El teléfono celular de la mujer sonó en la pequeña y ahumada cocina de la finca, su semblante palideció y gritando a sus hijos corrió, loma abajo, al gran potrero del rio. Al rato aparecieron cargando a un hombre que sangraba de la cabeza, la cual lavaron en el grifo de agua potable del patio.
La señora campesina encendió la luz del oscuro aposento para buscar un trapo y usarlo como venda, pues la herida de su esposo era profunda.
La rama carcomida por el comején del viejo guapinol cayó sobre el desdichado sin darle tiempo a esquivarla, ahora había que correr para salvar la vida.
Salieron del monte, pasaron por el caserío de Liberia, ahí sus niños ya alertados, salieron de su escuela a ver a su maltrecho viejo. El profesor se ofreció a llevar al herido en su moto hasta la carretera.
Sería rápido, pues los cinco kilómetros de trocha estaban cubiertos de macadán y el nuevo puente aseguraba el cruce seguro del río San Jerónimo.
Llegaron a la carretera de concreto hidráulico donde esperaron muy poco, pues un bus de pasajeros proveniente de Siuna se detuvo al pedido de parada.
Santa Rita estaba más cerca y aunque ahí hay un Centro de Salud con camas y atención medica permanente, la señora prefirió llevar a su maltrecho marido al Hospital público de Mulukuku, donde “hasta quirófano hay”.
“Derechos Humanos” son dos palabras que llevan juntas un par de cientos de años. Pero durante miles de años los “Derechos” solo fueron para los poderosos.
Los esclavos y los bajos estamentos de la Sociedades antiguas y medievales no existían como sujetos del Derecho.
Algunos iluminados “descubrieron” que había un “Derecho Natural” (Vida, Libertad, Propiedad, Búsqueda de la Felicidad, etc.) venido de los cielos.
Con el advenimiento de la sociedad pre capitalista surgió la necesidad de aflojar un poco el nudo, popularizar los Derechos, ampliar la base sobre las cuales se construyeran y consolidaran las relaciones mercantiles.
Y entonces…La gran concesión de los poderosos: A los “Derechos” se le anexaron “Humanos”, “Del Hombre”, “Del Ciudadano”.
Los grandes documentos de la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, de la Gran Revolución Francesa, los Preámbulos y articulados de las revolucionarias Constituciones de Europa, acunaron -con hermosa letra- los altos y profundos preceptos de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Luego vino la abolición y penalización de la ya no redituable Esclavitud y con el tiempo, se incorporaron los Derechos de la Mujer, las Niñas, los Niños y otros grupos humanos con Derechos específicos, otros Derechos Civiles y Políticos, Económicos, Sociales, Culturales…
Un frondoso árbol de Derechos Humanos, resguardado con cientos de Leyes, Declaraciones, Convenios, Tratados, Convenciones, Pactos y Acuerdos, todos tutelados por poderosas Organizaciones Multinacionales, Regionales y lo más importante: Por las Potencias Mundiales que no dudan destruir con bombas a aquel país que no respete estos Derechos.
Al final, estos Derechos Humanos han resultado ser muy importantes para el mundo, la Sociedad Humana y los individuos de todo el planeta.
Teóricamente hacen del mundo un lugar mejor. Digno para vivir en paz, progresar y criar a nuestros hijos. Teóricamente.
El problema no reside en ellos mismos, pues la evolución del pensamiento crítico, político y filosófico, la praxis social, la necesidad de la convivencia pacífica como premisa para la sobrevivencia de la especie, la democratización de las Relaciones Internacionales, la globalización e interdependencia económica de las naciones, la conciencia ética han superado la egoísta empresa de crear un mundo-mercado de compradores y vendedores, regido por una avalancha de Leyes y preceptos huecos, pero sí está urgido de un código que gobierne el buen comportamiento entre los seres humanos.
El problema está en los que se han erigido como sus oficiosos aplicadores, sólo porque ellos “pensaron” esos Derechos, porque ellos financian su aplicación (aunque, convenientemente, muchos de estos “policías internacionales” no sean firmantes de esos Tratados) y para ello crean intrincados sistemas de control, que llegan hasta el nivel local (las llamadas “Comisiones de DD HH) dirigidas a control remoto desde la Cities del Poder.
El problema es que estos países poderosos e interesados instrumentalizan la justeza de la lucha por la observación y aplicación de los Derechos Humanos como arma política, para realinear, castigar o destruir a gobiernos desafectos, poco “obedientes” o que ellos los consideren un peligro para sus intereses o los intereses del Sistema, que viene siendo lo mismo.
Nicaragua está "probando" hoy en día esa cruda realidad.
El mundo, está siendo bombardeado por una gigantesca campaña de desprestigio (usando el tema de los Derechos Humanos) contra el gobierno sandinista.
Cientos de millones de mensajes han fluido por la Red llevando contenidos prefabricados, construyendo matrices de desinformación y calumnias, con el objetivo de convertir en monstruos a nuestros líderes, con el ánimo de liquidarlos o al menos apartarlos del Poder constitucionalmente adquirido.
Los Derechos Humanos en su prístino y grandioso espíritu filantrópico y social, busca el bienestar, la convivencia pacífica, la solidaridad, el progreso individual y social, sin exclusiones de ningún tipo.
Eso es lo que sin mucha fanfarria, con humildad y vocación humanitaria, desde hace once años guía el quehacer del gobierno sandinista.
A la par de un robusto cuerpo de Leyes, la modernización de nuestros venerables Códigos jurídicos, la homologación con los sistemas jurídicos más modernos del mundo, la profesionalización y actualización del personal y el acceso de toda la población a la justicia y a la defensa tutelada de sus derechos, el sandinismo entiende la defensa de los Derechos Humanos (de todos los nicaragüenses) como la democratización y gratuidad de los Servicios públicos, la Educación y Salud inclusiva y de alta calidad, la cobertura nacional de las obras de infraestructura pública, el acceso a los servicios de primera necesidad como el agua potable, los alimentos básicos, el cuido y preservación del Medio Ambiente, la recreación y el deporte para una vida sana y tantos aspectos más de la vida de los seres humanos, que al final, son el centro de atención de un buen gobierno.
Recuperándose de sus heridas, el hombre de la finca cerca del caserío de Liberia, en la Region Autonoma del Caribe Norte (RACN), agradece “primero a Dios” por haber tenido acceso a una red telefónica y haber podido alertar a su mujer del accidente, tener agua potable para lavar sus heridas, luz eléctrica para facilitar las cosas, un maestro solidario que además de educar bien y gratuitamente a sus hijos está entrenado para servir; un camino en buen estado y el puente para vadear el rio, una carretera de “primer mundo”, un transporte eficaz y barato y un hospital cercano, equipado técnica y profesionalmente.
Este hombre de campo y trabajo tal vez no sepa que el dia de hoy, los Derechos Humanos están de onomástico (¡71 años y como si nada!).
Quizá ni siquiera sepa que cosa son los tales Derechos Humanos, pero lo que sí sabe, es que tiene una buena mujer y un buen gobierno.
Edelberto Matus.