Pablo Gonzalez

La «manía» idealista de poner a la conciencia y la ideología por delante de la estructura económica


«¿Cuál es la posición marxista-leninista respecto a la relación entre la estructura y la superestructura?:

«BASE Y SUPERESTRUCTURA. — El modo de producción, es decir, las fuerzas productivas y sus correspondientes relaciones de producción, forman la base –la estructura– económica de la sociedad sobre la que se levanta el sistema de superestructuras: el régimen y las instituciones políticas, así como la conciencia social: moral, ciencia, religión, filosofía, etc.

 «Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas». (Stalin).

 Las superestructuras están vinculadas con la base ya directamente –por ejemplo, las superestructuras políticas–, o por una serie de eslabones intermedios –como las superestructuras ideológicas; la moral, la ciencia, la religión, etc.–. 

Por surgir de una determinada base económica, las superestructuras adquieren con relación a ella una relativa autonomía. 

Así, por ejemplo, cada sabio, escritor, artista, al crear sus obras, refleja en ellas las condiciones de su época. 

Pero toma como punto de partida el material ideológico acumulado por sus predecesores y continúa desarrollándolo, en virtud de lo cual se crea también la sucesión en el desarrollo de la ciencia, del arte, de la filosofía, etc.

Con el cambio de la base económica se transforman también, más o menos rápidamente, todas las superestructuras.

En la lucha política e ideológica se reflejan las condiciones económicas de la vida social.

 Pero las superestructuras, determinadas directa o indirectamente por la base económica, no son, como piensan los economistas vulgares, un resultado pasivo de la economía, ni ésta constituye, ni mucho menos, la única fuerza activa en la evolución de la sociedad.

Las superestructuras ejercen una influencia sobre la base, aceleran o frenan el desarrollo de la sociedad.

Por consiguiente, la superestructura política desempeña en este caso un papel reaccionario activo». (Mark Rosental y Pavel Yudin; Diccionario filosófico marxista, 1946)

¿Los revisionistas coreanos respetan esto?

Para nada.

 Como venimos viendo en las citas de los idealistas norcoreanos, ponen por delante la superestructura a la estructura económica, es decir para ellos prima la ideología a las condiciones materiales económicas.

Y si bien son citas de los 80 y 90, no hay duda de que para esgrimir tales absurdeces vuelven a sus raíces maoístas para estructurar sus pseudoargumentos.

 Esto se ve por ejemplo en la economía de China, cuando los revisionistas chinos no eran capaces de satisfacer los deberes económicos en su sociedad, impuestos por las leyes económicas objetivas, aludían que elevar la conciencia política de las masas era el motor principal en la sociedad socialista, por delante de las cuestiones económicas y sus leyes:

«Este enfoque idealista y metafísico con el papel de la política en la economía alcanza niveles de absurdo inaudito en la historia del revisionismo.

 Estos errores impulsan a los autores del manual de Shanghái de 1974 para llegar a y apoyar el voluntarismo evidente y poco realista: «Los avances en la ciencia y la tecnología y las innovaciones en herramientas de producción desempeñan un papel importante en el desarrollo de la producción y el aumento de la productividad del trabajo.

 Pero «el factor decisivo es el hombre, y no las cosas» [Nota del autor: cita de Mao Zedong en su obra «Sobre la guerra prolongada» (1938)].

 Las grandes masas de China, lo pusieron así: «No temáis a la falta de máquinas; temed sólo la falta de ambición, teniendo un corazón rojo entre las dos manos, todo se puede producir con autonomía». (ibíd., p. 326-7)

 El voluntarismo en la economía, que es una interpretación idealista subjetiva de las leyes económicas en general, en el socialismo en particular, sin lugar a dudas lleva a la negación del carácter objetivo de las leyes económicas.

En este caso se llega a niveles de absurdo monumental». (Rafael Martínez; Sobre el manual de economía política de Shanghái, 2004)

Lo que no entendían o mejor dicho no querían entender para bien de sus intereses, es que sin destruir la base económica capitalista, su estructura, no se podía hablar de derrumbar la superestructura ideológica donde descansaba la moral, la forma de pensar, las costumbres burguesas que heredaba la sociedad, por ello todo intento de hablar de transformar la ideología de las personas sin haber destruido las relaciones de producción capitalistas es un intento vano:

«La superestructura es engendrada por la base; pero eso no significa, en modo alguno, que la superestructura se circunscriba a reflejar la base, que sea pasiva, neutral, que se muestre indiferente a la suerte de su base, a la suerte de las clases, al carácter del régimen.

 Por el contrario, al nacer, la superestructura se convierte en una fuerza activa inmensa, coadyuva activamente a que su base tome cuerpo y se afiance y adopta todas las medidas para ayudar al nuevo régimen a rematar y destruir la vieja base y las viejas clases.

Y no puede ser de otra manera. La superestructura es creada por la base precisamente para que la sirva, para que la ayude activamente a tomar cuerpo y a afianzarse, para que luche activamente por la destrucción de la base vieja, caduca, y de su antigua superestructura.

Basta que la superestructura renuncie a este su papel auxiliar, basta que pase de la posición de defensa activa de su base a la posición de indiferencia hacia ella, a una posición idéntica ante las distintas clases, para que pierda su calidad y deje de ser superestructura». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El marxismo y los problemas de la lingüística, 1952)

Este defecto idealista y esquemático, mecanicista y metafísico, sería vuelto a poner en práctica por los norcoreanos:

«En ella la transformación del hombre, la de su ideología, se presenta como la tarea perentoria, más importante que la preparación de las condiciones materiales y económicas, y sólo concediéndole la prioridad es posible reforzar el sujeto de la revolución e incrementar su papel para edificar con éxito el socialismo». (Kim Jong Il; El socialismo es una ciencia, 1994)

También coincide con los errores del revisionista argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara:

«El papel de la conciencia y la educación se hace hincapié de forma ubicua por Guevara en sus obras económicas como el factor principal en la transición hacia formas superiores de organización económica.

En el sistema de Guevara la economía política de Guevara deja de ser una disciplina independiente, el carácter objetivo de las leyes económicas de la sociedad de transición es secundario a la formación cultural del hombre nuevo.

Las leyes económicas del socialismo, como las del capitalismo, existen y evolucionan con el desarrollo de las fuerzas productivas y las condiciones históricas, a veces incluso de forma independiente del nivel de conciencia de las masas.

De hecho, en ciertas situaciones históricas, las masas en su conjunto siguen sin ser conscientes de la esencia económica de ambas, de la revolución y contrarrevolución.

 El papel de la conciencia y la educación, sin duda, juegan un papel fundamental en la construcción de la nueva sociedad.

Sin embargo, la economía política sigue siendo una disciplina independiente y el estudio de las leyes objetivas que la rigen a ella sigue siendo un esfuerzo titánico. Sólo el análisis científico y la síntesis de las relaciones de producción pueden hacer posible el desarrollo económico sostenido necesario para la construcción de las sociedades socialistas y comunistas». (Rafael Martínez; Che Guevara y la economía política del socialismo, 2005)

Kim Il Sung y Kim Jong Il, por tanto, imitando a otros históricos revisionistas, no llegaron a estudiar, o estudiaron e ignoraron a propósito la realidad objetiva que Karl Marx y Friedrich Engels nos legaron hace más de un siglo sobre la conciencia, sus fenómenos, su origen, etc.:

«El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.

 El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general.

 No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia». (Karl Marx; Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859)

Otro ejemplo ilustrativo:

«La concepción materialista de la historia parte del principio de que la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce, así como por el modo como se intercambia lo producido.

Según esto, las causas últimas de todas las modificaciones sociales y las subversiones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres, en su creciente comprensión de la verdad y la justicia eternas, sino en las transformaciones de los modos de producción y de intercambio; no hay que buscarlas en la filosofía, sino en la economía de las épocas de que se trate». (Friedrich Engels; Anti-Dühring, 1878)

De nuevo el albanés Enver Hoxha, en un alarde de una fina compresión del marxismo, basado en los estudios de las obras de Marx y Engels, explica así la predominancia de la economía, sin ignorar por ello otros factores importantes, dando con ello indirectamente un serio correctivo al idealismo y metafísica de los revisionistas chinos, coreanos, y quién se prestara a juzgar las bases de la doctrina marxista-leninista:

«Engels nos aclara que, en último análisis, el factor más importante, el factor decisivo en la historia es la «producción y la reproducción» de la vida real Esto debe ser bien entendido, nos enseña, es decir, la economía es la base, pero no el único factor determinante, ya que existen asimismo otros elementos, como son las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones establecidas por las clases vencedoras, las formas jurídicas, las concepciones religiosas, las diversas teorías políticas, etc. Todo esto influencia con su acción y naturalmente deja huellas.

 Hay, pues —dice Engels—, acción y reacción de todos estos factores, pero entre ellos resalta, se destaca e influye el factor económico. Este es el factor más importante, el que a fin de cuentas se abre paso entre todos los demás factores.

 Si se estudia el proceso objetivo del desarrollo de nuestra sociedad se verá con claridad también sobre qué base se ha operado la transformación de la conciencia de nuestras gentes y cómo se han manifestado impetuosamente nuevas ideas, creadas por las nuevas condiciones sociales.

 Para comprender debidamente este proceso y no permitir conclusiones vulgares, todas las transformaciones que trae consigo el desarrollo de nuestra sociedad deben ser estudiadas de acuerdo con el método dialéctico, desde el momento en que nacen, cuando se desarrollan y progresan, cuando llegan a su caducidad y finalmente se transforman y son reemplazadas por otras nuevas.

Pero, como nos enseñan los clásicos del marxismo-leninismo, no puede ser negado el papel de las ideas en el desarrollo social. Engels critica el «materialismo económico»-, que pretende que sólo el desarrollo de las fuerzas económicas tiene importancia.

 «Esto es materialismo vulgar», dice Engels. Sin embargo, es necesario tener siempre presente que las ideas no desempeñan el papel decisivo y esto Marx lo explica de manera brillante.

Las propias ideas son el producto y el reflejo del desarrollo material de la sociedad.

 Al transformar las condiciones materiales de la sociedad, el hombre crea una nueva conciencia, y en el proceso del desarrollo social produce asimismo nuevos principios e ideas de acuerdo con las situaciones materiales creadas. Son pues los cambios en el desarrollo material de la sociedad los que están en la base, a partir de los que nacen nuevas ideas y se crea una nueva conciencia. 

Así como el materialismo en general explica la conciencia por el ser y no al hombre por las ideas, también la conciencia social debe ser explicada por el ser social.

 Nuestro partido, al combatir el peligro del subjetivismo idealista que ignora el papel decisivo del factor económico, valora al mismo tiempo de manera marxista-leninista el grande y activo papel de las ideas y de la superestructura en general, y desecha toda manifestación de fatalismo y de sumisión a la espontaneidad. 

El gran proceso de revolucionarización de toda la vida de nuestro país para hacer avanzar de forma constante la revolución socialista y para cerrar el paso al peligro del revisionismo y de retroceso al capitalismo, está relacionado en primer lugar y ante todo con la revolucionarización de la superestructura socialista, del partido y del Estado de dictadura del proletariado, de la enseñanza y de la cultura, y principalmente de la conciencia de los trabajadores. 

Esto es aplicación práctica, concretización y desarrollo de las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre el grande y activo papel del factor subjetivo en la historia». 

(Enver Hoxha; Estudiemos la teoría marxista-leninista en estrecho enlace con la práctica revolucionaria, 1970) 


http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com.es/2017/03/la-mania-idealista-de-poner-la.html

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