Mientras crece la hipótesis de que el COVID-19 es de origen estadounidense, los médicos iraníes piden la destrucción de laboratorios biológicos de EE.UU.
En momentos en que aumenta la hipótesis de que el nuevo coronavirus denominado COVID-19 es fruto de una guerra biológica de EE.UU., un grupo de médicos iraníes, a través de una carta dirigida a los presidentes regionales, han pedido la destrucción total de los laboratorios biológicos estadounidenses en toda la región.
Como es de conocimiento público, la rápida propagación del nuevo coronavirus (COVID-19) ha afectado gravemente a casi todos los países del mundo. Nosotros, un grupo de médicos iraníes, expertos en enfermedades infecciosas, neumología, asma y alergia, estamos siendo testigos de cómo muchos de nuestros compatriotas van contrayendo el temible virus, y estamos haciendo, día y noche, todo lo que esté a nuestro alcance para salvar a los enfermos, tal y como lo están haciendo todos los médicos en otros países.
Pero se han publicado numerosas evidencias y noticias tanto en reconocidos artículos científicos en el mundo, como en los medios, citando a expertos en genética y biología, al igual que en documentos de WikiLeaks, que fortalecen la hipótesis de la manipulación genética de COVID-19 en laboratorios biológicos y ataque biológico estadounidense a través de este virus.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China dijo el lunes en su posición más seria, que hay pruebas para creer que el nuevo coronavirus (COVID-19) fue producido y propagado por científicos estadounidenses en 2015.
Estados Unidos puso a China en el proceso de recopilar información sobre el nuevo coronavirus, y los científicos chinos encontraron en su archivo un artículo publicado en 2015 por la revista Nature Medicine cual indica que los científicos estadounidenses pudieron identificar un nuevo tipo de coronavirus que tiene un impacto directo en humanos.
Damas y caballeros; dada la controversia planteada sobre el papel de Estados Unidos en la producción del nuevo coronavirus, resulta imprescindible tener en cuenta el negro historial de Washington en el uso de las armas biológicas, para llegar a una decisión correcta e integral en esta situación y con el fin de preservar las vidas humanas y evitar que las personas del futuro no nos culpen ni a nosotros ni a ustedes por el posible silencio e ignorancia ante este gran crimen en la historia de la humanidad.
El historial de Estados Unidos en la aplicación de los ataques biológicos data en un proyecto de investigación y el desarrollo de armas biológicas, dirigido por una la organización civil (el Servicio de Reserva de Guerra) en 1942 bajo la orden de Franklin D. Roosevelt, el entonces presidente de EE.UU., en el campo de Frederick (Maryland). Esta estrategia de guerra se ha puesto en la agenda (norteamericana) contra los países que ponen en riesgo los intereses de este país.
Estados Unidos ha realizado varios ataques en diferentes partes del mundo, produciendo armas biológicas como la bacteria de Bacillus anthracis, causa del carbunco; la bacteria Francisella tularensis, causa de tularemia o la fiebre de los conejos; Brucella, la bacteria causante de la fiebre de Malta; la bacteria de Coxiella burnetii, la causa de fiebre Q; el virus de la encefalitis equina venezolana; la toxina botulínica, la causa del botulismo y enterotoxina B estafilocócica; así como el virus de Ébola.
A estos casos también se suma el ataque químico contra Hiroshima y Nagasaki.
Lo lamentable es que este país ha puesto en peligro la vida de sus propios ciudadanos para probar sus armas biológicas. Solo como un ejemplo en 2008, la oficina del Gobierno de EE.UU. confirmó que decenas de misiles de los civiles podrían haber sido expuestos a agentes biológicos, a causa de varios experimentos, entre ellos, los del llamado “Proyecto 112” que había sido realizado en 1962.
El Ejército de este país negó cualquier contaminación de la gente, no obstante, las pruebas hechas sobres esas personas demostró que varias de ellas sufrían enfermedades infecciosas durante años.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) han categorizado los agentes microbianos utilizados en las armas biológicas en tres grupos de A, B y C, a base del alcance de su riesgo; y ha puesto los virus como el de la influenza H1N1, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), que causa una infección respiratoria grave, en la categoría C.
Esta categoría incluye los microorganismos emergentes y altamente patógenos que, dada su disponibilidad y la reproducción y propagación fáciles, pueden cambiar según las biotecnologías, de tal manera que, como los organismos mortales, sean utilizados en las armas biológicas.
Una de las razones por la que se puede considerar el COVID-19 como una producción de los laboratorios biológicos es su extraña similitud a la enfermedad de SARS.
El SARS es una enfermedad grave respiratoria, originada en China, que contagió a más de 8000 personas y mató a otras 774 en todo el mundo en el año 2002.
El SARS figura entre las enfermedades que se demostró que fue causada por la manipulación genética. Esta enfermedad es un síndrome respiratorio grave que comienza con fiebre alta, escalofrío, dolor de cabeza, cansancio y mialgia.
Más tarde, el enfermo sufre tos seca que puede agravarse hasta causar problemas respiratorios y falta de oxígeno en la sangre.
En el laboratorio, la radiografía de tórax muestra la neumonía y el análisis de sangre muestra la disminución de las plaquetas y glóbulos blancos.
Nuestras observaciones en los hospitales muestran que el coronavirus, en la forma más común, causa el resfriado, si bien en algunos casos causa el síndrome respiratorio grave, es decir SARS.
(Con información de HispanTV)