La causa de la libertad siempre será una causa en tanto exista opresión en cualquier país del mundo. No importa donde esté el oprimido, no importa su color, su nacionalidad, el lugar donde esté y qué haga porque siempre la libertad será su más grande anhelo y siempre estará luchando por ella porque es un valor intrínseco e inherente al ser humano.
La libertad es un derecho sagrado e imprescriptible que todos los seres humanos poseen. La libertad es la facultad de obrar según su voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno. Es un estado espiritual que si se tiene es el comienzo de una felicidad personal que luego hacemos colectiva en la medida que somos capaces de luchar por ella, de preservarla una vez que la alcanzamos y de rescatarla si nos la llegan a arrebatar y la hacemos posible cuando vencemos nuestros miedos y somos capaces de morir por ella luchando contra aquellos que veneran la esclavitud.
Aunque vivimos un contexto conflictivo Nicaragua es libre y estoy consciente que lo que afirmo duele a quienes quieren que sea de otra manera para justificar la esclavitud que nos quieren imponer, pero Nicaragua es libre y solo dicen lo contrario los que quieren llegar al poder para ponernos los grilletes de la opresión, para hacernos retroceder en el tiempo, para arrebatar definitivamente lo que no pudieron tras el golpe fallido contra el estado y tomar el poder no para seguir transformando el país sino para acabar con toda esa gran visión social que en términos generales y amplios le devolvió al pueblo nicaragüense toda la dignidad que nunca tuvo en su historia.
Como la inmensa mayoría de nicaragüenses supe luchar contra una dinastía dictatorial como la de los Somoza, posteriormente sentí la frustración de no sentirme pleno con lo que me ofrecieron tras la revolución de 1979 de la que fui parte y me fui a pelear una segunda guerra, en los 90s cuando me dijeron que por fin llegaba la democracia fui testigo de un montón de oportunistas y tecnócratas a los que nunca les costó ninguna causa y que sin decir mucho o nada fueron los mandamases de turno.
Todos esos advenedizos que solo aparecieron, a los que jamás se les conoció trayectoria eran expertos en estirar el dinero a su favor porque de cada cien córdobas que lograba el estado del presupuesto o de la cooperación internacional, noventa se quedaban en las bolsas de los gobernantes y sus cortes y apenas diez para el pueblo y cuando llegó el 2007, cuando muchos creímos que llegaría lo peor, porque recién retomaba el poder el FSLN, lo que pasó fue que entramos a una revolución en paz, que paulatinamente nos fue convenciendo de que sus caminos nos estaban conduciendo a la libertad.
Muchos entre los que me incluyo, que éramos críticos francos de Daniel Ortega y su partido, creíamos estar retornando al pasado de aquella década de los ochenta donde una locura de nueve cabezas nos gobernaba y donde la mayoría de feudos estaban bajo el poder de los MRS de hoy que ahora nos hablan de aquella época como si ellos nunca hubiesen estado ahí, como si jamás fueron parte de aquellas decisiones que nos empobrecieron, pero que hoy son solo parte de una historia triste distante a la voluntad del presente por transformar un país que vive en libertad, aunque sin duda están los que persisten en convertirla en esclavitud.
Haber llegado a este punto se dice fácil porque lo expresado puede representar solo letras para quien lo escucha o lee, pero no, es un proceso de transformación profundo que representó mucho sacrificio, muchas vidas, mucha pérdida económica, muchos golpes morales y desánimos que en algún momento casi nos hacen tirar la toalla, pero como lo que buscábamos como fin era la libertad y la paz perseveramos.
Dicho lo anterior es injustos que el apetito de poder para los que quieren seguir enriqueciéndose a costo de la pobreza en la que nos quieren dejar nos quieran desmontar la libertad que vivimos y hablo de los que inventan que aquí hay “opresión”, que aquí hay una “dictadura”, que aquí hay “persecución”, que aquí no se respira, que aquí lo uno y que aquí lo otro y hasta expresiones animalizadas como que hay miles de desaparecidos, que diario se matan a más de 50 personas en el campo y otro montón de sandeces más que desde la mentira buscan desmontar nuestra libertad.
Lo que hacen estos individuos, interesados en imponernos la esclavitud de tiempos idos, en los que ellos eran también los verdugos, lo hacen obedeciendo a la tesis de Paul Joseph Goebbels de “miente, miente, miente que de la mentira algo queda”. Mintiendo se la pasaron desde el 2007 que Daniel Ortega retomó el verdadero concepto de la revolución de 1979 que solo en paz podía hacerse posible.
Para está clase politiquera que siempre buscó el camino más fácil, el que nunca convence, luchar contra la realidad se convirtió en una verdadera escarpada contra una montaña que siempre está besando las nubes. Para cualquiera de estos, que en sus tiempos de funcionarios poderosos en cualquiera de los tres gobiernos que antecedieron al 2007, desmentir los hospitales, las escuelas, las universidades, los caminos, las carreteras, las comunicaciones, el despertar económico, las inversiones públicas, las instalaciones deportivas, la merienda escolar, la gratuidad de la educación y la salud, el subsidio al transporte, el subsidio a gran parte de la canasta básica, el rescate del deporte y la integralidad de la visión social que se tiene es un enorme problema porque todo eso que representa a la revolución es una inmensa pared de granito que es imposible penetrar.
Esos que nos quieren imponer la esclavitud han hecho de los millones de dólares que nos han ensangrentado y que ahora se hicieron Alka Seltzer porque de mano en mano desaparecieron, centavos para comprar cachinflines y disparar contra una voluntad política que por ser profundamente social ya los venció hablando de la paz y de la reconciliación con la que cada vez responde al odio construyendo el progreso que a pesar de tanta canallada no se detiene.
Es sumamente vergonzoso darnos cuenta que, por las manos de los malos hijos de este país, que nos han dañado desde el 2007 a esta parte, que el imperio empezó a montar el golpe contra el estado de Nicaragua, contemos por más de cien millones de dólares el financiamiento para tumbar la paz y la reconciliación que incólumes están en pie porque no son ni 13 ni 18 millones los que desaparecieron, sino un paquete realmente aterrador.
Hoy los zopilotes se reclaman unos a otros porque los Querques se quedaron con la mejor parte y las charbascas apenas con unas cuantas vísceras. Hoy los reclamos son públicos en los mismos espacios mediáticos donde los más grandes depredadores de nuestra libertad, siendo criminales intelectuales y materiales eran exaltados antes cómo héroes y ahora los comienzan a exhibir como vulgares rateros que hicieron de una lucha que nunca tuvo ni razón ni fundamento un medio para enriquecerse pensando en que el derroche, los viajes con esposas, con la pareja, con el homosexual, con la lesbiana, en hoteles de cinco estrellas, con pesados viáticos, con lujosos carros de alquiler, con desayunos, almuerzos y cenas en exclusivos restaurantes, pasarían desapercibidos, cuando en realidad las plumas no eran de gallinas sino de avestruz.
Aquí los que más agarraron son los que más se golpean el pecho diciendo “yo no fui fue Tete”; son los que, poniendo cara de asustados, porque con razón les dicen ladrones, te dicen tragándose un elefante sin eructarlo, a mí que me registren; son algunos obispos que desde los púlpitos te quieren dar cátedra de cómo debe ser un político cuando ni ellos han podido ser ni mínimamente sacerdotes; son algunos dueños de comunicación radiales que corren a sus subordinados cuando estos preguntan y que se hicieron 13 millones de dólares que recibió la alianza cínica y entonces brincan los “corporativos” porque ellos también brincaron la danza negra.
La destrucción que causaron, las muertes, los torturados, las quemas y todo lo que derivó de aquel espanto y horror nada tiene que ver con la libertad, pero sí mucho con el interés personal de enriquecerse a nombre del dolor y las lágrimas de quienes siguen llorando a sus muertos y de los que junto a ellos también lloramos a los que ya no están entre nosotros.