Pablo Gonzalez

Nada nuevo e ilegal en las medidas antiinmigrantes de Trump

Trump simplemente está procediendo similar a lo hecho por otros presidentes antes que él, como G.W. Bush y Obama quien durante su presidencia, bajo el pretexto de deportar a criminales de alta peligrosidad, llegó a expulsar más de 3 millones de indocumentados, muchos de ellos por ofensas menores. Trump está siendo enfático al declarar que no “necesitamos nuevas leyes”, “trabajaremos de acuerdo al sistema y marco legal existente”.


Finalmente el presidente Trump a través de una de una de sus órdenes ejecutivas: “Fortaleciendo la seguridad pública en el interior de los Estados Unidos”, ha dejado en claro, entre muchas de las medidas antiinmigrantes que su gobierno está poniendo en práctica, que las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados serán un hecho durante su gobierno. 

La directiva, dada a conocer el 27 de enero de 2017, faculta al Departamento de Seguridad Nacional y al Servicio de Inmigración para cumplir a cabalidad con la ejecución de las leyes sobre inmigración de los Estados Unidos, incluyendo la Ley de Inmigración y Seguridad (INA) contra todos aquellos foráneos (aliens) susceptibles a la deportación (removables). 

De esta manera el presidente Trump procede no solo de acuerdo a las leyes de los EE.UU, sino además cumple con su promesa de campaña sobre la eliminación de la inmigración indocumentada que también incluye la construcción del muro en la frontera entre Estados Unidos y México.

Y aunque las críticas y las masivas protestas contra el presidente Trump por las acciones que está tomando contra la inmigración indocumentada pretenden presentar esto como algo ilegal y sin precedentes, lo cierto es que no hay nada nuevo y de ilegal en ello. Trump simplemente está procediendo similar a lo hecho por otros presidentes antes que él, como G.W. Bush y Obama quien durante su presidencia, bajo el pretexto de deportar a criminales de alta peligrosidad, llegó a expulsar más de 3 millones de indocumentados, muchos de ellos por ofensas menores, ganándose por ello el apodo del “Deportador en Jefe”. Trump está siendo enfático al declarar que no “necesitamos nuevas leyes”, “trabajaremos de acuerdo al sistema y marco legal existente”. 

“Existe cierta continuidad entre lo que ha sido propuesto por Trump y lo que ha sucedido bajo Obama”. “Ya existe la infraestructura para llevar a cabo los planes anunciados por Trump”.

 “La idea de las deportaciones masivas ya ha sido normalizada”, ha declarado un miembro del Proyecto de Defensa del Inmigrante, quien además mencionó que medidas como la Ley de Control y Reforma de la Inmigración (IRCA) de 1996 firmada por Bill Clinton, así como las medidas sobre seguridad post 11-9 de G.W. Bush, condujeron a definiciones más amplias del crimen que hace que una persona sea candidato a la remoción por delitos de poca monta.

Dada la dureza de sus acciones iniciales, es más que probable que el actual presidente, tomando en cuenta el impulso antiinmigrante que ha demostrado en los primeros días de su gobierno, especialmente contra mexicanos, centroamericanos y del resto provenientes de países sudamericanos (de los indocumentados canadienses y europeos no se dice nada), consiga expulsar del país un número record de indocumentados, ya que las disposiciones contenidas en la Acción Ejecutiva, aunque pone énfasis en aquellos que han cometido serios delitos, unos 2 o 3 millones, en la práctica considera criminales sujetos a la deportación a todas aquellas personas que hayan cometido cualquier tipo de ofensa criminal o que han violado las leyes migratorias de los EE.UU, como haber entrado y residir de manera ilegal en el país. 

Esto pone en serias dificultades a todas aquellas personas sin un estatus migratorio que garantice su estadía legal, aproximadamente 11 millones de inmigrantes.

Como ya hemos señalado esto no es nada nuevo, ni tampoco la política de las deportaciones masivas será exclusividad del gobierno de Trump. 

En 1954 durante el gobierno del republicano Dwight Eisenhower se montó, con la cooperación del gobierno mexicano, la Operación Wet Back, mediante la cual fueron deportados en forma masiva aproximadamente más de 1 millón de mexicanos que habían entrado ilegalmente a territorio de los Estados Unidos. 

Durante los debates de las primarias republicanas, Donald Trump mostró su agrado con lo realizado por Einsenhower. Por otra parte, las deportaciones durante el gobierno de Obama, al que Trump ha criticado por su postura “blanda” en inmigración, han alcanzado la cifra de 2.4 millones de deportados solo en el periodo 2009-2014, sin embargo, esta cantidad podría ascender a 3.2 millones cuando se tengan los datos completos del periodo 2015-2016, lo que convertiría a Obama en el presidente con más deportaciones en su haber en la larga historia antiinmigrante de los EE.UU y que abarca penosos y vergonzosos episodios, caracterizados por el odio y rechazo hacia los denominados “illegal aliens”, como la ley de exclusión de inmigrantes chinos, el confinamiento de japoneses durante la segunda guerra mundial, la operación Wet Back, culminando ahora con los planes del gobierno de Trump de restringir la entrada de inmigrantes provenientes de siete países con poblaciones mayormente musulmanas, que irónicamente son los que más han sufrido las consecuencias del intervencionismo militar de los EE.UU, como es el caso de Irak, Siria, Yemen, Somalia, Irán, Libia y Sudan.

A pesar de la oposición que las políticas antiinmigrantes del presidente Trump están generando entre diversos sectores de la población, como en las llamadas Ciudades Santuarios (amenazadas por Trump con la eliminación de fondos federales) cuyas autoridades ha declarado que se negaran a cooperar con sus políticas antiinmigrantes, los precedentes históricos, el clima antiinmigrante y las disposiciones legales contra la inmigración indocumentada vigentes en el país, todo esto sumado a un congreso dominado por los republicanos y las prerrogativas ejecutivas de las que está haciendo uso el actual presidente, son factores de mucho peso que inclinan la balanza en favor de las acciones antiinmigrantes que el gobierno de Trump está poniendo en marcha y, que por lo observado hasta el momento, indican que las deportaciones masivas serán un hecho durante su gobierno, como lo fueron durante el tiempo de Obama y seguramente lo serían con Hillary Clinton, quien aparte de ofrecer sin mucho entusiasmo una reforma migratoria, dijo que deportaría aquellos inmigrantes con un historial criminal.

Durante su campaña presidencial, Donald Trump supo explotar, para su propio beneficio, la cuestión de la inmigración indocumentada que ha permanecido, por razones políticas y económicas, sin ser resuelta por mucho tiempo llegándose a transformar en un tema fácilmente manipulable que cada cuando, sobre todo en tiempo de elecciones, es explotado al máximo por políticos inescrupulosos y toda una variedad de personajes y grupos antiinmigrantes conscientes que al utilizar la inmigración ilegal como el chivo expiatorio de todos los males que padece la nación impactaran en el centro del sentimiento antiinmigrante y xenófobo existente en grandes sectores de la población estadounidense para quienes la única solución es la eliminación o remoción, a través de las deportaciones, de estos criminales violadores de la ley que no tienen ningún derecho a residir en el país bajo ninguna forma de amnistía.

Donald Trump es un hombre carente de sentimentalismos y piedad que no entiende de razones humanitarias. 

Su pensamiento reaccionario, ultranacionalista y supremacista lo lleva a ver la inmigración, legal o ilegal, especialmente la de personas de piel oscura, mexicanos (hispanos en general) y musulmanes, como indeseable y dañina, como una plaga que se aprovecha de los contribuyentes y roba los trabajos de los ciudadanos estadounidenses.

 Para Trump los inmigrantes son un peligro para el bienestar y la seguridad interna de la nación, por lo tanto su presencia debe de ser eliminada o reducida al máximo, al diablo con eso de la nación de inmigrantes. Estados Unidos debe recuperar su grandeza, el sueño americano exclusivamente blanco, esa fue la promesa de Trump el candidato que ahora como presidente ya empieza a poner en marcha sin compasión alguna.

Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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