Declaraciones de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, a inicios del año 2019 refiriéndose a la Revolución Cubana como “parasitaria y jinetera, con un legado de cubanos muriendo en el mar”, llenan de indignación a millones de cubanos en la isla, fuera de la isla y también a millones de personas que han tenido la oportunidad de compartir la verdadera esencia de la revolución, una obra emancipadora, libertaria, humanista, cargada de valores y principios para Cuba y para el mundo, fomentados durante los últimos 60 años.
La verdad es que no sorprende el discurso del señor Almagro, sobre todo cuando analizamos el repunte de la OEA como el espacio idóneo para legitimar regionalmente y facilitar las acciones de Estados Unidos y la derecha contra países que han levantado la bandera progresista y libertaria, intentando construir una alternativa que brinde a los pueblos originarios de nuestra América el derecho a disfrutar lo que por ley natural les corresponde y que siempre ha sido saqueado por el vecino del norte y la oligarquía local.
Aun cuando Cuba no es parte de este viciado organismo, la OEA se ha propuesto avanzar un plan contra el gobierno de la isla en el cual intentan retomar la matriz de “dictadura cubana”, desconocer todos los logros de la revolución y respaldar en este propósito los discursos vacíos de voces disidentes, que no son representativas pero cuentan con el apoyo y financiamiento de agencias norteamericanas.
Cuba ha tenido que enfrentar en los últimos 60 años una política fracasada de aislamiento internacional donde la OEA ha jugado un rol protagónico y por tanto no sorprenden los reiterados intentos fallidos que siguen proponiendo desde la Casa Blanca.
Sin embargo, desde septiembre de 2018 hasta la fecha se aprecia un recrudecimiento de esta postura, con respaldo del Cartel de Lima y otros países satélites, tal vez imaginando ilusamente que el cambio generacional en la isla es el momento oportuno para la tan deseada transición que nunca ha llegado, ni llegará.
En este sentido, observamos en septiembre de 2018 el lanzamiento de la campaña #YaleForWhat desde una sala de Naciones Unidas hablando de supuestos presos políticos para intentar desvirtuar la histórica votación de la resolución de condena contra el bloqueo norteamericano.
El 10 de diciembre de 2018 la OEA, de conjunto con la CIDH, realizó un evento especial sobre el tema Cuba invitando a connotados cabecillas de la contrarrevolución como representantes del “activismo cívico y pro Derechos Humanos” en la isla, cuando solo son figuras interesadas en justificar mayor entrega de fondos como un estilo de vida fácil.
A inicios del 2019 el señor Almagro trasmitió su alocución risoria sobre la “dictadura en Cuba”, con un llamado explícito entre líneas a levantarse contra el orden político establecido.
Proximamente en febrero de 2019 la CIDH está convocando un nuevo acto de provocación, esta vez con sede en Bolivia, para abordar la supuesta violación de Derechos Humanos en Cuba.
Declaraciones sin sentido, como esta que realiza Almagro contra la isla, le valieron al Secretario General de la OEA la expulsión por unanimidad de las filas del Frente Amplio (FA) de Uruguay cuando a finales del año 2018 el partido analizó otro comentario barbárico de Almagro, pero bien pagado por Estados Unidos, al respaldar de manera abierta la intervención militar en Venezuela contra el gobierno de Nicolás Maduro. (http://www.cubadebate.cu/noticias/2018/12/15/expulsa-de-sus-filas-el-frente-amplio-de-uruguay-a-luis-almagro/)
Este accionar de Luis Almagro en los últimos meses, si bien evidencia el compromiso con la política regional que se define y dicta desde Washington y Langley, también persigue un objetivo personal y es la reelección como Secretario General de la OEA en 2019.
Luis Almagro anunció su intención el año pasado despertando la atención de politólogos regionales y presidentes porque sorpresivamente, Almagro contradijo declaraciones que emitiera a inicios de su mandato en 2015 cuando refirió que “no buscaría la reelección”, y en abril de 2017 publicó un video en el que aseveró que “la reelección no es un derecho humano”. (http://www.cubadebate.cu/noticias/2018/12/06/luis-almagro-buscara-reeleccion-al-frente-de-la-organizacion-de-estados-americanos/)
Es indignante la decadencia de la OEA como mecanismo regional, un organismo que promueve acciones en nombre de la libertad, la demoracia, los Derechos Humanos y la corrupción, pero apaña a connotados terroristas, xenófobos, comisores de crímenes de lesa humanidad y corruptos como el propio Luis Almagro.
De este, la revista Caras y Caretas publicó en abril de 2018 documentos que evidencian irregularidades con dinero público durante los años de Almagro como Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay (2010-2015), cuando cobró 233 mil 859 dólares y devolvió apenas unos 8 mil, por solo citar un ejemplo. (https://www.carasycaretas.com.uy/almagro-recibio-casi-us-240-000-de-viaticos-y-devolvio-unos-us-9-900/)
Nada de esto se aborda en las reuniones extraordinarias convocadas por el Consejo Permanente de la OEA, en la agenda del organismo solo están los temas Venezuela, Nicaragua y Cuba, intentando bombardear paradigmas de la izquierda a través de sanciones regionales.
Si todo este empeño que destinan los funcionarios diplomáticos y polítologos desde la OEA y otras plataformas regionales contra los tres países mencionados, se dedicara a la lucha contra la pobreza, la región latinoamericana sin dudas sería un mejor espacio para vivir y convivir de manera digna y pacífica.
En respuesta a las barbaridades del Secretario General de la OEA, porque no nos podemos quedar callados, sobrados son los organismos y espacios donde se reconocen las evidencias del alto estándar alcanzado por Cuba en todas las áreas que representan los verdaderos Derechos Humanos.
Pese al bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene vigente el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, los cubanos se encuentran entre las personas más sanas y longevas del mundo, y los avances médicos de la isla no tienen nada que envidiar a los del mundo capitalista.
Esto se debe a la inversión del Gobierno en la investigación científica y a un enfoque de salud pública preventivo que considera la sanidad como un derecho por nacimiento, un derecho humano, que irrespetan la mayoría de los países que integran la OEA.
Esto no lo decimos nosotros, esto lo reconoce el prestigioso diario norteamericano Huffington Post cuando habla de la salud en Cuba. (https://www.huffingtonpost.es/2016/04/07/innovaciones-medicina-cuba_n_9580294.html)
La isla mantiene una tasa de mortalidad infantil de 1,8 por cada mil nacidos vivos, tomando en cuenta que entre los programas priorizados del gobierno cubano está la atención diferenciada a las embarazadas durante toda la etapa pre y post materna, así como los fondos estatales destinados a la salud.
Prestigiosos científicos norteamericanos, como es el caso de Pierre LaRamée, director ejecutivo del centro de Cooperación en Educación Médica con Cuba de Oakland (Estados Unidos), consideran que “si las personas en el mundo supieran de los tratamientos avanzados que existen en Cuba, todos querrían tenerlos”, abogando por un mayor intercambio de conocimiento y cooperación técnica que permita aprovechar las oportunidades que brinda el sistema cubano.
Todo esto lo impide el bloqueo económico y la política aislacionista.
Para que el señor Almagro se documente mejor y tenga elementos más sustanciosos a la hora de referirse a Cuba: antes del triunfo de la Revolución existían 6 mil 250 doctores en la isla, equivalente a un doctor por cada 960 habitantes.
Más del 63,2 % radicaba en La Habana, donde los hospitales públicos, las clínicas y centros de salud privados eran accesibles solo para quienes pudieran pagar y no para todo el que lo necesitara.
A las montañas de la Sierra Maestra, apenas llegaba la asistencia médica.
Por aquella época en Cuba no había medicina rural. (http://www.sld.cu/noticia/2019/01/18/60-anos-en-revolucion-salud-para-todos-infografias-y-linea-del-tiempo)
Desde 1959 y hasta la actualidad se han formado más de 94 mil médicos, 19 mil estomatólogos y 85 mil enfermeras para garantizar el derecho humano fundamental que es la vida, a través de la atención médica gratuita y una red de hospitales, clínicas especializadas, consultorios a nivel de barrio, que permitan la atención real y sistemática a toda la población cubana.
Parecerían estadísticas de un país desarrollado, pero no, son estadísticas de Cuba, la Cuba socialista, tierra de Fidel.
La misma que además de priorizar la atención médica en suelo patrio, tomó la decisión con respaldo popular de compartir este logro con los cientos de millones de excluidos internacionalmente, los que no cuentan para sus gobiernos, ni para la OEA: los pobres.
Por eso cuando un cubano escucha hablar de la Operación Milagro, de la Brigada Médica Henry Reeves, del programa #MaisMedicos en Brasil, entre otros, no deja de pensar en la grandeza de la Revolución cubana, en el humanismo de Fidel y en el orgullo de ser cubano.
Pese a las limitaciones del propio bloqueo, la isla cumple gran parte de las metas instituidas por el acápite número dos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, referente a la educación. Según informes de la UNESCO, Cuba es el país de América Latina con mayor índice en el desarrollo de la educación y el único en cumplir los objetivos globales de la Educación para Todos.
Entre las virtudes señaladas figuraron la aplicación de un sistema inclusivo, la gratuidad de la enseñanza y los altos estándares de calidad. (http://www.acnu.org.cu/articulos/reconoce-unesco-logros-de-cuba-en-materia-de-educacion)
La obra que la Revolución cubana ha desarrollado en la educación ha despertado interés y admiración en el mundo.
Los resultados alcanzados ubican a Cuba como el país de mayor cantidad de maestros per cápita; la total cobertura de la escolarización en educación básica; la erradicación del analfabetismo, el crecimiento del presupuesto educativo, la multiplicación y extensión por todo el país de las universidades, el establecimiento de la educación especial, así como otros muchos programas en pos del mejoramiento de la calidad de la verdadera educación del pueblo. (http://revolucioncubana.cip.cu/logros/modelo-social-socialista/educacion/)
Y por si fuera poco, Cuba es una curiosa “dictadura” cuando hablamos de participación popular. Desde agosto y hasta noviembre de 2018 el texto de la nueva Constitución fue discutido en más de 130 mil asambleas de barrio, celebradas en calles, fábricas y centros de estudio y cuanto espacio pueda imaginar el señor Almagro. Participaron en el proceso casi 9 millones de personas –de un total de 11,2- (dudo que fueran obligados), cuya propuesta fue tomada en cuenta y significó 760 cambios a la iniciativa de reforma inicial, para un 60% de artículos modificados.
Que me perdone el señor Almagro, pero esto nunca se ha mencionado en los libros de historia cuando de “dictaduras” se trata.
Con idependencia de la campaña promovida por contrarrevolucionarios fuera de la isla para intentar oponerse y desvirtuar el Referendo Popular convocado el próximo 24 de febrero en Cuba, todos los cubanos tenemos la certeza que esta votación por la Reforma Constitucional será una nueva victoria del pueblo y un aplastante #YoVotoSi porque nos sobran las razones para admirar y querer esta placentera “dictadura-democrática”.
Si alguien conoce de algún otro país donde se reconozca la participación popular en la toma de decisiones políticas, la rendición de cuentas de los funcionarios públicos, donde el presupuesto se destine a proyectos sociales en beneficio de la población y no a mantener prevendas y privilegios de funcionarios públicos, le brindo un espacio en este blog para que exponga esa realidad, que sin dudas se parecerá mucho a la realidad cubana y estará lejos de ser una dictadura como algunos pocos intentan señalar, repitiendo las barbaridades de Luis Almagro.
https://zonafrank.wordpress.com/2019/01/23/varias-verdades-que-debe-tener-en-cuenta-luis-almagro-cuando-hable-de-dictaduras/