Pablo Gonzalez

No hay límite para la locura: de cosas risibles a espantosas en el actual gobierno de Guatemala


Ahora resulta que la Procuraduría General de la Nación, PGN, otra de las instituciones cooptadas por las mafias nacionales disfrazadas de partidos políticos, usurpa funciones que no le corresponden para su ejercicio profesional de abogacía del Estado.
Por Luciano Castro Barillas

Ahora resulta que la Procuraduría General de la Nación, PGN, otra de las instituciones cooptadas por las mafias nacionales disfrazadas de partidos políticos, usurpa funciones que no le corresponden para su ejercicio profesional de abogacía del Estado. 

No sé si los susodichos abogados, picapleitos no cabe la menor duda, son incompetentes, demasiado vanidosos que pretenden pasarse de listos al interponer un recurso que no tiene viabilidad técnica contra un tribunal que representa la máxima jerarquía jurídica de Guatemala. 

O son parte de novatos politiqueros que quieren quedar bien con el mero jefe Morales, pues ya alguien les dijo que generan gastos onerosos y realmente, no sirven para nada. 

Jimmy no los tiene allí para ventilar litigios entre particulares y el Estado, los tienen allí para que le entren con ganas a la desarticulación de las instituciones del Estado con un poco de independencia que aún sobreviven ante este alud de acciones, disimuladas unas, y otras, las más, francamente descaradas.

De hecho, pretender desaforar a la Corte de Constitucionalidad no se puede explicar de otra manera: que las resoluciones emitidas a favor de la Cicig en el caso de la legalidad del retorno del comisionado Iván Velásquez y del otorgamiento de las visas a los funcionarios internaciones que la laboran en dicha institución, debieron ser acatadas inmediatamente por la cancillería. 

La Corte de Constitucionalidad, en ningún momento, coarta las facultades constitucionales otorgadas directamente al Presidente de la República, ni vulnera principios fundamentales como el de legalidad, derecho de defensa y debido proceso… y ni muchos menos ponen sus resoluciones en riesgo el Estado de Derecho, palabreja esa que en la semántica de esta cohorte de serviles no significa el “Estado de Derecho” concebido por ellos, para su conveniencia, su beneplácito y su naturaleza de alfombra.

 Les encanta flexionar la rabadilla ante el poder, por el indecente e inescrupuloso amor al dinero. 

Y porque muy adentro de su ser, si no fuera por este gobierno, personas con semejante mediocridad, no encontrarían realmente donde trabajar.

Esas acciones son totalmente impolíticas al momento que la campaña electoral está a la vuelta de la esquina y muy seguramente quieren favorecer a sus amigotes pues atacar una institución con tanto prestigio entre los guatemaltecos como la Cicig (más del 65%) no les dará muy buenos réditos en votos. 

Es altamente contraproducente intentar pasarse de listos y estos abogados que promueven acciones contra la Corte de Constitucionalidad por haber justamente resuelto en derecho lo relacionado con la Cicig, no lo pueden aceptar, ni tolerar, ni entender. 

No llega hasta allí su espíritu humano, ni la certidumbre de su racionalidad. 

No sabemos quiénes, ni cómo son estos seres humanos. 

De otra galaxia sin duda, porque su cerebro ya no está aquí. Donde no hay vida inteligente, ni límites para la locura.

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