Durante muchos siglos los judíos se han involucrado en la construcción de falsas narrativas que sirven para reforzar su identidad gregaria mientras simultáneamente desarman o desinhiben a grupos. La más poderosa de esas narrativas puede ser agrupada bajo el amplio título de la "narrativa de la victimización".
La narrativa de la victimización es importante en un contexto de grupo porque, aunque ella pueda ser en gran parte ficticia, permite que los problemas y los desafíos del grupo sean culpados sobre grupos externos, exonerando al grupo interno de la responsabilidad por sus propias desgracias y evitando de esa manera la necesidad de un cambio interno.
Un uso adicional de la narrativa de la victimización consiste en que ella nutre la construcción de resentimientos, que pueden a su vez proporcionar el ímpetu y la energía para actos agresivos contra competidores.
Aunque muchos grupos étnicos hayan coqueteado con narrativas de victimización, los judíos se distinguen por su aversión particularmente fuerte a cambiar su propia versión de la victimización.
Ellos así han recurrido repetidamente a narrativas de victimización a través de toda su historia, y han adoptado una cosmovisión única en la cual el mundo no-judío entero, los goyim, es presentado como hostil, un caso de "Judíos versus el Mundo".
Lo más notable de todo es que los judíos han sido únicos en su éxito para persuadir a grupos competidores y contrarios para que adopten la narrativa de la victimización judía, desarmando e incapacitando el instinto más natural de los no-judíos para competir.
Por estas y otras razones menores, la cultura judía ha llegado a dominar el arte de la narrativa de la victimización, y uno a menudo encuentra comentado que la historia entera de los judíos es una historia de un sufrimiento constante, la "lacrimosa historia de los judíos".
Aunque la aceptación general de esa narrativa histórica predominante sea un desarrollo bastante reciente, no mucho más antiguo que medio siglo, su posición ahora predominante está obstinadamente opuesta a la evidencia abrumadora de que los judíos han sido un grupo privilegiado, protegido, y económica y políticamente poderoso a través de toda la Historia registrada.
En efecto, uno lucha para encontrar un grupo de tamaño comparable, en cualquier lugar y en cualquier punto en el tiempo, que haya disfrutado del mismo nivel de riqueza e influencia.
La debilidad más obvia de los tratamientos académicos y culturales contemporáneos de los asuntos judíos es que ellos dejan de adoptar un acercamiento siquiera remotamente crítico de las narrativas judías.
La presunta victimización histórica de los judíos es simplemente tomada literalmente, digerida y profundamente internalizada, en particular en Occidente donde la gente Blanca de linaje estadounidense y germánico raramente, si es que alguna vez, han adoptado una narrativa de victimización propia.
Como la narrativa de la victimización judía es, en el fondo, un compuesto de fabricaciones egoístas, los detalles que enfatizan esa narrativa predominante son en sí mismos una rica constelación de exageraciones, trucos, estafas y fraudes.
Quizás el ejemplo más temprano del Judenscherz es el libro del Éxodo, un esfuerzo para refutar un consenso de griegos y egipcios acerca de los comportamientos indeseables de las poblaciones judías que estaban en medio de ellos.
En cualquier caso, el libro delÉxodo era, y sigue siendo, crucial en el suministro de un mito fundacional para las narrativas de la victimización judía y con ello de un fundamento para la impostura judía.