Pablo Gonzalez

La Mortal Irracionalidad de las Religiones


SANAL EDAMARUKU (n. en 1955) es un politólogo, periodista, presentador de televisión y escéptico indio, presidente-fundador de la organización Rationalist International, y presidente de la Asociación Racionalista India. Es autor de 25 libros y abundantes artículos. Se dio a conocer principalmente por retar a un gurú tántrico a que lo matara mágicamente (por supuesto, sin lograrlo). 

Y en general, se ha dedicado a combatir supersticiones, fraudes y creencias sobrenaturales, aplicando el método científico. Edamaruku se volvió racionalista después de que un vecino suyo muriera debido a que su familia renunció a aplicarle tratamiento médico profesional, para atenderlo mediante curaciones por la fe. 

Pues resulta que en el año 2012, la estatua del “Cristo Crucificado de Nuestra Señora de Velankanni”, una pequeña parroquia de un suburbio de Bombay, comenzó a gotear agua por los pies. Cientos de feligreses acudían todos los días a la iglesia para rezar y recoger el agua “milagrosa”. Muchos la bebieron. 

Pero al investigar el fenómeno, Edamaruku descubrió que el agua se filtraba por capilaridad desde la tubería dañada de un desagüe cercano, que estaba obstruido. 

Al poco tiempo, Edamaruku se enfrentó en un debate televisivo a cinco representantes de la Iglesia católica india, entre ellos Augustine Palett, párroco de Nuestra Señora de Velankanni. Edamaruku los acusó de complicidad en el engaño, porque la iglesia local se había dedicado a publicitar el milagro (por supuesto, con provecho económico, como siempre). Palett y sus compinches exigieron a Edamaruku que se retractara, pero no lo hizo, por lo que fue acusado de “herir los sentimientos religiosos”, hasta que finalmente la iglesia católica india lo denunció por blasfemia. 

El arzobispo de Bombay solicitó a Edamaruku pedir perdón a cambio de retirar los cargos, pero no lo hizo. 

Y debido a que en India la blasfemia es un delito grave, Edamaruku tuvo que exiliarse en Finlandia. 

Poco después repararon la tubería, y al Cristo de Velankanni ya no le sudan los pies.

 ¿Cuántos feligreses contaminados y con daños estomacales habrán resultado de esta experiencia?

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