La clínica pública en Embu-Guaçu cuenta actualmente con un médico de cuidados primarios solo un día a la semana. Foto: The New York Times.
A los pacientes hacinados en una clínica de salud pública de la pequeña ciudad brasileña de Embu-Guaçu, se les pidió que volvieran el jueves, pues es el único día en que un doctor estaría presente.
Esta asentamiento, hogar de 70 000 personas, perdió recientemente a 18 doctores del sector público, una pérdida devastadora para la red de clínicas públicas de la ciudad, lo cual ha provocado decisiones difíciles sobre quién es atendido y cuándo.
“Es desesperanzador”, dijo Fernanda Kimura, doctora que coordina la asignación de especialistas a las clínicas para el departamento de salud local. “Como si escogiéramos qué niño deber ser alimentado”.
Los enfermos y heridos que quedaron sin ser atendidos aquel día en el barrio obrero de Embu-Guaçu representa solo una pequeña fracción de los 28 millones de personas cuyo acceso a la atención de salud ha sido ampliamente recortado en todo Brasil, de acuerdo con la Confederación Nacional de Municipios, luego de que la política del entonces presidente electo Jair Bolsonaro llevara al retiro de los profesionales cubanos que trabajaban en el programa Más Médicos.
En noviembre de 2018, Cuba llamó de regreso a los 8 517 médicos desplegados en las regiones pobres y remotas de Brasil. La partida abrupta de miles de doctores ha presentado a Bolsonaro uno de sus primeros y difíciles desafíos políticos, y ha puesto a prueba su habilidad para cumplir la promesa de entregar sustitutos propios nacionales rápidamente.
“Estamos graduando alrededor de 20 000 doctores al año, estoy seguro, y la tendencia es a incrementar ese número”, dijo el presidente Bolsonaro en Noviembre. “Podemos resolver esa situación con estos doctores”.
Pero en los seis meses desde su toma de posesión, en enero, Brasil ha luchado por reemplazar a los doctores cubanos por brasileños: 3 847 posiciones en el sector público de alrededor de 3 000 municipios continúan sin ser ocupadas desde abril.
“En varios estados, las clínicas públicas y sus pacientes no tienen doctores”, dijo Ligia Bahia, un profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. “Es un retroceso. Impide diagnósticos tempranos, el monitoreo de niños, embarazos y la continuación de tratamientos que ya estaban encaminados”.
Durante su campaña por la presidencia, Bolsonaro, un populista de derecha, aseguró que realizaría cambios significativos al programa de Más Médicos, una iniciativa del año 2013, cuando un gobierno de izquierda estaba en el poder. El programa envió médicos a pequeños pueblos, villas indígenas y los barrios violentos y pobres de Brasil.
Alrededor de la mitad de los doctores del programa Más Médicos eran de Cuba, y habían sido desplegados en 34 villas indígenas remotas y los barrios más pobres de más de 4 000 pueblos y ciudades, lugares que los médicos brasileños rehuían.
“La voluntad de los doctores cubanos de trabajar en condiciones difíciles se convirtió en la piedra angular del sistema de salud pública”, explicó el profesor Bahia.
El acceso a la salud pública gratuita es un derecho de la ley brasileña, y Más Médicos fue activado en 2013 por la presidenta Dilma Rousseff en un intento por proporcionar atención médica a las comunidades que no eran beneficiadas por un sistema de salud pública. A través de una red de clínicas gratuitas, el programa proveyó por primera vez a 60 millones de brasileños acceso a un doctor de la familia en su comunidad .
En los primeros cuatro años del programa Más Médicos, el porcentaje de ciudadanos brasileños que reciben atención primaria ascendió de 59.6 por ciento a 70 por ciento, de acuerdo con un reporte de la Organización Panamericana de la Salud, la cual coordinó la participación de Cuba en el programa.
La retirada de los doctores cubanos podría revertir esa tendencia, con consecuencias severas especialmente para aquellos por debajo de los 5 años, potencialmente posibilitando la muerte de 37 000 niños para el año 2030, alertó el Doctor Gabriel Vivas, un oficial de la Organización Panamericana de la Salud.
En febrero, parecía que Bolsonaro cumpliría su promesa: el Ministerio Nacional de Salud anunció que todas las posiciones vacantes dejadas por la partida de los cubanos habían sido suplidas con médicos brasileños. Pero para el mes de abril, miles de los nuevos reclutas habían renunciado o ni siquiera se presentaron a trabajar.
Más de 2 000 médicos cubanos habían decidido mantenerse en Brasil. Sin embargo, con la conclusión del acuerdo con Cuba, ahora son ilegibles para practicar su profesión hasta que pasen un examen, el cual el gobierno brasileño no ha ofrecido desde 2017 y el Ministerio de Salud no ha fijado fecha.
Luiz Henrique Mandetta, ministro de Salud de Brasil, dijo que el gobierno estaba trabajando en un proyecto de ley para asegurar las metas alcanzadas por Más Médicos. “Incluso si el programa presenta varios problemas, tiene un lado positivo, el cual es, precisamente, disminuir la desigualdad en el cuidado de la salud”, explicó.
Pero Mandetta inicialmente dijo que el proyecto sería enviado al Congreso entre abril y mayo. Ahora, el ministro anunció que sería introducido a finales de junio.
Karel Sánchez era uno de los cuatro doctores cubanos enviados a la remota región de Cachoeira do Arari, en el Amazonas brasileño. El esperó durante cinco meses con expectación por el examen que le permitiría continuar trabajando y recibir el salario prometido por el presidente Bolsonaro tras el retiro de los médicos cubanos.
En abril, el doctor Sánchez se rindió y se trasladó a São Paulo, donde reúne dinero vendiendo dulces caseros y trabajando como encargado de equipajes en el aeropuerto.
“Ahora no habla sobre nosotros, solo silencio”, manifestó el doctor Sánchez.
En Embu-Guaçu, Santa Cobas, la médica cubana que atendía a los habitantes en la clínica que ahora solo abre los jueves, todavía está cerca y ansiosa por trabajar.
Pero Cobas está desempleada y las cuatro mil personas que alguna vez atendió no tienen acceso a un médico local seis días a la semana.
“Ahora hemos terminado haciendo malabares todo el día: decidiendo quién necesita correr hacia otro hospital, quién puede ver al doctor los jueves y quién tendrá que esperar”, explicó Erica Toledo, la enfermera jefe de la clínica que estaba abierta desde el 2015, Jardim Campestre.
“La doctora Santa estaba aquí desde el día uno, y fue la primera vez que la gente sintió que estaba siendo atendida por su propio doctor”, dijo la señora Toledo. “Ellos la amaban”.
La secretaria de Embu-Guaçu, la doctora María Dalva, comentó que se siente frustrada porque el 63 por ciento de la ciudad votó por Bolsonaro, a pesar de su abierta antipatía por Más Médicos.
“La mortalidad infantil aquí había bajado hasta el 7 por ciento de un 17 por ciento en cinco años gracias a Más Médicos”, dijo la doctora Dalva. “Le dije a la gente que pensara en ello antes de votar”.
(Tomado de The New York Times/ Traducción Cubadebate)