Este documento fue la base de la exposición que realizó el autor en la Asamblea-Foro popular en contra del gasolinazo realizado en la Ciudad de Morelia Michoacán el pasado viernes 20 de Enero de 2017.
He elaborado esta breve exposición bajo el entendido de que la mayoría de los aquí presentes ya hemos discutido nuestros motivos para estar en contra del “gasolinazo” y que todos estamos conscientes de que las explicaciones del gobierno de Enrique Peña Nieto, son tramposas y falaces, por lo que empezaré por concentrarme en el debate con otras posiciones que dicen compartir también el sentir de esta lucha, pero que lo hacen de forma oportunista e incongruente.
Así pues empezaré por debatir algunas explicaciones cortas, con impacto mediático, pero al final de cuentas demagógicas.
- 1.- “Peña Nieto nos odia y en efecto se levanta pensando en cómo joder a México y entonces dijo : “Voy a subir el precio de la gasolina para equipar el avión presidencial que no tiene ni Obama”.
Desgraciadamente nuestro nivel político es tan bajo que tendemos a querer explicar la política como una especie de telenovela, con buenos, malos, malvados y héroes; comienzo con esta advertencia porque vemos que para variar, el oportunismo, por ejemplo MORENA y el PRD, tratan de aprovechar la situación para elevar a Peña Nieto a calidad de villano para poder elevar a López Obrador u otro personaje a calidad de héroe. Apuesta que además de tramposa, no siempre funciona, sino pregúntenle a Hillary Clinton.
Lo cierto es que en México hay una burocracia política, multipartidista que está comprometida profundamente con los intereses de la gran burguesía imperialista y que desde hace años ha venido acomodándoles el marco jurídico, el presupuesto, la infraestructura y todo el país para que ellos puedan hacer buenos negocios. Peña Nieto es sin duda parte de esa burocracia; ha sido formado por instituciones y círculos políticos que desde jóvenes enseñan a los futuros cuadros políticos de sus partidos el arte del cochupo, la demagogia, la simulación y la actuación con la finalidad de hacerle creer al pueblo trabajador de México que vivimos en un sistema democrático en donde hay buenos y malos y todo consiste en elegir correctamente.
En pocas palabras, Peña Nieto es resultado de la forma en que opera el Estado mexicano al servicio de la burguesía imperialista, es lamentablemente charlatanesco decir que un personaje explica al Estado, es al revés.
Coincidimos totalmente en que Peña Nieto tiene que irse, lo dijimos desde la desaparición de los 43 compañeros de Ayotzinapa, pero también sostenemos que no basta con que se vaya él, es el aparato de poder y represión completo el que tiene que irse, incluidos los demás partidos electoreros.
2.- Segunda afirmación a debatir: “Todo el problema de México es la corrupción, el dinero alcanzaría perfectamente si los funcionarios de Estado recortaran sus sueldos y sus privilegios”.
No hay duda de que la burocracia política en México es parasitaria y ladrona, es un sector de cientos de miles de personas que como dijimos anteriormente, están formadas, educadas y adiestradas para tener un modus vivendi de privilegios ingresando a los partidos políticos y/o a las instituciones de Estado.
Sin embargo sostener que ese es todo el problema resulta por demás tramposo, pues implica disculpar a los verdaderos dueños del país, la burguesía imperialista, los grandes empresarios que hacen negocios millonarios extrayendo recursos naturales, explotando trabajadores de todos los sectores y controlando el comercio y el crédito.
Ellos son los jefes de los políticos, no al revés. La burguesía imperialista, aunque seguramente tiene un profundo desprecio hacia los burócratas, ha estado dispuesta a comprar su lealtad de esa forma, y al parecer les ha resultado, pues incluso los partidos que dicen fundarse con principios de izquierda, terminan compitiendo por ganar la atención y las preferencias de esos grupos empresariales.
Qué está pasando con la gasolina
En primera instancia habría que decir que este cambio en la política energética y petrolera, es parte de un cambio de política económica hecho para rescatar al capitalismo de una crisis de larga duración desde la época de los setenta y que por cierto dicho ajuste, conocido como neoliberalismo, está agotándose.
Desde hace décadas se han adecuado una serie de medidas para que México, esto implica sus fuerzas productivas, se integren de forma intensiva al mercado mundial para que éste en general funcione de manera más ágil y los ciclos de acumulación se mejoren; la justificación política utilizada por los burócratas y empresarios que promovieron dichas medias en el país, ha sido que si el mercado mundial mejora y nosotros estamos en él, la mano milagrosa del mercado hará que nos vaya bien también.
Esto naturalmente no sucede.
Cuando hablamos del mercado, sobre todo si es el mercado mundial, podemos decir que está compuesto por propietarios de mercancías, y que la importancia en el mercado se mide por la cantidad de mercancías y dinero que se posee, de tal suerte que existen empresas y rubros de la economía que son los que tienden a ganar. En ese grupo se encuentran los grandes monopolios petroleros del mundo.
Derivado de este cambio de política económica, ha habido un ajuste de la política energética y petrolera.
Con la finalidad de no idealizar el modelo anterior, hemos de aclarar que la política petrolera siempre ha estado orientada a favorecer el desarrollo del capitalismo, sin embargo hay discusiones acerca de cuál es el lugar que debe ocupar. En México estamos viviendo la transición de un modelo de utilización capitalista de la industria petrolera a otro.
El modelo abandonado es en donde PEMEX era concebido como una fuente de financiamiento del Estado mexicano para que éste distribuyera y administrara la renta petrolera de tal forma que se incentivaran otras industrias y se pudiera controlar la distribución y especialización de la fuerza de trabajo. Esto implica infraestructura pública, proyectos educativos, etc.
En el plan actual, PEMEX es una empresa que simplemente se encargará de hacer transitar la riqueza petrolera y la infraestructura de refinación y petroquímica a manos de los grandes monopolios petroleros. PEMEX hizo durante años, exploración, investigación, desarrollo de infraestructura y de mercado, nacional e internacional, corriendo todos los riesgos del negocio y sin embargo con muy buenos números en términos productivos, y ahora los grandes monopolios petroleros van a adquirir todo ese capital, libre de riesgos, con el mercado asegurado y en óptimas condiciones para reponer pronto su inversión.
En ese sentido la liberalización del precio de la gasolina y su aumento relativamente artificial, tiene por finalidad el hacer más “competitivo” el comercio de la gasolina en México para que las grandes empresas petroleras quieran invertir en dicho comercio.
La promesa de la reforma energética era que el precio iba a bajar, lo que no nos dijeron es que sería inflado en más de un 30% antes de que exista la posibilidad, no la seguridad, de que baje.
Por supuesto, esa posibilidad de que baje el precio será sobre la base de ese aumento, no sobre la base de los precios de 2015. Los propagandistas del gobierno dicen que una vez que haya competencia en las gasolineras, esas empresas pueden bajar los precios para ganar más clientes.
Ese supuesto es lejano, poco probable y considerablemente falso, pues la gasolina puede aumentar, digamos en diez pesos por litro y después las gasolineras podrán hacer promociones de bajar cincuenta centavos, uno o dos pesos, de tal forma que en el mejor de los casos, habrá días o tal vez semanas en que ese aumento de diez pesos sea solo de$ 8.00, otros días de $9.50, pero otros días de $11.00 o $12.00. Por supuesto es más fácil que se sostenga un aumento del precio que una disminución del mismo.
El Estado, a través del IEPS sigue consevando la facultad, por un tiempo, para financiarse a través del comercio de la gasolina, pero habría que discutir si políticamente es más adecuado debatir la pertinencia del impuesto o de la ganancia capitalista de los grandes monopolios.
Mi opinión es que es, por decirlo así, peligrosa, la posición que cuestiona el uso fiscal y guarda silencio ante la transferencia de capital hacia los grandes monopolios. Voceros del PAN, PRD y MORENA, hablan sobre la posibilidad de recortar el IEPS para que no suba tanto el precio de la gasolina, pero todos coinciden en dejar intacta la ganancia de las empresas que controlan las gasolineras.
Hay pocas posibilidades de que el asunto cambie porque renunciar al impuesto implicaría un suicidio para las finanzas públicas, las cuales ciertamente están en números rojos; sí, en parte por el despilfarro de recursos que opera la burocracia política, pero también porque en estas décadas, so pretexto de su ineficiencia, el Estado mexicano ha malbaratado sus fuentes efectivas de financiamiento, las cuales naturalmente eran apetecidas por las grandes empresas monopólicas.
El Estado mexicano exenta de impuestos a la Inversión Extranjera Directa, a la indirecta y al comercio internacional con el pretexto de incentivar la inversión, pero a cambio reduce su capacidad financiera.
Así pues, los siguientes pasos en el plan económico serán, como en el caso de la gasolina, elevar impuestos al consumidor, elevar los costos por trámites en el servicio público y reducir el gasto social, lo cual implica destinar menos dinero para la educación, salud, cultura, deporte, etc.
Evitar que el Estado contrate personal con pleno goce de sus derechos laborales, sacrificar las pensiones y jubilaciones así como las prestaciones laborales, etc. He ahí donde la reforma educativa tenía un papel importante.
Parte de este manejo artificialmente ineficiente que ha provocado el mismo Estado mexicano en coordinación con la burguesía imperialista ha sido que se vende barato el petróleo crudo, sobre todo a Estados Unidos, y se compra la gasolina cara, también principalmente a Estados Unidos, mientras que las refinerías mexicanas funcionan más o menos al 50% de su capacidad.
En esta parte, la Unión Nacional de Trabajadores de Técnicos y Profesionistas Petroleros, UNTYPP está proponiendo que se reactiva la industria petrolera a nivel nacional, que:
• Priorizar la entrega de crudo a las refinerías antes que a la exportación (es decir dejar de vender las naranjas para luego comprar el jugo), proporcionado la cantidad y mezcla adecuada al diseño de las plantas, para que las refinerías trabajen al 100% de su capacidad y poder reducir en la importación de gasolinas, diésel y otros petrolíferos que en 2015 representó 20,854 millones de dólares.
También sugieren invertir adecuadamente en el personal de PEMEX, por ejemplo dejar de reprimir a petroleros eficientes sólo por ser sindicalistas independientes, dejar de colocar recomendados en puestos claves y garantizar al personal las condiciones adecuadas para realizar su trabajo.
La correlación de fuerzas
Es fundamental entender que si el Estado mexicano ha podido realizar todas estas medidas, las cuales sin duda perjudican a la mayor parte del pueblo trabajador, es simplemente porque ha podido hacerlo, es decir, la presión que recibe por parte de la burguesía imperialista es mucho más contundente y significativa que la ejercida por el pueblo trabajador.
Ni la burguesía imperialista, ni la burocracia de Estado tienen, han tenido, ni tendrán el más mínimo interés en readecuar las políticas económicas o públicas para que se beneficie la mayoría trabajadora a costa de sacrificar el margen de ganancia de las grandes empresas sólo porque eso es justo.
La política se hace con fuerza y no sólo se explica por la fuerza de la burguesía, sino por la debilidad organizativa del proletariado, la verdad es que nuestros mecanismos de protesta y organización han sido sencillamente insuficientes para presionar al Estado a tal punto que considere necesario presionar a la burguesía imperialista para hacerla comprender que si no acota su margen de ganancia puede haber una revolución.
El caso es que ni el Estado ni la burguesía imperialista sienten que esa amenaza sea emergente.
Este cálculo de la correlación de fuerzas lo han hecho sobre la base de las derrotas acumuladas de la clase trabajadora en México y del pueblo explotado en general, es cierto que ha habido resistencias y es cierto que en cierta medida se han detenido más este tipo de decisiones, pero el problema es que detener una iniciativa de Estado o ganar lo más mínimo en favor del pueblo trabajador, cuesta mucho, sangre, jornadas intensas de movilización, desgaste, sacrificios económicos, etc, y se gana poco.
Esto ha sido así porque el Estado mexicano, por lo mismo de haber agotado sus fuentes de financiamiento, cada vez tiene menos margen de maniobra para resolver los conflictos sociales accediendo, cuando menos en parte a las peticiones de los inconformes, incluso, se ha reducido el margen para que puedan resolver los conflictos como solían hacerlo, disparando algo de dinero con la finalidad de corromper y dividir sindicatos, organizaciones campesinas y demás movimientos.
Pero también se explica esta situación porque el movimiento popular no tiene la fuerza suficiente para revertir estas medidas.
Por lo tanto urge que la clase trabajadora y el pueblo trabajador en general se dote de organizaciones más eficientes y adopte a su vez formas más combativas y eficientes de hacerse escuchar y sentir, en ese proceso, en la medida en que seamos más fuertes, obligaremos al Estado a considerar mejor sus decisiones, y si no lo hace, nos estaremos fortaleciendo de tal suerte que ahora sí estemos en posibilidad de tomar el poder como clase.
Es necesario hacer más sindicatos, luchar contra el charrismo y la simulación sindical donde lo hay, organizar gremios, ejidos y comunidades para defender sus intereses inmediatos, pero también para incrementar los lazos entre las luchas y los procesos de forma sistemática y organizada, dejar atrás el gremialismo y la comodidad de lo inmediato, esas organizaciones de base, deben destinar cuadros y elementos para que se dediquen de forma cuasi permanente a las tareas de organización de la lucha proletaria y popular.
Es necesario rebasar las actitudes pequeñoburguesas dentro del movimiento popular que en lugar de alentar la lucha la limitan y la reprimen desde dentro, bajo el supuesto de que somos ciudadanos, que tenemos instrumentos oficiales para mandarle al gobierno y que todo consiste en portarse bien; esas posiciones no hacen sino defender el carácter del Estado mexicano suponiendo que con unos cuantos ajustes de personal, se va a cambiar profundamente su carácter antipopular.
Por supuesto este no es un llamado a la violencia desorganizada y caótica, lo cual también favorece al Estado, más bien me parece importante subrayar que no sólo se necesita estar bien organizados, sino también la decisión de usar la organización para actuar, tomando ciertos riesgos pero con decisión.
Retrasar estas decisiones sólo ha convencido a la burocracia corrupta y a la burguesía imperialista de nuestra debilidad, mientras se burlan de nuestros twits, nuestros likes y nuestras críticas superficiales de la situación.
Andrés Avila Armella, Miembro del Buró Político del Partido Comunista de México PCdeM, www.partidocomunistademexico.org También es Sociólogo y Dr. En Estudios latinoamericanos por la UNAM en donde actualmente labora como docente
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