Pablo Gonzalez

"El siglo de la revolución - Una historia del mundo desde 1914"


No cabe duda de que el maestro Josep Fontana (Barcelona, 1931) sigue en plena forma o incluso más combativo que nunca. Su nueva obra, una historia global del último siglo, hay que situarla en el contexto de Por el bien del imperio. 

Una historia del mundo desde 1945 (2011). A esta le siguieron El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de comienzos del siglo XXI (2013), de carácter más ensayístico, y luego la muy polémica La formació d'una identitat. Una història de Catalunya (2014). 

Hay que reconocer que, en puridad, esa calificación de polémica tendría que hacerse extensiva a buena parte de la obra del historiador catalán y en especial a sus últimos títulos. Fontana no concibe la historia como análisis imparcial o conocimiento neutral. Más bien se apresuraría a rebatir esa pretendida neutralidad como sometimiento tácito a las directrices de las “clases dominantes”.

Desde ese punto de vista, Fontana es, en el mejor de los sentidos, un analista predecible: nadie se puede sentir engañado. En unos tiempos de cambio acelerado en todos los sentidos, nuestro autor se distingue por su fidelidad a los presupuestos metodológicos, utillaje conceptual y objetivos últimos de la izquierda revolucionaria. Esa coherencia le ha convertido en referente de un determinado sector historiográfico, que valora no solo su erudición y su incuestionable profesionalidad, sino también la coherencia de su trayectoria. Como suele suceder, la devoción de unos se compensa con la animadversión de otros muchos, haciendo de este modo difícil el acercamiento desapasionado a una producción historiográfica tan rica y compleja como la del profesor barcelonés.

Este libro no puede despacharse como una obra de circunstancias. Sus propias dimensiones dan buena cuenta del empeño: más de 800 páginas, de las cuales unas cien condensan una bibliografía apabullante. Su estructura y desarrollo siguen cauces más convencionales: 17 capítulos (más una introducción y un apéndice) que trazan en orden cronológico el devenir del mundo desde el estallido de la Gran Guerra (1914) hasta hoy.

El tratamiento y la perspectiva siguen las pautas habituales de los manuales al uso, con predomino abrumador de la historia política. Aunque se presta mucha atención a los aspectos económicos y sociales, aquí no se hallará ningún apartado específico de historia económica o social ni de otros ámbitos, como la historia cultural. Lo que distingue este volumen de tantas síntesis similares es su explícita toma de partido y su carácter resueltamente transformador: conocer el pasado para transmutar el presente y conquistar el futuro. 

Todo ello en un sentido muy determinado, como puesta al día de los principios marxistas que, en esencia, siguen vigentes. La historia de la humanidad es la crónica de una “lucha por la libertad e igualdad, de revueltas contra los opresores” y deseos de “construir sociedades más justas, aplastados por los defensores del orden establecido”. Para Fontana, la mayor tentativa revolucionaria (Rusia, 1917) marca los cien años que siguen, generando monstruos como los fascismos o reacciones más comprensivas, como los avances sociales y democráticos de las sociedades occidentales en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial.

La primera mitad del siglo -tomando como eje 1945- ocupa tan solo los seis primeros capítulos del libro. Aunque esas páginas son densas y en algún caso muy sugerentes, Fontana parece mucho más interesado por las décadas que constituyen la segunda mitad, justamente cuando da comienzo lo que va a llamar “un nuevo orden mundial” marcado por la hegemonía del Imperio americano, primero en competencia con la URSS y luego sin rival a su altura. La desproporción en el conjunto del volumen es patente porque a esta fase, desde la derrota del Eje, se le dedican los once capítulos restantes.

No es una cuestión anecdótica sino reveladora de los objetivos últimos del autor: su denuncia de EE.UU. como responsable de algunos de los mayores males del mundo actual. 

Un mundo en el que, pese al orden impuesto por un “capitalismo a la deriva”, es posible albergar la esperanza en un proyecto revolucionario popular que equivalga a la aspiración leninista de la “revolución socialista mundial”. 

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