Podría ser que el Presidente Donald Trump de un paso más en otro giro político de importancia para abandonar la agotada era de la "globalización", en esta ocasión, para abandonar el "Acuerdo de París", el programa de crecimiento cero que promovió Barack Obama.
Mientras tanto, Trump sigue siendo el blanco de ataques implacables de las agencias de inteligencia.
Los globalistas están furiosos y dispuestos a deshacerse de Trump, como lo sugirió el director del semanario alemán Der Spiegel en su artículo editorial del 20 de mayo.
Pero los estadounidenses votaron a favor de un cambio fundamental en la política económica, para hacer de nuevo de Estados Unidos una gran nación industrial y tecnológica.
Las amenazas a Trump, provenientes de lo que los geopolíticos británicos denomina el "Estado profundo" (la estructura burocrática del Estado bajo su influencia) solo se pueden equiparar con el desafío de los profundos baches y huecos económicos en los que han caído millones de estadounidenses.
Según ha trascendido, el gobierno de Trump presentará ante el Congreso a mediados de junio un plan de inversiones en infraestructura económica nueva en Estados Unidos, y solicitará la consecuente legislación durante el verano.
Y en la medida en que la propuesta que solicitará Trump parece ser cada vez menor que el billón de dólares que ofreció durante la campaña, las propuestas demócratas se hacen cada vez más grandes.
El 25 de mayo, un grupo de varios representantes demócratas presentaron a nombre de la Junta Demócrata Progresista y de sus bases de apoyo y de grupos sindicales que los respaldan, una propuesta de Resolución del Congreso, no una ley todavía, por más de $2 billones de dólares en inversiones directas en infraestructura por parte del gobierno federal durante un período de 10 años, con un foco especial en proyectos de ferrocarril de alta velocidad y nuevos proyectos pluviales y de gestión de agua.
Antes de esta propuesta, el representante demócrata de Nueva York, Brian Higgins, presentó el 17 de mayo un proyecto de ley para que el gobierno invierta $1.25 billones en subvenciones federales para infraestructura nueva en un período de cinco años.
Hay dos factores que están haciendo subir estas propuestas: por un lado, el colapso alarmante de la infraestructura pública en ciudades y estados importantes; y por otro lado, el entusiasmo que han generado entre quienes se han enterado de la increíble plataforma de infraestructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y de los ofrecimientos públicos que han hecho China y Japón para invertir en la construcción de infraestructura en Estados Unidos.
La Cumbre del Foro de la Franja y la Ruta del 14 y 15 de mayo en Pekín fue un éxito impresionante.
La fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, quien hizo una presentación del Puente Terrestre Mundial durante la cumbre, y quien ha trabajado por décadas en el germen de esta Iniciativa de la Franja y la Ruta, caracterizó esa reunión como la participación en la formación de la historia mundial para mejorar. Lyndon LaRouche, el autor del concepto desde 1989, dijo que "hemos establecido algo a nivel mundial, y es bueno".
China ha emitido crédito productivo para elevar la economía de otras naciones al mismo tiempo que la suya propia, algo nunca visto en el mundo contemporáneo, una política que es tan confuciana como "hamiltoniana".
Y esa política hamiltoniana es palpable en Estados Unidos como una posibilidad ahora.
Un artículo que se publicó el 29 de mayo en Asia Times es muy revelador. Se titula "La Franja y la Ruta: cómo el financiamiento de la infraestructura triunfa sobre la política". El autor se refiere de entrada al vuelco "sorprendente" de Japón hacia las iniciativas de China, la Franja y la Ruta, y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII).
Luego de repasar el conjunto de proyectos ferroviarios, puertos, de energía, etc., en muchos países de Asia, se vuelve hacia Estados Unidos para plantear:
"Para Estados Unidos, la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China se ha convertido en un desafío multidimensional, que ha influido tanto los asuntos internos como la política internacional.
Principalmente, el foco de China en proyectos de desarrollo multilaterales ha puesto la luz en asuntos internos incómodos para Trump: la condición decrépita de la infraestructura civil de Estados Unidos y la resistencia en el Congreso para asignar los fondos necesarios para abordar eso...
La segunda ciudad más grande de Estados Unidos, personifica el estado de la infraestructura de Estados Unidos que se está desmoronando.
A pesar de que esperaba asegurarse el derecho de hospedar las olimpiadas de 2024, la ciudad se ha contenido debido a sus caminos congestionados y llenos de baches, su sistema anacrónico de telecomunicaciones, y la falta de transporte público confiable.
El alcalde Eric Garcetti le hizo una sincera súplica al secretario de Transporte de Trump, Elaine Chao, para que aprobase por la vía rápida un paquete de $1,300 millones para el metro de la ciudad, pero todavía no está claro que el gobierno lo vaya a complacer".
"Garcetti podría acudir a China para hacer la inversión".
Resulta que ya la principal compañía ferroviaria de China, CRRC Corp., ya está construyendo 64 nuevos carros para el metro de Los Angeles y para otras ciudades también. Estos son contratos hechos en base a una licitación. Pero el Presidente Xi Jinping de China y voceros del banco estatal de China han dejado en claro que China puede otorgar créditos para nuevas plataformas de infraestructura, y también para ayudar a construirlas; lo mismo ha hecho Japón.
Esto requiere de una institución de crédito nacional en Estados Unidos. Representantes de la EIR en un acto de los Demócratas Progresistas les plantearon a los asistentes la necesidad de un banco nacional hamiltoniano como fuente de crédito para hacer posibles estos proyectos.
https://es.larouchepac.com/es/20170601-4