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España: Las ‘cosillas’ de vivir en un Estado fascista

Se ha armado revuelo a cuenta de la no-cesión del, por decirlo suavemente, ultraderechista Zozulya al Rayo y las protestas de su hinchada, mayoritariamente antifascista. 


Ciertamente, la mal entendida normalidad democrática del país exigía que Zozulya llegara a Vallekas, besara el escudo y aquí paz y después gloria.

Aunque nos repitan machaconamente que fútbol y política han de permanecer separados, como si el fútbol no se jugara en la polis y sí en una especie de vacío o limbo terrenal, hete aquí que pueden permanecer indisolublemente unidos, fútbol y política decíamos, si es caso de lavarle la cara a un sujeto neonazi y amigo de la guerra.

 Entonces sí, bienvenido sea el casamiento.

 Como cuando los palcos se llenan de políticos, perdón, autoridades, prestos a hacer negocietes.

Que la protesta de una afición de un barrio obrero que no quiere nazis en sus filas sea motivo de alarma, polémica y querella por parte de Tebas revela significativamente la naturaleza fascista de España. ¿Civismo? 

¿Educación para la ciudadanía?

 Debería ser el propio Tebas, por su militancia en Fuerza Nueva, aquella banda de matones neofranquistas de camisa azul, quien debería estar inhabilitado para ejercer un cargo como el que ostenta y ser motivo de querella por una trayectoria nauseabunda en el ejercicio de sus funciones, desde las leyes concursales hasta su postura en el caso de Jimmy. 

Pero Franco venció en el 39, y de aquellos polvos estos lodos.

Y es que mientras se cumple un año de la razzia contra miembros de Indar Gorri, inmersos aún en proceso judicial y tachados de “banda criminal”, quienes sí cuentan con dos muertos en su haber, el Frente Atlético, mostraban su pancarta en Gasteiz en la anterior jornada de liga.

 ¿Tebas? Silencio. ¿La Liga? Denunciando el cántico de Iraultza ‘¡Frente Atlético, asesino!’

Unos días después, a su vuelta a Sevilla, Zozulya era recibido como un héroe por los ultras béticos, los mismos que jaleaban los malos tratos de Rubén Castro a su mujer. 

Es decir, ni siquiera respetaron su presunción de inocencia, sino que directamente legitimaron la violencia contra las mujeres. 

Casualidad, otro jugador, Lucas Hernández ha sido acusado de agredir a su pareja, siendo el propio Tebas quien llamara a respetar su presunción de inocencia, porque “esto pasó de madrugada y estamos por la mañana y casi queremos una condena”. 

Basta con apreciar qué actores tendrán una querella encima de la mesa y quiénes no para adivinar a quién quiere condenar (y a quienes absolver) el amigo Tebas. He ahí su vara de medir, por no decir podredumbre, ideológica.

Mención aparte para la prensa, que obvió interesadamente el comunicado de la plataforma de las peñas rayistas para centrarse en criminalizar a Bukaneros. 

Mientras, nos queda la duda de que haya sido el propio presidente del Rayo, Presa, una suerte de omnipresente cacique según narran las crónicas de sus aficionados, quien haya orquestado toda esta jugada para ponerles en el disparadero una vez más.

Por otro lado, en casa hemos tenido que aguantar cómo Deia y El Correo tachaban a Zozulya de “supuesto” ultraderechista. De paso, Deia nos hablaba de otra gente que tuvo presiones a la hora de fichar por un club, como Salva o Zubikarai.

 Olvidaba el diario jeltzale, quién sabe si deliberadamente, a Paul Abasolo, condenado por malos tratos y más tarde incomprensiblemente indultado por ZP. ¿Por qué? 

El populacho, esos mal pensados, sospechan de la alta cuna del abusador y la presión política de la derecha vasca. Mientras, el presidente del Portu defendía su fichaje y echaba balones fuera con ETA. De donde vienes, manzanas traigo.

En todo caso, y volviendo al caso del futbolista ucraniano, ¿qué iban a contarnos estos medios tras su cobertura de la guerra en Donbass y las “democráticas protestas” en el Maidan? 

La filiación neonazi y las loas al Batallón Azov por parte de Zozulya han pasado de puntillas, de ahí que Tebas declarara “parece que de geopolítica y de guerra ucraniana sabemos todos y aprendemos todos rapidísimamente. 

Dios quiera que este país no tenga una situación como tuvo Ucrania”. ¡Evidencias a Tebas! Él sí que conoce bien la realidad ucraniana, aunque nos hable en pasado y obvie los bombardeos de esta misma semana.

Inferimos, pues, que la normalidad reside en mantener vivo y legitimar el orden ultraderechista, sea en Ucrania o en España. 

Retorcer la realidad para que el verdugo se convierta en víctima de la “coacción” es lo de menos. 

Lejos queda aquello de “para ser demócrata hay que ser antifascista”.

https://alabinbonban.wordpress.com/2017/02/04/cosillas-de-vivir-en-un-estado-fascista/
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