Las lágrimas inundan los ojos de Aichatou Njoya al recordar el día en que guerrilleros del grupo extremista Boko Haram irrumpieron en su domicilio en Nigeria.
“Fue el 24 de mayo de 2013. Mi marido dormía en su habitación mientras yo estaba del otro lado de la casa con nuestros seis hijos.
El más pequeño tenía solo un mes de edad”, señala, haciendo una pausa para recomponerse.
Los insurgentes islamistas, oriundos del nordeste de Nigeria, tomaron a su marido y lo arrastraron por el piso.
“Lo trajeron delante de nosotros, le pusieron un machete en el cuello y le preguntaron si se convertiría del cristianismo al Islam.
Se lo preguntaron tres veces y tres veces se negó.
Entonces lo mataron frente a mí y nuestros hijos”, relató la viuda, conteniendo las lágrimas.
La refugiada de 36 años dijo que a continuación los atacantes discutieron si la dejarían con vida o no.
Finalmente decidieron dejarla vivir.
Al día siguiente se escapó con sus hijos a las colinas y caminó varios días hasta llegar a la frontera con Camerún, donde el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) tenía vehículos para transportar a los refugiados al campamento, de reciente instalación.
Njoya reside en el campo de refugiados de Minawao, en la región del Lejano Norte de Camerún, desde hace tres años y medio, con escasa esperanza de regresar pronto a su país.
IPS habló con Njoya y otros durante la visita que realizó al campamento el alto comisionado Filippo Grandi el 15 de diciembre.
El funcionario solicitó que los refugiados nigerianos reciban ayuda financiera adicional para que puedan superar la insuficiente asistencia humanitaria.
El campamento acoge a unos 60.000 nigerianos que han huido de sus hogares desde 2011 debido a los ataques perpetrados por el grupo extremista Boko Haram, cuyo nombre oficial es Jama’atu Ahlis Sunna wal-Jihad Lidda’awati, que en árabe significa “personas comprometidas con la propagación de las enseñanzas del Profeta y la yihad”.
Grandi habló con refugiados, representantes de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales y funcionarios del gobierno camerunés que se reunieron para darle la bienvenida. Camerún fue el tercer Estado que visitó en su gira por los países de la cuenca del lago Chad afectados por la insurgencia de Boko Haram, que pretende instaurar un Estado islámico.
Grandi dijo que su visita tenía la intención de alentar a los donantes a proporcionar más ayuda a los países y gobiernos afectados para que colaboren en el restablecimiento de la paz en la región y que faciliten el retorno de los refugiados y los desplazados internos a sus hogares.
“Hemos hecho esfuerzos para mejorar la ayuda, pero… sigue siendo insuficiente. He escuchado las quejas de estas mujeres refugiadas que dicen que no tienen ninguna actividad generadora de ingresos y creo que el ACNUR y sus socios deberían comenzar a trabajar en esa dirección. Ayudarlas a ayudarse a sí mismas”, exhortó.
El alto comisionado acababa de escuchar a las refugiadas y sus representantes sobre las dificultades diarias a las que se enfrentan, como escasez de alimentos y agua, de leña, la insuficiencia de medicamentos y la falta de aulas y de personal médico en las clínicas de salud del campamento.
Población creciente y déficit de financiamiento agravan las condiciones de vida
Según Njoya y los demás refugiados que hablaron con IPS, entre ellos Jallo Mohamed, Bulama Adam y Ayuba Fudama, las condiciones de vida empeoran día a día.
Todos se quejan del desempleo. Njoya dice que los funcionarios de seguridad de Camerún les impiden salir del campamento incluso cuando portan sus certificados de refugiados como documentos de identidad.
“Esto dificulta el éxito de las actividades de generación de ingresos que pretendemos”, observó.
“Cuando recién habíamos llegado, cada refugiado recibía 13 kilos de arroz mensualmente. Más tarde eso se redujo a 10 kilos y el mes pasado (noviembre de 2016) se redujo aún más. El racionamiento para la leña también ha disminuido”, afirmó la refugiada.
“Hoy en día cuando vas a la clínica de salud por un dolor de cabeza, te dan paracetamol.
Si tienes fiebre, te dan paracetamol. Si tienes dolor de estómago o cualquier otra cosa, te dan las mismas pastillas. Y cuando vas por la noche, no hay nadie de guardia”, aseguró Jallo Mohamed.
En algunas semanas se registran hasta 50 nacimientos en el campamento de Minawao.
“No se les puede culpar. Se duermen temprano porque no tienen televisores u otras formas de entretenimiento. Es por eso que la tasa de natalidad es tal”, sostuvo un médico que prefirió mantener su nombre en reserva.
Camerún acoge actualmente a más de 259.000 refugiados de República Centroafricana y a 73.747 de Nigeria.
Los países donantes, liderados por Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Italia y Japón, recaudaron solo 37 por ciento de los 98,6 millones de dólares necesarios que necesita Camerún para la asistencia de esta población y de los desplazados internos este año. Eso equivale a un déficit de 62,4 millones de dólares, según ACNUR.
El déficit específicamente para los refugiados nigerianos asciende a 29,7 millones de dólares, según el ACNUR. Sin embargo, Grandi sigue convencido de que el empoderamiento de los refugiados para que puedan obtener sus propios ingresos mejorará el nivel de vida en el campamento de Minawao.
En cuanto a la escasez de leña, el funcionario dijo que vio estufas de cocina de bajo consumo en Níger y Chad y solicitará a las partes interesadas de Camerún que introduzcan esos modelos en el campamento.
También aseguró a los refugiados que un proyecto de agua proporcionará al campamento y las comunidades de acogida agua limpia de tuberías.
La misión de ACNUR a Camerún también incluye el lanzamiento del Plan Regional de Respuesta a los Refugiados de 2017 para la situación en Nigeria.
Traducido por Álvaro Queiruga.