurrió, que todos los centros de salud están infectados, que son tendaladas los que de ahí salen muertos y para “justificarlo” y hacerlo creíble te ponen en las redes sociales fotos de ataúdes apiladas a la salida de hospitales, que corresponden a la realidad de otros países que nada tienen que ver con la nuestra.
Desgraciadamente hay gente que por cándida e inocente hizo caso a esa inmensa y monumental mentira y se murió.
Estos nicaragüenses se fueron por cualquier causa que no necesariamente tenía que ver con un resfrío o con el coronavirus si se quiere, pero tristemente, influidos por esa campaña perversa y diabólica, decidieron no atenderse como correspondía porque para ellos fue más seguro quedarse en su casa y auto medicarse, antes que ir al médico y eso aquí y en cualquier parte del mundo es un asesinato, un crimen, un delito que debería pagarse con la cárcel.
Quiero decirlo claro y en altas voces. En esta campaña criminal y diabólica hay médicos que menos mal ya fueron despedidos de nuestro sistema de salud y con toda legitimidad, porque independientemente de que se enredaron o los hayan enredado, lo cierto es que mintieron, falsearon, distorsionaron y terminaron siendo el gatillo que disparó el arma contra gentes que presas del pánico por tanta infamia decidieron dejarse morir y terminaron habitando los cementerios del país habiendo tenido muchísimas oportunidades para seguir entre nosotros o entre sus seres queridos.
Nunca voy a avalar el despido injusto de un trabajador; jamás voy a estar de acuerdo que por razones políticas la guillotina laboral decapite a cualquiera que sea, pero lo de estos médicos es diferente, es otra cosa y aquellos a los que todavía no les llega su cartita que las esperen porque pasaron la raya de lo posible.
Si por razones políticas fuera el despido de estos agentes oposicionistas dentro de nuestro sistema de salud se hubiera materializado desde hace mucho tiempo porque desde antes de los eventos del 18 de abril ya opinaban y contradecían a las más altas autoridades del MINSA como si fuesen ellos los autorizados o los llamados a establecer los reglamentos de todo nuestros engranaje médico y hospitalario y nunca se les reprimió, se les limitó o se les sancionó porque ellos mismos admiten, protestando por sus despidos que nunca se les llamó la atención ni por opinar contra el gobierno ni por cualquier cosa.
Estos mismos que ahora se venden cómo víctimas, en el contexto de los actos terroristas del 2018, vestidos de gabacha blanca, marchaban con cartelones ofensivos contra sus autoridades y jamás protestaron por el saqueo a muchos centros de salud de donde se llevaron medicinas para curar las heridas de los golpistas que en hospitales improvisados, en las iglesias asentadas en el territorio de algunos obispos, donde ellos eran los médicos que hasta se fotografiaban tanto que algunos ya se perfilaban y opinaban como los nuevos titulares de MINSA y a pesar de eso tampoco fueron corridos, no obstante, el reclamo público y ardido de cienes de miles de sandinistas que calificaban como incongruente la extremada tolerancia del gobierno para con esos médicos golpistas.
Estos médicos que fueron sacados de nuestro sistema de salud, en muy buena hora, quieren pintarse y venderse como mártires, pero la verdad es que no es más que una expresión cínica de sus propias andadas y lo explico.
Una cosa es la opinión política, que la puedo compartir con los colegas y compañeros en un conglomerado laboral y otra cosa es la lealtad a la empresa o la institución a la que sirvo. Puedo discrepar y plantear mi disentimiento en las estructuras de decisión que correspondan, pero lo que no puedo hacer sin elementos, sin razón, sin asidero, lanzarme contra el sistema desde medios de comunicación o redes sociales donde distorsiono la realidad.
Estos médicos golpistas aducen que la exclusión de ellos del sistema de salud es anti-democrática, pero esto no tiene nada que ver con la democracia, pero sí mucho con la lealtad, con el respeto, con el juramento hipocrático y con el sentido común este reacciona con fuerza cuando ignoramos por acción u omisión, lo determinante que es cuando confundimos lo esencial para lo que nos preparamos.
Yo puedo estar de acuerdo en muchas cosas buenas que hace el gobierno y coincido en sus línea y propósitos plenamente, pero cuando tengo inquietudes o disiento sobre algunos aspectos hago el planteamiento ante quien corresponde y si tengo que discrepar lo hago, igualmente donde corresponde, pero no voy a utilizar esta tribuna que me permite Canal 6 para hacer públicas mis posiciones sobre políticas estatales cuando hay instancias propias para hacerlo.
La democracia no es que yo venga a decir pestes del gobierno invocando la libertad de expresión siendo yo un trabajador del estado pues eso no es compatible, pero sí es democracia y absolutamente legítimo que cualquier ciudadano, que no sea empleado público utilice los medios oposicionistas para plantear sus posiciones políticas.
Yo asumo una posición oficial porque canal 6 es un medio del estado con el que tengo plena y total coincidencia y con toda legitimidad si empezara a distorsionar esa relación, aquí, lo que va a pasar es que Aarón Peralta, Director de Canal 6, se olvida de la co-producción que tiene con “Detalles del Momento” y me manda a chapalear lodo y no voy a salir después diciendo, porque sería absurdo y totalmente estúpido que conmigo se optó por algo arbitrario, anti-democrático y represivo por algo que no es otra cosa que la suma de mis errores y por supuesto de mi inconsistencia como profesional porque lo único que revelaría una circunstancia de esa naturaleza es que no tengo los pies puestos sobre la tierra y que ando más perdido que un perro en procesión.
Así como estos médicos hay otros empleados públicos en instituciones que nada tienen que ver con el ministerio de salud que se andan enredando, pero a los que se les tolera porque en Nicaragua existe una ley de carrera civil que ofrece, a todos los nicaragüenses iguales oportunidades para trabajar en la Administración Pública, conforme a su idoneidad y aptitudes, independientemente de su sexo, raza, credo religioso, filiación política o clase social y esa ley, sobre la cual el actual gobierno observa un respeto absoluto, es la que permite que hayan muchos golpistas estén aun trabajando en muchas instituciones públicas a pesar de estar identificados plenamente en esos actos terroristas que de todas maneras terminaron amnistiados por la “dictadura” para que les paga y contra la que abiertamente dicen cualquier cosa desde las redes sociales.
Me preguntaran entonces porque si existe una ley de carrera civil esta puede cubrir al resto de los empleados públicos y no a los médicos recientemente despedidos, pues simplemente porque estos, ahora ex empleados del sistema de salud con la campaña a la que se metieron, son culpables por las muertes de muchas personas que permeadas por sus mentiras prefirieron quedarse a morir en sus casas antes que ir a los hospitales donde estos gabachudos vandálicos recomendaban no asistir porque afirmaban estaban colapsados lo que es una falacia criminal desde todo punto de vista.
Esos gabachudos cesanteados de sus plazas en el sistema de salud no son solo criminales por el tamaño de sus mentiras y lo que produjeron, sino que además vivianes y oportunistas.
Lo digo porque siempre fueron opuestos al gobierno y están en su pleno derecho, eso no es materia de discusión, pero jamás renunciaron a lo que tanto confrontaban, siempre cobraron oportuna sus salarios, pero eso sí jamás fueron parte de las brigadas médicas y en consecuencia nunca se enfermaron porque muchos decían que ellos por infectólogos, virólogos epidemiólogos y todólogos, eran de otra estirpe y que mejor que fueran otros.
Esta gente en el oposicionismo realmente ofende. No viven para otra cosa que no sea la maldad. Se la pasan de vagos elucubrando por dónde lacerar más al nicaragüense al que quieren meter en el mismo redil de sus estupideces porque solo les hace falta agarrar un hacha partir la cabeza a todos los que no pensamos como ellos y meternos en la jupa que Daniel Ortega es el malo y que ellos los buenos, lo que, por supuesto ni pasó, ni está pasando, ni pasará.
Por: Moisés Absalón Pastora.