EL BLOQUEO A CUBA

EL BLOQUEO A CUBA

Nicaragua: Marco Antonio solano Sánchez ("payo runga")


Marco Antonio Solano Sánchez. Nació el 22 de noviembre de 1951

Hijo de Da. Ana María Sánchez v. de Solano

La dirección editorial de Rumbo de Paz supo que el heroico combatiente sandinista, después que la Guardia Nacional descargó balazos sobre él dentro de las instalaciones de la Cruz Roja, en Belmonte, junto a otros compañeros masacrados, fue conducido al depósito de cadáveres, y aún con vida, fue puesto dentro del congelador, mientras un soldado vigilaba la entrada del local. 

El suplicio de “Payó Runga” terminó en el martirio más indecible. 

En las palabras del autor de este conmovedor testimonio: “…arriesgó y dio la vida por el prójimo, el más grande acto de credo dado por los combatientes sandinistas y el pueblo que lo acompañaba en su enorme sacrificio”.

DE ESA TALLA ERAN LOS COMBATIENTES SANDINISTAS

LA MUERTE DE “PAYO RUNGA”

MARCO ANTONIO SOLANO SÁNCHEZ ("PAYO RUNGA")



CMDTE. GUERRILLERO RAÚL VENERIO GRANDERA

Esta es la crónica que ofrece a Rumbo de Paz[1] un Comandante Guerrillero sobre los últimos instantes de un sobresaliente luchador… uno de los miles e innumerables combatientes de la causa popular que germinaron en los heroicos barrios orientales de Managua. 

Donde todos se insertaron en la batalla al lado de los “Yeikos” del Frente Sandinista de Liberación Nacional, tal como identificaba la misma Guardia del dictador a los cuadros beligerantes del Frente. 

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Dieciocho días con sus noches hubo combates sin tregua ni cobardía.

 Y en los últimos días, casa por casa y casi cuerpo a cuerpo. Siempre en el firme resguardo de nuestras líneas. Defendiendo nuestro perímetro trazado por nuestras gloriosas barricadas que iniciaban, desde la intersección de la radial de El Dorado, con el by pass de los antiguos Transportes Modernos (hoy, “de la Solidaridad”), por el sur; hacia el norte corriendo a lo largo del cauce principal, que era una verdadera defensa natural antitanque. 

Desde ahí, hasta la intersección del otro by pass, hoy pista de La Resistencia, en la esquina norte del mismo residencial El Dorado. Después hacia el oriente, pasando por el Puente El Edén y siguiendo paralelo al curso del cauce hasta Lozelsa[2]. Continuaba sobre la Carretera Norte hasta el barrio Santa Rosa, después, hacia el suroeste pasando por la Colonia Nicarao para volver al oeste y cerrar de nuevo en Transportes Modernos.

Mientras tanto, de manera sostenida y tal como sucedió desde octubre de 1977, cuando inicia la Ofensiva Final con el ataque al cuartel G.N. de San Carlos, las Escuadras Tácticas insurreccionales persistimos en ofensivas de hostigamiento sobre el enemigo.

 Pero el día decisivo llegó en junio de 1979; cuando el pueblo que participaba en las incursiones nocturnas en los barrios orientales de Managua, de forma masiva y al grito de: “Dichosa la madre que parió un hijo sandinista”, no se replegó a sus casas, sino que, en una acción espontánea y de vigor y ya con la luz del día se quedó atrincherado.

 En tal circunstancia, el día 9 de junio de 1979, exactamente nueve meses y 18 días después de la Insurrección de septiembre de 1978, el Estado Mayor de Managua, obligado por el apremio de esa acción de los combatientes populares, decidimos el ingreso de las escuadras guerrilleras al área, para así, todos, ponernos al frente de la resistencia activa y revolucionaria.

En junio del 79 Nicaragua entera olía a victoria

Además, la propuesta insurreccional también contemplaba el llamado hecho a sostener la huelga nacional total que cada día cobraba más fuerza, con la participación del pueblo organizado --la que era consciente y activa en todas sus manifestaciones--, incluidas las acciones perennes y presurosas que sostenían las Unidades de Combate que se sucedían en ese mes de junio de1979.

Cualquier persona, que por alguna razón se haya visto envuelto en un conflicto de guerra, seguro debe acordarse de acontecimientos (individuales o colectivos) que le dejaron alguna marca. Sean estos por la fuerza de la violencia misma o por el relato en si. 

Y en este caso, creo me asiste el deber de hacer un paréntesis en estas evocaciones para hablar de un compañero extraordinario por sus dotes de militante insurreccional, por el don de amigo y la indiscutible calidad de compañero: El muy mentado “Payo Runga”: el compañero y amigo Marcos Antonio Solano Sánchez.


Por qué “Payo” y por qué “Runga”

Payo les dicen a quienes se llaman Rafael. Y “Runga” en buen nica significa un combate del bravo en un sendero atronador. De esos que huelen a mierda, miedo, y a sangre de valientes. ¿Cuántos vivieron tales experiencias? ¡Estoy seguro que miles! Yo sé de algunos, muchísimos. Pero ni siquiera me atrevo a mencionarlos por una sencilla razón: existe muy poco espacio en estas páginas para mencionar a tanto valiente.

Otra cosa, en este relato sobre el compañero Solano, mi intención es centellear un vistazo de referencia que ilustre un poco la calidad de los compañeros que participaron en la hazaña de los barrios orientales y el posterior Repliegue. Igual y de forma somera mostrar el comportamiento de las tropas del dictador a las que nos enfrentábamos…

Como pasa y es normal en el mes de junio en este país, ese día amaneció chubascoso y una llovizna porfiada se había instalado durante toda la mañana sobre el cielo de los barrios orientales. Cubriéndolos de un ambiente plomizo, ventoso y húmedo.

 Toda la gente de ese sector de manera heroica mantenía una tenaz resistencia a las embestidas de los guardias élites del dictador, los que después de días de intensos combates, pues los teníamos ocupados desde el 9 de junio, ya desesperados trataban de recuperar esa parte de la ciudad donde se ubicaba, entre otras posiciones importantes, la mayoría de las instalaciones de un pingüe sector industrial, las salidas de la carretera a la Fuerza Aérea y al Aeropuerto Internacional, la misma que, igualmente conduce a los departamentos del norte y centro del país.

El paradójico presagio de un mortal obús

Pero, sobre todos los pronósticos y un poco antes del medio día, un bellísimo arco iris apareció nítido tendido en el firmamento. Tal vez anunciando el fin de la lluvia y la vuelta al ametrallamiento y los bombardeos de la aviación, que como en Guernica, atacaban y volaban pija sin reparo cobrando víctimas a montones, especialmente en la población civil indefensa.

Recuerdo que ese día en compañía de otros jefes y combatientes nos dedicábamos a revisar posiciones y el estado de nuestras tropas en la primera línea de combate, en “Punto Blanco” para ser exacto (nombre en clave de la intersección de las hoy Pistas de El Dorado y La Resistencia). 

Aquí me parece que debo comentar, que hasta ese momento en su endemoniado encono, la Guardia para combatirnos únicamente había utilizado la Aviación, tropas de infantería de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería y los Blindados, sin utilizar, todavía, piezas de artillería.

Pero en lugar del acostumbrado ataque de la aviación una vez que se aclaró el día, sorpresivamente fue la artillería liviana la que inició una serenata mortal de graneado mortereo sobre las posiciones rebeldes. Un disparo de mortero 81 milímetros, hecho con precisión endiablada, alcanzó y bañó el centro de una trinchera enclenque en donde se impartían órdenes de combate. 

El resultado inmediato fue de cuatro muertos y 12 heridos de gravedad. Entre estos el compañero Marcos Solano, “Payo Runga”, hasta ese momento jefe del sector.

“Payo Runga” destrozado, pero sobrevive el ataque

Después de recibir semejante noticia, casi una hora pasó hasta que logré llegar al lugar donde habían trasladado a los heridos. Todo un cuadro impresionante de dolor y muerte era acompañado por un fuerte hedor a pólvora y sangre seca, el que igualmente se confundía con el olor del alcohol que reinaba a lo largo de uno de los corredores de la escuela donde se había improvisado un raquítico hospital de campaña. 

Un hombre que me lució mediano, blanco y fuerte, aunque ya entrado en años, asistido por varias mujeres que hacían de enfermeras, sudaba con diligente energía su condición de experto cirujano, atendiendo las heridas graves de las restantes víctimas del ataque.

Decidido y a como pude me fui abriendo paso hasta el fondo del lugar. Con algún pesimismo vi allí, sobre un ensangrentado petate y tendido boca abajo con la parte inferior del cuerpo casi destrozado, a mi bien apreciado amigo y compañero de lucha, “Payito Runga”. Enseguida avancé con cuidado entre los heridos, hasta lograr arrodillarme junto a él. 

Y golpeado por la impresión y el dolor, despacio fui examinando sus heridas y también su rostro. Cuando lo hallé, lo percibí cenizo y lampiño. Después toqué sus manos frías. Al contacto, él entreabrió sus ojos achinados y me quedó viendo con mirada lánguida pero firme.

Las mentiras de la valentía

-Casi no duele –me dijo, aun sabiendo que yo sabía que él mentía. Sabiendo que de forma cruel la vida se le escapaba por entre las heridas enormes de sus destrozadas piernas y pecho.

-¡Cállese, compa! -le ordené, haciéndome el fuerte-; ¡sin hablar! Tiene que conservar las fuerzas -insistí.

-¡No, compita! –me contestó-. No nos engañemos. Aquí no hay vuelta de hoja ni nada que hacer, porque ahora solo de estorbo puedo servir. ¡Y esto si acaso me salvo! Recuerde que esta posibilidad tan triste estaba contemplada hasta en la consigna. Lo que yo quisiera es no alargar mi agonía en balde –me dijo con voz cansada. Y en una forma suplicante recuerdo que me pidió: -¡Présteme su pistola que estoy desarmado y déjeme solo que quiero reposar!

En ese trance no comprendí de inmediato qué significaba aquella solicitud ni el alcance del ruego. Hasta que un brillo sospechoso puesto en una especie de profunda mirada de gratitud, irrumpió violento en mi poco claro entendimiento para darme a sospechar la evidente intención de quitarse la vida, y así terminar su profundo dolor y endemoniado martirio.

Los revolucionarios tienen siempre esperanzas

Tengo que aceptar que por un momento frente aquel cuadro tan doloroso, dudé, pensando que en algunas circunstancias también, por compasión, se puede matar a un ser humano, especialmente amigo. Pero reaccioné y por supuesto que no le di la pistola ni la venia para la soledad que me pedía. Si en algo éramos fuertes los revolucionarios era en mantener nuestras esperanzas firmes y resueltas frente a las fatalidades.

 Además, no estaba dispuesto a ponerle fin a su dolor a cambio de permitirle que se eliminara en forma tan ingrata y desgraciada.

¡Eso nunca! -casi le grité, resonando mi gruñido en todo el ambiente y desde el fondo de mis propias pesares. En aquel momento de alguna manera mi confianza se agrandó sobre todos los augurios. ¡Y no me equivoqué! Aquella terrible situación fue solventada al menos de forma temporal, y la confianza se fortaleció en medio de aquel terrible y dramático escenario.

Recuerdo que para entonces, el Estado Mayor del Frente Interno había comenzado a considerar seriamente la propuesta del Repliegue Táctico a Masaya, pues las tropas del dictador, en un alarde de incapacidad, y el pueblo, en uno de enorme resistencia, a diario escenificábamos feroces combates que cada vez urgían de más municiones y provisiones. 

La Guardia las tenía a montones, abastecida por gringos e israelitas. En cambio nosotros ahí, carecíamos de todo. ¡Eso sí!, lo que nos sobraba era determinación, “güevos” de hombres y ovarios de mujeres para seguir en la pelea, sin tregua ni debilidades: “Árbol copudo, movimiento sospechoso… Ráfaga” –gritaban las fuerzas insurgentes en combate contra las fuerzas de la EEBI infiltradas tras nuestras líneas de defensa.

Las bromas del combatiente herido

Pocos días antes de salir el Repliegue hacia Masaya, “Payito”, milagrosamente recuperado gracias a la intervención quirúrgica y los cuidados médicos del doctor Donoso Montealegre; médico y combatiente del Repliegue, fue entregado a la Cruz Roja Internacional.

-¡Cuánta vaina! –me dijo, mientras de pie junto a su camilla lo despedía al borde de nuestras líneas de defensa, y en un momento de tregua concertada por la benéfica institución-. “Ya vio por cuántos clavos pasamos juntos y al final resultó que el jodido fui yo -me insistió.

-Bueno, eso te pasó por pura “bujonería” tuya -le dije bromeando, feliz de verlo sonreír, y aunque con mucho dolor. Seguro que bajo la protección de la Cruz Roja tendría mayor oportunidad, ya no solamente de sobrevivir, sino de salir adelante y continuar de algún modo en la lucha hasta el día la victoria final.

El cobarde y sangriento asalto a Belmonte

¡Pero no sobrevivió! La voluntad de Dios no estuvo en este episodio con él. Pues en un acto de profundo odio y de indecible cobardía, la Guardia asalta militarmente el recinto de Belmonte, donde la Cruz Roja Internacional tenía y cuidaba a los heridos desarmados e indefensos, y ya muy mejorado de sus lesiones lo asesina en la misma habitación donde dormían él y quién sabe cuántos más.

Nunca supimos los nombres de todos los que allí fueron masacrados. Cuántos eran y dónde los sepultaron. 

No hubo tampoco sermón ni plegaria en favor del eterno descanso de “Payo Runga” y sus compañeros de martirio.

 Pues al menos las oraciones que en un primer momento se pronunciaron en su nombre, fueron dichas en secreto y casi con vergüenza, debido a la prudencia partidaria de aquellos días aciagos, cuando se escondía la fe para no alterar la hipócrita y cerrada uniformidad de las ideas. 

Aunque arriesgar y dar la vida por el prójimo fuera el más grande acto de credo dado por los combatientes sandinistas y el pueblo que lo acompañaba en su enorme sacrificio.

De esa talla eran los combatientes sandinistas que pelearon en los barrios orientales. De esa calaña eran también sus enemigos somocistas, los que algunos por allí, hoy en día, quieren resucitarlos para que vuelvan de la tumba política donde los mandamos, para de nuevo tratar de continuar desangrando al pueblo victorioso.

¡Honor y gloria a Marco Antonio Solano: nuestro recordado Payo Runga! Héroe de la Insurrección de Managua.

**Comandante Guerrillero.

Miembro del Estado Mayor del Frente Interno que dirigió la insurrección victoriosa en la ciudad de Managua. Extracto del Testimonio: “DESDE EL FONDO DEL CORAZON”

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[1] Rumbo de Paz, revista de la Federación de Amigos de la Coordinadora Nacional de Oficiales en Retiro (FACNOR). Director: Eduardo Pérez-Valle. Director Adjunto: Raúl Elías Areas Vanegas.

[2] Lozelsa, tienda cuyo nombre fue referencia para orientarse en Managua, en la actualidad no existe, en ese sitio ahora está el Hospital Central, en las inmediaciones de la Colonia Centroamérica.

Por Raúl Venerio Granera*

https://www.facebook.com/santiago009/posts/1615667845119815

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