La intención del presidente Donald Trump de construir un muro en la frontera estadounidense con México regresa hoy al centro de atención tras su amenaza de un cierre de Gobierno con tal de realizar la polémica obra.
Anoche, durante un mitin al estilo de campaña celebrado en Phoenix, Arizona, el jefe de Estado criticó a los 'demócratas obstruccionistas' por oponerse a la edificación de esa barrera, una de sus principales promesas desde su etapa como candidato republicano.
En ese evento advirtió que, si fuera necesario, estaría dispuesto a un cierre del Gobierno para asegurarse de que su propuesta sea aprobada y financiada por los legisladores.
Desde la etapa electoral el gobernante se refirió a esa iniciativa como parte de su campaña para acabar con la inmigración ilegal, y prometió que México pagaría por el proyecto, algo continuamente negado por las autoridades de esa nación.
La Casa Blanca ha buscado vías de obtener fondos federales para el muro, que según consideró el mandatario a mediados del pasado mes, podría medir de 700 a 900 millas (mil 226 a mil 448 kilómetros).
Inicialmente el jefe de Estado calculó que para levantarlo se necesitaban cuatro mil millones de dólares, pero en abril dijo que serían 10 mil millones y, desde entonces, varias empresas y organizaciones fijaron los pronósticos en 70 mil millones.
En mayo el Congreso evitó una interrupción del Gobierno al dar luz verde a un proyecto de ley a corto plazo que ha permitido la financiación federal hasta septiembre.
Tal medida tuvo apoyo bipartidista y negó a Trump algunas de sus primeras prioridades, incluidos los fondos para comenzar el muro, lo que llevó al jefe de la Casa Blanca a decir que quizás se necesitaba 'un buen cierre' para forzar a cumplir sus metas.
A finales de julio, sin embargo, la Cámara de Representantes aprobó un paquete de gastos que comprende mil 600 millones de dólares destinados a esa barrera física, lo que varios medios locales vieron como el primer momento de una nueva batalla en el Congreso.
Esa iniciativa deberá avalarse antes del 30 de septiembre con vistas a evitar el cierre al que hizo alusión el presidente, pero sus perspectivas en el Senado no son alentadoras, pues los republicanos necesitan al menos 10 votos demócratas y estos últimos se oponen a la obra.
Al mismo tiempo, muchos miembros del partido rojo cuyos distritos se ubican a lo largo de la frontera también han cuestionado la eficacia de una pared.
La advertencia pronunciada anoche por Trump se dio luego de que el diario Washington Examiner indicara recientemente que los republicanos del Senado están ansiosos por evitar un enfrentamiento con los demócratas sobre los gastos, y eso ha alejado sus ambiciones de seguridad fronteriza del tema del muro.
En su lugar, precisó la publicación, los legisladores están evaluando un plan más amplio para mejorar la protección limítrofe a través de una combinación de infraestructura, tecnología y aplicación de la ley.
La controversia que despierta la pared del mandatario se evidenció este mismo martes durante su intervención en Phoenix: mientras en el interior del Centro de Convenciones sus seguidores lo instaban a construir la barrera, millares de personas movilizadas en las afueras de la instalación rechazaron esa y otras políticas.
'Vamos a tener nuestro muro y nos ayudará con el problema de las drogas y las masivas cantidades que cruzan la frontera', aseguró Trump en su discurso, pronunciado el mismo día en el que por primera vez desde que está en el cargo visitó los límites con México.
Pero según un sondeo difundido a finales de julio por la encuestadora Rasmussen Reports, el 56 por ciento de los votantes norteamericanos difiere del mandatario y cree que no debe erigirse la pared fronteriza, una cifra mucho mayor al 37 por ciento que está a favor de esa idea.
El apoyo a la obra disminuyó desde enero, cuando el 48 por ciento de los estadounidenses quería que se llevara a cabo, y en la actualidad ni siquiera la mayoría de los republicanos la favorece, porque el estudio indicó que en ese grupo el respaldo es de poco menos de la mitad.
Pese a ese contexto, es posible esperar que en las próximas semanas aumente la presión desde la Casa Blanca con el tema del muro, como lo mostraron ayer los pronunciamientos del presidente y su visita a la localidad limítrofe de Yuma, Arizona.
Tras el fracaso de los intentos de derogar el Obamacare, en medio del poco avance con su anunciada reforma fiscal y sin ninguna otra gran victoria legislativa que mostrar, seguramente crecerá la insistencia en la barrera prometida como fórmula infalible para frenar la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
Para algunos de sus partidarios, el muro se trata de una gran necesidad; pero quienes se oponen a la iniciativa la consideran un plan innecesario, que pondrá más en riesgo las vidas de quienes intenten llegar a Estados Unidos y alejará la atención de temas importantes.
'Seguramente, el Departamento de Seguridad Nacional y el país tienen necesidades más urgentes que adelantar ingresos fiscales para un proyecto que resuena con la grandeza de los fallidos casinos de Trump en Atlantic City', apuntó recientemente un editorial de The New York Times.
Por Martha Andrés Román
Washington, (PL)