Pablo Gonzalez

Covid-19: La singular estrategia de Nicaragua


Hasta la fecha Nicaragua ha presentado una estrategia sanitaria singular para enfrentarse a la epidemia de Covid-19.

Todos los países centroamericanos, incluyendo República Dominicana, que es parte del SICA, han seguido las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mitigar los efectos de esta enfermedad. 

Han decretado el confinamiento de sus habitantes, incluso con medios coercitivos, han restringido el ingreso al territorio nacional de extranjeros y hasta nacionales que provienen de países epidémicos, han suspendido las clases en los centros educativos públicos y privados, implementado el teletrabajo como medida de prevención de los contagios, y evitado la asistencia de personas a eventos de concentración masiva. 

Cinco países han decretado el estado de emergencia nacional y uno el estado de calamidad pública con toque de queda (Guatemala). Nicaragua ha manifestado una alerta nacional.

Ha sorprendido el hecho de que en nuestro país no se han atendido las recomendaciones avaladas por los expertos en epidemiología a nivel regional y mundial, sino que se han promovido prácticas a contrapelo de las recomendaciones de los organismos especializados en salud pública internacional como OPS y OMS, las que incrementan el riesgo sanitario de contagio y enfermedad.

Cabría esperar que la adopción de esta estrategia casi única en Nicaragua, distinta a otras tomadas por la inmensa mayoría de los 194 países del mundo, hubiera producido gran cantidad de casos y defunciones. 

Sin embargo, al 8 de abril nuestro país de 6,5 millones de habitantes, solamente reportaba de manera oficial 6 casos confirmados, con 1 defunción; todos estos casos han sido clasificados como importados. 

Esta es la cifra más baja de infectados de Covid-19 que se reporta en los 7 países de América Central, más baja incluso que Belice que teniendo una población 16 veces menor que la de Nicaragua, reporta 7 casos activos.

Algunas posibles explicaciones a estos hechos son:

1. Hay casos que todavía no han sido identificados por la falta de suficientes pruebas de laboratorio.

2. Los casos de Covid-19 tienen síntomas leves o incluso no los tienen del todo. Existe la posibilidad de que los casos más serios emerjan en los próximos días o semanas.

3. El país tiene uno de los menores flujos de pasajeros internacionales en Centroamérica y una afluencia de turistas extranjeros muy discreta, de manera especial después de abril de 2018. Dicho de otra forma, menor cantidad de agentes extranjeros que pueden propagar la enfermedad dentro del país (caso muy distinto al de Panamá y Costa Rica).

4. La pirámide poblacional de Nicaragua se caracteriza por un mayor porcentaje de población joven, segmento que resiste mejor la infección del Covid-19. Solamente el 5.12% (2016) de la población del país es población mayor de 65 años, que es la más susceptible a presentar efectos graves de la enfermedad.

5. La densidad de población del país ronda los 50 habitantes/Km2, la más baja de los países centroamericanos, con la excepción de Belice. 

Casi la mitad del país, la RAAN y RAAS, tiene una densidad poblacional mucho menor que el promedio nacional y donde la transmisión de enfermedades epidémicas tiende a ser menor.

6. A pesar de que prevalece la población que vive en las ciudades donde la posibilidad de transmisión es mayor, el país todavía tiene una importante población rural que ronda el 40%, que por su forma de vida dispersa está en menor riesgo de padecer esta enfermedad.

7. En el país la epidemia se presenta de forma tardía con relación al país de origen, los países europeos y Estados Unidos de América. Las gripes estacionales como la influenza A y B, se dan de manera especial en los meses invernales, por lo general de octubre de un año hasta abril del siguiente. 

La actual epidemia se presenta en nuestro país en la época de verano, la más calurosa del año y durante la cual hay menor cantidad de Enfermedades Respiratorias Agudas (ERA). 

Este factor climático pudiera (no lo sabemos a ciencia cierta) estar frenando los contagios.

8. El estilo de vida en el país se desarrolla alrededor de espacios horizontales, donde prevalece la separación de viviendas. Muy distinto caso es el de Panamá, el país más afectado de nuestra región. 

Ahí es muy común la vida en complejos de apartamentos donde el contagio es más fácil.

Estas son algunas de las posibles explicaciones de la baja incidencia actual de casos reportados en nuestro país. 

Sin embargo, no puede dejar de mencionarse la posibilidad de que, por consideraciones divorciadas de los aspectos sanitarios, los registros verdaderos tengan un carácter confidencial o secreto.

 Esto se ha repetido en varios ámbitos, aunque, hay que decirlo, sin que existan pruebas.

Pero si este fuera el caso, lo que eventualmente no se reporta o las cifras divulgadas actualmente, no tendrían su explicación en la falta de capacidad profesional o técnica, ya que Nicaragua cuenta con magníficos especialistas en salud pública y epidemiología, y una escuela superior, el CIES, con sobrada y merecida reputación internacional que ha formado varias generaciones de destacados salubristas.

De igual manera destacan en el país las opiniones de otros profesionales de la salud con dilatada experiencia, entre ellos intensivistas, infectólogos, neumólogos, cardiólogos, anestesiólogos y demás profesionales relacionados con la atención a los enfermos de Covid-19.

Con el desarrollo epidémico en las próximas semanas y ojalá con la aplicación ampliada de las nuevas pruebas rápidas pueda saberse más del comportamiento del Covid-19, su trazabilidad, el grado de inmunidad poblacional y las pautas a seguir en caso de un rebrote de la epidemia.

Lo que implica el aislamiento

La epidemia del coronavirus que enfrentamos (Covid-19) ha implicado, hasta el momento, grandes cambios en los estilos de vida en todo el mundo. 

Además del shock relacionado con la posibilidad real de enfermar y morir, en el caso del distanciamiento social hay que añadir la tensión de esperar en casa a que la epidemia se autolimite para poder salir e intentar volver a la vida normal.

Esta condición impone varios perjuicios, de manera principal a los trabajadores más humildes, aquellos que por su condición de vida, dificultad de acceso a internet y a equipos de computación, no tienen posibilidad de hacer trabajo a distancia. Igual pasa con los trabajadores del sector informal, que son la gran mayoría. En estos casos el impacto económico es de consideración.

En el sector escolar público acontece lo correspondiente. Los alumnos de familias pobres difícilmente podrán participar de una enseñanza on line, y los ubicados en las áreas rurales o marginales, mucho menos. 

Para todos ellos no asistir a clases significa interrumpir el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los centros escolares púbicos en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe no están preparados tecnológica y educativamente para ampliar el proceso de educación a distancia.

Para los negocios y empresas la disrupción de su ciclo productivo por el absentismo laboral, la merma en la demanda, la alteración de las cadenas de suministro y las dificultades de distribución por la crisis del transporte, significan la paralización o disminución de sus actividades. 

La primera respuesta empresarial es, con frecuencia, el despido de personal. Para estas empresas la perspectiva de retomar sus actividades al nivel previo a la crisis epidémica es incierta. 

Para los despedidos es todavía peor. Para ellos será difícil volver al mismo trabajo, o en su defecto encontrar otro mejor.

Algunas consecuencias del encierro

El encierro voluntario o impuesto para evitar los contagios implica la falta de trabajo, el cierre de escuelas y de otros servicios.

 En general esto se acompaña de la falta de ahorros suficientes y la carencia de ayuda externa, todo lo cual obliga a mirar con desasosiego el futuro, sin que en las actuales circunstancias pueda hacerse mucho desde el hogar. Se añade a la falta de ingresos la incertidumbre, la ansiedad y el estrés, frustración e irritabilidad.

Las consecuencias psicológicas y de salud mental ocasionadas por el encierro y la impotencia para cambiar la situación, prefiguran varias patologías o desajustes en la estructura y función del núcleo familiar. 

Así lo indican varios estudios. Además, las consecuencias económicas de no devengar salario por uno, dos o tres meses serán muy serias, para no hablar de los efectos a futuro de haber sido despedido. Todo ello retroalimenta la condición de crisis psicológica de las familias trabajadoras.

Por estas razones el auto confinamiento no puede ser indefinido. Debe concebirse como una estrategia temporal, de acuerdo a la marcha epidemiológica de la enfermedad, y para ello son fundamentales los test de laboratorio. 

Como ha dicho el Director General de la OMS: "Test, test y más test", para conocer el comportamiento de la pandemia. 

La meta debe ser el aislamiento por el menor tiempo posible. 

Nadie puede pensar en prolongar la cuarentena hasta que pase por completo la circulación del virus entre la población, ya que ello conduciría a una parálisis de toda la sociedad y a un completo descalabro de la economía. 

Además, aunque pase la fase crítica de los contagios, es previsible que el virus siga circulando y tengamos que convivir con el mismo, e incluso que puedan darse rebrotes graves.

Solo la inmunidad general de la población, la inactivación viral o las vacunas pueden proporcionar una protección razonable. Pero mientras eso acontece, la población no puede continuar viviendo encerrada, de espaldas a la actividad económica que significa el sustento familiar, el progreso y la prosperidad. En otros países el confinamiento ya ha comenzado a mostrar sus efectos perniciosos y a desnudar la debilidad de los sistemas de salubridad pública que debieron anticiparse a esta pandemia.

De manera especial ha quedado en evidencia que en el diseño de las políticas públicas de seguridad ciudadana no se tomaron en cuenta las advertencias de la OMS, los científicos, médicos y hasta empresarios que como Bill Gates advirtieron con cinco años de anticipación la posible ocurrencia de este tipo de catástrofe. "No habrá misiles, sino microbios", dijo Gates en esa ocasión (2015), refiriéndose a las próximas catástrofes de la humanidad.

Además de lo anterior y siguiendo con la poca preparación ante desastres de tipo microbiológico, ha quedado manifiesta la incapacidad de los sistemas de protección social para aliviar a sus ciudadanos de las consecuencias de esta enfermedad.

Los empobrecidos, los más vulnerables

En muchos países ha hecho falta el acceso universal a los servicios integrales de salud, la ausencia de suficientes subsidios ante el desempleo, la adecuada alimentación en tiempos de crisis para los desamparados, la higiene sanitaria como los derechos al agua potable (¿cómo van a lavarse las manos los pobres que no tienen acceso al agua y jabón?), la eliminación sanitaria de excretas y la disposición adecuada de basura, la vivienda saludable, la vestimenta, la consejería y otros aspectos de la solidaridad humana que preservan la dignidad de las personas.

Como casi siempre cuando acontecen desgracias o desastres de la naturaleza, son los sectores más pobres de las sociedades los que se llevan la peor parte, a despecho de que el Covid-19 no repara en la condición socioeconómica de las personas para infectar.

 Sin embargo, los estragos son mayores ahí donde hay hacinamiento, malas condiciones sanitarias, enfermedades crónicas desatendidas, precondiciones inmunitarias de riesgo, desnutrición y desamparo (p. ej. las neumonías son más graves en las personas que viven en la intemperie en los países con clima frío).

Vivimos una nueva época en la historia humana, la era de las pandemias. Debemos prepararnos todos para enfrentar de la mejor manera posible sus efectos. 

Otras pandemias virales vendrán mientras prevalezcan las condiciones que facilitaron la presente: falta de sistemas universales de vigilancia epidemiológica de casos y factores de riesgo, vigilancia de los reservorios de virus en poblaciones de animales silvestres, alteración y contaminación inmisericorde del equilibrio ecológico, extinción de especies animales, mercantilización de la fauna silvestre para alimento o medicinas anecdóticas o nostálgicas, proximidad de especies portadoras de virus con personas (cerdos, aves, mamíferos) en criaderos y mercados de consumo, y ensayos de laboratorio para usos bélicos de agentes biológicos.

Por Jorge J. Jenkins Molieri, Biólogo Celular y Antropólogo Social. Ex representante de OPS/OMS en Venezuela y las Antillas Holandesas

http://www.radiolaprimerisima.com/blogs/2684/covid-19-la-singular-estrategia-de-nicaragua/

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