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Del fraude del Rusiagate al del Chinagate, así opera la propaganda de guerra de Londres


Del fraude del Rusiagate al del Chinagate, así opera la propaganda de guerra de Londres.

Según el ex-agente de contrainteligencia militar ruso, Daniel Estulin, la guerra comercial entre China y Estados Unidos “es una leyenda de cobertura, pues hay un acuerdo secreto de no intervención militar vigente entre Estados Unidos y China, firmado en 1979”.
Por lo que los torpedos económicos y biológicos, las guerra retórica, las acusaciones mutuas y el conflicto en ascenso tienen mucho de artificialidad (no en el sentido de que sean irreales, sino debido su carácter manufacturado), sobre todo si pensamos que el desmontaje del sistema actual —y el nuevo reparto de zonas de influencia— implican un reformateo total y el sacrificio de chivos expiatorios adheridos a la inercia de un modelo moribundo, cuyos diseñadores son los mismos herederos de la mentalidad maltusiana y caníbal que venera la guerra como un modo efectivo para despoblar el planeta, desgravar deuda y librarse de las responsabilidades adquiridas con el sistema que ellos mismos crearon y que ahora hacen colapsar.

Por eso, mientras colapsa el sistema económico liberal financista del imperio británico y Wall Street, en vez de reorganizarlo, los halcones de guerra angloamericanos preparan a sus pueblos para “la próxima guerra” mediante una alianza transatlántica contra China, que es divulgada a través de la propaganda de centros de pensamiento (think thanks) como la Sociedad Henry Jackson, establecida como el centro de la propaganda de guerra contra China en Londres.

Por su parte, las revistas Foreign Affairs y The Economist –portavoz de los banqueros esclavistas Rothschild– promueven (nostálgicas del imperio colonial británico) el canibalismo neoliberal globalista, mientras critican a China por carecer, según ellas, de “magnanimidad de largo alcance”.

De este modo, vemos como las élites occidentales intentan sobrevivir el reformateo global en base a grandes dosis de megalomanía sin precedentes y a costa de la toma de riesgos muy altos que traerán consecuencias proporcionales a toda la humanidad.

LaRouche: ¿La facción belicista angloamericana se prepara para la guerra con China?

La Sociedad Henry Jackson en Londres, que, junto con el Consejo Atlántico en Washington, representa una unidad central en el desesperado esfuerzo del Imperio Británico para romper el esfuerzo del presidente Donald Trump de construir relaciones amistosas con Rusia y China, celebró un foro virtual el lunes bajo el título: “La Alianza Atlántica durante una nueva era de competencia de gran poder”.

 Los oradores estadounidenses, británicos y checos no fueron sutiles acerca de sus intenciones:

“Europa y Estados Unidos deben construir una ‘diplomacia colectiva’ y un ‘consorcio transatlántico’ para ganar una guerra, entre ‘el mundo libre y China’.

China está ganando, gritaron, usando su Iniciativa del Cinturón y Nueva Ruta de la Seda para construir infraestructura, su Ruta de la Salud de la Seda para ayudar a combatir la pandemia, y su tecnología superior con Huawei para infiltrarse en las naciones occidentales, espiar a todos, imponer su forma autoritaria de gobierno, y destruir el sistema liberal occidental.

‘Serbia, Hungría e Italia se han convertido en marionetas chinas virtuales, y si no se las detiene cada día atraen más naciones’, se quejaron los asistentes al foro.”

En los EE.UU., el presidente Trump se sometió parcialmente a la locura de quienes lo rodeaban y argumentaron que China creó intencionalmente el virus, que infectó a su propia gente y que después envió a los infectados a todo el mundo para destruir las economías occidentales a través de una pandemia.

Presionado por la “prensa de noticias falsas” sobre este reclamo durante su conferencia de prensa del 18 de abril, Trump respondió: “Si fue un error, un error es un error.

 Pero si fueran conscientemente responsables, sí, entonces debería haber consecuencias”. Inmediatamente, la prensa emitió titulares como: “Trump empuja la narrativa de que China era conscientemente responsable del coronavirus” (Rolling Stone), mientras Steve Bannon mintió a Fox TV que Trump había afirmado que: “Esto se trata del Partido Comunista Chino, y ellos son “conscientemente responsables” de lo que sucedió.

Este es un acto de comisión. Los blogs vinculados a los militares simplemente han afirmado que estamos en una guerra no declarada con China.

El ex inspector de armas de destrucción masiva de Irak Scott Ritter, quien ha sido un denunciante contra las mentiras neoconservadoras que arrastran a los Estados Unidos a las guerras, advirtió que la acusación contra el Laboratorio de Virología de Wuhan, para el cual nadie, repito, nadie, ha proporcionado ni una pista de evidencia, no es diferente al infame discurso de Colin Powell el 5 de febrero de 2003 de la ONU, sosteniendo un tubo de ántrax y mostrando fotos de un remolque, como justificación de una guerra genocida contra Irak, una guerra que el presidente Trump ha declarado con razón que fue “el peor error en la historia de Estados Unidos”.

China está cada vez más furiosa por las mentiras y las amenazas abiertas de guerra, como deberían estarlo.

Pero a sus quejas siempre se une una petición de cooperación, en un momento en que el mundo necesita desesperadamente a las grandes potencias, y especialmente a los Estados Unidos, China y Rusia, para cooperar en la detención del COVID-19.

El Programa Mundial de Alimentos advirtió hoy que se espera que el número de personas que sufren de “inseguridad alimentaria aguda” se duplique a 265 millones de almas en 2020, mientras que su economista principal, Arif Husain, dijo a los periodistas el día de hoy que: “COVID-19 es potencialmente catastrófico para millones que ya están colgando de un hilo. Es un golpe de martillo para millones más que solo pueden comer si ganan un salario”.

¿La humanidad tolerará semejante desastre humanitario, una Peste Negra en pleno siglo XXI? O peor, ¿aceptará esto la raza humana mientras es conducida a una guerra global entre las naciones cuya cooperación es más esencial para prevenir tal holocausto?

Estas preguntas probablemente serán respondidas en las próximas semanas y meses.

Es urgente que todos los que lean este editorial, de todas las naciones de la Tierra, asistan a la Conferencia Internacional del Instituto Schiller el próximo fin de semana, del 25 al 26 de abril, a partir de las 10:00 a.m.EDT (14:00 UTC), donde esta cuestión de importancia existencial para la humanidad es el único tema en la agenda, desde la perspectiva de la estrategia, la ciencia, la cultura y la economía.

Si aún no se ha registrado, puede hacerlo en el sitio web del Instituto Schiller, que incluye una descripción y un enlace a cada uno de los paneles de la conferencia.

LaRouche: ‘Neoioberales y halcones de guerra buscan la guerra para encubrir el colapso sistémico’



Alfredo Jalife: ‘Después de tres siglos de caníbal hegemonía anglosajona, da risa que The Economist se refiera a China como una superpotencia carente de magnanimidad de largo alcance’

Conforme se acercan el lanzamiento de la vacuna china –susceptible de trastocar la geoestrategia– y la competida elección presidencial de Estados Unidos, la “guerra pandémica del coronavirus” entre EU y China alcanzará alturas insospechadas cuando ambas superpotencias se acusan, sin evidencias contrastables (al menos, para el público), del origen del Covid-19.


El muy tóxico ex embajador de EU en Rusia, Michael McFaul, en la fase de hostigamiento de Obama, comentó el inicio de “un enfrentamiento bastante serio con China y creo que EU no se beneficiará de ello”.

A Trump le conviene una confrontación de corte “retórico” con China debido a las transacciones mafiosas del hijo del candidato Joe Biden en China.

Sea lo que fuere, el antidemocrático Partido Demócrata y el supremacista Partido Republicano convergen en el electoral Chinagate.

Foreign Affairs apuesta a la caída de China, mientras la revista globalista The Economist –portavoz de los banqueros esclavistas Rothschild– pregunta si “está ganando China”, y vaticina las “consecuencias geopolíticas (sic) del Covid-19 que serán sutiles (sic), pero desafortunadas”.

Comenta que el brote viral en Wuhan no fue el Chernobil de China que precipitó el colapso de la URSS. Todo lo contrario: “las medidas tomadas por el Partido Comunista Chino fueron efectivas” y ahora “sus fábricas están reabriendo”.

Exhibe que la propaganda oficial de China y su “partido único” se jacta de su “triunfo” frente a los países occidentales y sus “democracias”, mientras concede su “benevolencia” al abastecer al mundo con su panoplia médica.

Cita que “algunos, incluyendo observadores nerviosos (sic) de la política exterior en Occidente, han concluido que China será el vencedor de la catástrofe del Covid-19”, la cual constituirá “un punto de inflexión geopolítico lejos de EU”.

“China tiene una oportunidad de mejorar su influencia”, mientras Trump “parece no tener interés alguno en encabezar la respuesta global al virus”, mucho más después de desfondar a la OMS, de la aportación anual de EU por 400 millones de dólares.

La revista globalista, nostálgica del imperio colonial británico, se molesta de “la propaganda china estúpida (sic) y desagradable” y arremete contra los “portavoces de China” que “se regodean de la disfunción de EU o promueven salvajes teorías de la conspiración de que el virus es un arma biológica de EU”.

La revista globalista, que no se muerde la lengua al perorar sobre la propaganda ajena, cita los vaticinios de la OMC de una contracción de 13 a 32 por ciento del comercio en el “corto plazo”, que si persiste en el “largo plazo” significaría una “retirada de la globalización que dañará a China como a cualquier otro”.

A la defensiva, la revista neoliberal globalista pone en relieve la postura de la danesa Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, que “urge a los gobiernos (¡sic!) a comprar acciones en las firmas estratégicas para frenar a China de tomar ventaja de comprarlas muy baratas”. The Economist está a un punto de exigir el boicot a los bienes y servicios de China: desde los ventiladores hasta las redes 5G.

La revista neoliberal globalista asevera que “China no intenta ahora reproducir las fortalezas de EU: una amplia red de alianzas y legiones (sic) de actores privados con ‘poder blando’ global, desde Google y Netflix hasta Harvard y la Fundación Gates”.

A su juicio, la clave de las “ambiciones” de China radica en su conducta en la carrera para producir la tan cantada vacuna, amén de su disposición a financiar a los países necesitados: su objetivo final es acabar con la hegemonía del dólar como reserva de divisas.

Conjetura que la conducta de China como superpotencia carente de “magnanimidad (sic) de largo alcance” no sería un “triunfo, sino una tragedia”.

Mata de risa que The Economist perore sobre “magnanimidad de largo alcance” después de tres siglos de caníbal hegemonía anglosajona.

Daniel Estulin: ‘La guerra de aranceles entre Estados Unidos y China es una leyenda de cobertura’

En una entrevista con La Vanguardia, en 2018, Daniel Estulin describió así la guerra comercial entre China y Estados Unidos:

“La guerra de aranceles entre Estados Unidos y China es lo que en el mundo de la inteligencia denominamos leyenda de cobertura.

En 1979, el presidente Jimmy Carter y el líder del Partido Comunista chino, Deng Xiaoping, firmaron un acuerdo secreto de no intervención militar.

Ese pacto, que se ha ido renovando hasta 2021, es la base de toda esta dinámica que estamos viendo.

La Guerra de aranceles es una conspiración muy bien elaborada entre el lado militar del gobierno de EE.UU. y la China amarilla de los dragones (clanes militares).

(Lo que está en juego es) el reparto del viejo mundo del modelo Bretton Woods hacia un nuevo mundo sin víctimas.

 Trump va hacia cerrarse en lo que llama ‘Make América great again’ y ‘America first’: una economía basada en el dólar –y no en el petrodólar, que es el modelo de sus enemigos del sistema banquero-financiero-liberal– mientras se prepara para el sexto desarrollo tecnológico (nano, bio, info, cogno y fusión fría).

Mientras, China mira hacia su contorno mediante el yuan respaldado por el oro físico (valores naturales para la economía real del mercado asiático de producción).

 El gobierno de EE.UU. necesita librarse de los parásitos que viven a su costa, me refiero a traer los dólares de paraísos offshore hacia los Estados Unidos y cortar el acceso a dólares a todos los demás.

Esta división es un ejemplo clásico de geopolítica: el bloque marítimo se queda con EE.UU. y el bloque terrestre del Camino de Seda para China.

 Por eso digo que la pretendida guerra de aranceles es realmente una leyenda de cobertura”.

https://www.mentealternativa.com/del-fraude-del-rusiagate-al-del-chinagate-asi-opera-la-propaganda-de-guerra-de-londres/

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