Los niños iraquíes son las víctimas de la terrible situación política en que se halla sumido el país desde antes del comienzo de la guerra liderada por EE. UU. Los efectos negativos sobre los niños se iniciaron con las duras sanciones de las Naciones Unidas contra el régimen de Saddam Hussein, considerablemente agravados por la guerra, cuyas consecuencias aún se sufren.
Incluso ahora, apenas pasa una semana en Iraq sin que los signos de violencia dejen tanto a niños como adultos con cicatrices físicas y mentales permanentes.
Expertos como el Dr. Haithi Al Sady, del Centro de Investigación Psicológica de la Universidad de Bagdad, han advertido del alto número de niños que sufren trastornos de estrés postraumáutico (TEPT).
El TEPT puede tener consecuencias devastadoras en los cerebros infantiles, afectando negativamente en su desarrollo.
Puede conducir a una reducción del área del cerebro conocido como hipocampo, que es fundamental para el procesamiento de la memoria y las emociones.
Además, si no se trata, el TEPT puede provocar una amplia variedad de problemas de salud mental a lo largo de toda la vida.
La mayoría de los niños iraquíes que presentan problemas de salud mental se quedarán sin recibir tratamiento, ya que el número de psiquiatras infantiles en el país en insuficiente para atender con todos los que necesitan asistencia.
El Dr. Haidr al-Maliki, que fue psicólogo militar durante el régimen de Sadam Husein, trabaja en la actualidad como psiquiatra infantil en el Hospital Ab Ibn Rushed de Bagdad.
Es uno de los escasos psiquiatras infantiles que quedan en el país.
Un informe de UNICEF: “Nowhere to Go” [Ningún lugar adonde ir], detalla los efectos de la continuada violencia sobre los niños iraquíes.
Según este informe, cinco millones de niños, en una población infantil total de 20 millones, necesitan ayuda humanitaria.
Uno de cada cinco niños presenta retrasos en el crecimiento y más del 7% de los niños menores de cinco años sufren emaciación, una enfermedad que hace que el tejido muscular y el adiposo se “atrofien”.
Los niños están expuestos a metales pesados y neurotoxinas como consecuencia de las explosiones de las bombas y otras municiones, ya que ese armamento afecta no sólo a los atacados, también a quienes viven en las cercanías.
Además, la contaminación provocada por el uranio empobrecido y otras poluciones relacionadas con los usos militares son probablemente la causa del aumento de malformaciones congénitas y cáncer.
La Dra. Mozhgan Savabieasfahani, toxicóloga iraní, ha encontrado niveles “alarmantes” de plomo en los dientes de “leche” o “temporales” de los niños iraquíes con defectos congénitos.
La guerra y la continuada violencia en el país han tenido un impacto muy grave en la educación de los niños.
Según los estudios de UNICEF, tres millones de niños no asisten a la escuela de forma regular y 1,2 millones de niños no asisten nunca.
Además, la mitad de todos los colegios de Iraq necesitan de urgentes reparaciones.
Las infraestructuras de agua y saneamiento, dañadas por los intensos bombardeos y que aún no han sido reparadas, junto a un sistema sanitario debilitado, ponen en peligro la salud y supervivencia de los niños.
Al menos el 70% de los niños desplazados (de un total de 1,5 millones) han perdido un curso entero de colegio.
Los niños que sufren discapacidades no tienen acceso a la educación.
Entre enero de 2014 y mayo de 2017, 1.075 niños murieron asesinados y 1.130 resultaron heridos o mutilados.
Además, 231 niños fueron reclutados para los combates.
A pesar de las leyes contra el trabajo infantil, un gran número de niños se ven obligados a trabajar para poder satisfacer sus propias necesidades básicas y ayudar a sus familias.
Las fuerzas ocupantes británicas y estadounidenses y el gobierno iraquí no han cumplido sus deberes más básicos para con los niños de Iraq, según la Convención de la ONU sobre los Derechos de la Infancia. Iraq, Gran Bretaña y EE. UU. han firmado dicha Convención, pero EE. UU. es el único país estable en el mundo que no la ha ratificado.
Los otros dos países son Somalia y Sudán del Sur.
Hay un imperativo moral de ayudar a los niños iraquíes para que tengan vidas normales.
La guerra liderada por EE. UU. causó daños tremendos en la infraestructura sanitaria pública y en el tejido social del país.
Aunque la guerra contra Iraq ha terminado, el ataque despiadado contra los niños iraquíes prosigue su curso.
El Dr. Cesar Chelala es asesor de salud pública internacional y ganador de varios premios de periodismo, entre ellos, el Overseas Press Club of America de 1979 por el artículo “Missing or Disappeared in Argentina: The Desperate Search for Thousands of Abducted Victims”.
Counterpunch.org
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.