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Human Rights Watch cabildea por sanciones letales contra Nicaragua y Venezuela, mientras arrecia la crisis de Covid-19


HRW alaba a la administración Trump por imponerle a Nicaragua las sanciones por las que hizo lobby

La administración Trump se ha dedicado a derrocar al gobierno sandinista democráticamente electo en Nicaragua, prestando apoyo a un intento violento de golpe de estado en 2018, definiendo al pequeño país como una supuesta “amenaza a la seguridad nacional” e imponiendo varias rondas de sanciones, mismas que han paralizado la economía e impactado de forma desproporcionada en la clase pobre y trabajadora.

El 5 de marzo, la Casa Blanca golpeó a Nicaragua con una nueva ronda de sanciones, en esta oportunidad apuntando a las fuerzas policiales del país.

Numerosos operadores de HRW respondieron prodigando halagos a la administración Trump. Uno de sus empleadas que previamente había trabajado con el gobierno de los Estados Unidos colocó un artículo de opinión en un medio de la derecha nicaragüense aplaudiendo las sanciones.

The Grayzone ya reportó sobre cómo HRW se unió a la Organización de Estados Americanos (OEA) para cabildear vigorosamente por la liberación de criminales violentos que participaron en el intento de golpe, usando listas de grupos de la oposición, financiada por Estados Unidos, caracterizándolos falsamente de “presos políticos”. Luego de que el gobierno sandinista cediera a la campaña de presión internacional y acordó una amnistía, uno de los que habían sido liberados apuñaló a muerte a su novia embarazada, asesinándola a sangre fría.

HRW no ha hecho ningún comentario a propósito de este escándalo, y no ha demostrado ninguna clase de arrepentimiento por sus acciones. En su lugar, el grupo de “derechos” redobló su llamado a acciones internacionales aún más agresivas contra el gobierno electo de Nicaragua.

El 17 de marzo, en el medio de la pandemia del coronavirus, una adjunta de la división de HRW Americas llamada Megan Monteleone publicó un artículo alabando las nuevas sanciones de la administración Trump contra la policía nicaragüense.

De Monteleone se señala en su biografía oficial en el sitio de HRW: “Previo a incorporarse a Human Rights Watch, trabajó como especialista en asuntos internacionales en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos”, un ejemplo más de la puerta giratoria entre Washington y esta supuesta organización no-gubernamental.

El artículo de Monteleone fue publicado en el portal Confidencial, portavoz de la oposición de derecha de Nicaragua, fuertemente financiado por el gobierno estadounidense y en colaboración estrecha con Washington.

Confidencial ni siquiera simula parcialidad; de forma agresivamente partidista, rutinariamente se refiere al gobierno electo de Nicaragua como “régimen” y “dictadura”.

Confidencial es propiedad de Carlos Fernando Chamorro, un oligarca del clan Chamorro, la familia más poderosa de Nicaragua, que ha producido a un líder de derecha tras otro. Es el hijo de la ex presidenta Violeta Chamorro, una conservadora que llegó al poder tras la guerra terrorista y el bloqueo económico de los Estados Unidos que duró una década.

Confidencial apoyó enérgicamente el intento de golpe de 2018, actuando como el vehículo de facto de relaciones públicas para los golpistas, mientras mataban y perpetraban actos de terrorismo contra las fuerzas de seguridad del estado, activistas de izquierda, simpatizantes del sandinismo y a miembros de sus familias.

HRW se puso con firmeza del lado de la oposición violenta en el putsch de 2018. La supuesta organización de derechos culpó al gobierno de la totalidad de la violencia, blanqueando y borrando los crímenes atroces que llevaron a cabo los golpistas aliados de Washington.

El artículo de Monteleone en Confidencial fue la continuación de un ejercicio de parcialización desnuda de HRW: no mencionó ni una sola vez la ola de violencia opositora mientras declaraba que “las nuevas sanciones estadounidenses ofrecen esperanza a las víctimas que esperan por justicia”.

De hecho, HRW se abrogó el crédito de las nuevas sanciones. Monteleone señala en su artículo que “en 2019, HRW recomendó sanciones contra dos o tres de los funcionarios nombrados [en la lista de sancionados]”.

Monteleone incluso llegó a citar al gobierno estadounidense (su antiguo empleador) en su artículo, manejando las acusaciones altamente politizadas del Departamento del Tesoro como hechos incuestionables.

“Las nuevas sanciones son un paso positivo, no sólo para buscar a los responsables, sino también para ayudar a contener los abusos actuales”, escribió.

Monteleone concluyó su artículo en el medio portavoz de la oposición nicaragüense haciendo un llamado a que más países impongan más sanciones: “Es crítico que gobiernos de la región y de Europa refuercen este mensaje y continúen presionando al gobierno de Ortega adoptando sanciones dirigidas a altos funcionarios responsables por abusos en la actualidad y en el pasado”.

Confidencial tradujo el artículo al español y lo publicó junto a una caricatura política demonizando a la policía nicaragüense. Su artículo fue promovido en Twitter por el director de HRW Américas, José Vivanco, que también colabora estrechamente con fuerzas de oposición conservadoras en América Latina y avanza su agenda en la arena internacional.

El 19 de marzo —luego de que miles de estadounidenses murieran de la pandemia de Covid-19, y el gobierno federal de los Estados Unidos no estaba haciendo prácticamente nada para ayudarlos— el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, elogió a la administración Trump por “imponer un mínimo de responsabilidad” con las nuevas sanciones. (Esto ocurrió una semana después de que Roth condenara a la Organización Mundial de la Salud por supuestamente ser “abiertamente adulador con China”).

El único otro artículo que Megan Monteleone tiene en su bio de HRW es otra diatriba publicada en Infobae, un portal intransigentemente de derecha basado en Argentina propiedad de un oligarca. Como los medios de oposición en Nicaragua, Infobae se refiere al gobierno electo de Nicaragua como un “régimen” y una “dictadura” en sus reportajes.

El odio obsesivo de Monteleone contra el gobierno de Nicaragua es evidente en su cuenta Twitter, donde casi todso sus tuits son posts anti-Nicaragua. Al parecer otros países de América Latina, ya no digamos del resto del mundo, no están violando derechos humanos.

Colegas de Monteleone de HRW se unieron a los elogios de las nuevas sanciones contra Nicaragua de la administración Trump, incluyendo a Emma Daly, directora adjunta de medios, y Jan Kooy, director adjunto de medios en Europa.
HRW le hace lobby a más sanciones que matan civiles en Nicaragua (y Venezuela)

Esta es lejos de ser la primera vez que HRW clamó por sanciones a Nicaragua. De hecho, el grupo de “derechos” ha cabildeado activamente a nombre de la mínima oposición de derecha.

El director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, ha demostrado un sesgo descarado contra los países de izquierda de la región, junto a una obsesión por debilitar al gobierno sandinista.

En junio de 2019, Vivanco testificó ante el Congreso de los Estados Unidos, promoviendo que el cuerpo legislativo “imponga sanciones selectivas —incluyendo congelamiento de bienes— contra funcionarios de alto nivel de Nicaragua”.

En la nota de prensa oficial de su testimonio congresional, HRW claramente manifestó que “el Congreso de los Estados Unidos presionará a la rama ejecutiva para que imponga sanciones selectivas, incluyendo restricciones de viaje y congelamiento de activos, contra funcionarios de alto nivel del gobierno nicaragüense”.

Pero de ninguna manera HRW mencionó la violencia extrema perpetrada por la oposición nicaragüense en el intento de golpe, en su lugar culpando de todos los muertos y heridos al gobierno.

La organización de “derechos” también celebró las sanciones que previamente le impulso la Casa Blanca a Nicaragua, declarando en la nota de prensa que “HRW apoya la aplicación exitosa del Global Magnitsky Act en julio y diciembre de 2018, cuando el Departamento del Tesoro impuso sanciones a cinco nicaragüenses implicados en corrupción y abuso de los derechos humanos”.

HRW dio un paso más allá y urgió a los miembros del Congreso a reunirse con los líderes de la oposición: “HRW también recomienda que el Congreso: …Se reúna con frecuencia con los defensores de derechos humanos, activistas, periodistas y la oposición de Nicaragua que viene a Washington para mantener equilibrio en la comprensión de la situación en Nicaragua”, declaró el grupo.

Apenas una semana después del testimonio ante el Congreso, HRW y Vivanco revivieron sus llamados a la administración Trump a imponer sanciones a Nicaragua en un informe titulado “Mano dura en Nicaragua: tortura, maltrato y persecución a manifestantes y opositores”. El papel blanquea el intento de golpe por completo, acríticamente haciéndose eco de rumores y narrativas dudosas generadas por la oposición.

En una nueva nota de prensa que acompañaba al informe. HRW amplió su llamado a sanciones no sólo por parte del gobierno de los Estados Unidos, sino por otros gobiernos en Europa y América Latina.

“Los gobiernos de las Américas y Europa deben imponer sanciones selectivas a las máximas autoridades nicaragüenses”, escribió.

Proveyó de una lista de funcionarios del gobierno que “deberían ser sometidos a sanciones selectivas, tales como prohibiciones de viaje y congelamiento de activos”, incluyendo al presidente Daniel Ortega y a figuras de alto nivel de la policía y la seguridad. La mayoría de estos funcionarios nicaragüenses fueron sancionados por el gobierno estadounidense.

Vivanco amplificó su exigencia por más guerra económica en inglés y en español.
Vivanco: “No se puede negociar… hay que redoblar las sanciones”

Vivanco adoptó la posición más maximalista posible de la derecha latinoamericana haciéndola suya. Se opone públicamente a negociaciones con el gobierno de Nicaragua, insistiendo en que la guerra económica es la única acción posible.

En inglés, Vivanco se cuida de emplear un lenguaje aparentemente razonable. En español, sin embargo, exhibe una retórica hiperbólica familiar a la de los activistas de la derecha radical latinoamericana. En español regularmente se refiere al gobierno nicaragüense como un “régimen” y una “dictadura”, por ejemplo.

“No se puede negociar con la dictadura manchada de sangre de Ortega y Murillo”, tuiteó Vivanco en marzo de 2019. “Al contrario, hay que redoblar las sanciones”.

Unos cuantos días después, en una entrevista complaciente con el monolito de los medios corporativos, Univisión, Vivanco insistió: “El único lenguaje que entiende Daniel Ortega es el de las sanciones y la presión internacional”. (Ha repetido esta posición muchas veces).

Como Ken Roth, su jefe en Nueva York, Vivanco ocasionalmente ofrece críticas desganadas a los Estados Unidos y sus aliados. Pero su fijación en los gobiernos de izquierda bajo asedio de los Estados Unidos es claramente desproporcionada. Una revisión de la línea temporal de la cuenta Twitter del director para las Américas de HRW demuestra que dice comparativamente poco sobre Brasil, Colombia, Honduras y Bolivia; todos gobiernos autoritarios de derecha que perpetran abusos horribles a los derechos humanos. Sin embargo, Vivanco lanza exabruptos histéricos contra los líderes de Venezuela, Cuba, Nicaragua e incluso México, a diario.

Una y otra vez, en docenas de oportunidades Vivanco ha pedido sanciones para Nicaragua y Venezuela, mientras que elogia las sanciones existentes, en inglés y español.

Con frecuencia comparte opiniones línea dura de los medios de la derecha de Nicaragua. Incluso amplifica las notas de prensas de los grupos de oposición del país por Twitter, como la Alianza Cívica (apoyada por Estados Unidos), clamando por sanciones, dándole el sello de aprobación de HRW a estas fuerzas políticas de extrema derecha.
HRW y Vivanco hacen lobby por más sanciones contra Venezuela

Nicaragua no es el único país por el que HRW ha cabildeado por guerra económica.

HRW tiene una larga historia de sesgo extremo contra Venezuela y su gobierno chavista.

Con frecuencia Roth condena al presidente Nicolás Maduro de ser “autocrático”, mientras que Vivanco rutinariamente pide por la profundización de sanciones a Venezuela y sus funcionarios.

Cuando la administración Trump amplió las ya asfixiantes sanciones en septiembre de 2018, Vivanco vitoreó. “Hoy las sanciones contra el régimen de Maduro son muy reveladoras del aislamiento político del gobierno y su falta de legitimidad”, escribió.

En junio de 2019, dos meses luego de que un informe realizado por economistas respetables demostró que al menos 40.000 civiles venezolanos habían muerto debido a las sanciones, Vivanco subió la temperatura.

Repitiendo mucho de la misma retórica neoconservadora que empleó contra Nicaragua, el director de HRW Américas pidió que los gobiernos europeos le siguieran el paso a Trump.

“Las sanciones selectivas parece ser el único lenguaje que entiende Maduro. Llegó el momento para que los países europeos las impongan”, tuiteó.

En julio de 2017, la administración Trump agresivamente tomó medidas contra Venezuela, atacándola con sanciones severas.

Vivanco le dio la bienvenida al asalto económico, satanizando al presidente Maduro de “dictador”.

Vivanco incluso solía atacar a intelectuales prominentes de izquierda, como Noam Chomsky. Asumiendo la misma posición neoconservadora línea dura, Vivanco tuiteó: “La ideología ha hecho que Chomsky y sus amigos digan tonterías sobre Venezuela”.

“No hay democracia [en Venezuela]”, declaró. “El problema no es la polarización (es que el régimen oprime el disenso)”.

El funcionario de “derechos humanos” también ha redoblado en su apoyo incondicional a sanciones declarando que “las sanciones de Canadá y Estados Unidos no afectan a los pobres (sino que apuntan a funcionarios en específico)”.

Esta falacia claramente demostrable ha sido desmontada por expertos internacionales de derechos humanos con credibilidad, quienes han advertido que las sanciones internacionales evitan que Venezuela pueda importar medicina y equipos médicos, porque el gobierno está aislado del sistema financiero y no puede hacer negocios con compañías que teman ser atacadas con sanciones secundarias de Washington.

Pero la sed de destrucción contra el gobierno venezolano es tan extrema que ha atacado a expertos de derechos humanos de Naciones Unidas por negarse a repetir la línea sobre las sanciones.

Cuando en julio de 2017 la administración Trump atacó a Venezuela con sanciones asfixiantes, la acción fue tan severa que provocó una respuesta de Idriss Jazairy, relator especial de las Naciones Unidas sobre el efecto de las medidas coercitivas unilaterales.

Jazairy publicó un comunicado oficial siendo uno de los principales expertos de la ONU en materia de sanciones manifestando que “empeorarán la situación del pueblo de Venezuela, que ya está sufriendo de la inflación y la falta de acceso adecuado a alimentos y medicina”.

Estas sanciones “pueden tener un impacto devastador particularmente” en los civiles, advirtió Jazairy.

El director de HRW Américas en respuesta lanzó una pataleta, atacando al relator especial y defendiendo las sanciones.

“Tonterías”, tuiteó Vivanco. Alegando que el experto “no logra distinguir entre sanciones selectivas y generales”.

Esta preocupación por los civiles venezolanos está “ayudando a Maduro”, declaró.

En el proceso, Vivanco reveló su desvergonzada doble moral.

El gobierno venezolano arrestó al líder derechista Leopoldo López, que dirigió directamente la ola de violencia y varios intentos de golpe apoyado por los Estados Unidos contra el gobierno chavista.

Al referirse a Tarek William Saab, el fiscal general como “otro burócrata cualquiera”, Vivanco condenaba severamente el arresto.

Para el director de HRW Américas, el gobierno soberano de Venezuela no tiene el derecho de tomar medidas contra los golpistas dentro de su territorio, pero el gobierno de Estados Unidos y de los países europeos tienen todo el derecho de atacar a Venezuela con todas las formas de guerra económica.
Ensalza a Moreno, el líder represivo del Ecuador, mientras demoniza a Correa

La hipocresía de José Miguel Vivanco también quedó en evidencia cuando tuvo una reunión amistosa con Lenín Moreno, el líder represivo de Ecuador, en julio de 2019.

“Fue un honor reunirme hoy con el Presidente Lenín”, dijo, deshaciéndose en halagos por el líder apoyado por los Estados Unidos.

HRW y Vivanco tienen pocas críticas qué ofrecerle a la administración Moreno, incluso cuando sistemáticamente han arrestado, purgado y exiliado a miembros del movimiento Revolución Ciudadana, fundado por el ex presidente Rafael Correa, ahora el implacable enemigo de Moreno y su “coco” preferido.

Moreno ha apresado a muchos políticos electos democráticamente, incluyendo alcaldes y otros funcionarios de alto nivel del partido de la Revolución Ciudadana, liquidando su oposición política. Todo ese tiempo, Moreno disfrutó de un apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos, que exitosamente lo alentó a finiquitar el asilo ofrecido al periodista Julian Assange entregándolo a las autoridades británicas, violando la legislación nacional e internacional.

Las fuerzas de seguridad de Moreno también han matado, herido y detenido a miles de ecuatorianos que protestaron por las reformas neolibereales que intentaron hacer que fueran aprobadas en octubre de 2019.

En vez de criticar públicamente al gobierno de Moreno en Ecuador, Vivanco lo ha elogiado. Al mismo tiempo, se ha referido al ex presidente Correa como “autoritario” sin dar explicación alguna a cómo ha violado las normas democráticas.

Como con Nicaragua y Venezuela, Vivanco ha adoptado la posición de la extrema derecha ecuatoriana. “Lenín y Correa son como el agua y el aceite”, dijo. “Uno [Correa] es un autócrata; el otro [Moreno], es un demócrata. Uno es un narcisista mesiánico; el otro, un líder que escucha”.





Para cualquier supuesta organización de derechos humanos en el planeta, una doble moral tan transparente puede causar una crisis de credibilidad fatal.

Pero para HRW, una organización apoyada por los lobbies del cambio de régimen y apoyando golpes contra gobiernos electos, la hipocresía es el resultado inevitable de complacer a Washington.


Ben Norton is a journalist, writer, and filmmaker. He is the assistant editor of The Grayzone, and the producer of the Moderate Rebels podcast, which he co-hosts with editor Max Blumenthal. His website is BenNorton.com and he tweets at @BenjaminNorton.


https://thegrayzone.com/2020/04/20/human-rights-watch-sanciones-nicaragua-venezuela/

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