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El oráculo de Delfos y míster Trump

El verano pasado viajé expresamente a Grecia, a conocer Delfos, el ombligo (ónfalos) del mítico mundo de la antigüedad griega, porque siempre y desde niño, me fascinaron las historias de las pitonisas o “sacerdotisas” del dios Pitón o serpiente-dragón que cuidaba las cuevas del cercano monte Parnaso y las aguas del arroyo cristalino “Castalia”.


 Fantásticas historias de adivinadoras o vaticinadoras o visionarias, talvez videntes del porvenir de los hombres y del mundo, quienes con sus balbuceos intrincados y confusos podían cambiar o torcer y hasta destruir el rumbo de una vida humana, o incluso, de una sociedad por completo. 

“Si cruzas el rio Halys (frontera con Persia) destruirás un gran imperio” le dijo la Pitonisa al rey de Lidia. 

Este creyendo el agüero atacó a los persas (hoy iraníes) y el imperio que se destruyó fue el suyo propio. 

EL oráculo no se equivocó, los errados fueron quienes no lo supieron interpretar. ¿Cuándo se ha equivocado un Profeta? Nunca. 

El error siempre ha estado en quien no sabe entender los mensajes del más allá o del más acá, según se mire.

Así nos lo explicaba el extraordinario y erudito guía griego, nacido en Argentina, que nos narraba a los atolondrados turistas de habla hispana con minuciosidad científica, todo lo que esta arisca y azulada y mítica montaña albergaba.

No hay evidencia histórica de que el oráculo, tal y como lo propagaron los primeros padres de la cristiandad con el fin de desacreditar el paganismo o idolatría de los antiguos griegos; fuera una cueva profunda y vaporosa en donde entraba la Pitonisa para aspirar unos vapores subterráneos y al cabo de un tiempo salir exoftálmica y desorbitada, despelucada, babeante y alucinada, en una especia de trance, para bisbisear ante un público pasmado y atónito algunas incoherencias que luego eran interpretadas, recitadas o cantadas por el sacerdote mayor del Templo de Apolo.

Lo que la evidencia antropológica muestra en culturas primitiva y con rituales mágicos semejantes, es el llamado “trance colectivo” o de sugestión mágica, en el cual el intermediario o mago, si usa por lo general alguna sustancia psicoactiva que le ayuda como inductor.

Aquí y ahora, agregó el guía, se ha encontrado en el subsuelo y en el lecho seco de algunos arroyos cercanos abundantes restos de etileno, que es una sustancia orgánica carbónica que puede producir euforia y excitación marcada del sistema nervioso central.

 También existen todavía en estos arbustos, dijo señalando los alrededores, dos tipos de plantas relacionadas: una variedad de laurel griego cuyas hojas al ser quemadas liberan sustancias relajantes y ataráxicas, y, jancitos muy azules, cuyo olor embriagante recuerda las descripciones de los historiadores antiguos hicieron sobre el delicioso aroma que impregnaba el lugar.

En ese momento, al juntar el guía de manera empírica la antropología con la psiquiatría, se me abrió una puerta insospechada de conocimiento y de amplitud mental que nunca antes había conocido o siquiera sospechado; algo semejante a lo que me pasó al ver por la televisión y en directo el “tan esperado” discurso de posesión de míster D. Trump como presidente de los EEUU, después de haber leído sobre todo de los angustiados y obsesionados comentaristas colombianos, bastantes opiniones o pronósticos sobre el significado de nuevo gobierno USA que recién se inicia. 

 “Esperamos que el señor Presidente Trump no se olvide de Colombia”, imploró el Presidente de Colombia JM Santos, después de haberle oído decir después de 200 años que, Estados Unidos no le impondrá su estilo de vida a nadie. 

Dos palabras o muletillas casi cantinelas, tóxicamente llenaron el entendimiento de los colombianos para explicarles o pronosticarles lo que significa el aserto mediatico llamado era Trump: “Incertidumbre” (el signo de la época neoliberal) y el “Impredecible magnate americano”; concluyendo la vaguedad del augurio con la resignada tautología del “habrá que esperar a los acontecimientos venideros que nos irán aclarando lo que sucederá”, con el cual, obviamente, no tranquilizaron, ni tranquilizarán a nadie.

“Impredecible”, es algo que no se puede predecir, como la conducta de un animal no movida por razones o entendimiento humano por ejemplo, el ataque de un león o de una serpiente, ect.

 Pero quien haya visto o después vea o lea el discurso de posesión del presidente Trump, sabrá que allí no hubo nada “impredecible”, o no razonado. Todo lo contrario.

Sus tres puntos retóricos de :

 1) America first,

 2) de nacionalismo xenofóbico amurallado y, 

3) de proteccionismo y re-industrialización de los EEUU; con el cual míster Trump con su equipo de magnates y multimillonarios pretende o intentará sacar desesperadamente al Imperialismo Yanqui de la situación crítica, preñada de conflictos y contradicciones finalmente estalladas, en la que se halla la sociedad estadounidense actual, son la repetición cancina de lo que dijo como candidato durante todos los meses de campaña y con los cuales derrotó al dúo Obama-Clinton.

 No hay nada que no hubiera sido predecible o previsible o esperable.

Que el nacionalismo amurallado chocará con el “free market” o mercado libre neoliberal imperante, es un hecho. 

Que la xenofobia chocará con la universalización social y migratoria irreversible generada por la globalización capitalista iniciada hace siglos, es innegable.

 Que reindustrializar a los EEUU trayendo nuevamente las fabricas desde China o Méjico o Indonesia o… ect, a Detroit o al cinturón del óxido, no pasará de ser eso: un intento serio por revertir una tendencia de la lógica del capital en busca de trabajadores más baratos, casi esclavos, y que augura grandes conflictos ¿Cómo negarlo?

Construir puentes, carreteras, ferrocarriles, puertos, ect, y demás infraestructuras “solo con manos estadounidenses” resolverá a la manera de Keynes una situación interna en EEUU durante un lapso, pero que no alterará la tendencia global del capitalismo, también irreversible, a la FINANCIARIZACIÓN actual de la economía-mundo y a la continuación de la revolución tecnológica universal en curso. 

Que, hacer más fuertes al US Army y confiar la seguridad de los EEUU a Dios, es algo sabido desde cuando a inicios del siglo XIX se anunció la doctrina Monroe de “America first” y en el billete verde del dólar se inscribió “in God we trust” ¿Qué hay de impredecible en esto?

¿Acaso ya se olvidó aquella sentencia de nuestro Padre Simón Bolívar de que: “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la America de miseria en nombre de la libertad”? 

Que dentro de las opciones geo-estratégicas globales para enfrentar la perdida de la hegemonía imperialista, los EEUU planeen hacer una alianza con Rusia en contra de China, trastocando la simbiosis y el beneficio mutuo actual China-USA, y que esta “movida” pueda generar dislocamientos o cambios dentro de la estructura actual del dominio y hegemonía imperialista única, ¿A quién maravilla, si se ha leído el librito sobre el Imperialismo de Lenin?

Vuelvo a recordar al guía argentino- griego que me abrió la cabeza en Delfos. 

El oráculo de los hechos sabidos y cambiantes que están frente a nuestros ojos no se equivoca; los errados son quienes no lo han (¿hemos?) sabido interpretar y agrego, por dinero o también (somos humanos imperfectos) por dinero.

Lapidarium: ¿No se dieron cuenta que el primer decreto firmado por míster Trump fue el de crear un cerco de cohetes en Irán (Persia) y en Norcorea?

https://anncol.eu/opinion/item/5799-alberto-pinzon-sanchez

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