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El poder soviético y la posición de la mujer

Ana Krupskaya compañera de Lenin

Con motivo del segundo aniversario del poder soviético es oportuno hacer un balance de lo que se ha hecho durante estos años, y reflexionar en la importancia y en los objetivos de los cambios realizados.

La burguesía y sus partidarios nos acusan de haber infringido la democracia. Nosotros, por nuestra parte, afirmamos que la revolución soviética ha dado al desarrollo de la democracia un impulso sin precedente, en extensión y en profundidad, es decir, á la democracia para las masas trabajadoras y oprimidas por el capitalismo, a la democracia para la inmensa mayoría del pueblo, a la democracia socialista (para los trabajadores), a diferencia de la democracia burguesa (para los explotadores, para los capitalistas, para los ricos).

¿Quién tiene razón?

Para analizar bien este problema y comprenderlo más a fondo, debemos hacer un balance de la experiencia de estos dos años y prepararnos mejor para desarrollarla y llevarla adelante.

La posición dé la mujer pone en evidencia del modo más palpable la diferencia entre la democracia burguesa y la democracia socialista, y da una excelente respuesta al problema planteado.

En una república burguesa (es decir, donde existe la propiedad privada de la tierra, las fábricas y talleres, las acciones, etc.), aunque sea la más democrática de las repúblicas, la mujer jamás ha tenido derechos completamente iguales a los de los hombres, en ningún lugar del mundo, en ninguno de los países más avanzados. Y ello, a pesar de que han trascurrido más de 125 años desde la gran Revolución (democraticoburguesa) Francesa.

La democracia burguesa promete de palabra la libertad y la igualdad. Pero en la práctica ni una sola república burguesa, ni la más avanzada, ha otorgado a la mujer (la mitad del género humano) plena igualdad de derechos con los hombres, ante la ley, ni ha liberado a la mujer de la dependencia y opresión de los hombres.

La democracia burguesa es la democracia de las frases pomposas, de las palabras solemnes, de las promesas liberales, de las consignas grandilocuentes sobre libertad e igualdad, pero en la práctica, todo esto oculta la falta de libertad y la desigualdad de la mujer, la falta de libertad y la desigualdad de los trabajadores y explotados.

La democracia soviética o socialista arrolla con esas palabras pomposas pero falsas y declara una guerra implacable a la hipocresía de los “demócratas”, terratenientes, capitalistas o campesinos ricos que hacen fortuna vendiendo a precios de especulación sus excedentes de cereales a los obreros hambrientos.

¡Abajo esas infames mentiras! No puede existir, no existe, ni existirá jamás “igualdad” entre opresores y oprimidos, entre explotadores y explotados. No puede existir, no existe, ni existirá jamás verdadera “libertad” mientras las mujeres se hallen trabadas por los privilegios legales de los hombres, mientras los obreros no se liberen del yugo del capital, mientras los campesinos trabajadores no se liberen del yugo del capitalista, del terrateniente y del comerciante.

Que los hipócritas y los mentirosos, los necios y los ciegos, los burgueses y sus secuaces, traten de engañar al pueblo con discursos sobre la libertad en general, la igualdad en general y la democracia en general.

Nosotros decimos a los obreros y a los campesinos: ¡arranquen la careta a esos mentirosos, abran los ojos de los ciegos!

Pregúntenles:

- ¿Existe igualdad entre un sexo y otro?

- ¿Entre una nación y otra nación?

- ¿Entre una clase y otra clase?

- ¿Libertad de qué yugo o del yugo de qué clase? ¿Libertad para qué clase?

Aquel que hable de política, de democracia y libertad, de igualdad, de socialismo, sin plantear estas cuestiones, sin darles prioridad, que no luche contra su ocultamiento, encubrimiento y disimulo, es el peor enemigo de los trabajadores, un lobo con piel de oveja, feroz adversario de los obreros y los campesinos, un lacayo de los terratenientes, de los zares y los capitalistas.

Durante dos años el poder soviético, en uno de los países más atrasados de Europa, ha hecho más por la emancipación de la mujer, por su igualdad con el sexo “fuerte”, de lo que hicieron durante ciento treinta años todas las repúblicas “democráticas” adelantadas e ilustradas del mundo tomadas en conjunto.

Instrucción, cultura, civilización, libertad, todas estas palabras altisonantes van acompañadas en todas las repúblicas capitalistas, burguesas, del mundo, por una serie de leyes increíblemente infames, repugnantemente sucias, bestialmente burdas, que establecen la desigualdad de la mujer en el matrimonio y en el divorcio, que establecen la desigualdad entre los hijos nacidos fuera del matrimonio y los “legítimos”, y que otorgan privilegios a los hombres y humillan y degradan a la mujer.

El yugo del capital, la opresión de la “sagrada propiedad privada”, el despotismo de la necedad filistea, la codicia del pequeño propietario; estas son las cosas que han impedido a las repúblicas burguesas más democráticas abolir esas leyes infames y repugnantes.

La República Soviética, la república de los obreros y campesinos, arrolló de un golpe con esas leyes y no dejó en pie ni una sola piedra de la torre de mentiras burguesas y de hipocresía burguesa.

¡Abajo esas mentiras! Abajo los mentirosos que hablan de libertad e igualdad para todos mientras existe un sexo oprimido, mientras existan clases opresoras, mientras existe la propiedad privada del capital y las acciones, mientras existe gente rica que utiliza sus excedentes de cereales para esclavizar al hambriento. Nada de libertad para todos, nada de igualdad para todos, sino lucha contra los opresores y los explotadores, eliminación de toda posibilidad de oprimir y explotar. ¡Esa es nuestra consigna!

¡Libertad e igualdad para el sexo oprimido!

¡Libertad e igualdad para los obreros y para los campesinos trabajadores!

¡Lucha contra los opresores, lucha contra los capitalistas, contra los kulaks especuladores!

Esa es nuestra consigna de lucha, esa es nuestra verdad proletaria, la verdad de la lucha contra el capital, la verdad que lanzamos a la cara del mundo del capital, con sus melosas, hipócritas y pomposas frases sobre libertad e igualdad en general, sobre libertad e igualdad para todos.

Y porque hemos puesto al descubierto esta hipocresía, porque, con energía revolucionaria estamos garantizando la libertad y plenos derechos para los trabajadores oprimidos, contra los opresores, contra los capitalistas, contra los kulaks, por ello precisamente, es que el poder soviético es tan caro a todos los trabajadores del mundo.

Es por ello que, en el día del segundo aniversario del poder soviético, está con nosotros, en todos los países del mundo, la simpatía de las masas obreras, la simpatía de los oprimidos y explotados.

Por ello, al celebrar el segundo aniversario del poder soviético, y a pesar del hambre y el frío, a pesar de todos los sufrimientos causados por la invasión imperialista a la República Soviética rusa, estamos firmemente convencidos de que nuestra causa es justa, firmemente convencidos de que el triunfo del poder soviético en el plano mundial es inevitable.

Lenin, noviembre de 1919 (Pravda)




Publicado por JM Álvarez

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