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Egipto No Conoció Faraones


El Antiguo Egipto
No Supo de Faraones Ni de Israelitas
"Si usted piensa que la Historia tiene que ver con el pasado... mejor piénselo de nuevo.
Si usted piensa las historias que la Biblia hebrea había contado sobre el antiguo Egipto eran toda la verdad... mejor piénselo una vez más.

Y si usted cree que el antiguo Egipto fue gobernado por faraones... entonces usted mejor lea las siguientes líneas".

PRÓLOGO

El título podría parecer un poco extraño y desconcertante, pero a lo largo de todas las siguientes líneas voy a desarrollar los motivos históricos de por qué los gobernantes del antiguo Egipto fueron llamados reyes y no Faraones. Y al enderezar este extraño asunto, eventualmente será expuesta la conexión israelita.

Apoyado por una comunidad de académicos de alto perfil y sus sorprendentes hallazgos, el autor revelará uno de los mayores actos de engaño en la Historia, que se oculta detrás del mito de los Faraones egipcios. Y efectivamente, toda aquella historia de Egipto siendo gobernado por así llamados "Faraones" no es sino un puro mito y un engaño flagrante. Como una materia de hecho, la historia del Éxodo tuvo lugar en una oscura y pequeña villa árabe llamada Mizraím.

Nuestra investigación, combinada con un cuerpo de investigaciones serias y académicas, expondrá un impresionante engaño de dos mil años.

En el siglo II a.C. la Biblia hebrea fue trasladada al griego en la legendaria Biblioteca de Alejandría. Setenta escribas judíos (de aquí la designación de Biblia Septuaginta) fueron asignados a dicha tarea por los Ptolomeos, en la cual ellos reemplazaron astutamente a la obscura Mizraím y a su "Faraon" con el poderoso Egipto y su rey. La falsificada versión griega, con su maliciosa distorsión de la historia antigua, ha sido la fuente de todas las traducciones de la Biblia en todo el mundo desde entonces.

"Reyes o faraones, ¿qué diferencia hace?", podrían argumentar algunos. Bien; haría un mundo de diferencia si descubriéramos que, durante miles de años, hemos estado viviendo en un mito, otro cuento judío torcido y malinterpretado, al cual nos seguimos aferrando y apreciando como la única verdad irrefutable hasta este mismo día.

Haría un mundo de diferencia si supiéramos que lo que ocurrió en aquel remoto período de tiempo en el antiguo Oriente Próximo, en particular en el Egipto antiguo, ha formado dramáticamente, durante los siglos y por medio de nuestra ignorancia intencional, el modo en que vivimos hoy con toda esta red de intolerancia y conflictos políticos, étnicos y religiosos, y que sólo desenmarañando la verdad y exponiendo los mitos de aquel pasado podríamos desenredar esta telaraña de antagonismo y beligerancia que actualmente soportamos. Separar la verdad de la falsedad es lo que esperamos lograr al desacreditar este mito de Faraón/Moisés en Egipto.

EL ANTIGUO EGIPTO, SU ASCENSO Y SU DESAPARICIÓN

Egipto, una nación erróneamente conocida en todo el mundo como la tierra de los faraones, está tan arraigado en la Historia que usted puede rastrear su cultura, espiritualidad y tradiciones durante miles de años, un largo trecho antes de que el mundo cruzara el umbral de la civilización. 

Cuando el antiguo Egipto estaba construyendo las grandes pirámides bajo un poderoso y altamente organizado gobierno central, el mundo todavía estaba saliendo a gatas de sus épocas prehistóricas.

La cosa que hace que el antiguo reino egipcio se destaque como una civilización única en la historia del mundo antiguo, además de la magnífica herencia de colosales maravillas de la albañilería y la ingeniería y los textos altamente religiosos y sus enseñanzas morales, es el hecho de que los egipcios antiguos mantuvieron una documentación sólida y coherente de sus crónicas que cubrían los registros geopolíticos, socioeconómicos y militares, y que incluso cubrían las actividades de la vida diaria en una manera que no dejaba mucho espacio para una segunda interpretación o especulación.

A pesar de la obsesión por la documentación, los registros egipcios están completamente carentes de cualquier mención a Moisés, los israelitas o el supuesto "Faraón".

Con la desaparición del Egipto antiguo, el lenguaje de aquella civilización —los jeroglíficos—, que se mantuvo intacto y próspero durante más de tres milenios, fue declarado finalmente extinguido después del período Ptolomeico y romano (332 a.C.–395 d.C.).

Después de aquello, los antiguos monumentos y textos egipcios habían sido cubiertos con un completo silencio y abandono, y la alguna vez gran civilización que atestiguó el primer amanecer de la conciencia humana y ayudó a formar el código humano de conducta moral, pasó al olvido.

Durante los siguientes 1.500 años demasiadas narrativas e historias habían sido engendradas aparentemente tratando de volver a contar la historia del Egipto antiguo, no como realmente ocurrió sino mediante interpretaciones y perspectivas que de alguna manera servían a los intereses de los contadores de historias (en nuestro caso, la monarquía griega y el clero judío)..

LA HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO, LA VERSIÓN ISRAELITA

De todas las narrativas que fueron contadas sobre el Egipto antiguo, la Biblia hebrea es la única narrativa que logró convencer al mundo con sus historias de algún Faraón y esclavos hebreos que, ella sola, monopolizó la verdad sobre la historia del antiguo Egipto.

La mayor parte de los estudiosos de la historia del antiguo Oriente Próximo, durante casi dos milenios confiaron principalmente en la Biblia como una referencia científica, y al hacer aquello, ellos simplemente siguieron lo que los escribas hebreos redactaron, o mejor aún, manipularon, acerca de la historia del Egipto antiguo, y ciegamente lo dieron por sentado. En cuanto a la gente común, que era en su mayoría iletrada y crédula, simplemente cayó presa de las historias deformadas contadas por un nuevo flujo de inmigración judía en Egipto y el Norte de África.

Después de la traducción de la Biblia hebrea al griego, no hubo descanso en la amplia diseminación de las distorsionadas historias de los israelitas, en especial la del Faraón y Moisés.

Los eruditos de la historia bíblica antigua del Oriente Próximo, y en ausencia de la tecnología de la arqueología moderna, y en vez de excavar la tierra y desenterrar la verdad escondida, ellos simplemente redibujaron el paisaje y las crónicas del aquel remoto período de tiempo, siguiendo cada signo que ellos encontraron dentro de los límites de las páginas de la Biblia.

Así es cómo el mundo consiguió reconocer a Egipto como la tierra, según la presunta narrativa hebrea, donde los faraones reinaron brutalmente y esclavizaron a los antiguos hebreos, y también como la tierra que presenció las supuestas devastadoras diez plagas, la partición ficticia del mar y el épico éxodo de los israelitas desde Egipto.

Pero la verdad que los griegos y el clero judío habían distorsionado en su Biblia Septuaginta fue que el lugar donde realmente ocurrió la historia de Faraón y Moisés era la antigua Arabia. En este punto usted probablemente se preguntará por qué los escribas judíos se comprometieron a un acto de engaño a tan gran escala.

De ese modo, siempre que Egipto fue mencionado durante los últimos dos mil años, la palabra "faraón" aparecería simultáneamente en el discurso, añadiendo así más poder de engaño a la designación hebrea y bíblica de los gobernantes de Egipto antiguo como "faraones".

EL ANTIGUO EGIPTO RESUCITADO

No fue antes de 1822 que Jean-François Champollion, el filólogo francés, logró descifrar los jeroglíficos en su ardua tarea y acometida de traducir la piedra Rosetta.

Gracias a este brillante Champollion, el antiguo Egipto, largamente silenciado y casi sepultado bajo la tierra con tesoros de enormes archivos y crónicas inscritas en piedra y escritas en rollos de papiros, fue resucitado y finalmente devuelto a la vida.

Y lo que sus predecesores pensaban que era una albañilería muda cubierta con algunos extraños garabatos y ataúdes frecuentados por una especie de maldición eterna, comenzó a atraer a ansiosos historiadores y arqueólogos modernos quienes, tras quitar el polvo a los antiguos artefactos y a relieves e inscripciones de los templos, y al leer los textos egipcios, ellos, y por primera vez, comenzaron a escuchar a la piedra y a los papiros pronunciar la verdad sobre la historia genuina del antiguo Egipto.

A mediados del siglo XIX la versión genuina de la historia del antiguo Egipto y el Oriente Próximo estaba comenzando a desenredarse en la medida en que sus historias verdaderas estaban siendo vueltas a contar otra vez.

Bastante irónicamente, lo que los registros excavados del Egipto antiguo dijeron a los historiadores y arqueólogos modernos era totalmente diferente de lo que decía la narrativa hebrea. Pero lo que sorprendió a los historiadores como una total sorpresa fue el hecho de que los antiguos registros egipcios no tenían ninguna mención de ningún israelita en Egipto, ni la más mínima, mientras que la Biblia hebrea está repleta de cuentos de Egipto. Durante dos mil años el mundo ha sido adoctrinado en la creencia inconmovible que vincula a los israelitas con Egipto. Y mientras más textos e inscripciones del antiguo Egipto fueron descifrados, y mientras más cinceles desenterraban la verdadera historia del antiguo Egipto, la narrativa bíblica parecía más lejana de la verdad e inauténtica.

Curiosamente, y a medida que las conclusiones históricas y los interminables descubrimientos arqueológicos estaban en el proceso de resucitar la verdadera historia del antiguo Egipto, la narrativa bíblica siguió descomponiéndose, al ser sometidas algunas de las historias israelitas dominantes, como la del Éxodo, a su demolición después de que habían sido científicamente refutadas y cuestionadas por prominentes arqueólogos modernos, muchos de los cuales son israelíes y quienes entre otros egiptólogos canadienses y estadounidenses ahora ven la historia del éxodo de los israelitas, junto con otras como el cuento-zombie de las diez plagas y la división "estilo De Mille" del Mar Rojo, como meros mitos en el mejor de los casos, o como algunos de los cuentos de los israelitas antiguos que habían sido de alguna manera magnificados, extendidos y hábilmente adornados por los talentosos escribas hebreos de la Biblia a través de los años.

LA ANTIGUA TITULATURA REAL EGIPCIA

Si retrocediésemos en el tiempo y tratáramos de averiguar cómo la palabra "Faraón" consiguió popularidad y reconocimiento mundial, indudablemente tendríamos que detenernos ante la fundamental historia hebrea del éxodo desde Egipto, el cuento de Moisés —la figura históricamente enigmática— donde él y su gente huyeron del reino egipcio mientras eran perseguidos por el ejército de un presunto tirano referido como Faraón.

Si "faraón" era el nombre del rey egipcio, o era su título o su epíteto, es una cosa sobre la que la Biblia no ha sido clara. Pero mientras tal matiz podría ser apreciado en obras de ficción, nunca podría encajar satisfactoriamente en un relato histórico científico.

Remontando la etimología y la historicidad de aquella palabra "Faraón", y para un ávido lector e investigador de la egiptología que pasa casi todos sus fines de semana en el museo egipcio en El Cairo, tropecé con el descubrimiento más asombroso. No descubrí una nueva momia Real ni encontré la tumba perdida del rey Akenatón: simplemente averigüé, contrariamente a lo que todo el mundo creía, que la historia y las crónicas del antiguo Egipto no contenían ninguna mención de "faraones".

La Historia muestra que el Egipto antiguo sólo conoció reyes, y a veces reinas, pero nunca faraones, ni ninguna mención de la esclavitud de los israelitas. De hecho, la esclavitud no era una práctica común en el Egipto antiguo y fue introducida en las dinastías tardías sólo después de las conquistas persa y romana.

El Antiguo Reino (2686–2181 a.C.) conoció reyes como Djoser, Khufu y Teti; el Reino Medio (2055–1650 a.C.) tuvo reyes como Senusret I y Senusret II; y el Reino Nuevo (1550–1069 a.C.) presenció reyes de primera categoría como Tutmosis III, la reina Hatshepsut, Akenatón, Tutankamón y Usermaatre Setepenre (Ramsés II).

Los reyes egipcios por lo general tenían cinco nombres: un nombre personal (nomen) que era conferido sobre ellos al nacer, y otros cuatro nombres: el nombre de Horus, el nombre de Nebty ("dos señoras"), Horus de Oro, y el nombre del Trono (praenomen), que no le eran dados sino hasta que ellos asumían el trono. Los cuatro nombres finales eran otorgados sobre el rey para conmemorar oficialmente su transformación desde ser un mortal a ser una deidad. El nombre de nacimiento del rey parece haber sido el más destacado en la vida del rey. Era el nombre de nacimiento el que era usado principalmente en las inscripciones importantes y era el nombre por el cual el rey era más comúnmente conocido.

El nombre de trono de los reyes usualmente tenía fuertes connotaciones de soberanía sobre el Alto y el Bajo Egipto y una relación divina con los dioses Amón o Ra. El nombre de coronación dentro de una inscripción importante era por lo general acompañado con el título nesu-bity, "Rey del Alto y Bajo Egipto", y con el epíteto neb tawy, "Señor de las Dos Tierras", refiriéndose al Egipto superior y a las regiones del delta de Egipto.

Por ejemplo, el nombre de trono del rey Tutankamón era Neb-Kheperu-re, que significa "Señor de las Manifestaciones de Ra", y era por regla general acompañado por el epíteto "Señor de las dos tierras", seguido de la bendición habitual "vida, prosperidad y salud".

Del mismo modo, el nombre de coronación del rey Ramsés II, durante mucho tiempo considerado como el Faraón de Moisés, es Usermaatre Setepenre (¿suena algo de esto como "Faraón"?).

Según los textos y papiros antiguos, los funcionarios superiores como los sumos sacerdotes, los príncipes, los comandantes del ejército, etc., se dirigían al rey como Gobernante de las Coronas, Amado de los Dioses, Señor de las Diademas, Viviente para Siempre y por Siempre... pero nunca como "Faraón".

No muy a menudo los reyes del antiguo Egipto eran mencionados como Magnífico en la Tierra y en el Cielo, Señor de las Coronas, y como "El Sol en el Cielo", y era este último título el que reflejaba la ascensión del rey al reino de las deidades.

La etimología muestra que la palabra "faraón" es la pronunciación griega de la palabra compuesta "pe-ro" o "pr-aa", que se refería al palacio del rey, o más bien a la Gran Casa y no necesariamente al rey mismo.

Quienquiera que haya salido con esta tesis de "Per-aa", casi muy ciertamente estaba pensando en la palabra bíblica "faraón". Por lo tanto la tesis de "Per-aa" no es sino una aproximación cercana a "Faraón" que carece de cualquier autenticidad histórica. Obviamente ello fue sugerido por egiptólogos de principios del siglo XIX cuya mentalidad estaba empapada con la narrativa bíblica.

Las primeras generaciones de arqueólogos bíblicos comenzaron cavando en Egipto y Palestina, esperando corroborar las historias israelitas y no pretendiendo averiguar la verdad histórica fuera cual fuere. Después de más de cien años de intensas excavaciones ellos han fracasado en encontrar alguna evidencia que pudiera probar que Egipto fue la tierra del Éxodo y Palestina la tierra prometida.

La asombrosa verdad es que la geografía de la Biblia hebrea no puede calzar, y no lo hará, ni con los territorios egipcios ni con los palestinos. En otras palabras, la Biblia y sus historias son un caso enigmático de geografía extraviada.

Ahora respire profundo y trate de digerir la idea de que la Tierra Prometida de los israelitas no está en Palestina, donde ya hace más de seis décadas fue establecido el Israel del día moderno. ¿Es muy grande esto para un cambio de paradigma?.

Algunos sostienen que durante la decimoctava dinastía (siglos XVI a XIV a.C.) el título "Faraón" era empleado como una designación reverencial del gobernante, como es el caso en una carta a Amenhotep IV (Akenatón), quien reinó entre 1353 y 1336 a.C., que está dirigida a "Faraón, toda vida, prosperidad y salud".

Pero entonces, una vez más, esto no es válido, como se muestra en las cartas de Amarna (correspondencia en tablillas entre la administración egipcia durante el reinado del rey Akenatón y sus representantes en Canaán y Amurru), y también en el estado de los asuntos internacionales entre Egipto y las principales potencias de Medio Oriente: Babilonia, Mitanni y Asiria.

En las cartas enviadas por los reyes de Babilonia y Asiria, Akenatón es mencionado como el rey de Egipto, mientras que en aquellas enviadas por los representantes cananeos él es abordado como sigue: "Al rey mi señor, mi sol, mi dios, el aliento de mi vida... tu esclavo y polvo bajo tus pies. A los pies del rey mi señor, mi sol, mi dios, el aliento de mi vida, me inclino siete veces".

LA GRAN CASA VERSUS LA CASA BLANCA

Pero de alguna manera ellos ignoraron el hecho de que esa carta fue enviada por subordinados extranjeros no-egipcios que no tenían derecho a dirigirse directamente al rey de Egipto, el magnífico en la tierra y en el cielo, según su mero nombre de trono. Simplemente no era el lugar de ellos para hacerlo. Ellos tenían que referirse a él con una designación muy solemne y reverencial. Entonces era común y aceptado desde un punto de vista protocolar referirse al rey de Egipto, que presidía los cielos como el Sol, como aquel que reside en la Gran Casa o palacio real.

En otras palabras, era acostumbrado y de alguna manera requerido de aquellos subordinados extranjeros que no eran súbditos egipcios ni estaban bien instruídos en las antiguas tradiciones y cultura egipcias, referirse al rey de Egipto como el morador de la Gran Casa.

Y así como nosotros los de hoy nos referimos al Presidente de Estados Unidos y su círculo interno de altos funcionarios como la Casa Blanca, así en el mundo antiguo, y sobre todo entre los extranjeros asiáticos, ellos se referían al poderoso rey de Egipto y su corte de sacerdotes y comandantes como la Gran Casa. Y tal como Casa Blanca no es el título del Presidente de Estados Unidos, así tampoco "pr-aa/Faraón" era el nombre ni el título del gobernante del antiguo Egipto.

Nunca ha habido un papiro o una inscripción en ninguna pared o pilón de ningún templo egipcio que mostrara la palabra "faraón" como una referencia al rey mismo. El nombre del rey, como lo decretaban las antiguas tradiciones egipcias, siempre era encerrado en un cartouche Real [un marco oval o elíptico].

Y si hemos de ser impugnados, como lo hemos sido con frecuencia, con acusaciones de cartouches Reales que rodean la palabra "Pr-aa", como puede ser aquel incidente encontrado en el templo Kalabsha (templo greco-romano)... siempre respondemos: "juego sucio". El templo de Kalabsha ha sido renovado/manipulado por escribas afiliados al círculo greco-judío de poder que estaba principalmente detrás del fraude en gran escala para relocalizar el escenario del Éxodo desde su geografía de hecho al valle del Nilo en Egipto.

Y para tener una idea del sentido del término "pr-aa" y cuándo los antiguos egipcios se veían inclinados a usarlo, sólo podríamos discernir aquello en las siguientes líneas de un himno al dios Ra tomado de los antiguos Textos de los Sarcófagos, o lo que es conocido como el Libro de los Muertos:

"Homenaje a ti...
oh, tú, señor del resplandor,
tú, que estás a la cabeza
de la gran casa...
príncipe de la noche y de la espesa oscuridad...
él viene a ti siendo un alma pura...
oh, concédele
que su boca pueda hablar en seguida,
en la estación en que hay nubes
y oscuridad..."

(Versos de los antiguos Textos de los Sarcófagos egipcios).

Como vimos, el antiguo egipcio solía referirse al dios supremo como el jefe de la gran casa... Ése era el epíteto de Amón-Ra en los textos funerarios y religiosos, no el rey que solía ser designado como el gobernante de las dos tierras y el amado de los dioses, etc.

Cuando el antiguo Egipto fue sacado de entre los muertos y resucitado por el descubrimiento de Champollion, fue como una profecía cumpliéndose, ya que el egipcio antiguo creía que una vez que su nombre era pronunciado nuevamente después de su partida él volvería de entre los muertos y viviría para siempre como inmortal en la vida futura.

Por eso los egipcios se preocupaban tanto por sus textos funerarios y ataúdes.

Pero en su viaje a la inmortalidad ellos, de alguna manera, a lo largo del camino pisaron terrenos espinosos que los israelitas cubrieron con cuentos del Egipto antiguo hechos sagrados y con los así llamados "faraones" que nunca gobernaron excepto en el Egipto descrito por los escribas hebreos que se aseguraron que aquello sirviera para sus historias del éxodo, el vagabundeo en el desierto y la conquista de alguna tierra prometida, todo lo cual la Historia apenas menciona o ha dejado algún rastro arqueológico.

EPÍLOGO

Ahora volvamos en el tiempo hace miles de años... mucho antes de cualquier Cruzada, antes de Jesucristo, antes de Alejandro Magno e incluso antes de los supuestos cuentos de las doce tribus de las cuales la Historia no ha dejado ningún registro... y tratemos de dramatizar de nuevo todo el asunto.

Imagínese a usted mismo vagando por el desierto salvaje durante semanas en harapos sucios y malolientes, caminando a través de terrenos enormes y estériles, juntando rebaños de ovejas hambrientas que anhelan el menor indicio de pastos verdes, y usted mismo sintiéndose no menos hambriento o agotado bajo el Sol ardiente, con nada en su mente excepto algo para comer y un árbol sombreado para descansar debajo... y de repente usted descubre a la distancia campos verdes, ríos que fluyen, guarniciones militares, concurridos mercados, caseríos protegidos y grandes templos... y en el lejano trasfondo y mientras el Sol abandona el cielo silueteando las magníficas pirámides, la cubierta blanca y lisa de las cuales junto con los dorados piramidiones brillan cuando reflejan los rayos del Sol.

Esto debe haber sido una tremenda sorpresa y una visión diurna irreal para cualquier nómada melenudo, maloliente, urticado y semi-bárbaro en los tiempos proto-históricos, no importa cuán judío o cuán preferido y meticulosamente elegido por Yahvé él haya sido.

Estando con los pies descalzos y empequeñecido por el colosal palacio Real del rey de Egipto, el nómada sin hogar preguntó con asombro: "¿qué es esto?".

—"Pr-aa", contestó una de los guardias Reales en la entrada al palacio, a la vez que le ordenó apartarse y alejarse.

Y alejarse fue lo que él hizo; pero en su camino de regreso a su tribu en los estériles terrenos rocosos, mientras él estaba saliendo de Egipto, ese pastor hebreo a duras penas podía esperar a contar su tramada historia de la increíble tierra de "Pr-aa".

Una historia ficticia, repleta de falacias y cuentos de hadas que impregnan con una notable sensación de malevolencia y envidia... Pero lo que es asombroso sobre esta antigua historia israelita —o discurso de odio, si usted prefiere— es que aún vive, como santificada e indiscutible, con nosotros hasta este mismo día.–

"¿Cómo es que los egipcios, que presenciaron visualmente la ira vengativa del dios del Éxodo, nunca glorificaron a YHWH ni se convirtieron al judaísmo poco después?".

Una vez más hablaré de las historias israelitas... ¿Por qué? Porque aquellas historias están todavía vivas y están siendo relatadas repetidas veces. Aquellas historias tienen el mismo efecto que el que tuvieron hace miles de años cuando fueron primero contadas.

El impacto aparentemente perpetuo de ellas no se da porque ellas superen al genio Shakespeariano sino porque los israelitas afirmaron que sus historias fueron escritas con una pluma inmersa en la revelación divina, su propio dios divino, por supuesto.

Aquellas historias, sin el tinte divino salpicado por todas partes, son sólo un manojo de mitos imitados de otra antigua cultura y mitología del Cercano Oriente.

El mito original, antes de que hubiera sido secuestrado por los israelitas como el diluvio sumerio (el Diluvio de Noé), tuvo sentido en su contexto cultural nativo. Después del secuestro hebreo, la historia no sólo dejó de tener sentido sino que también hizo mucho daño.

La evolución de la mitología del antiguo Cercano Oriente ha sido rota, sacada de su contexto y manipulada para servir y beneficiar a una tribu de hebreos nómadas.

Siempre habrá alguien que afirme que los hebreos nunca imitaron la mitología de sus vecinos, al menos no a propósito, y que aquello fue sólo un normal dar y tomar entre culturas vecinas.

Yo estaría de acuerdo con esa hipótesis si sólo me dijeran qué han tomado los babilónicos o los egipcios de los hebreos (suponiendo que éstos hubieran tenido un producto cultural aparte de aquel libro de cuentos y leyes nómadas de los que se apropiaron).

Por otra parte la magnífica mitología y teología de los egipcios y los babilónicos ha sido blasfemada / demonizada por los escribas de aquellos nómadas de mentalidad apocalíptica. (A diferencia de las civilizaciones egipcia y mesopotámica, los hebreos no dejaron ninguna obra de arte, arquitectura o cosmología).

Muchos son lamentablemente inconscientes del hecho de que cuando seguimos volviendo a contar las historias israelitas simplemente estamos celebrando y reviviendo un intolerante dogma tribal saturado con machismo y racismo y carente de cualquier profundidad o creatividad.

Parece que nosotros, generación tras generación, hemos dado aquellas historias hebreas por sentado, o nosotros generación tras generación nos hemos hurtado a la evolución de la lógica humana y el pensamiento crítico.

Las historias israelitas son recibidas con una preconcebida creencia ciega en su verdad y santidad. Las generaciones más nuevas alrededor del globo están siendo adoctrinadas con ellas, y a medida que ellas crecen, así también lo hacen las historias de los israelitas.

Las historias israelitas son muy peligrosas porque ellas no estaban destinadas a ser aceptadas como cuentos populares sino más bien a ser adoptadas como creencias y hechos de maravilla e intervención divinas.

Las historias israelitas estaban destinadas a capturar la mente y darle forma a la conciencia espiritual (a condición de que usted tuviera una de aquellas mentes e imaginación prehistóricas. Desafortunadamente hay todavía muchas de aquéllas por ahí, fugitivos de la evolución, supongo).

La Biblia hebrea con sus historias es el pedal de arranque del cristianismo y el Islam.

Al abrazar aquella Biblia hebrea el Imperio romano fue capaz de controlar el Este y el Oeste, y debido a las mismas historias el nuevo imperialismo mundial ha desencadenado el sionismo y lo ha ayudado a devorar la mayor parte de la tierra árabe de Palestina y una gran cantidad de la economía del mundo.

Los grupos islamistas radicales y militantes actualmente involucrados en la violencia y el terrorismo por todo el mundo están empapados hasta los huesos por la cultura israelita y su modo de pensar.

Aquel viejo libro de historias es política sucia disfrazada.

El libro hebreo de cuentos es muy desconcertante para los eruditos modernos. Para los historiadores, está lleno de anacronismos y discrepancias. Para los arqueólogos, está refutado en gran parte por falta de algún hallazgo arqueológico que pudiera verificar la validez de sus cuentos.

Para los antropólogos, dicho libro habla de un grupo étnico que no dejó ningún rastro de su cultura o actividad humana para demostrar que ellos existieron como está descrito en las historias, excepto las historias mismas.

EL ÉXODO

El Éxodo, el relato más fundamental de los israelitas, está arqueológica e históricamente no sólo invalidado sino que es absolutamente inexistente.

Los arqueólogos modernos, incluso aquellos de la Arqueología Bíblica e israelíes, han desenterrado cada trozo posible de tierra, desde Egipto en el Oeste hasta Sinaí, Palestina, Jordania, Israel y Siria en el Noreste, tratando de encontrar alguna evidencia de este así llamado Éxodo hebreo.

Durante un período de casi 80 años de extensas excavaciones, bajo la colaboración de tantos departamentos e instituciones de arqueología occidentales, y con acceso a la última tecnología en excavaciones, los arqueólogos no encontraron absolutamente nada.

Ni un solo fragmento de evidencia arqueológica, ni siquiera un pedazo de cerámica fue encontrado para validar este extraño cuento del Éxodo.

Esto nos deja con una conclusión de dos opciones; o bien los israelitas eran alienígenas del espacio exterior que salieron de Egipto en sus naves espaciales, o esta epopeya entera de la esclavitud y el Éxodo nunca ocurrieron. Incluso los alienígenas deberían haber dejado algún rastro en Egipto donde ellos supuestamente habitaron durante 420 largos años.

Para ser honestos, hay todavía una posibilidad más para este cuento del Éxodo. Si realmente sucedió, debe haber pasado en otra parte. El éxodo pudo haber ocurrido, pero no en Egipto.

Los eruditos, y según la Biblia hebrea, han situado el éxodo en algún momento entre 1500 y 1400 a.C., un tiempo conocido como el Nuevo Reino en la egiptología antigua, y específicamente en la decimoctava dinastía.

El Nuevo Reino es una de las épocas mejor documentadas en la historia entera del Egipto antiguo. Los eruditos de Historia y Arqueología están inundados de registros meticulosos de aquella época que cubren las crónicas oficiales del Nuevo Reino egipcio en tiempos tanto de guerra como de paz.

Aparte de los registros Reales, tenemos una variedad de inscripciones y papiros que reflejan la vida diaria de los egipcios en aquel período de tiempo: agricultura, comercio, construcción y artesanía, arte y religión... en todo, hasta funerales y ceremonias de entierro.

Tenemos registros de casi todo lo que ocurrió en el Nuevo Reino; tenemos incluso papiros que describen la vida sexual de los antiguos egipcios, y papiros que muestran el viaje del alma humana hacia la vida futura después de la muerte.

Pero cuando se trata de los israelitas, su dios y sus historias de esclavitud y éxodo, yo podría afirmar sin peligro —y con gran placer— que no tenemos ni la más leve sombra de ellos. (La estela de Merneptah no es una prueba de la presencia de 600.000 esclavos israelitas en Egipto).

Los eruditos y los expertos de Historia y Arqueología han estado examinando este cuento del Éxodo durante décadas. Desconcertados por sus inexactitudes y discrepancias, la mayor parte de los expertos ha alcanzado finalmente una conclusión sólida: que el Éxodo es sólo un mito que no tiene nada que ver con la Historia realista.

EL DESCUBRIMIENTO DEL AUTOR

Siendo un investigador independiente en la egiptología, yo mismo he contribuído a la larga línea de investigaciones y hallazgos que han examinado científicamente el cuento del Éxodo y han ayudado a separar el mito de la verdad en aquella historia israelita.

Mío es el hallazgo que, de ser extensamente propagado, podría hacer volar la historia del Éxodo directamente desde sus raíces. Mi humilde investigación no se concentró en Moisés sino en el Faraón.

"Faraón" es una designación ampliamente usada que supuestamente se refiere al despiadado rey de Egipto que gobernó durante la historia de Moisés. Su origen es por supuesto la Biblia hebrea. Y a medida que la historia de Moisés se hizo popular y más grande durante los siglos, así lo hizo el título de "Faraón".

La amplia popularidad del término ha llevado al público en todas partes a referirse a los reyes de Egipto como "faraones". Incluso ahora en el reino académico el Egipto faraónico es sinónimo del antiguo Egipto (qué desastre).

De cualquier modo, y después de años de investigación, averigüé que el antiguo Egipto no tuvo Faraones y no supo de ningún Faraón, y sobre todo, no del faraón de Moisés.

Ni una sola vez a través de la civilización más duradera en el mundo antiguo hemos tropezado con una pared esculpida o con papiros que muestren la palabra "Faraón" que directa o genéricamente se refiera al rey del antiguo Egipto.

El antiguo Egipto fue gobernado por reyes y reinas de treinta dinastías durante un período de tiempo que se extendió durante casi 3.000 años, cuando el primer monarca egipcio fue coronado en Egipto en 2925 a.C.

De acuerdo a la titulatura Real egipcia antigua [1], el rey de Egipto tenía cinco nombres: "nombre de Horus, nombre de Oro, nombre de las dos tierras, nombre de nacimiento y nombre de trono".


El nombre del rey era oficialmente documentado en las paredes de los palacios y templos Reales por su título de trono esculpido dentro de un cartouche.

Según la tradición oral hebrea, el rey Ramsés II fue mencionado como el Faraón del Éxodo.

Irónicamente, los escribas hebreos se enteraron sobre este gran rey de la decimonovena dinastía por su nombre griego "Ramsés", y nadie les dijo que el nombre de trono de este gran rey era "Usermaatre-Setepenre".

Si usted investiga la palabra "Faraón" en Internet, usted encontrará muchas enciclopedias en línea que conceden el hecho de que "faraón" nunca ha sido el título Real egipcio oficial.

Pero sin embargo, y debido al control sionista sobre los medios predominantes de comunicación e Internet, especialmente los grandes lugares publicadores de datos como la Encyclopedia Britannica, usted los encontraría probablemente añadiendo astutamente que "Faraón" o "per-aa" —Casa Grande o palacio real en jeroglífico— comenzó a ser un nombre genérico para el rey de Egipto durante el Nuevo Reino tardío.

Ellos también añaden que la designación "Faraón" fue descubierta en una de las cartas de Amarna, hallazgo arqueológico relacionado con la decimoctava dinastía, y que la tendencia culminó en la vigesimosegunda dinastía.

Aquello por supuesto es solamente una basura sionista que comenzó a propagarse en la web para compensar el efecto catastrófico de la arqueología moderna que desacredita el mito del Éxodo.

He expuesto personalmente aquel fraude sionista examinando todo el texto original de lo que es conocido como las cartas de Amarna, la correspondencia Real del rey Akenatón (18ª dinastía) con los jefes de los protectorados egipcios en el antiguo Canaán y con los monarcas de Mitanni y Babilonia de entonces.

Ni una sola vez ha sido detectado el título "Faraón" dirigido directamente al rey Akenatón en aquellas famosas y muy importantes cartas, y cuando fue impuesto en la traducción, tuvo que referirse estrictamente al palacio Real del monarca y no al rey en persona.

Por ejemplo, en la carta del rey babilónico éste se dirigió a Akenatón (Amenhotep) por su nombre de trono "desde Kadashman Enlil de Babilonia a Nefer khepru re", el nombre de trono de Amenhotep de Egipto... mientras que en una carta similar el rey de Mitanni fue "a Amenhotep, Rey de Egipto, mi hermano, a quien amo y quien me ama. Así dice Tushratta, Rey de Mitanni que te ama".

Pero cuando a Akenatón se le envió una carta de un gobernador menor como el de Gezer de Canaán, éste diría "Al rey, mi señor, mi dios, mi sol, el sol en el cielo. Así dice Yapahu, el amelu de Gazru. Soy el siervo del rey y el polvo de tus dos pies".

De esa manera, los reyes extranjeros se dirigían al rey Akenatón como a un hermano de ellos, mientras los gobernadores menores, como sirvientes del rey... Sólo los israelitas y su dios llamaron al rey de Egipto como el palacio Real de Egipto, "Per-a"... porque el sueño más salvaje de cualquier extranjero era echar un rápido vistazo al palacio Real del monarca... pero definitivamente no dirigirse de esa manera a él en persona.

La historia del Éxodo era una historia de extranjeros que no sabían nada sobre las tradiciones del antiguo Egipto y que pensaban que ellos podían salirse con su cuento inventado, ya que el antiguo Egipto había sido ya Historia cuando dicha narración fue escrita.

Muy probablemente la historia comenzó a difundirse durante la invasión griega de Egipto, también conocida como la dinastía Ptolomeica (323–30 a.C.).

Ahora, vayamos a mi segundo gran hallazgo acerca de esta historia del presunto éxodo desde Egipto.

POR QUÉ EGIPTO NUNCA SE CONVIRTIÓ AL JUDAÍSMO

Pero antes de que hagamos aquello, señalemos el objetivo que está detrás de esta historia del Éxodo. ¿Por qué fue tramada por los escribas hebreos en primer lugar?. ¿De qué fueron capaces aquellos engañosos escribas?.

A diferencia de lo que Hollywood está hábilmente tratando de retratar, el Éxodo no era acerca de la liberación de los esclavos hebreos desde la despiadada esclavitud egipcia (a propósito, y para exponer el fraude israelita todavía más: la esclavitud no era una práctica común en el antiguo Egipto, y fue introducida en la tierra del Nilo en el período greco-romano, cientos de años después del presunto tiempo del éxodo).

El Éxodo no era acerca de la imposición de un código moral de Diez Mandamientos (el incomparable código moral egipcio consistía en 42 mandamientos, incluyendo el que descaradamente faltaba en el código de Moisés: No Mentirás).

El Éxodo se trataba acerca de la demostración de que el dios tribal de los hebreos era más fuerte que el dios supremo de los egipcios y su panteón de deidades.

Las Diez Plagas es una de las demostraciones más sangrientas y monstruosas de una ira divina sobre un reino terrenal. Era obvio que el vengativo dios tribal hebreo estaba tan indignado y era tan sanguinario que él prácticamente provocó un alboroto salvaje y causó estragos por todo Egipto.

Nada ni nadie se salvó de la ira y la devastación de YHWH, excepto los israelitas.

El Nilo se convirtió en sangre, las cosechas y los agricultores fueron asaltados con ranas, piojos y moscas, y un viento tempestuoso barrió la tierra antes de que todo Egipto fuera cubierto con una oscuridad total y un gran clamor peor que el que haya habido alguna vez o que habrá nuevamente.

YHWH finalmente se ha demostrado como el dios más poderoso. 

El dios hebreo ha devastado la tierra del Nilo, arruinado sus templos, profanado su panteón de deidades e indudablemente doblegado al dios supremo de los egipcios.

Ahora la pregunta válida e inevitable es: ¿cómo es que los egipcios, que presenciaron visualmente la ira vengativa de YHWH, nunca glorificaron al dios de los hebreos ni se convirtieron al judaísmo poco después?.

A través de toda la larga ruta de la Historia, la gente necesitó y esperó milagros tangibles que le ayudara a creer en un dios supremo y todopoderoso.

Aquí está YHWH, el dios tribal de los hebreos, revelando su poder a los egipcios con milagrosas plagas y un éxodo, y sin embargo él no fue adorado o siquiera reconocido entre la gente del Egipto antiguo. E irónicamente, cuando llegó el tiempo de que Egipto se convirtiera, alrededor del siglo IV d.C., la mayor parte de los egipcios se convirtió al cristianismo.

¿Qué nos dice esto?... Que no hay ningún "quizás" en la respuesta a esta pregunta. No se puede negarla. La verdad nos está mirando fijamente a la cara.

Los egipcios nunca presenciaron el éxodo de los israelitas, ni sufrieron las plagas de su dios tribal, del mismo modo que el Egipto antiguo nunca supo de ningún "Faraón".

No creo que necesitemos más evidencia arqueológica cuando la historia misma del Éxodo con toda su superficialidad tribal y sus discrepancias se contradice y se desacredita a sí misma.

Señoras y señores del siglo XXI, a ustedes —y a sus antepasados— se les ha mentido y tomado por tontos durante 21 largos siglos. ¿Todavía necesita usted otros 21 siglos para despertar de su credulidad y encontrar un engaño duradero en el Éxodo de los israelitas?.

Sin embargo, el engaño del Éxodo vivirá... mientras sigamos adoctrinando a nuestros hijos con aquellas falsas historias israelitas.–

La Primera Mentira Judía

Egipcios desacreditan fantasía bíblica de que los israelitas fueron esclavos en Egipto

Los judíos mienten. Los judíos siempre han mentido. Y con la mayor seguridad, los judíos todavía están mintiendo hoy sobre todo lo que tiene que ver con ellos y su sórdida historia.

De este modo, al considerar cómo ellos han arruinado a Estados Unidos, Rusia, Alemania y tantos otros países lobotomizándolos mentalmente y castrándolos económicamente a todos ellos, no debería constituír ninguna sorpresa el que los judíos hayan falsificado su propia historia desde su mismo principio.

O, para poner esto más concisamente en las palabras de un médico egipcio llamado Ashraf Ezzat, "La verdad es que el antiguo Egipto nunca conoció a ningún Faraón ni a ningún israelita. Egipto nunca fue la tierra del Éxodo y Palestina nunca fue la Tierra Prometida".

Respaldado por cada experto respetable en el mundo conocido, Ezzat sostiene que la antigua historia hebrea como la conocemos hoy está basada en una mentira colosal: que los acontecimientos descritos como que sucedieron en Egipto, si ellos tuvieron lugar de algún modo, realmente ocurrieron en Arabia. Esto significa que de acuerdo a su versión, los cuentos de José, Moisés y el Éxodo podrían a pesar de todo ser verdaderos, pero la localización en la cual ellos supuestamente ocurrieron es falsa.

Para la persona promedio, esto parecería una aseveración rebuscada si no fuera por el testimonio corroborador de los principales egiptólogos del mundo, desde James Henry Breasted y Donald Redford a Israel Finkelstein. Incluso algunos expertos israelíes están de acuerdo, incluyendo al jefe de arqueología de la Universidad de Tel-Aviv. 

El profesor Ze'ev Herzog, en un artículo de 1999 en Ha'aretz, dijo: "Los israelitas nunca estuvieron en Egipto, no vagaron por el desierto, no conquistaron la tierra en una campaña militar y no la entregaron a las 12 tribus de Israel".

Huelga decir que esta revelación tiene implicaciones profundas para todas las principales religiones monoteístas del mundo: judaísmo, cristianismo e Islam, todas las cuales basan su legitimidad profundamente defectuosa en estas cuestionables leyendas del Antiguo Testamento.

Para el doctor Ezzat, el desentrañar la verdadera historia de los judíos es un asunto de defender la reputación de su ilustre patria, la más antigua civilización humana conocida, la tierra misteriosa de las pirámides y la Esfinge. 

Ezzat simplemente procura destapar la verdad sepultada bajo dos mil años de falsificación deliberada y calumniosa de una cultura que proporcionó el fundamento de las religiones monoteístas que han "tomado prestado" fuertemente de la tradición egipcia, pero que han dejado de mencionar la fuente cuando ellas reclamaron sus bien conocidos rituales como propios.

Ezzat ha trabajado en esta tarea durante varios años en su sitio web Pyramidion [1], pero ahora él ha dado un gran paso hacia adelante con la publicación de "Egypt Knew No Pharaohs Nor Israelites". 

El libro contiene una gran cantidad de enlaces vivos muy valiosos, incluyendo al famoso ensayo de Breasted "Dawn of Conscience", y al instructivo material de fondo del escritor romano Plutarco, del egiptólogo Donald Redford y del reportero contemporáneo Juan Cole.


El libro es un verdadero tesoro de la historia bíblica objetiva, un contrapeso esencial a la superabundancia de material de proselitismo religioso no fiable que obstaculiza a los investigadores históricos objetivos en todas partes con desinformación centrada en sí misma.

Defendiendo la honorable tradición de Egipto

Muchos factores ponen a Ezzat tras este rastro policíaco del engaño bíblico que censura al Egipto Antiguo como una sociedad inmoral y esclavista.

La primera pista fue que el Antiguo Testamento (AT) nunca menciona las pirámides, haciendo de los escritores de aquel documento los primeros y probablemente los únicos visitantes de Egipto que nunca mencionaron esas sobrecogedoras estructuras.

 La opinión de Ezzat, apoyada por una sólida erudición empírica, es que los acontecimientos del AT ocurrieron en Arabia del Sudoeste, en una provincia llamada Mizraim, o Misr, una localización ahora cerca del actual Yemen, que es donde él dice que nació realmente la tribu de Israel.

La segunda indicación fue el terreno, que en el AT más se parece a la montañosa Arabia que al Egipto llano. Además, la Biblia habla de sequías, que Egipto nunca experimentó, sino sólo fluctuaciones en la inundación del Nilo. 

Muchos de los acontecimientos adjudicados al área de la actual Palestina realmente ocurrieron mucho más al Sur por la costa del Mar Rojo, insiste Ezzat. Además, un detalle incluso más revelador en la historia de José era la caravana de camellos que llevaban "goma, bálsamo y mirra", que eran productos del comercio árabe, no del de Egipto.

La tercera y más reveladora pista fue la noción de esclavitud, que Ezzat afirma que nunca fue practicada en Egipto sino hasta que los griegos y los persas llevaron la práctica con ellos mil años más tarde que la supuesta época de Moisés y José.

 Algunas historias declaran que las pirámides fueron construídas por esclavos, pero la Historia nos muestra que los constructores de las pirámides fueron trabajadores voluntarios, como da testimonio la villa de los constructores de las pirámides [2].


Y el cuarto aspecto de este fraude milenario del AT fue la etiqueta de "faraón", que ningún documento egipcio nunca usa. 

Pero el líder de la tribu de Mizraim era llamado Faraon, que hizo del cambio desde el hebreo al griego y de la creación de un faraón infame muchos siglos más tarde un truco fácil de lograr. Egipto, una de las mejores documentadas de todas las civilizaciones antiguas, nunca, ninguna vez, usó el término "faraón".

Esto es verdaderamente un cuento de dos Egiptos: Egipto es mencionado en la Biblia alrededor de 700 veces; los israelitas no fueron mencionados ni una sola vez en los registros egipcios.

El historiador del siglo V a.C. Heródoto, comúnmente conocido como "el padre de la Historia", nunca mencionó faraones, sino sólo reyes. Heródoto tampoco mencionó nunca a Israel, pero mencionó repetidamente a Palestina, Siria y los fenicios; nunca mencionó a judíos o cananeos, y nunca mencionó ningún templo sagrado judío.

Pero más que nada, fue el insulto a la extremadamente iluminada filosofía religiosa del antiguo Egipto —prácticas morales que nunca han sido igualadas por las civilizaciones que vinieron más tarde— lo que obligó a Ezzat a defender el honor de una cultura notable que sobrevivió durante la mayor parte de tres milenios, un período mayor —usted tome nota— que cualquier otra cultura en la Historia mundial.

"Vincular engañosamente la historia de Moisés y su Faraón ha empañado la imagen de una de las mayores civilizaciones de la Humanidad", escribe Ezzat. "El antiguo Egipto ha sido apuñalado en el corazón por esta duplicidad de dos mil años. Y este engaño probablemente continuará si no exponemos la verdad sobre las historias israelitas y su origen árabe y el fraude de la Septuaginta [versión en griego del AT]".

Traductores judíos corruptos

En el siglo II a.C. la Biblia hebrea fue traducida desde el arameo al griego en la legendaria Biblioteca de Alejandría. Setenta escribas judíos —de aquí la designación de Biblia Septuaginta— fueron asignados a esa tarea por los Ptolomeos, en la cual ellos astutamente reemplazaron a ese oscuro líder tribal "Faraon" con el poderoso Egipto y su rey.

 La versión griega del AT, con esta maliciosa distorsión de la historia antigua, ha sido la fuente de todas las traducciones de la Biblia por todo el mundo desde entonces.

El engaño de la Septuaginta había sido el resultado de una ligazón griego-judía muy similar a la estadounidense-israelí de hoy en día. (Controlar y manipular a las súper-potencias mundiales —antiguas y modernas— es obviamente una vieja habilidad judía, también demostrable en el antiguo régimen persa-judío que condujo a la liberación desde el Cautiverio babilónico y a la complicidad con el Imperio romano para controlar y contener al cristianismo).

La sustitución de la ciudad árabe de Mizraim/Misr por el Egipto faraónico en las historias de los Patriarcas no sólo ha distorsionado las historias israelitas sino la historiografía del antiguo Oriente Próximo entero.

Los peligros que esta tergiversación representa para los tiempos modernos son numerosos.

Número uno, los egipcios modernos han sido separados de su propia cultura.

Número dos, las mentiras presentadas en la Biblia que se han filtrado a otras religiones actuales representan un peligro violento basado en información equivocada.

Por ejemplo, los salafistas, los islamistas de línea dura y los yihadistas, quieren demoler todos los monumentos y templos del antiguo Egipto, incluyendo las Pirámides y la Esfinge, porque ellos creen que aquéllos son los ídolos que adoraba el Faraón mientras rechazaba la palabra verdadera de Dios entregada por Moisés.

Entonces aquí tenemos un complot de asesinato masivo cerrado de mente basado en el cuento de hadas de esclavos judíos que construyeron las Pirámides

El cuento del Éxodo es sobre esclavos, que trabajaron duro durante 400 años de esclavitud continua. El fracaso de sus hermanos para asesinar a José es relatado tanto en el Corán como en la Biblia. Los hermanos lo vendieron a los ismaelitas, no a los egipcios, por 20 shekels de plata (Génesis 37:26-28).

El engaño de la Septuaginta repetido a través de toda la cinematografía contemporánea fue evidente en la reciente película de Ridley Scott (¡que fracasó en la cantidad de espectadores!), Exodus: Gods and Kings.

Egipto prohibió esta película por su "visión sionista de la Historia". La misma estafa perpetrada por los judíos durante 3.000 años —cambiando la historia para engañar al público— todavía está siendo ejecutada actualmente en Hollywood.

Aunque "Exodus: Gods and Kings" está ambientado en Egipto, usted realmente no será capaz de verlo allí. Según la revista Deadline (y reportada por Ezzat), la adaptación de Scott de la historia bíblica de Moisés ha entrado en conflicto con los censores egipcios. Abdul Sattar Fathi, jefe del consejo de censura estatal egipcio, criticó ásperamente la película, citando "errores históricos" tales como la afirmación de que los judíos construyeron las pirámides y el retratar a Moisés como un general, no como un profeta.

"Además", dijo Fathi, "se muestra a los egipcios antiguos como un grupo mafioso que perseguía a los pacíficos judíos. Nuestro consejo ha rechazado esto por respeto a los sentimientos de los egipcios".

(Pacíficos judíos, me gusta eso. Podría ser el único ejemplo en la Historia de judíos pacíficos. No es ninguna sorpresa que sólo Hollywood haya salido con un concepto como "judíos pacíficos", que es seguramente un tipo de ser humano que nunca ha sido visto antes en la Historia. Vaya a hablarle a los palestinos sobre judíos pacíficos).

Dice Ezzat, quien permanece escrupulosamente imparcial cuando se trata de la política contemporánea, que Egipto simplemente no es donde ocurrió esa historia.

En ese entonces, Israel no estaba allí

Los judíos mienten. ¿Cuántos ejemplos modernos necesita usted?; ¿Seis Millones de muertos en un "Holocausto" que nunca tuvo lugar? Personas que por todo el mundo pagan reparaciones por delitos que ellas no cometieron y que son arrojadas a la cárcel cuando ellas piden la prueba de esos delitos. 

Una compañía judía que produce comida venenosa y un Gobierno judío que obliga a la gente a comérsela. Judíos que asesinan a miles de campesinos desarmados y que llaman a aquello "auto-defensa", provocando guerras por todo el mundo mediante la manipulación encubierta de Gobiernos que han comprado.

El actual pendenciero israelí Binyamin Netanyahu dijo recientemente en un discurso que el pueblo judío estaba construyendo Jerusalén hace 3.000 años. Otra mentira judía más.

Ezzat dice que no:

"La gente judía no estaba construyendo Jerusalén hace 3.000 años, es decir, en 1000 a.C... No hubo ninguna invasión de la Palestina geográfica desde Egipto por antiguos esclavos en los años 2200 a.C.... La crónica de los acontecimientos del reinado de Ramsés II en la muralla que está en Luxor no sabe nada sobre ninguna consecuencia importante de esclavos o de alguna huída de los mismos a la península del Sinaí. Las fuentes egipcias nunca escucharon hablar de Moisés o de las 12 plagas, etcétera".

Jerusalén no sólo no estaba siendo construída por el entonces inexistente "pueblo judío" en 1000 a.C., sino que probablemente no estaba ni siquiera habitada en ese punto de la Historia. Jerusalén parece haber sido abandonada entre los años 1000 y 900 a.C., las fechas tradicionales para el reino unificado bajo David y Salomón.

De ese modo, Jerusalén no fue "la ciudad de David", puesto que no había ninguna ciudad allí cuando se dice que él vivió en ese lugar. Ningún signo de palacios magníficos o grandes propiedades ha sido encontrado en la arqueología de ese período, y las tablillas asirias, que registraron acontecimientos incluso menores a través de todo el Oriente Medio, como las acciones de reinas árabes, no saben nada sobre ningún gran reino de David y Salomón en la Palestina geográfica.

Ni una sola cosa.

Palestina no fue la patria del reino de Israel ni de las historias de sus primeros patriarcas. Los comienzos del judaísmo y las historias de Abraham, Isaac, José y Moisés transcurrieron en Arabia y Yemen, escribe Ezzat. El patente fracaso de la arqueología bíblica en la tierra de Palestina es principalmente debido a una premisa completamente errónea y a una Biblia (la Septuaginta) hábilmente manipulada (por los mismos repugnantes malvados que manipulan nuestras noticias y materiales educativos en la actualidad).

Los registros escritos de Egipto se remontan hasta 1870 a.C. Ningún rastro de los israelitas.

La esclavitud era una tradición común en Arabia, pero no en Egipto. La esclavitud no llegó a Egipto sino entre los siglos VII y IV a.C., debido a la influencia de las invasiones persas y griegas.

Esa tradición de la esclavitud persiste en Yemen, donde a los extranjeros no se les permite conseguir un trabajo sin el patrocinio de un nativo llamado un kafeel, quien controla todos los aspectos de sus vidas.

En su innovadora teoría "La Biblia Vino de Arabia", el historiador y filólogo libanés doctor Kamal Salibi (1929-2011) ha descubierto más de cien nombres de lugares en Arabia y Yemen del Norte que coinciden extraordinariamente con los mencionados en la Torá, escribe Ezzat.

"Situar de vuelta a los israelitas en su tierra árabe nativa ya no hará del futuro generalizado de la esclavitud en las historias de Moisés y José algo exótico o inexplicable, o de las murallas y fortificaciones de pueblos montañosos derribadas por Josué algo irreal e inverificable.

"La tierra que Josué conquistó era un pequeño territorio en Yemen del Norte. El Egipto de la Biblia no es el Egipto del Valle del Nilo sino un oscuro pequeño pueblo en el desierto del Sudoeste de la antigua Arabia llamado Mizraim, o Misr en hebreo y árabe.

"El Éxodo tuvo lugar de unas manera mucho más humilde y a una escala mucho más estrecha en una oscura pequeña villa en la antigua Arabia del Sur", escribe Ezzat.

"Si Egipto no conoció a ningún Faraón, entonces demás está decir que Egipto nunca conoció a Moisés tampoco. Y si Moisés nunca puso un pie en Egipto, entonces el mapa de carretera del Éxodo en la Tierra Prometida tiene que ser vuelto a dibujar".

Una concepción de armonía mundial

Las mentiras comenzaron hace mucho tiempo. Según el Antiguo Testamento, escrito por judíos, el antiguo Egipto es la tierra de la idolatría, la tiranía y la esclavitud.

Es esta difamación la que irrita a Ezzat, porque los preceptos de la antigua religión egipcia fueron plagiados completamente por sus sucesores cristianos y musulmanes.

"Maat es el concepto egipcio de la armonía del mundo basada en la justicia, el equilibrio y la verdad. Maat, o la dama de la verdad, como fue personificada por los antiguos egipcios en forma de una señora que lleva puesta la pluma de la verdad en su cabeza y que sostiene la balanza de la justicia, es el código de ética por el cual todos los egipcios, incluídos sus monarcas, debían regirse", escribe Ezzat.

El fallecido profesor James H. Breasted, en una hermosa introducción a su clásico de 1933 "The Dawn of Conscience", escribe (según uno de los enlaces del libro):

"Los egipcios poseyeron un estándar moral muy superior a aquel del Decálogo (los Diez Mandamientos) más de mil años antes de que el Decálogo fuera escrito".

Entonces Ezzat no está maquillando este asunto. Breasted es uno de los historiadores más respetados de siempre. Y la insistencia de Ezzat en cuanto a que gran parte del material del AT ha sido fabricado, distorsionado y plagiado es legítima.

Por ejemplo, el texto de la Sabiduría de Amenemope, conservado en un papiro egipcio en el Museo Británico, fue traducido al hebreo en la Antigüedad y, circulando en Palestina, fue la fuente para una sección entera del Libro de Proverbios del AT.

"Nuestra herencia moral se deriva de un pasado humano más amplio y enormemente más antiguo que los hebreos, y ella ha llegado hasta nosotros mejor dicho a través de los hebreos que propiamente de ellos. El Hombre se elevó a una alta visión moral dos mil años antes de que naciera la nación hebrea", escribe Breasted.

Tal como en los tiempos modernos, cuando en la Segunda Guerra Mundial Alemania fue presentada como el tipo malo mientras los países judíos —Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética— fueron presentados como los tipos buenos, los hebreos presentaron a los intrusos israelitas como los héroes valientes y a los inocentes egipcios como los bandidos, lo cual, así como la yuxtaposición de asesinos israelíes y víctimas palestinas con luchadores judíos por la libertad y terroristas islámicos, es una injusticia histórica y una mentira imperdonable del tipo que tanto debilita nuestra existencia hoy.

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