«Intentando hacerse pasar por grandes historiadores, y queriendo pasar por «marxista-leninistas que recuerdan la lucha caída en el olvido de históricos marxista-leninistas», Roberto Vaquero escribió un artículo hace poco en el cual decía lo siguiente entorno a las luchas intestinas ocurridas en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS):
«En nuestro recuerdo están todos los camaradas que se enfrentaron al revisionismo en aquellos momentos tan difíciles y que se mantuvieron fieles, especialmente el camarada Molotov, fiel hasta su muerte al Marxismo-Leninismo». (Universidad Obrera; Aspectos sobre el grupo antipartido, 2017)
Por supuesto estaba claro, que a no ser que Bitácora (M-L) le tradujese documentos sobre Mólotov y Beria, Roberto no iba a hacer el esfuerzo de leer y enterarse de cómo sucedieron las cosas, mucho menos si esa labor suponía el tener que traducir algunos textos. Él se versa más en el plagio que en la traducción y el análisis.
¿Molotov fiel seguidor del marxismo-leninismo hasta su muerte? Sabemos que Roberto Vaquero no tiene conocimientos básicos de marxismo-leninismo pero en general no sabíamos que era tan deficiente en historia, se ve que el materialismo histórico tampoco es lo suyo.
Viacheslav Mólotov fue un gran revolucionario en su momento, aportó significativamente a la revolución socialista en la Unión Soviética, como muchos otros cuadros, pero para inicios de los 50, esto era ya parte de su pasado:
«Por lo que hemos llegado a saber, Stalin incluso calificó a Jruschov de populista, criticó a Voroshílov, e hizo lo mismo con Mólotov y otros. Así pues, por un lado debemos concluir que Stalin no era un miope político, y por otro, que no siempre utilizaba la bala y el terror, como pretenden los enemigos, sino por el contrario la persuasión y la confrontación de opiniones». (Enver Hoxha; Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases, 24 de junio de 1966)
Ciertamente como señala Enver Hoxha, Mólotov fue criticado y degradado ya en época de Stalin.
En la reunión del Buró Político de diciembre de 1952 se constató su degradación por motivos de edad:
«Stalin: Se pregunta por qué nosotros hemos relevado a algunos famosos camaradas de sus posiciones de partido y del apartado del Estado. ¿Qué podemos decir a esto? Hemos remplazado a camaradas como Mólotov, Kaganóvich, Voroshílov y otros, de los puestos que habían sido elegidos por otros nuevos, menos exigentes pero no menos importantes. El trabajo de un ministro es extremadamente muy duro, demanda fuerza, vitalidad y nuevas formas de pensar para los nuevos problemas. ¿Por qué ponemos en su lugar a camaradas más jóvenes, más enérgicos, más cualificados? Ellos son camaradas jóvenes, tienen más energía, más fuerza. Nosotros los viejos bolcheviques no estaremos aquí para siempre. Debemos apoyarles y ayudarles». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)
Pero también por motivos relacionados con críticas y desviaciones
«Hemos remplazado a camaradas como Mólotov, Kaganóvich, Voroshílov y otros, de los puestos que habían sido elegidos por otros nuevos. (...) Debemos, como comunistas, ser autocríticos y también crítico de los demás. Ha habido críticas del camarada Molotov y Mikoyán por el Comité Central. El Camarada Molotov: el más dedicado a nuestra causa. Él deberá dar su vida por la causa del partido. Pero no podemos pasar por alto su debilidad en determinados aspectos de su trabajo. El Camarada Molotov como nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, al verse en una «resbalosa» recepción diplomática, aseguró a un diplomático británico que los capitalistas pueden empezar a publicar periódicos burgueses en nuestro país. ¿Por qué en tal lugar a dar tal garantía, sin el conocimiento del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética? ¿No es evidente que la burguesía es nuestro enemigo de clase y promover periódicos burgueses entre nuestra gente del partido, además de hacer daño, no nos traerá ningún beneficio. Si esto se dejara transpirar, podríamos prever circunstancias en que se iniciaran los ataques contra el socialismo y el PCUS, primero muy sutilmente y después abiertamente. Este es el primer error político del Camarada Molotov. ¿Qué ocurre con la sugerencia incorrecta de dar Crimea a los judíos soviéticos? Esto es un error fragante del Camarada Mólotov. ¿Por qué se llego a proponer? ¿Qué otra cosa es todavía aún necesaria? Hay muchas otras naciones minoritarias que ahora tienen sus propias comunidades autónomas y también repúblicas autónomas. ¿Ahora esto no es suficiente? O es que esto significa no confiar en la constitución de la URSS y su política sobre las nacionalidades? ¡El Camarada Mólotov no ha sido nombrado por ninguna persona como abogado para perseguir las pretensiones territoriales sobre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas! Este el segundo error de nuestro estimado Camarada Mólotov. Por lo tanto, en este sentido camarada Molotov no es correcto en sus proclamas como miembro del Politburó. El Comité Central del PCUS ha derrotado categóricamente su sugerencia. El Camarada Mólotov tiene un respecto tan profundo en su mujer, que tan pronto tenga el Comité Central o el Politburó concluido algunas decisiones sobre tal o cual cuestión, ya está decisión inmediatamente se transmite a la esposa de Molotov Zhemtchuzhina y a todos sus amigos. Sus amigos, como es bien conocido por todos vosotros aquí, no son de fiar, como otras situaciones anteriores ya nos han demostrado. Eso es por supuesto, no la forma correcta en que un miembro del Comité Central del Politburó del PCUS debe comportarse». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)
Es más, Mólotov, fue junto a Jruschov uno de los responsables directo del exacerbado culto a la personalidad sobre Stalin:
«Mólotov: [Llega a la tribuna de oraciones y admite por completo sus errores ante el Comité Central, pero él indicó que él es y será siempre un fiel discípulo de Stalin].
Stalin (Interrumpiendo a Mólotov): Esto es un disparate. No tengo discípulos en absoluto. Todos somos discípulos del gran Lenin». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)
De hecho Roberto Vaquero copió esta cita traducida por nosotros en su día en su documento «Marxismo y mujer» de 2016, sin poner la fuente del discurso de Stalin ni el medio que lo tradujo, así que debería saber de sobra las críticas de Stalin a Mólotov antes de su muerte.
En varias ocasiones Stalin se sintió incómodo con este tipo de halagos y campañas orquestadas para destacarle como líder del partido sino como ser todopoderoso:
«Estoy absolutamente en contra de la publicación de las «Historias de la niñez de Stalin». El libro abunda en una masa de inexactitudes de hecho, de alteraciones, de exageraciones y de alabanzas inmerecidas. (...) Pero lo importante reside en el hecho de que el libro muestra una tendencia a grabar en las mentes de los niños soviéticos –y de la gente en general– el culto a la personalidad de los líderes, de los héroes infalibles. Esto es peligroso y perjudicial. La teoría de los héroes y la «multitud» no es bolchevique, sino una teoría socialrevolucionaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta sobre las publicaciones para niños dirigida al Comité Central del Komsomol, 16 de febrero, 1938)
¿Qué papel tuvo Mólotov tras la muerte de Stalin el 5 marzo de 1953? No se respetaron los últimos acuerdos del XIXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre la necesidad de un relevo generacional en los cargos por cuestiones de edad y por los crecientes defectos de muchos de estos viejos cargos. Como otros cuadros degradados, Mólotov presionó para que fuera restituido en su cargo, así que ese mismo día fue elegido de nuevo Ministro de Asuntos Exteriores; en pocas palabras fue parte del golpe de Estado que hubo el 6 de marzo de 1953 y que muchos historiadores burgueses ignoran adrede.
Enver Hoxha recoge en sus memorias este reparto de puestos cuando el cadáver de Stalin aún estaba caliente:
«La forma en que fue notificada la muerte de Stalin y el modo cómo se procedió a organizar la ceremonia de su entierro, crearon en nosotros, los comunistas y el pueblo albanés, y en otros como nosotros, la impresión de que esta muerte había sido esperada con impaciencia por muchos. (...) Al día siguiente de la muerte de Stalin el 6 de marzo de 1953, el Comité Central del Partido, el Consejo de Ministros y el Presídium de Soviet Supremo de la URSS celebraron súbitamente una reunión conjunta. En casos de grandes pérdidas, como era la de Stalin, tales reuniones urgentes son necesarias e indispensables. Pero los numerosos e importantes cambios que fueron comunicados por la prensa un día después, mostraban que esa reunión urgente no había sido convocada con otro fin que el de... ¡distribuir los puestos! Stalin acababa de morir, sus restos mortales aún no habían sido trasladados a la sala donde se le rendirían los últimos honores, no había sido elaborado siquiera el programa de la organización de las honras y la ceremonia fúnebre, los comunistas y el pueblo soviético lloraban esta gran pérdida, ¡mientras que la alta dirección soviética encontraba el momento para repartirse las carteras! Malenkov fue designado Primer Ministro; Beria Primer Viceprimer Ministro y Ministro del Interior, y en este orden fueron repartidos los demás puestos entre Bulganin, Kasanovich. Mikoyan, Molotov. En ese día se realizaron importantes cambios en todos los órganos supremos del partido y del poder. El Presídium y el Buró del Presídium del Comité Central del Partido se fusionaron en un organismo único, fueron elegidos nuevos secretarios del Comité Central del Partido, se disolvieron algunos ministerios y pasaron a fusionarse otros, hubo cambios en el Presídium del Soviet Supremo, etc». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, 1980)
Entonces, se concluye con razón, que Mólotov no tuvo un papel revolucionario y antirevisionista con la llegada de Jruschov, sino un rol conciliador y de tibia crítica, incluso en momentos en que Jruschov destapó sus intenciones más contarrrevolucionarias:
«Mólotov y sus compañeros eran viejos revolucionarios, comunistas honestos, pero eran representantes típicos de la rutina burocrática, de la «legalidad» burocrática y, cuando intentaron tibiamente utilizarla contra el evidente complot de los jruschovistas, el asunto había terminado ya. La burocracia y la «legalidad» burocrática fueron utilizadas por los traidores, quienes cubrieron el complot palaciego con esta «legalidad» y maniobraron a través de su red y de toda la capa de burócratas de origen proletario, y no de origen kulak o capitalista, feudal, para tomar en sus manos las riendas del partido y de los órganos del poder. (...) Este es un período lleno de enseñanzas para nosotros los marxista-leninistas porque señala la bancarrota de la «legalidad» burocrática, que constituye un gran peligro para un partido marxista-leninista, porque pone al descubierto los métodos que utilizan los revisionistas para beneficiarse ellos mismos de esa «legalidad» burocrática, porque pone de relieve cómo dirigentes honestos y experimentados, pero que han perdido el espíritu revolucionario de la clase, caen en las trampas de los intrigantes y ceden, retroceden ante los chantajes, la demagogia de los revisionistas traidores enmascarados tres la fraseología revolucionaria». (Enver Hoxha; Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases, 24 de junio de 1966)
Se puede resumir en que por lo tanto:
«Cuando Jruschov tuvo el poder en sus manos, Mólotov y todos los otros camaradas no volvieron a actuar como revolucionarios que defienden la línea de Stalin. Se asustaron de la cara de la burocracia al igual que si fuera la cara de una serpiente». (Enver Hoxha; Discusión en la reunión del Buró Político del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, 22 de junio de 1966)
Molotov encabezó la delegación en la infame Conferencia de Ginebra de 1954, donde tanto los revisionistas chinos como soviéticos vendieron a los imperialistas estadounidenses el destino y la soberanía de Vietnam:
«Stalin murió en marzo de 1953 y en 1954 fue cuando John Foster Dulles –el Secretario de Estado de Estados Unidos– amenazó con que tendrían que usar una «represalia masiva» que incluía el uso de la bomba nuclear si los vietnamitas continuaban más allá de Dien-Bien Phu y los chinos intervenían abiertamente en Indochina; así la Unión Soviética y China, en nombre de «preservar la paz» y «prevenir otra guerra mundial» obligaron al ejército vietnamita y el pueblo de Indochina poner fin a la guerra de liberación evitando la completa independencia [de]. La capitulación de Ginebra de 1954 fue la continuación de la capitulación de Corea, traduciéndose en realidad la «paz a cualquier precio» por el término de «evitar el desastre atómico». (Moni Guha; ¿Por qué Stalin fue denigrado y convertido en una figura controvertida, 1981)
Pero lo cierto es que ninguno de los bonitos y diplomáticos puntos de la Conferencia de Ginebra de 1954 fueron cumplidos por el imperialismo estadounidense, demostrándose que: 1) como en Corea, los dirigentes de la Unión Soviética y China había procedido a una apresurada paz concertada con el imperialismo estadounidense en un momento de victorias militares antiimperialistas de las fuerzas indígenas; 2) una paz bajo unos términos que prorrogaban la cuestión de la reunificación de Vietnam, a que fuera estudiada en una próxima conferencia; 3) Estados Unidos se comprometía de palabra a promesas de no injerencia, no presencia de tropas, ni ayuda militar a sus aliados reaccionarios vietnamitas, una promesa que no cumplió en la cuestión de Corea y no cumpliría en Vietnam.
Tampoco surtió efecto el plan ideado en 1955 por los revisionistas soviéticos de concluir un tratado con los imperialistas estadounidenses para crear una Austria «reunificada, neutral y pacífica», pues pronto el país caería bajo la zona de influencia imperialista.
Como Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Mólotov también apoyó la creación del Movimiento de los Países No Alineados, movimiento ideado y dirigido por Tito entre otros:
«Mientras que Viacheslav Mólotov saludaba a la Conferencia de Bandung de los «no alineados» como una gran victoria sobre el colonialismo y el imperialismo, empujando los conceptos revisionistas de «coexistencia pacífica» según la cual «diplomáticos», «políticos», «intelectuales» y los mismos representantes de la economía del mundo burgués-imperialista estaban destinados a «poder contribuir» activamente a la paz y a la «colaboración internacional», si bien se advertía contra la resistencia de «ambientes hostiles». Véase en el documento: Partido Comunista de la Unión Soviética; XXº Congreso del PCUS; Recopilación de documentos editados por Cahiers du Communisme, Paris, marzo 1956». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
La política exterior soviética a partir de abril de 1953 sufrió como hemos visto un volantazo en diversas cuestiones, un giro a tendencias conciliadoras, cobardes, claudicadoras y sumisas hacia el imperialismo. Se puso la primera piedra en la política exterior para la coexistencia pacífica de tipo jruschovista que lejos de beneficiar a la URSS en la arena internacional, le propinaron varias derrotas y la pérdida de su prestigio anteriormente ganado con esfuerzo bajo la dirección de Stalin, por no mencionar el daño y el abandono que supuso a las luchas de los movimientos de liberación nacional, a los cuales se dejaba a su suerte en muchas ocasiones bajo las promesas imperialistas de no intervención cuando no, repartiéndose las zonas de influencias con él a espaldas del país implicado.
A tenor de estos hechos, resulta evidente que la «lucha» de Mólotov contra Jruschov ha sido mitificada, distorsionada por la gente que ante la falta de una explicación real sobre el proceso de restauración del capitalismo en la URSS, crea héroes y villanos sin más análisis, gente como Roberto Vaquero que es proclive a caer en estos clichés ya que no comprenden nada del materialismo histórico, y sin ello no pueden realizar un análisis histórico.
El propio Mólotov reconocería que su grupo de seguidores no tenía ni idea de cómo enfrentar a Jruschov:
«No teníamos ningún programa; solo la destitución de Jruschov, que sería nombrado Ministro de Agricultura. (…) Todavía esperaba que si nos quedamos en el partido podríamos corregir la situación poco a poco, pero nadie nos apoyó. (...) La organización del partido no estaba en nuestras manos. (...) Un buen número de personas me guardaba rencor, en las bases así como los trabajadores que aceptaron la nueva línea [de Jruschov]». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Por tanto con esa táctica de plantear la cuestión como problemas de palacio, sin acudir al respaldo popular, sin recurrir a ellas para la defensa del marxismo-leninismo y el legado de Stalin, fue un error mayúsculo. ¿Es esta la posición de un verdadero patriota y comunista cuando el partido y el país están en peligro?
Dejemos que nos hable la pluma de una figura que sufrió el escarnio público y el intento de asesinato constante cuando los revisionistas conspiraban contra él, veamos si se quedó callado y cruzado de brazos:
«Cuando una situación de hecho, criminal, es impuesta a la masa nacional o a la masa del partido, los verdaderos patriotas, los verdaderos revolucionarios, los verdaderos comunistas, no se plantean un problema de mayorías y minorías, no se plantean la tarea de dilucidar dónde se encuentra el «conducto regular»: se lanzan a la acción, a la batalla, con la voluntad inquebrantable de salvar la Patria de los tiranos y al partido de todo tipo de liquidadores. ¿O es que los miembros cooptados del ex-Secretariado podían esperar que el Secretario General del partido obedecería ordenes facciosas y se resignara a ser espectador y a lamentar la destrucción de una obra que es el honor y el orgullo de la clase obrera y de los trabajadores de Cataluña, que es la vanguardia dirigente de las luchas de hoy contra el franco-falangismo y que será mañana, conjuntamente con el Partido Comunista de España, la suprema garantía de una democracia auténtica en marcha hacia el socialismo? Si el Secretario General hubiera hecho eso, se habría deshonrado para siempre, habría merecido el reproche, el menosprecio de los obreros, de los trabajadores, de todo nuestro pueblo». (Joan Comorera; Declaración de Joan Comorera: Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña, 14 de noviembre de 1949)
Es claro que Mólotov y sus compañeros estaban infectados de vicios y defectos intelectualoides y burócratas. Por ello nadie echaría demasiado en falta a Mólotov y su grupo tras ser purgados definitivamente por Jruschov en 1957, sencillamente las masas y los comunistas revolucionarios tenían en gran estima a Mólotov, incluso lo veían como una de las figuras destinadas a gobernar a la muerte de Stalin, al igual así lo veían los otros partidos comunistas. Pero cuando vieron que él y sus allegados estaban más preocupados de repartirse el poder después de la muerte de Stalin que de mantener los principios, cuando vieron que habían permitido todos los agravios posibles contra la URSS y Stalin, que habían rehusado basarse en el pueblo, la estima se convirtió en indiferencia o en rechazo como es lógico:
«Es así como estos excompañeros de armas de Stalin, que habían consentido las calumnias lanzadas contra su gloriosa obra, fueron calificados, tras este intento fallido, de «grupo antipartido» y recibieron el golpe definitivo por parte de los jruschovistas. Nadie lamentó su caso, nadie se apiadó de ellos. Habían perdido su espíritu revolucionario, eran cadáveres del bolchevismo, habían dejado de ser marxista-leninistas. Habían hecho causa común con Jruschov y permitieron que se cubriera de barro a Stalin y su obra; intentaron hacer algo, pero no por vía de partido, pues el partido no existía tampoco para ellos». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, 1980)
Años después, Mólotov confesó que tenía simpatías por los revisionistas purgados en el Caso de Leningrado de 1951, en especial por la figura de Alexander Voznesensky, de este diría que:
«Era un hombre muy competente, importante, un hombre que nos equivocamos en disparar». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Del mismo modo, Mólotov clamaría sobre Alekséi Kuznetsov, que pertenecía al grupo de Alexander Voznesensky, relacionado con los revisionistas yugoslavos en el caso del centro antisoviético de Leningrado, que:
«De todos los que he conocido, él era uno de los mejores». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Más allá de los vínculos con los revisionistas yugoslavos reconocidos incluso por éstos, estos dos elementos soviéticos eran famosos por teorizar tesis económicas y por introducirlas sin permiso en ciertos sectores saltándose las leyes socialistas y la democracia interna; justo los principios económicos que Jruschov implantaría años después:
«La ley más elemental que rige los costos de producción y distribución de bienes es la ley del valor. (...) En la economía socialista la ley del valor significa la necesidad de calcular y planificar en términos de dinero el costo de producción. (...) El plan del Estado en la Unión Soviética como sistema económico hace uso de la ley del valor para establecer las proporciones necesarias en la producción y distribución del trabajo social y el producto social. (...) La ley del valor opera no solo en la producción, sino también en el intercambio de productos. En los precios en la economía socialista también son otro campo de la expresión monetaria del valor del producto, o su coste de producción y, en última instancia, de la cantidad de trabajo socialmente necesario invertido en su producción. (...) La ley del valor opera también en la distribución del trabajo mismo entre las distintas ramas de la economía nacional de la Unión Soviética. (...) Las siguientes características distintivas deben tenerse en cuenta en cuanto a la planificación y organización de la producción en empresas industriales soviéticas durante el período de economía de guerra: la contabilidad de costes estricta, la ganancia y la pérdida contable, y reducción de los costes de producción. (...) Para lograr un nivel importante de la producción, es importante crear un sistema de premios de incentivo personal para elevar la producción. (...) El socialismo científico no niega la importancia en la economía socialista de la ley de valor, de los precios de mercado, de las ganancias y pérdidas en la contabilidad. (...) En cuanto a la contabilidad de pérdidas y ganancias que se representan en la economía soviética, no solo no es contraria al sistema socialista de economía, sino que sirve como un estímulo importante para el desarrollo de la producción socialista, en la medida en que contribuye al crecimiento de las ganancias». (Alexander Voznesensky; La economía de guerra de la Unión Soviética durante la Gran Guerra; 1947)
También Mólotov sin ningún sonrojo reconocería sus simpatías por el ascenso a la Secretaria General del PCUS de Gromyko y Andrópov en 1982:
«Creo que la aparición de estos dos hombres ha marcado un gran triunfo para nosotros los comunistas en estos últimos años. En primer lugar, Andrópov. Su ascenso a la oficina se me antojó como toda una sorpresa, pese a que había permanecido totalmente familiar a los cuadros bolcheviques todos estos años. Gromyko, a quien yo promoví, estaba a la altura. Andrópov fue la primera sorpresa, pero una sorpresa agradable. Resulta que él es un hombre de firmes políticas, un hombre de amplios horizontes. Una persona en la que se puede confiar. Aparentemente él ha ido madurando en estos años de responsabilidad. Ha probado ser muy merecedor de esta confianza. Estuvo a la altura cuando trabajó conmigo». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Para quién no conozca a estas figuras, Gromyko fue miembro del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1973. También desempeñó como Ministro de Exterior desde 1957 hasta los años 70, lo que indica que fue una pieza clave del jruschovismo y de su variante el brezhnevismo. Venir a decir en 1982 que Andrópov era un hombre de «firmes políticas» tras cambiar la chaqueta stalinista por la jruschovista, y la jruschovista por la brezhnevista; de ser responsable de la represión revisionista bajo la máxima dirección del KGB entre 1967 y 1982; calificarlo de «hombre de confianza» cuando había sido el brazo ejecutor de los jefes jruschovistas en la política interior y exterior de la URSS, era poco menos que una tomadura de pelo para los trabajadores de la Unión Soviética, y hacía un flaco favor a los marxista-leninistas que combatían desde el exterior las ilusiones hacia el revisionismo soviético.
Esta entrevista demuestra de nuevo la degeneración ideológica de Mólotov y su sentimentalismo respecto a las personas con las que había tenido trato.
Al revisionista francés Maurice Thorez, uno de los mayores antistalinistas de esos años, le definiría como:
«Un hombre muy bueno; un stalinista». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Téngase en cuenta que Thorez no solo fue un infame jruschovista, sino un socialchovinista y socialimperialista, que apoyó a los diversos gobiernos socialdemócratas y conservadores para mantener el imperio francés. Mientras Thorez hablaba por influjo de Jruschov contra Stalin en 1956 y daba lecciones de «democratización», por otro lado aprobaba en el parlamento dar plenos poderes al gobierno de René Coty para reprimir a sangre y fuego la insurrección en Argelia. Un episodio del que los revisionistas parecen no acordarse.
En cuanto al revisionista alemán Walter Ulbricht, responsable de los desastres en la RDA, Mólotov le presentaría como:
«Un comunista dedicado, un camarada políticamente consciente». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)
Otra ocasión en que Mólotov demostraría sus escasos conocimientos de marxismo y su apego meramente sentimental por la obra de Stalin, fue cuando en sus entrevistas achacó a Stalin haberse equivocado en sus pronósticos internacionales en materia económica. En realidad lo que Stalin había pronosticado en «Problemas económicos del socialismo» de 1952, era que la esfera de explotación de los recursos mundiales por los principales países capitalistas –los Estados Unidos, Inglaterra y Francia– no iba a ampliarse sino a reducirse, que las condiciones del mercado mundial de venta empeorarían para esos países. Mólotov señalaría en los años 70 que eso no se había producido y que por tanto Stalin se había equivocado, pero Stalin no se había equivocado, un famoso marxista-leninista francés explica así el plan de Stalin y el desbarajuste de su plan por los jruschovistas:
«Se trataba que simplemente que en cualquier país, fuera socialista –como los existentes en las democracias populares– o anticolonialista –como China–, se otorgara la posibilidad de edificar una poderosa industria de producción de medios de producción que les apartara de su amenaza de la «dawesización». Así sería quebrantado el monopolio de la detención de los medios de producción por algunas potencias imperialistas, así las economías socialistas definitivamente serían sustraídas del mercado capitalista mundial y los ex países dependientes incluso los no socialistas, se hallarían en situación de sustraerse de la explotación por el capital extranjero y llegar ellos mismos a tomar sitio sobre el mercado capitalista mundial. La perspectiva era clara: reforzar a los países del campo socialista y contribuir a agravar las rivalidades interimperialistas a través de la reducción de las oportunidades para el capital imperialista y sus mercados, ayudando a los países dependientes a construir su propia industria, acelerando la revolución en los países imperialistas más poderosos. Concebimos que tal situación inevitablemente hubiera traído rápidamente «la agravación de la crisis general del sistema capitalista mundial». Entonces como se vio, los revisionistas jruschovistas dieron fin a esta perspectiva inmediatamente después del fallecimiento de Stalin y otros dirigentes marxista-leninistas de los países de democracia popular. Ansiosos de elegir «la línea de menor resistencia», cuando no estaban claramente motivados por ambiciones chovinistas y socialimperialistas, los revisionistas soviéticos se opusieron en lo sucesivo a la construcción de una industria de medios de producción y transformaron a los ex países socialistas en países dependientes. Era inevitable que estas condiciones trajeran consigo la extensión de oportunidades mercantiles y financieras para los países imperialistas». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
Se concluye que Mólotov fue en política un sentimentalista respecto a Stalin, pero que jamás llegó a comprender la esencia de su obra política, y por tanto estaba incapacitado para defender su legado político, un problema desafortunadamente que abundaba mucho en aquella época y que tiene su eco en la actualidad:
«La desgracia del movimiento comunista internacional fue que el apego al comunismo era a menudo más sentimental que doctrinal, incluso en vida de Stalin. Y es esta religiosidad la que usan los revisionistas para combatir la teoría y práctica del socialismo científico. Cuando se consideró urgente hacer frente a estas debilidades y aumentar la comprensión del marxismo-leninismo a un alto nivel científico, se encontraron con una gran resistencia pasiva –la indiferencia y la inacción– y activa –con hostilidad– de muchos ejecutivos del aparato del partido, el Estado y la economía. En el resto del movimiento obrero internacional, las desviaciones a menudo también se fueron fraguando poco a poco, ya sea en los partidos comunistas de los países imperialistas –con el socialchovinismo– o de los países dependientes –con el nacionalismo tercermundista–. En la Unión Soviética, los elementos hostiles como los jruschovistas eran ciertamente una minoría, pero estos elementos gozaron del apoyo de muchos elementos inertes. Viacheslav Mólotov fue el tipo de figura con la naturaleza característica de estos elementos inertes cuya comprensión de los nuevos acontecimientos era superficial y por lo tanto eran propensos a mostrarse inestables». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
Y esto efectivamente es así, hay que saber qué tipo de personas necesita el comunismo para que triunfe su causa, no reivindicar a cualquiera por mero folclore:
«El comunismo no necesita de gente bien intencionada pero pasiva, cobarde y conformista como Mólotov que obstaculizan la lucha contra oportunistas como Jruschov, sino que necesita de gente formada ideológicamente, fiel, valiente, y comprometida hasta sus últimos días como Hoxha. Mientras un movimiento o un individuo marxista-leninista no comprenda la máxima básica de que debe pertrecharse del materialismo dialéctico como método para analizar los fenómenos sociales y que esto incluye una exclusión del sentimentalismo para analizar las cuestiones, dicho movimiento o dicho sujeto será un revolucionario que simpatiza con el marxismo-leninismo y aplica ciertas cosas de él que le gustan y acepta, pero jamás un marxista-leninista».
(Equipo de Bitácora (M-L); Algunas cuestiones económicas sobre la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista, 28 de agosto de 2016) (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)
https://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2018/02/sobre-molotov-equipo-de-bitacora-m-l.html