¿Siente usted la misma tristeza, rabia e impotencia que yo por el rumbo que está tomando Costa Rica?
Somos testigos de un juego peligroso en el que algunos grupos pelean a muerte por mantener o mejorar sus privilegios, a costa de todos los demás.
No les importa que el país esté en serios problemas.
Nuestra deuda llegó a 16 billones de colones y cada año, la mitad de lo que gastamos se financia con más y más deuda.
El presidente Alvarado impulsó una gran reforma fiscal, con dos componentes indispensables: más impuestos para salarios, obras públicas, y pagar deudas, y el compromiso del gobierno de reducir gastos.
Los ciudadanos cumplimos, pero la historia es muy diferente en el voraz sector público. A pocas semanas de la vigencia de la ley, los sindicatos de salud se alzaron en huelga. No aceptan sobresueldos por un monto fijo.
Quieren un jugoso porcentaje. Aunque 13 mil de sus empleados ganan entre 2 y 17 millones de colones. Aunque por casi 40 años, a sus médicos les suben automáticamente el salario, cada vez que un gobierno le aumenta a cualquier otro servidor.
También se declararon en rebeldía. Acaban de recetarse 2 mil millones de colones más en pluses.
El próximo año cada empleado recibirá, en promedio, casi 1 millón de colones mensuales en pluses y beneficios, además del salario base. Incentivos sin ley que ellos aprueban y nosotros pagamos.
¿Qué les da ese injusto derecho a los garantes de la “justicia”?
Son los mismos que se retiran con multimillonarias pensiones de lujo, para las cuales no cotizaron suficiente.
Hace poco se iban con el 100 % del promedio de sus mejores 24 salarios. Ahora, como gran cosa, exigen “contribuciones solidarias” pero sólo a sus pensiones de más de 4.4 millones.
El triple de lo que da la Caja al resto de los mortales.
Son los mismos que autorizan graciosamente hasta 12 años de prestaciones a los empleados públicos cuando la ley dice claramente que son 8.
La matemática no permite interpretación: 8 salarios son 8 salarios, no 12.
Son los mismos jueces quienes, con sus cómplices políticos de todos los colores, ignoraron flagrantemente la ley 7605 de 1998 que ORDENA un tope de 2,7 millones para TODAS las pensiones del país.
A TODAS. Pero a cuatro presidentes: Miguel Ángel Rodríguez, Abel Pacheco, Oscar Arias y Laura Chinchilla se les “olvidó” aplicarla.
Que alguien me explique cómo, existiendo esa ley, siguen aprobando pensiones de hasta 14 millones mensuales. Capítulo aparte merecen los educadores.
Supuestamente, las mentes más brillantes del país, que organizan una huelga de 100 días que deja sin lecciones ni comida a miles de niños, porque no quieren la ley de fortalecimiento de las finanzas públicas.
¿Y con qué se pagarán sus salarios y las pensiones del magisterio, las más jugosas del país? ¿Qué pasó con esa Universidad de Costa Rica, solidaria y crítica, donde yo me formé, que tampoco quiere sujetarse a la ley para seguir pagando salarios exorbitantes?
¿Qué ejemplo dan maestros en huelga que viajan al extranjero o llenan hoteles vacacionando con sus familias?
Ahora, una vez más, amenazan con otra huelga para que les permitan más huelgas pagadas al 100%. Mientras tanto, la calidad de la enseñanza está peor que nunca según el último estado de la educación, pero ninguno alza la voz para prometer que corregirán las deficiencias y que mejorarán la calidad.
Así las cosas, vemos cómo el país se nos sale de las manos: más desigualdad, más desempleo, más violencia, más posibilidades de perder los grandes logros de Costa Rica.
Para salir de la crisis, nadie sabe mejor que los sindicatos de salud y los médicos cómo reducir las listas de espera, como optimizar las cirugías, y cómo evitar citas o exámenes a 3 o 4 años plazo.
Queremos escucharlos. Nadie sabe mejor que los educadores cómo garantizar una enseñanza de primera, cómo desentrabar a las juntas de educación, cómo actualizar la formación de maestros y profesores.
Queremos escucharlos. Nadie sabe mejor que el poder judicial sobre cómo aplicar leyes iguales para todos.
Queremos escucharlos.
Exijamos que el gobierno cumpla con su parte.
Ciertamente bajaron el presupuesto anual, básicamente porque los diputados autorizaron dinero para pagar deuda cara y comprar deuda más barata o porque alargaron los plazos de pago.
Eso es patear la bola. Pero tarde o temprano nos estallará en la cara.
No queremos solo eso.
Queremos un estado eficiente donde no se derroche nuestro dinero a cambio de un servicio mediocre, cuya calidad nadie controla y cuya mala calidad nadie castiga
Exijamos a los políticos repartir en igualdad de condiciones nuestras riquezas, nuestras
deudas, nuestros deberes y nuestros derechos.
Una cosa debe quedar muy clara: no existen costarricenses más costarricenses que otros. No
dejemos que unos pocos se apropien de lo que es de todos y para todos
Pilar Cisneros
https://www.crhoy.com/nacionales/pilar-cisneros-costa-rica-esta-en-jaque-siente-usted-la-misma-rabia-que-yo/