Pablo Gonzalez

El ejército británico permitió que se disparara contra los civiles en Iraq y Afganistán


Soldados británicos patrullando en Basora en abril de 2007. El grafiti insta a los iraquíes a apoyar al Ejército del Mahdi de Muqtada al-Sadr, que en aquella época asediaba las bases británicas (AFP)

El ejército británico implementó normas de combate en Iraq y Afganistán que en ocasiones permitían que los soldados dispararan contra civiles desarmados si sospechaban que estaban vigilándoles, según ha establecido una investigación llevada a cabo por Middle East Eye.

Según varios exsoldados entrevistados por MEE, entre las víctimas hubo numerosos niños y adolescentes.

Dos antiguos soldados de infantería han declarado que sus mandos les dijeron, a ellos y a sus compañeros soldados que servían en el sur de Iraq, que tenían permiso para disparar contra cualquiera que vieran sosteniendo un teléfono móvil, cargando una pala o actuando de forma sospechosa.

Las normas se relajaron, dicen, debido en parte a la preocupación de que individuos desarmados estuvieran actuando como dickers (*) para los combatientes o estuvieran involucrados en la instalación de bombas en las carreteras.

En otra entrevista por separado, un exsoldado de la Marina Real dice que uno de sus oficiales confesó a sus hombres que era responsable de los disparos que acabaron con la vida de un niño afgano de alrededor de ocho años, después de que el padre del niño llevara su cuerpo hasta la entrada de su base de operaciones avanzadas y exigiera una explicación.

Otro exsoldado que habló con MEE alegó que se había encubierto el tiroteo letal contra dos adolescentes desarmados, que dijo haber presenciado en Afganistán. Un par de armas de la etapa soviética fueron retiradas de un almacén situado en la base de los soldados británicos, según explicó, y colocadas junto a los cuerpos para dar la falsa impresión de que los adolescentes iban armados porque eran combatientes talibán.

Este hombre dice que vio armas similares almacenadas en otras bases. “Estoy bastante seguro de que se guardaban para ese propósito. A diario nos visitaban tropas procedentes del cuartel general, y aquellas armas podrían haberse catalogado y enviado allí fácilmente”.

Disparando contra los dickers

Un exsoldado dice que fue testigo de disparos letales contra buen número de civiles en Basora, y que no cree que todas las víctimas estuvieran vigilando a las tropas británicas. Afirma que la relajación de las normas de combate provocó “una oleada de asesinatos”.

A él y a sus compañeros soldados se les prometió protección en caso de que la policía militar iniciara cualquier investigación. “Nuestros comandantes nos decían: 'Os protegeremos en caso de que se emprenda alguna investigación. Solo tenéis que decir que creíais que vuestra vida estaba en peligro: estas palabras servirán para protegeros’”.




Un hombre pasa junto a un vehículo blindado británico cerca del lugar donde se produjo un atentado en Basora, febrero de 2007 (AFP)

MEE no pudo verificar de forma independiente todos los relatos de los entrevistados. Sin embargo, varios exsoldados hicieron acusaciones similares después de servir en unidades diferentes, en momentos diferentes y en dos escenarios diferentes de guerra.

El Ministerio de Defensa del Reino Unido ha declinado hacer comentarios.

Los objetivos de los disparos eran conocidos por todos los exsoldados como dickers: la jerga del ejército británico para los observadores o mirones. Es un término que los soldados utilizaron durante décadas, en los treinta años de conflicto en Irlanda del Norte, cuando algunas personas de las áreas nacionalistas irlandesas informaban sobre los movimientos de tropas británicas al Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés).

Parece ser que a las tropas se les dio permiso, tanto en Iraq como en Afganistán, para disparar contra los dickers durante los períodos en que las fuerzas del Reino Unido estaban bajo intensa presión de los combatientes locales que se oponían a su presencia en esos dos países.

En Iraq, parece que la práctica comenzó en junio de 2004 en Amarah, en el sureste del país, durante los enfrentamientos entre soldados británicos y grupos de milicias chiíes.

Dan Mills, un sargento del Regimiento Real de la Princesa de Gales que participó en los combates, describió después cómo se relajaron las normas de combate para atacar a personas desarmadas que supuestamente lanzaban cohetes y morteros contra las posiciones británicas.

En un libro escrito por Tom Newton Dunn, entonces editor de temas de defensa del periódico británico The Sun, que hizo de negro y se publicó en 2007 tras recibir las recomendaciones de los oficiales de relaciones públicas del ejército británico, Mills revelaba que un coronel visitante del Reino Unido les aconsejó abrir fuego contra dickers desarmados”.

“No estoy alentando el asesinato sin sentido y la imprudencia", se cita al anónimo coronel en el libro Sniper One. “Pero en ninguna parte de las normas de combate dice que no pueda dispararse contra personas desarmadas”.

El largo camino desde lo más alto

Mills y Newton Dunn escribieron que el coronel visitante había dado a las tropas británicas “permiso tácito para disparar a civiles desarmados cuando lo considerásemos necesario”, y que esto se había hecho “sin que los ministros se lo comunicaran al parlamento, lo que provocó un gran alboroto en todas las secciones liberales de los medios de comunicación”. Se suponía que la decisión “había tenido que venir desde lo más alto”.

Poco después, un soldado británico disparó contra alguien que observaba en Amarah: “El asesinato tuvo un efecto sustancial en los observadores”, escribieron los dos hombres. Sin embargo, los ataques de los grupos de milicias chiíes se intensificaron.

Disparar a los dickers no es ilegal, según los expertos en derecho militar, siempre y cuando estén implicados en hostilidades y no estén utilizando un teléfono móvil para otro propósito.

En virtud de una enmienda de 1977 a los Convenios de Ginebra , los civiles no pueden ser atacados durante una situación de conflicto armado internacional “a menos que participen directamente en las hostilidades". Pierden su estatuto protegido si participan en hostilidades.

Sin embargo, no hay una definición precisa de “participación directa” y se espera que los civiles reciban el beneficio de la duda si no está claro si están participado o no en las hostilidades.

Según la legislación interna del Reino Unido, que se aplica en todo momento a los soldados británicos y a las mujeres, un soldado puede usar la fuerza en defensa de sí mismo y de los demás. Esto puede incluir fuerza letal siempre que sea razonable, dependiendo de las circunstancias.

Además, si bien las mujeres y los niños disfrutan de una protección especial en virtud del derecho internacional, nada -excepto las normas nacionales de combate- puede limitar el derecho a la defensa propia: la corta edad de un presunto dicker no es obstáculo para abrir fuego.

Los oficiales subalternos del ejército británico reciben instrucciones durante su entrenamiento acerca de los disparos a dickers. Una ayuda de entrenamiento hecha pública durante una investigación sobre la muerte de un hombre iraquí, Baha Mousa, torturado hasta la muerte por las tropas británicas en 2003, explica que a los oficiales subalternos se les debe decir que, en lo referente a los dickers, debe adoptarse un enfoque sólido”, y que hay que confiscarles al menos sus teléfonos y las fotografías que hayan tomado.

La ayuda de entrenamiento agrega: “En algunos casos, puede considerarse a los dickers como objetivo legítimo de ataque cuando estén relacionados con los hechos”.

La guía del ejército británico sobre las leyes de un conflicto armado afirma también que los civiles “pierden su protección si participan directamente en un conflicto armado”.

Esto significa que los soldados que actúan entre civiles necesitan, en ocasiones, tomar rápidamente decisiones difíciles de vida o muerte -a menudo por la noche y en ocasiones bajo fuego- sobre si una persona representa una amenaza o simplemente está ocupándose de sus asuntos.

En Basora, a principios de 2007, se les dijo a los soldados del 2º batallón del Regimiento del Duque de Lancaster que las reglas de combate estaban modificándose cuando estaban cada vez más asediados dentro de sus bases en toda la ciudad.

Teléfonos móviles y palas

Dos exsoldados de ese batallón, que operaban desde diferentes bases, dicen que, según las nuevas reglas, podían disparar contra cualquiera que vieran con un teléfono móvil, llevando una pala o actuando de manera sospechosa, como, por ejemplo, estar en la azotea de un edificio.

Los civiles que llevaran palas pasaron a ser considerados objetivos legítimos debido a las excavaciones que se realizaban a los lados de las carreteras para colocar artefactos explosivos improvisados.

Ambos hombres dicen que fueron informados del cambio en las reglas de combate por suboficiales superiores y no por los oficiales de su batallón.

Se dice que la mayoría de los disparos que siguieron a la relajación de estas normas tuvieron lugar durante las patrullas nocturnas realizadas en vehículos blindados; los soldados dicen que nadie esperaba a tener que pedir permiso antes de abrir fuego.

“Dispara contra cualquiera que consideres que es un terrorista”, dijo uno de los soldados. “Pero, ¿cómo podíamos saber si eran una amenaza? No todos eran dickers, algunos solo eran personas sosteniendo un teléfono”.

“Disparábamos contra ancianos, contra jóvenes. Eso fue lo que presencié. Nunca he visto una criminalidad semejante.”




Un camion-cisterna arde en Basora en mayo de 2007, tras el ataque contra su convoy de suministros británico (AFP)

Sin embargo, un excompañero del mismo batallón defendió la relajación de las reglas de combate: “Teníamos miedo y tratábamos de protegernos”, dijo.

Un exmarine real que sirvió en Afganistán a finales del año siguiente, en una base militar en Sangin en la provincia de Helmand, dice que se esperaba que gritara advertencias verbales a los dickers y luego hiciera disparos de advertencia, pero que no siempre se siguió esta rutina.

“Hubo un incidente en el que alguien le disparó a un niño pensando que nos estaban engañando. En realidad, fue el capitán de nuestra tropa quien le disparó al niño.”

“El padre se acercó hasta allí con el niño en brazos. Tenía unos ocho años. Resultó que el capitán le había disparado al niño, creía que nos estaba engañando, pero dijo que no había seguido las reglas.”

“El capitán tenía una gran crisis de conciencia cuando se supo la historia, era un hombre cristiano. Los muchachos le dejaron en claro que si él decía que había seguido las reglas de combate, iban a apoyarle, independientemente de si lo había hecho o no.

“Los muchachos le dijeron algo así como: 'No tiene que hacer eso, nosotros vamos a apoyarle'. Pero el capitán informó de lo que había hecho y lo apartaron de la tropa”.

En un incidente posterior en la zona, tres infantes de la Marina Real fueron asesinados por un terrorista suicida de alrededor de 13 años, que empujó una carretilla hacia ellos e hizo detonar los explosivos escondidos en su interior.

“Armas sueltas”

Un ex soldado de infantería que sirvió en 2010 en Nad-e Ali, Helmand, con el Regimiento de Paracaidistas, dijo que al llegar a la provincia se le dijo que ya no se permitía disparar a los civiles bajo la sospecha de que estaban vigilando a las tropas.

“Durante nuestra primera sesión informativa, nos dijeron: 'Ya no estamos disparando a los dickers'. Había que volver a ganar las mentes y los corazones".

Sin embargo, este hombre declara que las tropas británicas continuaron disparando a los civiles, y cuenta que en una ocasión se orquestó un encubrimiento para ocultar el hecho de que dos adolescentes estaban desarmados cuando fueron asesinados.

Mientras servía en una base conocida por los británicos como Quadrat, en el distrito de Nad-e Ali, él y otros soldados vieron a dos jóvenes acercándose en una moto. “Se dirigían directamente hacia nosotros. No habíamos visto ningún vehículo antes, ni siquiera tractores en los campos”.

“El teniente que estaba al mando ordenó que se hicieran disparos de advertencia. Estuvimos disparando por encima de sus cabezas y luego hacia el suelo por delante de ellos, pero siguieron acercándose. Iban riéndose. Me pregunté si irían drogados.”




Imagen de satélite de la base británica de Quadrat en el distrito de Nad-e Ali, Afganistán (Google Maps)

“Luego giraron a la derecha a lo largo de un canal y se alejaron. Cuando estaban a unos 300 metros de nosotros, un cabo decidió dispararles con una GPMG (ametralladora de uso general, por sus siglas en inglés).

“Disparó alrededor de diez o doce ráfagas. Resultaron alcanzados tres veces. Como se estaban alejando de nosotros, una de las balas entró por la espalda del que iba detrás y salió por delante del tipo que iba conduciendo”.

Se envió una patrulla y se descubrió que ninguno de los muchachos iba armado, según este exsoldado. En aquel punto, alega, se cogieron dos armas de la era soviética que estaban almacenadas en la base -un rifle de asalto y una ametralladora- y se colocaron al lado de sus cuerpos.

Después de tomar fotos de la escena, los cuerpos de los jóvenes fueron llevados a la base y luego se subieron a un helicóptero.




Pareja pasando junto a soldados del 1º batallón de Los Rifles patrullando por Nahr-e Saraj, Helmand, en junio de 2010 (AFP)

Los oficiales de la Real Policía Militar del Reino Unido estuvieron investigando denuncias separadas de que las fuerzas especiales habían colocado armas junto a buen número de hombres afganos que fueron asesinados en sus hogares en asaltos nocturnos.

Un policía militar le dijo al periódico Sunday Times en 2017 que esas armas de fuego eran conocidas como “armas sueltas” entre quienes las usaban.

De acuerdo con el exsoldado que contó a MEE cómo se colocaron “armas sueltas” junto a los cuerpos de los dos motoristas adolescentes, todos los hombres en su base de operaciones avanzadas fueron interrogados posteriormente por un comandante de la compañía y un suboficial de alto rango.

“Nos dijeron que nuestra historia debía ser la siguiente: que estaban armados y creíamos que representaban una amenaza para una de nuestras patrullas que estaba en la zona hacia donde se dirigían”. Entonces nos preguntaron: “¿Alguien tiene algún problema con esto? Si es así, que nos lo diga ahora”.

“Nadie dijo nada. Pero los chicos no iban armados. Y no había ninguna patrulla cerca.”

Este exsoldado dice que tuvo la impresión de que no era la primera vez que se orquestaba un encubrimiento de ese tipo. “Creo que eso explica por qué guardábamos esas armas en las bases”.

“Disparos a un campesino por la espalda”

Este soldado relata que algunos de los jóvenes soldados en la base hablaban repetidamente de que “querían cobrarse una pieza” antes de que terminara su misión.

Durante un tiroteo con los talibán, este soldado declara que vio cómo un miembro de su patrulla le disparaba a un campesino por la espalda.

“Vimos cómo estaba trabajando en su campo, y cuando nos atacaron le vimos huir. No estaba en la misma dirección que los talibán, estaba de espaldas a nosotros y le dispararon por la espalda.”

"Tenía mucho que decir al respecto cuando regresamos. Éramos unos ocho o nueve en esa patrulla. Quería saber quién le había disparado al campesino. Pero nadie admitió haber hecho el disparo.”

Un sexto exsoldado, que sirvió en Helmand en 2011 con una unidad llamada 1º batallón de Los Rifles, alega que vio cómo se disparaba deliberadamente sobre un dicker cuando iba patrullando por el área de Sayedabad Kalay, en el distrito Nahr-e Saraj, Helmand.

“Vi que el comandante [de la patrulla] pedía permiso por radio para dispararle a alguien que tenía un teléfono móvil y nos miraba. Le debió preguntar al CO (oficial al mando) o a quien estuviera en la sala de operaciones en ese momento. Le dieron permiso y le disparó al hombre.”

Este soldado alega que presenció frecuentemente disparos de advertencia y que, en ocasiones, ese disparo de advertencia le acertaba al dicker. Cree posible que esto se hiciera a veces de forma deliberada.

No todos los exsoldados entrevistados por MEE dijeron que tenían experiencia directa de disparos contra los dickers, y algunos confiaban en que sus propias unidades no lo hubieran hecho nunca durante sus misiones operativas.

“Vimos muchos dickers y disparábamos muchos disparos de advertencia”, dijo uno. “Pero nunca se nos sugirió que les dispárasemos”.




Niño afgano observando cómo un soldado del 1º batallón de Los Rifles patrulla cerca de Nahr-e Saraj, en Helmand, junio de 2010 (AFP)

Las víctimas civiles fueron una fuente frecuente de disputas entre los comandantes de la coalición y las autoridades civiles tanto en Iraq como en Afganistán. En junio de 2007, el presidente Hamid Karzai expresó públicamente su indignación por la muerte de civiles .

Como respuesta, el comandante estadounidense, el general Stanley McChrystal, adoptó una política que denominó “contención valerosa”, según la cual se esperaba que las fuerzas usaran menos potencia de fuego.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que las tropas británicas se quejaran de que la nueva política les obligaba a arrostrar mayores riesgos frente a los talibán, alegando que se esperaba que lucharan “con una mano atada a la espalda”.

Uno de los exsoldados de infantería del Regimiento del Duque de Lancaster, que dijo haber visto cómo en Basora se fusiló a un gran número de personas desarmadas, declara que ha estado bebiendo mucho y que ha tenido problemas de salud mental desde que dejó el ejército. Él atribuye estos problemas a sus experiencias en Iraq. Desde que dejó el ejército, ha estado recibiendo tratamiento con el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, donde un psiquiatra le ha diagnosticado trastorno de estrés postraumático grave.

N. de la T.:

(*) El ejército británico utiliza el término dicker, de difícil traducción, para los informantes de los ejércitos de la resistencia a su ocupación. Podría asimilarse en español a “soplón”, por el cariz despectivo que pretendían darle.

Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Ian Cobain es un destacado corresponsal de Middle East Eye. Ha ganado varios premios de periodismo y es autor de los libros Cruel Britannia y The History Thieves.


https://www.rebelion.org/noticia.php?id=252374

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