Reconstrucción del Australopithecus anamensis realizada por John Gurche, basada en el cráneo descubierto en Etiopía en 2016
Un cráneo casi completo de un Australopithecus anamensis, la especie más antigua conocida del Australopithecus, ha permitido a los especialistas recrear cómo lucían nuestros antepasados hace 4 millones de años.
Este género de homínido es conocido por ser el primero en desplazarse de manera bípeda y dar origen al género Homo, nuestra especie.
El descubrimiento del cráneo se realizó en febrero de 2016 en el Valle bajo del Awash, en la región de Afar, Etiopía.
El fósil data de unos 3,8 millones de años y revela un rostro huesudo con una mandíbula sobresaliente y grandes dientes caninos, muy similar al de la famosa Lucy, un espécimen de Australopithecus afarensis casi completo encontrado allí mismo en 1974.
"Lo que hemos sabido sobre Australopithecus anamensis hasta ahora se limitaba a fragmentos aislados de mandíbula y dientes.
No teníamos restos de la cara o el cráneo, excepto un pequeño fragmento cerca de la región de la oreja", dijo a los reporteros Yohannes Haile-Selassie, coautor del estudio y paleoantropólogo del Museo de Historia Natural de Cleveland.
El fósil fue encontrado enterrado cerca de la orilla de un antiguo lago, afirmó Beverly Saylor, profesora de estratigrafía y sedimentología en la Universidad Case Western Reserve.
El cráneo probablemente fue transportado por un río desde el lugar donde murió el homínido. Pero el fósil no estaba muy desgastado por los sedimentos, por lo que probablemente no viajó mucho, agregó.
La cara del homínido no era tan masiva o rugosa como la de Lucy, pero aun así era robusta, informaron los investigadores a la revista científica Nature. Sospechan que el individuo era un hombre, según indica el tamaño de sus huesos.
La mandíbula inferior sobresalía, como la de un simio. Algo muy diferente de las caras relativamente planas de los humanos modernos y otras especies del género Homo, que evolucionaron por primera vez hace unos 2,8 millones de años.
Los grandes huesos de los australopitecos probablemente evolucionaron para ayudar a estos antepasados humanos a masticar alimentos ásperos.
Las caras más delicadas del género Homo probablemente evolucionaron a medida que los ancestros humanos se mudaron a hábitats de pastizales más abiertos y comenzaron a incorporar carne en sus dietas, alimentando así cerebros más grandes y disminuyendo la necesidad de masticar.
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