Carlos Fernando Chamorro, Guillermo Rothschuh Villanueva |
Nunca en Nicaragua caracterizada por una sociedad muy debatiente el concepto de “PERIODISMO INDEPENDIENTE” ha dejado de estar sobre la mesa de la discusión, sobre todo entre la clase política y por supuesto entre quienes lo ejercemos desde las diversas plataformas mediáticas.
Siempre el periodismo independiente ha pretendido ser configurado desde la acera contraria al ejercicio del poder y desde esa visión astutamente se ha vestido de valentía, con telas de heroicidad y con dignidades guerreras que pretenden consagrar que la verdad que predican es infalible, que no hay quien les meta las manos y que lo demás es simple y solamente lo demás, es decir, cualquier cosa.
En el contexto de los acontecimientos que hasta mediados de julio pasado nos perturbaron y que poco a poco van cediendo ante el paso de la normalidad, algunos directores de medios de comunicación, junto a algunos periodistas, se proclamaron independientes y hasta casi paladines.
Este club de proclamados periodistas independientes, hasta se han reunido con representantes de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, cuyo peso no pasa de ser una élite de dueños de periódicos donde la libertad de expresión la deciden los propietarios de esos medios y donde los periodistas son un cero a la izquierda y que solo ven sus notas impresas por la rotativa en tanto estas no salgan del interés que celosamente protege el propietario del periódico.
La SIP nunca ha representado al periodismo latinoamericano y aunque cada uno de sus socios apuestan ser en sus países un partido de papel, como cree ser La Prensa, S.A en Nicaragua y se la pasan haciendo balances sobre la libertad de expresión, la gran verdad es que solo tiene el peso político que para sí misma se inventó.
Pues bien hasta aquí ha venido la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, a escuchar las quejas del “periodismo independiente” en realidad los medios vándalos que promovieron el odio que nos enlutó y la persecución que sobre este ha desatado la “dictadura” de Daniel Ortega.
Lo primero que debo preguntar es a qué periodismo independiente se refieren, porque si efectivamente lo fueran la valentía que venden les daría para criticar lo malo, pero también decir lo bueno y por lo que se ve, escucha y oye ante sus jefes, no son capaces de decir nada de lo bueno porque hacerlo equivaldría a ser demeritado, corrido o en el peor de los casos a perder la asignación que mensualmente mandaban a traer cerca del terraza en Villa Fontana o en otras ONGs que funcionan para el mismo fin.
Ser político tras una pantalla, detrás de un micrófono o desde una columna no te hace periodista independiente porque este no existe.
Existimos periodistas que somos claramente parciales, pero tratamos de decir la verdad y existen los claramente los oposicionistas que solo dicen mentiras.
Allá en el imperio Donald Trump siendo candidato mandó a sacar de las solapas al bravucón de Jorge Ramos en una conferencia de prensa y ahora desde la Casa Blanca si alguien está de necio llama al dueño de CNN y pone sus reglas a los que se las andan dando de periodistas independientes.
Algo parecido hizo aquí el ingrato de Enrique Bolaños, firmante de los acuerdos de Chapultepec en la casa de Violeta Barrios de Chamorro cuando era candidato a la presidencia y una vez que llegó a ella y Radio Corporación cambió su línea editorial de Arnoldista a Bolañista, solo llamó a Fabio Gadea para que corrieran a todos los que nos habíamos convertido en sus críticos.
Nos corrieron de la radio sí, pero no cambiamos la visión que del ingrato de Enrique Bolaños teníamos y tanto fue así que para callarnos tuvo que mandar a cerrar Radio Poderosa y nos fuimos en su contra por qué se metió en una guerra estéril desde diferentes frentes contra todo el mundo que terminó por frenar el avance que traía el país, pero jamás mentimos, jamás inventamos ni llamamos a la sedición.
Hoy es fácil hacer periodismo.
Ahora se le dice cualquier peste a la fórmula presidencial y por encima tienen el descaro de declararse perseguidos políticos, aunque carguen sobre sus espaldas la muerte de 198 nicaragüenses y los graves daños periféricos que instigaron.
Estos “periodistas independientes” se quejan ante la SIP para que los socios de ese club influyan ante los norteamericanos para que les den aún más plata a los insaciables dueños de medios que con el golpe frustrado hicieron el más grande negocio de todos los negocios.
Estos “periodistas independientes” se quejan porque por donde pasan les retuercen los ojos y no les gusta porque no se ponen en el lugar de los deudos de cada uno de esos familiares que desde la profundidad de su dolor les reclaman la muerte de los suyos.
No, no son “periodistas independientes” son mentirosos profesionales que denigran la profesión y que representan el rostro macabro de la falsedad personificada.