Cuando Muhammad Abu Haddaf, un niño de nueve años, murió en el hospital en las primeras horas del 6 de diciembre de 2017, su madre, Nisrin, no pudo estar junto a su cabecera porque estaba embarazada de nueve meses.
El padre de Muhammad, su marido Saleh, no sabía cómo contarle la noticia. Pero cuando a última hora de esa mañana ella pudo averiguar lo sucedido a través de unos familiares, “no pude controlarme”, dijo Nisrin. “Grité y lloré por mi pequeño”.
“Perdí a mi hijo Muhammad. Dios así lo decidió”, dijo Nisrin. “Después alabé a Dios y oré para que tenga misericordia de él y le perdone”.
Muhammad murió a causa de las heridas sufridas durante el ataque de Israel en 2014 contra la Franja de Gaza.
Esta semana, el grupo israelí por los derechos humanos B’Tselem publicó un relato detallado de lo que le sucedió a la familia de Muhammad durante el ataque y los años posteriores.
Dos misiles
Cuando se inició el ataque israelí, Saleh y Nisrin cogieron a sus cinco niños y se trasladaron desde su hogar, en el pueblo de al-Qarara, a la casa de la hermana de Saleh, en Jan Yunis, al sur de Gaza.
El 8 de agosto de 2014, cuando se suponía que estaba en vigor un alto el fuego, los padres y los niños volvieron a al-Qarara para recoger algunas pertenencias de entre las ruinas de su hogar, bombardeado por las fuerzas israelíes.
Cuando allí se encontraban, los israelíes lanzaron dos misiles que “al parecer tenían como objetivo tres miembros de la amplia familia Abu Haddaf, que se hallaban en el umbral de su casa, muy cerca de allí, y que no estaban participando en los combates”, afirma B’Tselem.
Esos misiles mataron a tres personas, incluidos dos niños. Según Defense for Children International-Palestine, los dos niños eran Mahmud Muhammad Saleh Abu Haddaf, de 8 años, y Mahmud Jalid Musa Abu Haddaf, de quince, y el familiar adulto era Suleiman Samir Abu Haddaf.
Saleh y Nisrin y cuatro de sus hijos resultaron heridos y fueron trasladados al hospital en Jan Yunis.
Muhammad, que tenía seis años entonces, resultó alcanzado en el abdomen y espina dorsal. Los doctores del Hospital Europeo en Rafah –cerca de la frontera de Gaza con Egipto- tuvieron que reanimarlo, sufriendo una isquemia cerebral.
Durante su estancia de quince días en el hospital se vio que tenía las dos piernas paralizadas.
Muhammad fue trasladado a Turquía para recibir un tratamiento mejor, donde se le unió su hermano Ayash, que entonces tenía seis años y estaba también parcialmente paralizado.
Durante sus meses en Turquía, los niños tuvieron que estar separados de sus padres. “No puedo describir lo mal que me sentía.
Estaba herida y mis dos hijos también”, dijo Nisrin. “Encima, Muhammad estaba lejos y no sabía exactamente qué le estaba sucediendo”.
“Mis hijos me necesitaban, pero yo estaba física y emocionalmente exhausta”, dijo Nisrin.
La vida en una “casa destruida”
Meses después, la familia volvió a su hogar en al-Qarara, que Saleh había conseguido reconstruir parcialmente, y Muhammad tuvo que ser hospitalizado de nuevo en Gaza en diciembre de 2014.
Al año siguiente, se sometió a una operación de estómago y garganta en el hospital Hadassah, en Jerusalén.
Pero su estado siguió deteriorándose; después de volver a casa, perdió la visión y la capacidad de hablar. Necesitaba cuidados intensivos que costaban cientos de dólares a la semana que la familia no podía sufragar.
“Sólo encontraba trabajo ocasionalmente y gastaba todo lo que ganaba en Muhammad”, dijo Saleh. “Mi padre, mi hermana y mis hermanos me daban dinero, pero todos ellos son trabajadores humildes y no podían aportar mucho”.
Y en medio de todo, con el frío del invierno y el calor del verano, “vivíamos en una casa destrozada, sin paredes, ventanas o puertas de verdad”, añadió Saleh.
En octubre del año pasado, la familia se mudó a un nuevo hogar construido con la ayuda de familiares y de la UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos.
Muhammad fue readmitido en el Hospital Europeo en noviembre de 2017, pero después de dos cirugías infructuosas por hinchazón abdominal, murió allí al mes siguiente.
“El estado de Muhammad siguió siendo grave todo el tiempo hasta que le perdimos el miércoles a las dos de la madrugada”, dijo Nisrin tras su fallecimiento.
Atacando a los civiles
“Bombardear zonas densamente pobladas fue uno de los aspectos más horrendos de la actuación israelí en una operación denominada Margen Protector”, afirma B’Tselem.
“Tal política consiguió asesinar al menos a 1.055 palestinos –casi la mitad de los que murieron durante toda la operación-, de los cuales 405 eran niños y 229 eran mujeres”.
B’Tselem rechaza como “totalmente infundada”, la proclama de Israel de que era legítimo bombardear zonas civiles en tal manera.
El ataque de Israel destruyó o causó daños graves en 18.000 viviendas, dejando a más 100.000 palestinos sin hogar.
Según las cifras de la ONU citadas por B’Tselem, casi 30.000 siguen sin hogar tres años después del ataque.
Y de las más de 11.000 personas heridas, la mayoría “tuvo que arreglarse con los deficientes servicios médicos a que se ha dejado reducida a Gaza y pagar ellos mismos los tratamientos, sin que Israel les haya indemnizado en modo alguno por todo el daño causado”.
En el caso de Muhammad, B’Tselem dice: “Su familia y los doctores lucharon por salvarle la vida, por eso se le trasladó de un hospital a otro –Gaza, Turquía e Israel- paralizado, ciego e incapaz de hablar”.
La vida y muerte de Muhammad es sólo una de las historias del impacto espeluznante y prolongado de la violencia sistemática y masiva de Israel, sin que hasta el momento haya rendido cuentas ni se haya hecho justicia alguna.
Ali Abunimah es cofundador de The Electronic Intifada y autor de The Battle for Justice in Palestine , publicado por Haymarket Books. También ha escrito One Country: A Bold-Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse .
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=237504