Pablo Gonzalez

Nicaragua: El laberinto del golpismo, 365 días después…


“Hay que matar, hay que destruir, hay sembrar el caos y echar la culpa a los sandinistas, al gobierno y a todo el que se ponga enfrente. 

El agredido debe ser convertido en agresor; el aterrorizado en terrorista; el asesinado en asesino, el inocente en culpable. Los vándalos son los nuevos héroes, los delincuentes son presos políticos. Los viejos políticos han renovado sus ansias de poder y los que están llamados a pregonar la paz, pregonan la guerra, escudados en su envestidura púrpura, sin miramientos, sin la menor vergüenza”. 

Estas frases escritas al cumplirse 50 días del intento golpista, en su etapa más cruenta, no han cambiado 365 días después; siguen siendo la quintaesencia del movimiento golpista, de la alianza cívica y de los líderes religiosos locales, y parece resumir el pensamiento ideológico y estratégico de los vende patria, solo que ahora ya no cuentan con el factor sorpresa, ni con el desconcierto, ni con la inocencia de las redes, ni con la paciencia del sandinismo. 

La estela de destrucción y muerte que dejaron tras de sí, que causó enormes pérdidas humanas y materiales que abrieron las viejas heridas de la guerra y que enlutecieron a cientos de familias nicaragüenses; no parecen causar el más mínimo remordimiento ni arrepentimiento a las huestes golpistas, las que por el contrario no cejan en sus pretensiones de reeditar los episodios de terror y salvajismo.

Ante el fracaso del intento golpista, estaba claro que sus orquestadores no se quedarían de brazos cruzados. 

Una y otra han seguido y siguen buscando argumentos para legitimar sus acciones terroristas, su llamado al caos y desde las posiciones más intransigentes ganarse los favores de su amo del norte, el que les alimenta como buitres o mejor dicho el que les tira las sobras al aire y que pelean como perros rabiosos y hambrientos.

A pesar de haber sido derrotados y reducidos a la más mínima expresión: a “puchitos” a “migajas” o a “chingastes”, como popularmente se les dice en Nicaragua, los grupos golpistas han sido convocados nuevamente a la mesa del diálogo, no porque sean un peligro real para el sandinismo; sino porque sus padrinos en el exterior y sobre todo los congresistas del imperialismo norteamericano, les siguen apadrinando contra viento y marea, y promueven medidas de presión económica y política que afectan a la población más pobre y que ameritan de una negociación que evite más daños innecesarios al país. 

Una y otra vez el gobierno sandinista ha mostrado su voluntad de encontrar una salida a la crisis social y política causada por el golpismo, cediendo en la mesa de diálogo a demandas a veces dolorosas para los que sufrieron en carne propia el escarnio del terrorismo, flexibilizando posiciones a veces inexplicables para algunos sectores del sandinismo; todo en aras de la paz y la reconciliación, aunque no haya hasta ahora una repuesta en consecuencia por parte de la Alianza Cívica.

A diferencia de la primera fase del dialogo, que más bien fue una farsa mediática, en esta segunda edición ya no tienen como padrinos y aliados al pleno a la conferencia episcopal, quienes les permitían gritar, golpear la mesa, ofender y hasta les asesoraban en qué decir y proponer. Y cómo no iban a hacerlo, si al fin y al cabo la Alianza es hija directa de la cúpula religiosa, la que se ufana de haberla creado, como si esta fuera candidata a la beatificación o al premio nobel de la paz. 

Los neoliberales o neofascistas más duros, encuentran en su indolencia, un pretexto a ultranza para retirarse de la mesa del diálogo, pidiendo imposibles, exigiendo el cumplimiento de demandas, como si fueran los líderes de una mayoría o como si tuvieran en sus manos las riendas del poder. 

La radicalización de las posturas de la llamada Alianza Cívica, no es más que una sucia y vieja artimaña, que busca so pretextar el incumplimiento del gobierno sandinista a sus demandas seniles y descabelladas para retornar al punto cero y culparle por el resurgimiento de nuevas escaladas de violencia. 

Se dicen no ser actores en la política, pero asumen las atribuciones de los partidos políticos y pretenden de un plumazo erigirse como una fuerza avasalladora, haciéndose con puestos claves en poderes del estado, lo que equivaldría a un “golpe técnico” para preparar su siguiente zarpazo; la toma del poder de facto o la legitimación de sus líderes, algo similar a lo que el autoproclamado presidente Juan Guaidó ha pretendido hacer en Venezuela sin resultados.

Arropados por la política imperial (que desde el más nefasto unilateralismo pretende dominar el mundo) se sienten gallos de pelea o perros de presa, sin entender que el sandinismo está curtido en el palenque político, estratégico y militar, y que no es una presa, sino una fiera que ya despertó y está con ojos vigilantes. 

La radicalización de las posturas derechistas y del imperialismo, solo traerán consigo el fortalecimiento del sandinismo, de los principios revolucionarios, del nacionalismo y el patriotismo; como ha sucedido en Cuba, en Venezuela o en Irán.

365 días después se han quedado sin argumentos y solo cuentan con el desgastado discurso en los sermones religiosos o con las noticias de canales televisivos que hace rato vendieron su alma al imperio gringo o al mismísimo demonio. 

Está claro que en la Nicaragua de hoy, la cúpula religiosa del catolicismo y los “remedos” de canales televisivos de derecha, no existen para criticar a los que amasan la riqueza a costa de avasallar a los pobres; sino para complacerlos, para ser sus portavoces, para montar shows y hacer creer que en Nicaragua impera el caos, la represión y la persecución política. 

365 días después, la burguesía vende patria , los líderes de la jerarquía católica y lo medios golpistas se aferran a sus únicas tablas de salvación; al imperialismo yanqui, al neofascismo europeo, al entreguismo de gobiernos latinoamericanos, al liderazgo perverso de foristas internacionales, a la actuación pecaminosa de supuestos defensores de los derechos humanos y al falso periodismo mundial.

A nivel local ya nadie cree en su tan cacaraqueado “civismo”, que dista de ser un “comportamiento respetuoso del ciudadano”, pues lejos de respetar la paz la violentan reiteradamente, lejos de respetar los derechos humanos los han reducido solo a sus derechos y lejos de respetar la constitución ciudadana la despedazan y desojan con desprecio. 

La derecha golpista y sus adláteres, se encuentran enredados en su propia telaraña, perdidos en un laberinto de mentiras, de odio, de legitimación de la violencia y del más desproporcionado entreguismo rastrero.

A 365 días del intento golpista, el sandinismo está más fortalecido, más organizado, más preparado, más informado, más firme y con un liderazgo doctorado en guerras de primera, segunda o quinta generación. 365 días después ha quedado claro que el pueblo nicaragüense es un pueblo que ama la paz, pero que no está dispuesto a empeñarla a vendepatrias locales, ni al injerencismo extranjero. 

Por Omar Aguilar M

#NicaraguaQuierePaz

Related Posts

Subscribe Our Newsletter