La prensa mainstream se empeña en presentar la OTAN como una alianza militar puramente defensiva obligada a enfrentar la amenaza de una Rusia cada vez más agresiva.
En el semanario suizo Horizons et débats, tres personalidades europeas resaltan que la verdadera amenaza para la paz mundial proviene precisamente de la OTAN y detallan las razones que hacen de la alianza atlántica un bloque militar belicista, por demás al servicio de intereses espurios.
La OTAN está concentrando grandes cantidades de efectivos y armamento a las puertas de Rusia. Queremos expresar nuestra inquietud ante la propaganda que deforma la realidad sobre las amenazas que se ciernen sobre la paz.
Esa propaganda insidiosa inventa enemigos imaginarios para justificar el excesivo aumento de los gastos militares, la conquista de territorios o de «mercados», así como las acciones tendientes a apoderarse del control del aprovisionamiento en recursos energéticos y a imponer constantemente nuevas limitaciones a la democracia.
¡No! ¡Rusia no es el agresor, ni tampoco amenaza los países bálticos, Polonia o Suecia! Cuando desaparecieron la URSS y el Pacto de Varsovia, Estados Unidos y sus aliados cometieron la estupidez estratégica de no refundar el sistema internacional de seguridad. ¡Relegaron al olvido la Carta de París (1990) que prometía la paz a Europa!
En su libro The Grand Chessboard: American Primacy and Its Geostrategics Impertives, Zbigniew Brzezinski planteaba en 1997 la interrogante de saber si había que integrar a Rusia en la OTAN y en la Unión Europea.
Y acababa poniendo la seguridad táctica por encima de la paz estratégica, aunque preveía que ello provocaría reacciones de parte de Rusia. Brzezinski aconsejaba la integración de Ucrania, uno de los 5 «ejes geopolíticos» de Eurasia, a la OTAN y la Unión Europea.
Olvidando que en el momento de la reunificación alemana Estados Unidos había prometido a los rusos que no extendería la OTAN hacia el este, los occidentales constantemente empujaron hacia atrás, cercaron y humillaron a los sucesivos dirigentes rusos.
Independientemente de lo que podamos pensar del régimen ruso, el principal defecto de Vladimir Putin ‒y el de muchos países del mundo‒ a los ojos de los occidentales es que no se pliegan a los deseos hegemónicos de Occidente.
Después de la ilegal guerra contra Irak, el aumento de la cantidad de países miembros de la OTAN y la expansión de su área de acción, el derrocamiento del régimen de Kadhafi en Libia y posteriormente el golpe de Estado en Ucrania fueron las líneas rojas que dieron lugar a las respuestas de Rusia y China, que ya habían constituido la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) luego de la primera ampliación de la OTAN. Fue sólo después de las operaciones contra Libia y en Ucrania y del apoyo de Occidente –a partir de 2006, según Time Magazine (edición del 19 de diciembre de 2006)– a los «rebeldes» que trataban de derrocar el régimen sirio, que los rusos respaldaron la autonomía de Crimea e intervinieron militarmente en Siria.
Aunque está más que comprobado que la CIA supervisó en Francia la elección presidencial de 2012 y que la National Security Agency (NSA) espía en todas partes a empresas, organizaciones e individuos, la moda actual consiste en atribuir a los dirigentes rusos una injerencia indirecta en las elecciones estadounidenses, francesas y alemanas.
Los países de Europa acentúan su alineamiento tras la política exterior de Estados Unidos, incluyendo sus sanciones contra Rusia. El presidente francés Francois Hollande completa la reintegración de Francia al mando militar unificado de la OTAN, ya iniciada por su predecesor Nicolas Sarkozy.
¿Y los países neutrales? Suecia reinstaura el servicio militar obligatorio, precisamente en el momento en que la televisora Arte transmite un reportaje titulado Guerra fría en el Gran Norte. El estado mayor sueco ya realizaba maniobras en coordinación con la OTAN y Estados Unidos y lo hacía a espaldas del gobierno del primer ministro Olof Palme, quien se pronunciaba a favor de la distensión… lo cual le costó la vida.
¿Es acaso una muestra de neutralidad la adhesión de Suiza a la "Asociación para la Paz" de la OTAN? Daniele Ganser cita al ex secretario de Defensa estadounidense William Perry quien declara:
«La diferencia entre la adhesión a la OTAN y a la Asociación para la Paz es más tenue que una hoja de papel.» [1]
De hecho, aviones de guerra suizos ya vuelan sobre el Báltico junto a los cazas de la OTAN.
No, la OTAN, convertida en una alianza ofensiva, no garantiza nuestra seguridad. Apostemos por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), dialoguemos con Rusia y apliquemos los artículos 46 y 47 de la Carta de la ONU, que estipula la presencia de un comité de estados mayores ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Fuente
http://www.voltairenet.org/article196013.html