Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Conozca la causa y origen de la "caza de brujas" en EE.UU. (MACARTHISMO )

He aqui al senador McBomba, 
muerto en su cama de injurias, 
flanqueado por cuatro cerdos; 
he aquí al senador McCerdo, 
muerto en su cama de bombas, 
flanqueado por cuatro lenguas; 
he aquí al senador McLengua, 
muerto en su cama de cerdo,
flanqueado por cuatro víboras; 
he aquí al senador McVíbora,
muerto en su cama de lenguas, 
flanqueado por cuatro búhos: 
He aquí al senador McCarthy, 
McCarthy muerto, muerto McCarthy,
bien muerto y muerto, amén.

(Nicolás Guillen, "Pequeña letanía grotesca en la muerte del senador McCarthy", de La paloma de vuelo popular.)

Pronto habrán transcurrido sesenta años desde que senador por el Estado deWisconsin, Joseph Raymond McCarthy, desapareciese de la vida pública, derrotado finalmente en el Senado desde el cual ejerció un poder ante el que no eran invulnerables ni los Presidentes de la nación, ni los grandes héroes militares y civiles de una guerra recién ganada.

Al examinar ahora los textos y los documentos de los cuatro años de aquel periodo de la historia contemporánea de los Estados Unidos - que se inició el 9 de febrero de I950, cuando un senador oscuro denunció en público que el Departamento de Estado tenía a su servicio 205 comunistas, y terminó el 2 de diciembre de 1954 con un voto del Senado condenando las actividades del senador McCarthy por 67 votos contra 22-, puede observarse un fenómeno constantemente repetido a lo largo de los siglos: el triunfo del oscurantismo, de la brutalidad, de los dogmas más estrechos sobre el pensamiento y la facultad de idear.

PRECEDENTES DEL MACARTHISMO 

Un dramaturgo, Arthur Miller, estableció un paralelo entre aquella situación y una similar creada por los puritanos de la ciudad de Salom - donde se castigaba con la cárcel a quienes reían en domingo-. 

En el año 1692: un proceso de brujería que terminó con la ejecución de 21 personas -cinco hombres y dieciséis mujeres- convictas de pacto con el demonio.

 Una situación semejante aparece descrita por Aldous Huxley en "The devils of Loudun": en 1631, las monjas de un convento de ursulinas, en el pueblo francés de Loudun, se entregaron a raros excesos físicos y espirituales, y el resultado fue un fenómeno de histeria colectiva que terminó con la ejecución en la hoguera, después de una larga serie de torturas, del párroco Urbano Grandier, acusado de haber desencadenado los demonios, y cuyo único pecado consistió realmente en un exceso del ejercicio de virilidad favorecido por sus excelentes facultades físicas.

 Estos pequeños ejemplos puramente locales revelan quizás el fondo histórico y supersticioso con el que puede identificarse el macartismo -que por ello ha sido también llamado "caza de brujas"-, pero no su extensión ni su alcance.

 Debe realmente inscribirse en la serie de los grandes movimientos de intolerancia y de persecución. Es una costumbre de los historiadores estimar que la Humanidad pasa alternativamente de periodos lógicos y moderados, llamados clásicos, a periodos emocionales e impulsivos de tipo romántico, donde el pensamiento deja de primar.

 La cuestión es un poco más complicada. Las dos tendencias coexisten, practican su dialéctica en cualquier momento Histórico que se enfoque -sea cual sea la que domine aparentemente-; cualquier ideología tiene una vertiente lógica y racional, y otra impulsiva y pasional.

El estallido, el asalto de los impulsos agresivos suele producirse precisamente en los momentos en que una sociedad cree encontrar el punto máximo de su desarrollo y de su estabilidad y rechaza la aparición de cualquier idea nueva que pueda variar su situación aunque sea para mejorarla, aunque sea nacida de ella misma.

 Tal es el caso de la Roma clásica al tomar contacto con el cristianismo. O el de la España renacentista, recién formada su nacionalidad, dominadora de medio mundo, persiguiendo en contra de su propia economía a las minorías judías y moriscas que estaban perfectamente delimitadas y controladas.

 La diferencia más concreta entre estos movimientos y el macartismo es que, mientras en aquellos períodos se perseguían movimientos concretos, personas perfectamente identificadas por su religión o sus razas o sus nacionalidades -como ocurrió en los progroms centroeuropeos-.

 El macartismo persiguió fantasmas. 

 No se aplicó a la busca de comunistas, al descubrimiento de comunistas, sino a inventar comunistas y a acusar de comunismo a toda clase de personas, desde una pobre negra - Annie Lee Moss-, que tuvo que preguntar a sus acusadores quién era ese Marx de quien tanto la hablaban, hasta el general Marshall - autor del famoso Plan Marshall ideado para contener precisamente al comunismo en Europa - pasando por el FBI, los empleados de la Voz de América, los científicos atómicos - entre ellos Oppenheimer -, soldados, pastores, senadores, periodistas...

En este sentido se puede comparar el macartismo a los movimientos supersticiosos e histéricos de la "caza de brujas". Su impulso fue tal que llegó a crear un estado de opinión notable; en 1954, próximo el fin político de McCarthy. Una encuesta"Gallup" demostró que un cincuenta por ciento de la opinión pública era favorable al senador de Wisconsin. Y un treinta por ciento "no le era contraria".

LA PREPARACIÓN DE LA GUERRA FRÍA

En realidad el senador Joseph Raymond McCarthy no hizo más que poner su nombre y su rostro - un rostro cuadrado, espeso, de rasgos groseros- a una situación, y elevar después esa situación, preparada previamente, a la categoría de tragicomedia.

 La muerte de Roosevelt en mayo de 1945 y el advenimiento del pequeño - en todos los órdenes- e inesperado Truman, cambió enteramente de rumbo la política de los Estados Unidosdurante la guerra. Se pasó de la confianza en el aliado soviético, de la esperanza ideal de una paz duradera basada en doctrinas de buena voluntad, a una nueva situación tensa y angustiada.

 Los últimos movimientos de tropas en Europa no tenían ya más objeto que la loca carrera por adelantarse a las tropas soviéticas en la ocupación de territorios; el empleo de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, cuando ya se habían iniciado conversaciones de paz con el Japón, trató de evitar que la U.R.S.S. apareciera entre las potencias vencedoras en Asia.

Las negociaciones de San Francisco para la creación de las Naciones Unidasestuvieron falseadas por el acaparamiento de votos americanos con el fin de oponerse a un posible bloque comunista.

 Dos hombres que no habían conseguido ablandar a Roosevelt triunfaron con Truman: Churchill, cuyo anticomunismo procedía de la Primera Guerra Mundial, y Hitler, que hasta en sus últimos momentos del refugio de la cancillería de Berlín estuvo tratando de dividir a sus enemigos.

 Y lo consiguió a título póstumo, cuando ya no iba a serle útil personalmente, pero iba a servir para el renacimiento de Alemania; el "milagro alemán" que presenciamos todavía hoy es fruto de aquella operación de Hitler.

 Truman tuvo un sueño de dominio mundial, creyó posible gozar de la victoria sin repartir el botín con sus aliados, puesto que para sus destruidos aliados europeos le bastaba con una cierta ayuda económica - el Plan Marshall-, que les haría eternamente dependientes de los Estados Unidos, sobre todo si al mismo tiempo minaba para siempre su poder colonial y el único problema auténtico se planteaba con la U.R.S.S.-más tarde apareció el problema chino, que Truman fue incapaz de prever; creía que le bastaría con mantener a Chiang Kai-Chek bien pagado-.

LA OLA DE ANTISOVIETISMO

Para lanzar la ola de antisovietismo fue precisa una fuerte campaña de propaganda que diera marcha atrás a la corriente de simpatía a favor de la U.R.S.S., nacida durante los años de la alianza en los campos de batalla.

 Surgió la semántica de la guerra fría: el "telón de acero", el "mundo libre", las "naciones cautivas". Puesto que la idea de un ataque frontal de la U.R.S.S. a los Estados Unidos era imposible, se fomentó la propaganda de la"subversión", de la infiltración, de la traición.

El pueblo estaba comenzando a cosechar los frutos de la victoria. Truman acertó con su programa de "Fair Deal" -una prolongación del "New Deal" de Roosevelt - y consiguió brillantemente la reconversión de la economía de guerra en economía de paz.

 Las industrias de guerra reconvertidas inundaron el mercado de productos de consumo, rápidamente adquiridos por los remanentes de una masa de ahorro producida en los años de guerra, durante los cuales se habían acumulado los beneficios de las industrias y se habían aumentado los salarios.

 Las exportaciones a los países de Europa producían unos ingresos considerables en el país - este era el doble tilo del Plan Marshall: la dependencia económica de los países arruinados, más los beneficios industriales para los Estados Unidos -.

 Y la renta nacional bruta aumentaba vertiginosamente.

 De 211.000 millones de dólares en 1946, pasó a 233.000 millones en 1947. Con sus ricos soldados estacionados en todo el mundo, su poderosa bomba atómica -considerada entonces como el arma absoluta-, su fantástico nivel de vida, el ciudadano americano había creído encontrarse ya en el mundo de la utopía.

 Una ola de crecimiento demográfico - el "baby boom" - confirmó su optimismo con que el pueblo americano consideraba su futuro.

En esta situación, el hecho de que apareciera de pronto una amenaza descrita como siniestra, como invisible, creó fácilmente una situación de histeria.

 Se advertía al pueblo norteamericano que entre él mismo anidaba un enemigo deseoso de privarle de sus libertades y de su confort, capaz de convertir los Estados Unidos en un país concentracionario.

 Ese enemigo podía ser su más apacible vecino, disfrazado de norteamericano medio -más tarde se pondrían rostros a estos enemigos ocultos: el apacible e inteligente matrimonio judío de los Rosenberg, Alger Hiss...-. con lo cual se creó la más fantástica de las desconfianzas.

 La guerra de Corea, el bloqueo de Berlín, las batallas en laO.N.U. confirmaban esta idea de la agresión antinorteamericana. Pero pronto el espantapájaros anticomunista se aplicó a resolver problemas interiores.

 La prosperidad no pudo evitar una reaparición del paro y produjo una inflación, lo cual movió a los sindicatos (A.F.L. y C.I.O.) a lanzar unas huelgas gigantes, que rápidamente fueron calificadas de comunistas, fomentadas por los "agentes secretos".

 La Ley Taft-Harley se alzó contra estas huelgas alegando que "ponían en peligro la seguridad nacional", y se obligó a los dirigentes sindicales a prestar juramento de no pertenecer a ninguna "organización subversiva", lo que permitió una gran purga de los dirigentes obreros.

 Una serie de hechos concretos destruían lo apacible del mundo descrito por el "Fair Deal": la situación de los negros - los primeros obreros licenciados, los últimos en encontrar trabajo -, el desnivel creciente entre ricos y pobres, los primeros fracasos en política internacional.

 No sólo las victimas de estas situaciones, sino quienes las denunciaban, eran acusados de comunistas y sometidos a la represión y a la violación de los derechos fundamentales, lo cual creaba más protestas y, por consiguiente, más acusaciones de comunismo.

 Louis de Villefosse cuenta -en su libroGéographie de la liberté - que un intelectual tuvo la idea de pedir a los transeúntes que firmasen, en plena calle, un documento en señal de ratificación. Todo el mundo rehusó.

"¡Pero si no es más que la declaración de independencia de los Estados Unidos!", explicó a un grupo amenazador; y un individuo lo replicó: "Déjenos usted en paz con ese truco comunista".

Se ha escrito que "McCarthy no es el autor de la crisis de confianza de los Estados Unidos en sí mismos, sino que, por el contrario, fue la crisis de confianza de los Estados Unidos en sí mismos la que hizo posible a McCarthy" y ciertamente es así.

 Otros hombres trataron de inventar antes el macartismo y no lo consiguieron. Su más inmediato predecesor fue el senador McCarran. Autor de la lniemal Security Act, que por primera vez formalizó en una ley la estructura anticomunista de la nación.

 Pero dos años antes de esta ley, en 1948, se celebró el proceso llamado de "Los once": Once miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos fueron acusados de "intento de derribar por la fuerza el Gobierno de los Estados Unidos"; en el curso de los sucesivos procesos, los acusados fueron condenados a penas de prisión y multas sin que quedase probado su intento de derribar al Gobierno por la fuerza, sino solamente su afiliación al partido y haber realizado reuniones y redactado escritos contra la política gubernamental.

 Apelaron por consiguiente al Tribunal Supremo. 

Definidor de la Constitución, amparándose en la Primera Enmienda que debía garantizarles estos derechos, y el Tribunal dictaminó que "las circunstancias imponían límites a la libertad de palabra". 

Dos jueces, sin embargo, votaron en contra; uno de ellos, el famoso juez Douglas. Declaró: "Espero que algún día las libertades garantizadas por la Primera Enmienda vuelvan a ocupar el lugar de honor que les corresponde en toda sociedad libre".

 Poco después era acusado de comunista. 

Es interesante advertir cómo estas libertades fundamentales fueron menos respetadas en la postguerra; los Estados Unidos mantuvieron mayor confianza en sí mismos y en su seguridad mientras combatían que cuando gozaban de los frutos de su victoria.

 La doctrina de los Estados Unidos en aquel momento se enunciaba así: "Todas las libertades son válidas, todas deben ser respetadas, todas están en vigor, con una sola excepción: el comunismo y los comunistas, que no respetan la libertad".

 Pero esta sola excepción, desde el momento en que la propaganda describía a los comunistas como enemigos ocultos, disfrazados, clandestinos -situación a la que realmente les había impulsado la clandestinidad - sirvió para convertir en sospechosos a los 180 millones de americanos, para ejercer venganzas personales y para crear un gran pánico que privaba de libertad incluso a las víctimas de ese pánico.

 La teórica defensa de la libertad había acabado minando la libertad misma. "Esta libertad, que fue en otros tiempos el bien más preciado de cada americano, no pertenece en nuestros días más que a un reducido número de personas, tan pequeño que apenas corresponde a una cienmilésima parte de la población, o quizás aún a menos." (Autopsia de los Estados Unidos, del profesorL. L. Mathias.)

El ambiente estaba preparado para la aparición de alguien como McCarthy. Su irrupción fue salvaje. Escuchemos la descripción del personaje que hace un periodista conservador, el francés Raymond Cartier, testigo de aquella época y conocedor de los Estados Unidos: "El personaje es brutal. Su rostro es casi bestial. Bebe pesadamente.

 Es prácticamente inculto, y su cerebro está lleno de espesas sombras. Su palabra carece de gracia, su voz es ronca y está frenada por innumerables repeticiones de palabras".
Los intelectuales eran la presa más codiciada del senador Joseph McCarthy. He aquí un ejemplo de interrogatorio conducido por McCarthy desde su subcomité.

 El acusado en aquella ocasión era un tal Reed Harris, que ocupaba un cargo de cierta importancia en "La Voz de América": es decir, la compleja organización radiofónica encargada de colocar en los países comunistas, en varios idiomas, la propaganda norteamericana. 

 Harris había escrito en 1932 un libro titulado King Football -el "Rey fútbol"-, en el que acusaba a los colegios norteamericanos de crear "regimentados soldados de la mediocridad".

 El descubrimiento de este libro por McCarthy le proporcionó una de sus mejores emisiones de televisión.

 Leyó párrafo tras párrafo para demostrar que Harris era "antinorteamericano"; Harris debió comparecer ante el subcomité, donde alegó que el libro había sido escrito hacía 21 años - el interrogatorio se desarrollaba en marzo de 1953-, y que desde entonces había cambiado sus opiniones "al aprender más de la vida". Veamos un extracto del interrogatorio:

McCarthy: ¿Cuándo comenzó usted a ser anticomunista?

Harris: Siempre he sido opuesto al partido comunista, a los mecanismos controlados por los soviets... 
MacCarthy: Déjese usted de mecanismos controlados por los soviets. ¿Ha sido usted siempre anticomunista? 
Harris: No, mientras la palabra tenía el valor que representaba en aquellos días: la filosofía colectivista como se aplica en conventos y monasterios... 
McCarthy: Aquí no estamos hablando de comunismo en conventos ni monasterios. Harris: Lo sé, señor presidente; pero tengo que conservar mis ideas en el contexto... 
McCarthy: ¿Ha sido usted siempre opuesto al comunismo? Harris: Tal como se utiliza hoy la palabra, sí; ciertamente he sido siempre opuesto.
McCarthy: Le estoy preguntando si ha sido usted siempre opuesto al comunismo.
Harris: No creo ahora en ninguna de sus enseñanzas...

La clave de esta conversación absurda es la siguiente: Harris había escrito en su libro de juventud su adhesión al comunismo en un sentido que nosotros, en castellano, podemos denominar comunalismo; si aceptaba ahora declarar que había sido adepto al comunismo, sin explicar el sentido que daba entonces a esa palabra, sería inmediatamente acusado de comunismo en el sentido político actual ; pero si declaraba simplemente ser anticomunista -y estaba declarando bajo juramento-, el texto literal de su libro se volvía contra él y podía ser condenado por perjurio... Se trata de un ejemplo típico de los procedimientos macartistas.

Estos espectáculos en el Senado, ante las cámaras de televisión y de cine, apasionaban a la nación al mismo tiempo que destrozaban su prestigio exterior. "McCarthy se ha convertido en un motivo directo de angustia para los aliados de los Estados Unidos", decía un editorial de The Times de Londres.

Finalmente, McCarthy cometió su gran error: atacar al Ejército. Primero, en la persona del general Marshall. Ciertamente, Marshall cometió muchos errores en su vida militar, principalmente en China; pero sólo un demente podía acusarle de comunista o de "compañero de viaje". Generales, Jefes y oficiales del Ejército tuvieron que comparecer ante el tribunal de McCarthy.

 Y fue entonces - y sólo entonces - cuando el presidenteEisenhower decidió intervenir y hacer valer su inmenso prestigio de héroe de la guerra y Presidente de la nación contra el marrullero McCarthy. Fue el principio del fin. Su propio partido, el republicano, le abandonó.

 Si para encarcelar a Al Capone en los años veinte fue preciso acusarle de no pagar sus impuestos, para desmontar a McCarthy el Senado tuvo que acusarle de corrupción. 

 Las sospechas pesaban sobre él desde el principio de su carrera, pero nadie se atrevió a revivirlos cuando estaba en la cumbre de su poder: fue preciso el abandono de Eisenhower y del Partido Republicano para que reaparecieran.

 El 2 de diciembre de 1954 el Senado votó la censura contra McCarthy por 67 votos contra 22. Su carrera política había terminado. Acababa también un período de la historia de los Estados Unidos, y fue asimismo Fulbright - discurso del 25 de enero de 1955- quien se encargó de hacer ei epitafio de aquella época:

 "Una sociedad modelada a imitación de una momia egipcia: una sociedad en la que el embalsamador ocupa el puesto de honor más alto; una sociedad de cascarones fijos, pintados y endurecidos...".

El senador Joseph Raymond McCarthy pudo sobrevivir apenas tres años a su caída política.

 Cuando murió, el 2 de mayo de 1957, tenía cuarenta y siete años.

 Nadie se inclinó con amor sobre su tumba.

 Las necrologías de los periódicos fueron Irías y distantes, cuando no hostiles.

 El poeta negro cubano Nicolás Guillen escribió la más cruel de las elegías: 

"He aquí al senador McCarthy 
muerto en su cama de muerte, 
flanqueado por cuatro monos; 
he aquí al senador McMono, 
muerto en su cama de Carthy, 
flanqueado por cuatro buitres...".

http://canarias-semanal.org/not/2182/conozca-la-causa-y-origen-de-la-caza-de-brujas-en-ee-uu-

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