No es nada nuevo el hecho de que el CENIDH de Vilma Núñez defienda a las bandas de antisociales que operan en inhóspitas zonas montañosas del país, desde donde incursionan a poblados diversos a asesinar, robar y violar, a como ha sido documentado.
El CENIDH que la señora Núñez regenta desde hace varias décadas, fue uno de los organismos de “derechos humanos” que junto a la CPDH y La Prensa se “embrocaron” con el narcotraficante Gerardo Sánchez Montalbán, alias “comandante Roberto Palacios”, quien tenía un ejército virtual en su laptop que vendió como verdadero a los opositores a ultranza.
¿Creerán doña Vilma y sus empleados que el pueblo ya olvidó su apoyo al delincuente Gerardo Sánchez, que yace en La Modelo cumpliendo una condena de 15 años?
El “comandante Palacios” mereció toda la atención del CENIDH, del MRS y sus ONG opositoras.
Todos tuvieron contacto y centraron sus esperanzas de violencia, sangre y asesinatos en el “invencible” cuerpo armado que el narcotraficante dijo tener.
El mundo se les vino abajo cuando Sánchez fue apresado en Nicaragua disfrazado de inmigrante cubano, portando varios kilos de cocaína en su mochila.
Por supuesto que ninguno aceptó públicamente haber tenido vínculos con el “rearmado” que habían reivindicado como tal.
La Prensa publicó una esquelita escondida en páginas interiores e igual desinterés mostró el resto de reclutas, con el CENIDH incluido. Vilma Núñez y sus muchachos se olvidaron del “comandante” que los había hecho soñar con una nueva guerra en Nicaragua y estamos seguros que nunca se interesaron por sus derechos humanos una vez que se descubrió que era un “comandante narco”.
Por lo anterior, no nos extraña que un empleado de Vilma Núñez vuelva a referir la existencia de grupos armados en nuestro país, con la diferencia de que estos nuevos “rearmados” ya no habitan en la laptop de Gerardo Sánchez, sino en la mente calenturienta de los opositores del MRS y sus ONG.
Pero no se crea que es completamente ideológico el deseo de los derechistas del MRS y sus comparsas de ver destruido al FSLN, sin importar las consecuencias.
Todos reciben jugosas cuotas de miles y hasta millones de dólares cada año de sus patrones en Estados Unidos y Europa.
Vilma Núñez y su CENIDH, por ejemplo, entre 2012 y 2015 recibió de diversas fuentes extranjeras US$ 23,564,339.40, a un promedio de casi 6 millones de dólares por año. Como se ve, es muy provechoso ser opositor en Nicaragua, y mejor aún con el disfraz de defensor de los derechos humanos.
¿Qué habría pasado si algún dirigente o funcionario sandinista se hubiera liado con el narcotraficante Gerardo Sánchez?
Sin pecar de exagerados, estamos seguros que los titulares de La Prensa y demás medios de los Chamorro todavía se estarían viendo.
¿Qué pasaría si el gobierno pide cuentas al CENIDH o a cualquier otro ONG con entradas millonarias sobre el destino de semejantes cantidades millonarias?
Ya lo sabemos. Armarían tremenda alharaca apoyados por los padrinos que tienen en los sectores ultraconservadores de Estados Unidos, señalando que son perseguidos por la “dictadura” sandinista.
Es obvio que el interés por el dinero gringo es un buen acicate para estos opositores locales que anhelan la conformación de una nueva “Contra”, que reciba todo el apoyo norteamericano como ocurrió en los años 80 del siglo pasado.
Los muertos y la destrucción no les importan.
Ellos creen que seguirán gozando las mieles del dinero sucio que se ganan, protegidos por el poder del imperio del Norte.
¿Ignoran acaso o han olvidado que las consecuencias de las guerras son impredecibles?
Se han convertido en tan antinicaragüenses, que esperan con ansias la consumación de la Nica Act, el engendro que ellos mismos pidieron a la Ileana Ros-Lehtinen, y se enfurecen por los logros deportivos de Nicaragua en los recién finalizados Juegos Centroamericanos.
Para esta gente el fin justifica los medios, pese a que como dijimos antes, nadie puede precisar cuál será el fin de cada persona en una conflagración armada e incluso en una nueva forma de intervención como sería un “golpe suave”.
Ojalá no cosechen tempestades estos sembradores de vientos.
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