El cierre de la gira del Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, revela la importancia en la política estadounidense que adquiere esta región. Considerada por sus estrategas geopolíticos como un lago interno de la potencia del Norte, donde su hegemonía ha sido puesta en cuestionamiento con la aparición de iniciativas de Venezuela como Petrocaribe.
Anuncios y consideraciones de Tillerson sobre un posible embargo
En su último día de gira en América Latina, el secretario de Estado, Rex Tillerson, se reunió con Andrew Holness, primer ministro de Jamaica. Con quien conversó sobre las implicaciones de un eventual embargo al petróleo venezolano de la Administración Trump. Dirigido a restringir el acceso del crudo del país a las refinadoras estadounidense.
De estas conversaciones, Tillerson destacó que un eventual embargo "perjudicaría al ya agobiado pueblo venezolano, a las empresas estadounidenses y a las naciones del Caribe que dependen de él". Declaración, que además de sincerar los efectos sobre la República Bolivariana, pone en evidencia la intención de cortar el suministro de Venezuela hacia Petrocaribe.
Por lo que anunció que en la última reunión trilateral de México, Cánada y Estados Unidos se decidió conformar "un grupo de trabajo muy pequeño, enfocado en mitigar esta decisión si es tomada por el presidente Trump". Una clara evidencia de que el viaje de Tillerson en gran parte estuvo enfocado en armar una coalición multilateral que amplie el respaldo a favor de un embargo contra Venezuela.
En esta misma línea, Tillerson afirmó que "tuvo una discusión amplia con el primer ministro de Jamaica para promover una mayor independencia energética del Caribe, a partir de desarrollar los recursos que tienen, y compartir la abundancia de los que disfruta América del Norte". En referencia a la Iniciativa de Seguridad Energética, promovida por Estados Unidos para eliminar la influencia de Petrocaribe.
Objetivos del embargo petrolero y la relación con Exxon Mobil
La visita de Tillerson a Jamaica revela una consistencia en la política estadounidense en el Caribe. Sobre todo si se tiene en cuenta que en 2015 Barack Obama fue el primer presidente estadounidense en visitar la isla desde el arribo de Ronald Reagan en 1982. Dato que, también, pone de manifiesto la importancia que adquiere la captación de Jamaica por parte de Estados Unidos en su objetivo por desplazar a Petrocaribe.
Enfoque basado en la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe, apuntada a diseñar planes de financiamiento a fuentes de energías renovables, como las solares y eólicas, sustentadas en la importación de "tecnologías limpias" hacia el Caribe. Una propuesta que según el ex vicepresidente estadounidense Joe Biden, serviría para "quitarle a la región el obstáculo del costo de la energía y la dependencia de proveedores únicos", en referencia directa a Venezuela.
En este sentido, además, toman especial preponderancia las palabras de Tillerson sobre "compartir la abundancia" de los recursos que posee EEUU. Dado que se refiere a la posibilidad de que el gas no convencional, producido mediante fracking en suelo estadounidense, sustituya en parte al crudo venezolano como fuente de energía de la región.
Un detalle no menor si se le adereza que ExxonMobil, la compañía que dirigía Tillerson antes de convertirse en Secretario de Estado, es el segundo productor de gas natural a nivel mundial por este tipo de práctica, según una publicación de la revista Forbes en 2016.
Como vemos, las conversaciones de Tillerson con el primer ministro de Jamaica tienen el claro objetivo de utilizar a la nación caribeña como ariete de una jugada más abarcante. Orientada a utilizar el embargo petrolero como un método de extorsión a las naciones del Caribe para que consientan un eventual corte del suministro del petróleo venezolano.
A pesar de esto, la iniciativa de Petrocaribe sigue siendo mucho más atractiva para estos países por los precios y las condiciones de pago, que establecen la posibilidad de hacerlo a través de intercambios comerciales de productos en vez de dinero. Esta relación complementaria es la que Tillerson busca quitar de la ecuación en favor de que Exxon Mobil y otras empresas como Chevron se asegure un nuevo mercado.
La jugada geopolítica: conseguir un nuevo momento OEA
La intención de boicotear el suministro de Petrocaribe y afectar el circuito de refinamiento de PDVSA en el Caribe no es para nada nuevo. Justamente, las sanciones ordenadas por Donald Trump contra el Estado y PDVSA han buscado imposibilitar los pagos por parte de las naciones caribeñas, y afectar a las empresas mixtas conformadas por la estatal petrolera junto a sus pares de la región.
Lo que ha dado como resultado que Jamaica intente hacerse del 49% de las acciones de Petrojam, hoy en manos de la estatal petrolera venezolana. Por lo que la posibilidad de un embargo petrolero apunta directamente a cortar a Venezuela del mar Caribe, considerado por EEUU como una zona estratégica de seguridad nacional.
Más allá de la intención de monopolizar el mercado energético caribeño, se encuentra un objetivo geopolítico inmediato en el deseo de afectar la complementariedad de Venezuela con la región. Si se tiene en cuenta la afirmación de Tillerson, realizada durante su gira, sobre las conversaciones sostenidas con otros países de la región "para restaurar la democracia en Venezuela a través del Grupo de Lima y la OEA", se entiende que en una eventual votación sobre la aplicación de la Carta Democrática las naciones caribeñas serían fundamentales para conseguir los 23 votos necesarios para sancionar a la República Bolivariana en el organismo.
Esta realidad es inobjetable dado el fracaso que el año pasado tuvo EEUU en la OEA justamente por el respaldo a Venezuela por parte de los países aliados de la región. Por lo que no es descabellado pensar que la Administración Trump prepare un nuevo momento OEA luego de aplicar un paquete de medidas en pos de afectar las relaciones de la nación bolivariana con su entorno más cercano. Considerando la necesidad de Washington de conseguir una vehículo institucional a través de la Carta Democrática para quitarle el halo unilateral a sus medidas contra el país, y presionar al resto de las naciones de la región en busca de un mayor acompañamiento.
En este contexto, el canciller venezolano Jorge Arreaza realiza una gira por Trinidad y Tobago, Surinam y Haití en función de profundizar las relaciones con los países de esta región. El caso de Trinidad y Tobago es una muestra de la estrategia bolivariana para contener a EEUU dado que recientemente los dos países han firmado tres acuerdos de cooperación gasífera. Un ejemplo que refleja como aún asediada, la República Boivariana apuesta a relaciones de complementariedad que sean duraderas en el tiempo y despejen la incertidumbre que se intentan sembrar con amenazas.
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