Ayer el general Mattis, secretario de Defensa, fue interrogado en el Congreso sobre la situación militar en Siria.
No se ha publicado ninguna transcripción, pero un periodista de Stars&Stripes que estaba presente ha comentado que le preguntaron si era cierto que las fuerzas que habían entrado en Al-Tanf eran rusas. Mattis ha respondido: “Yo no tenía previsto que los rusos fueran allá [a Al-Tanf] pero eso no ha sorprendido a nuestros servicios secretos”.
Las previsiones del Pentágono era que quienes cerraran la frontera fueran iraníes o fuerzas dirigidas por ellos, lo que ha supuesto un error de cálculo, lo que no es extraño cuando no hay ningún tipo de previsión estratégica, ni militar ni política.
Es la peor manera de perder una guerra.
El hecho muestra, además, que el ejército ruso está implicado a fondo en la Guerra de Siria y, a diferencia de sus rivales, tiene un plan estratégico, en el que la posibilidad de contar con Estados Unidos, hasta ahora predominante ha pasado a un segundo plano.
No es fácil de explicar los motivos por los cuales Estados Unidos se ha empeñado en instalarse en medio del desierto, por más que se trate de una frontera entre tres países, salvo recurrir de nuevo al intento de reagrupar allá a las fuerzas yihadistas para que continúen la guerra.
La llegada de los cohetes “himars” no tiene ningún sentido militar. Al-Tanf está a sólo 12 kilómetros de la frontera jordana.
Les bastaba haberlos emplazado al otro lado porque su radio de acción es de 300 kilómetros: podían atacar a Siria desde allá.
La captura de Al-Tanf sólo tenía un alcance táctico que ahora se ha convertido en estratégico, y podría serlo aún más si el Pentágono y sus yihadistas se empeñan en defender sus posiciones a ultranza.
Esa es la razón de la presencia rusa.
En Al-Tanf las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados yihadistas están cercadas, por lo que no tienen muchas opciones, salvo mantener un puente aéreo, lo que las dejaría en evidencia.
Otras posibilidad es evacuar la frontera, lo que redundaría en una de las más importantes victorias militares del ejército sirio, sólo comparable a la de Alepo.
El espectáculo de las tropas de Estados Unidos saliendo de la ratonera de Al-Tanf con el rabo entre las piernas, rodeado por los sirios y los rusos, puede ser tan memorable como el de Saigón en 1975.
Es posible que junto a los gringos veamos desfilar también a las tropas británicas y noruegas (es decir, la OTAN) que aún no han explicado su papel sobre el terreno.
Por fin, con ellos estarán las mesnadas de Al-Qaeda y el Califato Islámico.
¿Se largarán todos ellos cogidos de la mano?
Publicado por Resistencia Popular