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Nicaragua: ¿Llego la hora de Polito Brenes?


Con cara compungida y a ratos conteniendo las lágrimas, Silvio Báez anunció en conferencia de prensa (siempre tan amante de las cámaras) el llamado a Roma que le hizo el mero Papa.
A su lado, con esa cara de genio loco o viejito sin familia, el Cardenal Leopoldo (Polito) Brenes, extrañamente serio y circunspecto le daba más teatralidad al inesperado giro en la vida profesional (o apostolado, como gustan ellos nombrar a su chamba) de su obispo auxiliar.

La vida sacerdotal es lo más parecido a un régimen militar. 

La Iglesia católica tiene una estructura “de mando” vertical donde las ordenes no se discuten y es común la rotación obligatoria e inconsulta en el servicio: 

Un sacerdote hoy puede dar misa en la chapiolla Iglesia del barrio Waspan y pasado mañana ser trasladado silenciosamente a una Catedral gótica de Alemania o a una ermita de techo de palmas en Cabo Verde. 

Por eso el misterio de esa conferencia de prensa de caras largas y la alharaca mediática. ¿Sera tan importante el traslado de monseñor o lo serán más los motivos ocultos de su traslado? 

¿A quién beneficia el crimen?

 Se preguntan los criminalistas expertos a la hora de dar con un homicida o perpetrador. 

Utilizando esta técnica, liberaremos de culpa a la propia “victima”, pues Báez se sentía a gusto acá, ayudando a mover los hilos de la trama iniciada un año atrás, donde él fue uno de los principales instigadores y jefes, aunque hoy sus compinches lo mantengan al margen de las negociaciones oficiales con el gobierno.

¿Serán sus compañeros civiles de su aventura golpista, sus camañecas obispos, un grupo de laicos, el gobierno, los gringos, o el propio Nuncio o el culpable perfecto: El Papa Francisco y su mafia vaticana?

Los jefes de la intentona Golpista lo adoran y necesitan. Si no ha sido por el enérgico veto a su persona por parte del gobierno, Báez estaría dirigiendo -con su voz de maestra de párvulos- el estira y encoje de las negociaciones.

Los otros obispos golpistas son obtusos y ambiciosos y saben que no son nada sin el “talento” maquiavélico de su supuesto primus inter pares.

 Los laicos sandinistas recogieron cientos de miles de firmas denunciando al obispo golpista, con escaso o nulo resultado ante el Vaticano, pero en cambio, los laicos vendepatrias encontraron en Báez al Mesías nica. 

En cuanto al gobierno, es obvio que no tiene influencias benignas en la Santa Sede.

Los gringos, esta vez, se libran de culpabilidad pues encontraron, en la figura de Báez, a una versión útil, barata, a escala y actualizada de Adolfo Díaz en Nicaragua. 

¿Quién queda en la lista de sospechosos?

El Papa Francisco rodeado de intrigas palaciegas, escándalos de corrupción y pederastia, que brotan como hongos en todo el mundo a causa del comportamiento criminal de miles de sus sacerdotes, no creo que tenga el tiempo ni las ganas para dedicárselo a un gris obispillo del Tercer Mundo y que aunque salpicado por la sangre de decenas de policías y sandinistas asesinados o torturados en los tranques y la destrucción de la economía de Nicaragua, ya ha sido apartado de cualquier protagonismo. 

Tal vez por sus responsabilidades de general en jefe de su ejército en sotanas, Francisco haya sido el ejecutor del expedito exilio del monseñor masayez, más no el instigador. 


Silvio Baez, Nuncio, Waldemar Stanislaw Sommertag, Leopoldo Brenes, Foto Tomada en Los dias del Golpe Terrorista, contra la poblacion y Gobierno de Nicaragua

El Vaticano es un Estado de tres mil años de existencia y sus jerarcas no dejan pasar detalles por insignificante que parezca. 

Maestros de la intriga y la diplomacia perversa, saben de las andanzas de sus obispos levantamasas nicaragüenses y tácitamente los apoyaron, hasta que cambiaron las perspectivas y la derrota es un hecho y entonces, pasaron al “plan B” que siempre tienen: La solicitada mediación (aunque por cautela no se le llame así) del Nuncio, Waldemar Stanislaw Sommertag, hombre inteligente, de toda la confianza papal y clerical, poliglota de seis idiomas, diplomático de carrera, prudente y ambicioso como todo clérigo polaco. 

Acá tenemos un sospechoso de propinarle la patada en el trasero a quisquilloso Báez y que lo hará rebotar abruptamente en la Plaza de San Pedro. 

El Nuncio es un hombre de mediana edad (a los 50 años se es aun joven en el servicio de cristo) y aunque ha rotada en varias embajadas en tres Continentes, Nicaragua es su primer gran destino y como bono adicional, aterriza en medio de un enorme conflicto sociopolítico, al borde de un golpe de Estado.

Esto, lejos de ser una tragedia para un sacerdote con ambiciones, es una bendición que puede catapultarlo (con el apoyo y contactos necesarios “allá”) hasta un anillo cardenalicio (ya lo hicieron antes, en medio de las balas, Obando y Bravo y Karol Wojtyla, que llego hasta la Santidad).

 Ser el héroe que resuelva el nudo gordiano de la Paz y la reconciliación entre los nicaragüenses y el apoyo disimulado de algunos Cardenales (polacos hay muchos en el Vaticano), podrían asegurar el currículo necesario para alcanzar tan sagrados objetivos.

¿Qué o quién le estorba al laborioso Nuncio de su Santidad? ¡Pues el Obispo Báez y sus intrigas, chifletas y denuncias!

Pero hay otro sospechoso: El propio Cardenal Brenes. Si, el ingenuo e inofensivo Polito, que tan bien y floreado habló en la conferencia de despedida de su -hasta ahora- vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. 

Dice un Proverbio bíblico que “el que lisonjea a su prójimo, una red tiende a sus pies”.

 Y en la Iglesia católica la intriga y la traición, por siglos, han ido de la mano.

A simple vista Polito es un hombre manso, un evangelizador que en sus tiempos de Obispo recorría las montañas de Matagalpa a lomo de burro, un pastor cuya humildad hizo que su amigo el Papa Francisco lo nombrara Cardenal. Aunque popular es también un hombre de letras, cualidad no exhibida como si lo hace el obispo Báez. 

Y aunque no lo parezca, también tiene picardía y parece que sabe cuándo algo lo amenaza.

Él ya llegó a su tope en su escalafón. De Cardenal no pasa. Eso lo sabe, pero necesita dejar su impronta, su huella en la historia de la Iglesia y la de Nicaragua, jugar su papel como el jerarca de más alta investidura en Nicaragua y tal vez en Centroamérica. 

Ser el factótum a la hora de resolver los grandes conflictos sociales y políticos a los cuales cíclicamente se enfrenta Nicaragua.

Pero Báez no lo deja. Lo opaca, minimiza, lo ningunea, lo deja mal parado ante todos y…hasta se burla a sus espaldas. Polito lo sabe y calladamente, tal vez afiló el cuchillo y lo asestó con fuerza.

El Nuncio y el Cardenal. Cada uno por su lado o tal vez juntos.


Un misterio que será guardado, tal vez algunos siglos, en las mismas catacumbas del Vaticano que muy pronto Silvio Báez frecuentara en solitario. 

A rey muerto, rey puesto, reza el dicho popular, pues aunque en terminos practicos Baez pasa a ser un cadaver politico de nula importancia (como son todos los opositores autoexiliados) para la vida cotidiana de los nicaraguenses, su reasignacion laboral, abre una importante interrogante:

¿Llego la hora en que Polito -por fin- se convierta en el Cardenal Brenes?

¿Lo veremos pronto sumándose al esfuerzo nacional por sacar al país del umbral del desastre?

¡Quién sabe, pero ojala!

Por: Edelberto Matus

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