Los terremotos que ha sufrido México en los últimos días han venido a mover algo más que el suelo de una parte importante de México. Ciudad de México, Puebla, Morelos, Oaxaca y Chiapas son los estados con el mayor daño material y mayores pérdidas de vidas humanas. Los sismos, vinieron a acumularse con otras tragedias y se transformaron en una activación cívica. Se movió la tierra y se movió la gente.
Desde el terremoto del 7 de septiembre se iniciaron acciones de acopio y de apoyo a las comunidades afectadas por parte de la sociedad civil, mientras poco a poco se conocían los estragos materiales y de vidas humanas. Al mismo tiempo, el gobierno federal apoyado por los estatales, se abocaban de manera espectacular y filmada para la televisión a cumplir con su obligación de apoyar a la población ante el desastre. El uso político de la tragedia se dejó sentir, el presidente, gobernadores y otros secretarios hacían de sus responsabilidades un acto político de lucimiento. Nada nuevo. Mientras esto pasaba ciudadanos enojados contestaban, expresaban su rechazo y se mofaban de las burdas tácticas empleadas.
En las redes sociales adquirió fuerza una propuesta ciudadana en la que se llamaba a los partidos políticos a que donaran el 20% de sus recursos públicos a los damnificados. Una petición más sin ser escuchada parecía, hasta que López Obrador acepto la petición y en un video declaró que MORENA lo haría. De inmediato políticos de diversos partidos señalaron esto como un acto de populismo y demagogia, el mismo presidente del INE Lorenzo Córdova declaró que eso era ilegal, por lo tanto imposible.
Todo, aparentemente, regresaba a esta extraña y cruel normalidad cuando el 19 de septiembre (otra vez) un terremoto sacudió al centro del país. Minutos después del terremoto miles de personas se movilizaron espontáneamente en acciones de rescate y de apoyo. Se dejó sentir la solidaridad y el amor hacia el prójimo y conciudadano. Mientras se actuaba en la zona de desastre, la presión hacia la autoridad crecía. En la calle miles de personas, constataban la fuerza de la solidaridad y de la unión. Espontaneo, democrático, desordenado y horizontal el pueblo mostraba una fuerza poderosa.
En este clima, Televisa (enemigo de la juventud desde el 2012) buscó hacer un show con la tragedia, manipulando y mintiendo en cadena nacional, además de llamar a no “estorbar” y mantener la calma, lo que despertó el enojo de miles de mexicanos estafados.
En esta coyuntura de movilización y presión, con miles en las calles, AMLO de nueva cuenta propuso un donativo de MORENA pero ahora del 50%, la coyuntura creada por el terremoto generó cambios o acaso fue el miedo, ahora los partidos que antes habían desacreditado o ignorado la petición se muestran en disposición de hacer algo parecido.
El presidente del INE señaló que si se podrá hacer aportaciones sin violar la ley, y el llamado “frente” ciudadano se dijo dispuesto a renunciar al 100% de sus recursos.
Aún falta ver que se concrete esta renuncia o donación de recursos, sin embargo, no deja ser un síntoma del poder de la gente, del poder hacer de la sociedad mexicana.
Aunque tiene mucho de simpleza pensar que la maldad y corrupción se concentra sólo en los partidos políticos, que los partidos son innecesarios o que no debería de haber financiamiento público a ellos.
Es un avance y una ayuda importante en una emergencia nacional.
¿Dónde va a terminar este despertar de la solidaridad, esta irrupción cívica? Es difícil de saberlo, el sistema ha mostrado su fortaleza en incontables ocasiones para salirse con la suya.
El ataque simple a los partidos políticos no resolverá nada pero puede ser el inicio para pensar la democracia, la sociedad y el país que queremos.
Puede ser que no nos conformemos con la mitad de sus recursos asignados, a lo mejor se demanda hacer de la Casa Blanca un albergue, que se venda el “avioncito” de Peña, que no tengan pensiones los expresidentes.
Tal vez, se piense en recuperar los recursos privatizados en la noche neoliberal, en hacer de la democracia un ejercicio libre y en donde no exista la compra de voto.
Tal vez, pero hoy por presión social ya se ha prometido renunciar a millones de pesos por parte de los partidos, y eso no es poco.
¿Y si pensamos en que entre todos, de manera honesta y ciudadana, administramos esos recursos para la reconstrucción?
La esperanza viene de la acción, el movimiento trae cambios, en vísperas del 2018 una sociedad consiente, participativa, movilizada, es la oportunidad para otro camino. Tal vez…
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