Para nadie es un secreto que la Institución, Iglesia Católica, en los momentos cruciales de las Humanidad, cuando él mundo ha necesitado en el transcurso de la historia moderna y contemporánea de su voz, su aliento, su protección real ( no sus oraciones), le ha dado la espalda, sumiendose en un silenció cómplice. Así, guardo silencio, cuando las naciones poderosas iniciaron las dos guerras mundiales para repartirse el mundo, calló durante cientos de agresiones imperialistas a pequeñas naciones y pueblos, calló frente al horror causado por el Fascismo europeo y las tiranias locales pro-imperialistas del Tercer mundo.
Y vean que no estamos hablando de la Inquisición o su apoyo a la iniquidad de las conquistas de América, África, Asia y Oceanía.
Es cierto que ha habido sacerdotes valientes, justos y apegados a la enseñanza dé Cristo de estar al lado de los pobres y preocupados por encontrar un poco de Paz para el mundo. Pero han sido excepción.
El Cardenal Miguel Obando y Bravo, luego de un largo camino, llegó a la conclusión de que debía ser instrumento de Paz para nuestra atribulada nación.
Dejó a un lado sus preferencias ideológicas ( porque los sacerdotes defienden la ideología del Poder, eso también para nadie es un secreto), el tradicional y cómodo mutismo o el activismo ultra-conservador de su Iglesia y se comprometió de corazón con el reencuentro de todos los nicaragüenses.
Y así lo recordamos ( sólo él, sin sínodos fariseos o diablos vestidos se sotana) mediando de verdad en tantos episodios donde nosotros los nicaragüenses necesitábamos de un gran pastor, de un hombre carismático, sincero y sobre todo patriota y de verdad con amor por todo su pueblo.
Hoy tenemos otro Cardenal, pusilánime, maleable, sin caracter ni valentía, temeroso de una negra jauría que lo atenaza y utiliza para realizar sus proyectos egoístas, alejados de su misión como cristianos y nicaragüenses patriotas
No hay secreto en su negativa, a pesar de su discurso sibilino y sus " motivos altruistas" .Puras mentiras!
Quieren deslegitimar las negociaciones, quieren su fracaso y de antemano se lavan las manos.
Es la Iglesia de siempre: Alejada de los intereses de los pobres y muy conectada con los poderosos y el Poder.
Pero sin ellos, ¡la Paz triunfará!
Por: Edelberto Matus.
