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Ucrania: El contexto ideológico de la ultraderecha pro-Azov

El Cuerpo Negro, basado en los paramilitares de Patriotas de Ucrania y en la organización política de apoyo, la Asamblea Social Nacionalista, se convertiría en el Regimiento Azov.

En una entrevista publicada por Le Harfang, Olena Semenyaka explicó que Azov no es sólo un regimiento militar.

 Los principios de la Asamblea Social Nacionalista “fueron reinterpretados, mejorados y adaptados a los retos actuales”.

El Cuerpo Civil del Regimiento aparece como el núcleo de un futuro partido político y está presente en toda Ucrania. Cuenta con el apoyo de colaboradores de distintos países europeos. Según Semenyaka, la línea ideológica “podría resumirse en el término de Reconquista, un término que tiene su propia lógica de desarrollo: hoy Ucrania, mañana Rus y Europa entera”.

 Según ella, esto significa “restaurar la voluntad europea en todas las esferas de la vida y realizar el último deseo de Dominique Venner”.

El francés Dominique Venner es considerado como uno de los impulsores intelectuales de una nueva derecha europea, fundada en lo que podría definirse como un nuevo europeísmo revolucionario de raíz conservadora, e impulsado desde una organización defensora de la identidad europea, con una importante impronta antiliberal y antirreligiosa, abierta a una visión neopaganista.

 En la visión de Venner, la prioridad identitaria de una Europa construida sobre sus distintas naciones es compatible con su visión de una civilización europea culturalmente superior, digna por tanto de imponer su orden en el mundo.

Antiguo miembro de la OAS, Venner se suicidó el 21 de mayo de 2013 de un tiro en la boca ante el altar mayor de la catedral de Nôtre Dame de París.

 En la nota en la que explica su decisión, señala que su suicidio tenía “una intención de protesta y de fundación” para sublevarse contra la fatalidad, “romper el letargo que nos agobia” y “despertar las conciencias adormecidas”, un gesto fundamentado “en una ética de la voluntad”.

Venner hace referencia en su testamento a los “peligros ingentes” a los que se enfrentan la “patria francesa y europea” y señala no esperar de la vida más que “la perpetuación de mi raza y mi espíritu”. 

En línea con el nacionalismo tradicional conservador europeo, señalaba sublevarse “contra los deseos individuales que, invadiéndolo todo, destruyen nuestros anclajes identitarios y especialmente la familia”. 

Y en una clara referencia a la inmigración, en especial la musulmana, sostenía que aun defendiendo “la identidad de todos los pueblos en su propia patria”, era preciso sublevarse “contra el crimen encaminado a remplazar nuestras poblaciones”.

 Ante el peligro de muerte espiritual de su Europa de referencia, recordaba las bases teóricas de la Reconquista europea por la que apuesta Azov al señalar que los europeos, “no poseyendo una religión identitaria” a la que amarrarse, comparten sin embargo “desde Homero una memoria propia, depósito de todos los valores en los cuales podremos volver a fundar nuestro futuro renacimiento rompiendo con la metafísica de lo ilimitado, origen nefasto de todas las derivas modernas”.


Homenaje ultraderechista a Dominique Venner en Kiev. Mayo de 2016. La web Moloth les presenta como voluntarios rusos en Azov y miembros del Centro Ruso en Kiev.

En su aproximación al euroculturalismo de Venner en su libro Histoire et traditions des Européens [Historia y tradiciones de los Europeos], Sebastian J. Lorenz, refleja los rasgos de una ideología que define la metapolítica de la actual ultraderecha ucraniana, ya sea la que representa Azov o la que inspira a políticos como Andreiy Parubiy.

Por una parte, es preciso iniciar la vía de la lucha de las ideas para consolidar el poder ideológico, de base etnocultural, a través de la unidad de doctrina. Por otra parte, sólo una vez consolidado el poder cultural que lo hará posible, es posible plantearse la consolidación de una hegemonía política que permite imponer la revolución social y nacionalista en Europa.

 Todo eso pasa por la reconstrucción de Europa, y países como Francia, desde planteamientos antiliberales, anticapitalistas, anticomunistas, antiigualitarios, anti-culturas no europeas pero también, en gran medida, desde posiciones anticristianas, neopaganistas. 

Conservar la tradición etnocultural europea a través de una revolución política que se enfrente a las llamadas falsas ideas recibidas o introducidas en Europa (el liberalismo o el comunismo), ésa parece la tesis última de Venner, la que verdaderamente impulsa a los teóricos de la revolución conservadora ucraniana.

Como también sucedía con el nacional-socialismo o la ideología social-nacional de la OUN, este discurso es compatible con una visión social, como revela Semenyaka al señalar que el proceso de Maidán era “una primera tentativa de los ucranianos salirse del yugo poscomunista de los oligarcas capitalistas que florecen en Ucrania y en Rusia”.

La visión de Venner de hegemonía cultural, como factor dominante en la revolución conservadora, quedaba palpablemente reflejada por Semanyaka en una entrevista concedida al republicano conservador, James Harmon, y recogida por el Club Tradicionalista Ucraniano (uktk.org) en septiembre de 2014. 

Una entrevista en la que esta líder de Azov asumía su papel de ideóloga del movimiento ucraniano. 

En este contexto, señalaba que aunque los ucranianos “votaron en su mayoría por el pro-occidental Poroshenko … los llamamientos del Praviy Sektor a la auto-organización, la lucha contra los traidores internos y el desarrollo de nuestro propio y poderoso ejército prevalecieron por completo sobre los estados de ánimo “pacíficamente” derrotistas y de espera al rescate de Occidente”.

En su entrevista para uktk.org, Semenyaka señala que “la guerra interrumpió nuestra revolución”, entendida por ella como el inicio de la Reconquista europea. Ese proyecto de renacimiento, con origen en Ucrania, pasa por recuperar las bases culturales y originales de la tradición estatal de la Rus de Kiev, y su sucesora, la Ucrania actual. 

Ésa es la estrategia actual de revolución nacionalista que defiende Azov. En ese cambio, el ultranacionalismo ucraniano ve a Rusia como su principal enemigo, negando incluso el carácter nacional de la población oriental de Ucrania, considerada por Semenyaka como “nuevos llegados” en unos territorios “robados a los cosacos ucranianos”.

La dimensión tradicionalmente xenófoba del discurso nacionalista ucraniano queda claro en Semenyaka cuando señala que “Rusia no incorpora específicamente el principio europeo de las relaciones espaciales y de propiedad: el espacio, la propiedad y los derechos individuales nunca han sido cultivados en Rusia, y el pueblo ruso a menudo era nómada y no campesinos con vínculos directos con la tierra. Por eso, por ejemplo, los “invitados” de Rusia en el este de Ucrania nunca podrán ser considerados “partisanos” que defienden su propia tierra – sólo agresores e invasores”.

Pero aunque la guerra ha prevenido la revolución en Ucrania, al mismo tiempo, con la guerra “los nacionalistas han adquirido un poder que jamás podrían haber soñado antes: forman y guían a los batallones de voluntarios formados por derechistas, y nuestros compañeros extranjeros se unen a ellos … porque ven que pueden hacer algo real en Ucrania, en contraposición a sus propias patrias. Esto no es todavía “Reconquista Europea”, pero es el nacimiento del sujeto que podrá hacerla posible”.

Una parte de sus aliados son aquellos ultranacionalistas rusos que quieren liberar a Rusia del Kremlin y ven a Ucrania como la Rus original, base del mantenimiento de la unidad eslava. Una unidad eslava que tendría una dimensión europea puesto que, como país europeo tradicional, Ucrania es la antítesis, según Semenyaka, a una Rusia que incluye mucha población asiática. Esa Rusia que, tanto en el pasado como en la actualidad, encarna, desde su punto de vista, “en gran medida un modelo de gobierno asiático (absolutista, incluso despótico, burocrático y tecnocrático)”.

Semenyaka resume en otro artículo la conexión última entre la cultura y la política, entre las ideas de KPN, Moloth, Azov y la Misantrophic Division. La reivindicación de la cultura nacional y popular; las libertades locales en una línea cercana a un anarquismo conservador y derechista; la oposición a las tendencias imperialistas, incluidas las del nazismo alemán, asimiladas en este caso a las del Kremlin; la continuidad entre la tradición europea y “lo mejor de la nueva Derecha, que puede encontrarse en la visión del mundo de los guerreros de la Misantrophic Division”.

Todo ello enlazaría en la reivindicación de la bandera realista francesa y el proyecto de conmemoración del día de Luis XVI como símbolo del declive europeo y la sustitución de la iglesia por un nuevo, aunque no menos absolutista, culto de la razón que desembocó en el fenómeno del estado totalitario. 

Para Semenyaka, los destructores de la Francia tradicional y los neo-bolcheviques que se enfrentan a Ucrania son lo mismo, la oposición al “espíritu de la antigua tradición en las nuevas formas progresivas”.

 O dicho de forma mucho más acorde al modelo de expresión de Semenyaka: “Soldados ucranianos sosteniendo una bandera realista de Francia con la Fleur-de-Lis bajo la cual los rebeldes de Vendée lucharon contra el terror jacobino de la Revolución Francesa y hoy los defensores ucranianos de su tierra, cultura y pueblo luchan contra los estatistas izquierdistas y los guardias de perros de la Cartago multicultural rusa (Federación Rusa) – neo-bolcheviques, mercenarios de Kadyrov y antifas de la llamada “Novorossia””.

En lo político, la historia política de Semenyaka muestra igualmente la creciente tendencia de marginalización de Svoboda y del propio Praviy Sektor en el liderazgo del movimiento ultranacionalista en Ucrania. 

Las estructuras de Azov, creadas por la Asamblea Social Nacionalista, inicialmente una mera división del Praviy Sektor, están haciéndose con el poder real, tanto militar como organizativo y político. Azov recoge, por ejemplo, a los paramilitares extranjeros que, en aquel momento vinculados al Sich (C14), la rama paramilitar de Svoboda, participaron en la toma de la sede del Partido Comunista de Ucrania en Kiev.

Y mientras Svoboda y Praviy Sektor se ven desbordados por Azov, el Regimiento profundiza en la estrategia de colaboración con el anteriormente odiado Avakov, en especial tras la muerte de Sashko Bilyi. Es esa alianza la que consolidado a Azov como referente del nuevo poder real en Ucrania. 

Un poder que, de vencer en sus objetivos militares, plantearía una profundización radical en el proceso de revolución nacionalista, en particular en la línea de una total lustración de los enemigos del nuevo régimen.

Toda esta combinación de conservadurismo y revolución nacionalista, característica de la ultraderecha ucraniana, podría verse como una simple broma en las indolentes sociedades occidentales. 

Si no fuera por un matiz preocupante: a través de sus acciones de apoyo y formación, los ejércitos y agencias de inteligencia de Occidente hacen hoy posible que el sueño de los teóricos de la Reconquista europea avance cada día un poco más, al menos en Ucrania y otros países del noreste de Europa. 

Una reconquista que, como señalaba en su perfil de Facebook Semenkaya, nada tiene que ver con “la podredumbre de la democracia liberal y el culto a la debilidad, cuya fealdad sólo queda ennoblecida por los vestigios del espíritu de la verdadera tradición aria”.


Cartel de estilo nazi-fascista para el Asgardsrei V, apelando a que cada nación aporte su bandera en una demostración de “verdadera unidad europea en acción”.

https://slavyangrad.es/2017/01/13/el-contexto-ideologico-de-la-ultraderecha-pro-azov/#more-9660

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