Como ya anunciamos, el 20 de marzo de este año el diario británico The Guardian publicó una extraña información sobre un amplio dispositivo de blanqueo de dinero procedente de Rusia y destinado a los países occidentales.
Era extraño porque Rusia es objeto de un estrecho bloqueo económico que hubiera debido impedir el lavado, sobre todo si las cifras a las que se refería el The Guardian eran aproximadas: entre 20.000 y 80.000 millones de dólares habían salido de las cajas fuertes de los bancos rusos.
O el bloqueo es una comedia, o la noticia del The Guardian es falsa.
Antes de llegar a occidente, según la noticia, ese dinero circuló por los viejos países de la URSS, sobre todo Moldavia y Letonia, saltando por sociedades pantalla domiciliadas en países en los que impera el secreto bancario, como Chipre, lo que ya es conocido, y luego por Escocia, lo que sorprende bastante más.
Otro elemento extraño es que la publicación del artículo coincidía con el primer aniversario de la aparición de los Papeles de Panamá, de los que ya nadie se acuerda, en los que figuraban 214.000 sociedades ficticias con un despacho de abogados por medio, que siempre era el mismo.
El artículo de The Guardian veía a decir que “en todas partes cuecen habas”. Si Rusia es un país capitalista y corrupto, a nadie podía extrañar que también tuviera una lavadora de dinero negro, como cualquier otro.
El firmante del artículo era Luke Harding, el antiguo corresponsal de The Guardian en Moscú que, además, ha publicado varios libros sobre la trastienda de las instituciones públicas dependientes del Kremlin, por lo que fue expulsado en 2011. Los libros llevaban título tan tópicos y poco imaginativos como “El Estado mafioso”.
El artículo de Harding no mencionaba ninguna fuente, algo que también es típico: cuando se trata de periódicos (des)“prestigiados” como The Guardian, las fuentes no son necesarias; se suponen por le hecho mismo de su (des)“prestigio”.
Era un intento de involucrar a Putin con los grandes grupos monopolistas rusos a los que, a diferencia de otros países capitalistas, se les califica como “mafias”, como si fuera necesario cargar las tintas un poco más.
Por eso el periodista británico mencionaba a Igor Putin, el primo del Presidente, que se sentaba en el consejo de administración de uno de los numerosos bancos participantes en el blanqueo.
Como dijimos en marzo, el artículo se apoya única y exclusivamente en un informe del año pasado de un organismo anticorrupción, la OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project), que durante dos años llevó a cabo una investigación con el diario “Novaia Gaceta”, uno de los mayores enemigos de Putin, el mismo que ha levantado la campaña contra el gulag de los homosexuales en Chechenia.
A su vez, la OCCRP es un grupo de periodistas especializados en la investigación de eso que las películas de Hollywood llaman “crimen organizado”, con el matiz de que lo que les preocupa es única y exclusivamente el crimen organizado en Europa del este.
Tiene su sede en Sarajevo, Bosnia, lo que ya empieza a oler a podrido y si seguimos afinando el microscopio veremos que es una filial del Journalism Development Network, que tiene su sede en... Washington.
A partir de ahí empiezan a encenderse las alarmas y el tufo a Soros se confirma, una vez más, lo mismo que la financiación de la USAID y el Departamento de Estado, es decir, los mismos de siempre que, bajo la apariencia de organizaciones sociales y privadas, siempre encubren tinglados políticos de las grandes potencias.
Es un montaje paralelo al de los Papeles de Panamá, cuando La Sexta nos quiso hacer creer que todo procedía de otro grupo de periodistas de investigación, el International Consortium for Investigative Journalism, también con sede en Washington, también con dinero de dos fundaciones manejadas por Soros.
De cualquier manera, si la información de The Guardian es buena, lo que no nos explica es el por qué y el cómo los bancos escoceses eluden el bloque económico y el motivo por el cual dichas cuentas, procedentes de “la mafia rusa”, no han sido embargadas, a pesar de tener su origen en el crimen.
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Publicado por Resistencia Popular